sábado, 11 de julio de 2009

LA MEJOR ESCOLTA

Date cuenta, Israel, que yo envío mí ángel delante de ti, para que te proteja en el camino y te lleve al lugar que te he preparado (Éxodo 23:20).

Hace algún tiempo decidimos iniciar junto con algunos hermanos una nueva Escuela Sabática filial. La población elegida quedaba a unos kilómetros de la ciudad, por lo que adquirimos un vehículo: «La Misionera». Uno de esos inolvidables días, salimos muy temprano a celebrar una ceremonia bautismal en un río. Tuvimos que dejar la camioneta en cierto lugar y de allí continuar en otro tipo de automóviles adecuados para circular en caminos no pavimentados. Cuando regresamos por la tarde al lugar donde dejamos estacionada «La Misionera» la encontramos con una llanta ponchada. Después de muchos intentos por cambiar la llanta todo resultó inútil, no hubo nada que se pudiera hacer. De pronto observé que comenzaron a echarle aire con una bomba manual y en cuanto se llenó, mi esposo le dijo a mi hi­jo Luis, quien era el que la conducía, que así nos fuéramos y que en el primer poblado buscáramos quién la arreglara. Recuerdo que al momento de encenderla, oramos a Dios, le pedimos que sus ángeles nos acompañaran. Comenzamos a avanzar y mi hijo revisaba la llanta cada momento para ver si no se había desinflado. Alcanzamos a llegar a un poblado, pero los únicos dos lugares donde nos podían auxiliar estaban cerrados. Lo único que se nos ocurrió fue echarle más aire en la gasolinera y continuar. Faltaba un tramo como de una hora para llegar a la siguiente gasolinera y avanzamos sin saber la gravedad del asunto. Al llegar volvimos a inflar el neumático y continuamos el siguiente trayecto más o menos igual. Recuerdo que llevamos a la gente hasta sus casas. Finalmente llegamos a nuestro hogar y al estacionar la camioneta frente a la casa escuchamos cómo empezó a desinflarse la llanta hasta quedar completamente sin aire en cuestión de segundos. Cuando mi esposo llevó la llanta a reparar se dio cuenta de que lo que había ocasionado la avería era una piedra que parecía la punta de una lanza. Era obvio que no pudimos haber viajado con el neumático como lo habíamos hecho. Pero llegamos porque tuvimos la mejor escolta, y se cumplió la promesa de Dios: «Yo envío mi ángel delante de ti, para que te proteja en el camino»

Marílú Elizabeth Velásquez de Rascón
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor

DIOS PUESTO A PRUEBA

Pidan, y Dios les dará. Mateo 7: 7 Después de que se abriera la escuela en la aldea, Jai Ram continuó compartiendo el amor de Jesús con quien quisiera escucharlo. Un joven, después de escuchar las historias de la Biblia, mostró interés en ser bautizado. Pero tenía un gran problema. Tenía que trabajar siete días a la semana para el hombre más importante de la aldea a fin de pagar la gran deuda que su padre había contraído con él. Jai Ram y el maestro Singh fueron a ver al terrateniente y le preguntaron si podía liberar al joven de sus obligaciones todos los sábados, de manera que pudiese santificarlos. —De ninguna manera —dijo el hombre—. La sequía es muy grave y tiene que regar los campos a diario. Bastaría con que dejásemos de hacerlo un solo día para que la cosecha se echase a perder. Jai Ram no veía dónde estaba el problema. —¿Ha escuchado alguna vez la historia de Elias y aquella gran sequía que duró años? Por supuesto, el adorador de ídolos jamás había leído la Biblia. Jai Ram le contó la historia y le hizo una pregunta. —Si oro a Dios y él envía lluvia, ¿permitirá que el joven guarde el sábado? El hombre pensó un momento. —Bueno, quizá pueda darle fiesta un sábado, pero uno solo. Jai Ram sacudió la cabeza. —No, necesita que le dé fiesta todos los sábados. ¿Qué le parece si pedimos a Dios que traiga mucha lluvia, tanta que no tenga que regar durante meses? El terrateniente se calmó. —Si llueve tanto, podrá librar todos los sábados. Pero eso no sucederá. Hemos rogado a nuestros dioses y no nos han enviado lluvia. Vuestras oraciones tampoco funcionarán. Jai Ram sabía que todo es posible para el Dios del cielo. En pocas horas el terrateniente también lo sabría. (Continuará.)

Tomado de la MAtutina El viaje Increíble

SIEMPRE HAY UNA SALIDA DE LA TENTACIÓN

No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar. 1 Corintios 10:13

Aunque la tentación no es pecado, es muy peligrosa. Por eso no debemos detenernos frente a ella, ni siquiera por un momento. Como José, hay que huir inmediatamente. El que decide permanecer en el terreno de la tentación corre el peligro de ser su víctima. No dialogues con ella, no fijes tus ojos en ella, no te acerques a ella.

Cuando estudiaba en la Universidad Adventista de Centroamérica, trabajaba en el campo con otros compañeros. Un día, mientras limpiábamos el terreno de malezas, descubrimos una enorme serpiente. Decidimos rodearla, para que no escapara. La serpiente se enrolló y se quedó tranquila. Uno de los compañeros decidió acercarse al peligroso reptil. Tomó un palo en su mano y comenzó a moverla. La serpiente se encogía y se estiraba. Algunas veces se levantaba y luego caía de nuevo a tierra. El joven estaba muy feliz y disfrutaba mucho del espectáculo presentado por el animal. El joven perdió el miedo y se aproximó un poco más. De pronto, la serpiente atacó como un rayo y clavó los colmillos en el brazo del joven incauto. Ahí terminó la "fiesta". Buscamos ansiosamente una ambulancia para conducirlo al hospital, donde ingresó al borde de la muerte.
Así es la tentación. Aparece en cualquier lugar y en cualquier momento. No te acerques, ni juegues con ella. Si lo haces, te morderá. Pero la promesa divina es que cuando llega la tentación, Dios «dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar». Esta promesa es muy cierta. Siempre se presentarán obstáculos para no ceder a la tentación. Antes de encontrar el canal en el televisor para ver una película que degrada la mente y enferma el espíritu, encontrarás un canal donde se presenta la Palabra de Dios. Justo cuando decides detener el automóvil frente a un lugar de reputación dudosa, sonará el teléfono con una llamada de tu esposa, que te dirá: «Te amo muchísimo y estoy segura de que tú también me amas». Cuando sientes la tentación de insultar al conductor que entró en tu carril de forma imprudente, ves una calcomanía en la parte trasera del auto, que dice: «¿Qué haría Jesús?»
Siempre será difícil pecar. Es una terca oposición a todas las advertencias divinas y a todos obstáculos que Dios nos pone para que tengamos tiempo para reflexionar. Cuídate hoy.

Tomado de la matutina Siempre Gozosos