lunes, 28 de noviembre de 2011

¡CREER!

Abram creyó a Jehová y le fue contado por justicia. (Génesis 15:6).

Creer. En medio de un mundo materialista y racionalista, creer solo parece tener lógica cuando podemos palpar, razonar y entender. Sin embargo, un breve recorrido por la historia bíblica nos muestra el verdadero significado de la palabra «creer».
A Abraham se le pidió que creyera sin poder ver ni tocar. A Sara se le pidió que creyera cuando todo parecía indicar que no había ningún motivo para hacerlo, cuando los años conspiraban despiadadamente contra la promesa bienaventurada. También a ti y a mí se nos pide que creamos. ¿Que creamos en qué? En que nuestras vidas han sido salvadas por la sangre preciosa de Jesús en el madero del Calvario. En que no podemos alcanzar la salvación por muchas buenas obras que hagamos. En que nuestros pecados son perdonados si los confesamos y cambiamos de rumbo. En que Cristo puede y quiere hacernos vencedoras sobre el mal, y en que la redención está muy cerca.
El texto de hoy afirma que Abraham creyó y le fue contado por justicia. ¿Es que creyendo somos salvas? Por supuesto que no. La Biblia dice que también los demonios creen y tiemblan. ¿Por qué? Porque saben que Dios existe pero no aceptan el plan de salvación. Saben que su sentencia está emitida y que el tiempo se acorta. Pero nosotras, hermanas, tenernos un futuro distinto. Para nosotras sí hay oportunidad. Para nosotras hay un lugar en las mansiones eternas.
La prensa se hizo eco de la gran noticia: la NASA, utilizando el Telescopio Chandra, pudo capturar con su prodigioso lente la supernova más joven de la Vía Láctea, de solo 140 años, y a la que estaban siguiendo desde 1985. Nosotras no tenemos necesidad de ver la proximidad de la venida de Cristo por medio de telescopios. Es real, así como es real que él espera ansioso encontrarse contigo y conmigo en aquel día. Mira hacia el cielo, su venida está muy cerca. Cree y deja que su Espíritu obre en ti. Entonces tu fe te será contada por justicia.
Si crees, todo es posible. Tienes un Dios que se ocupa de que lo sea.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

ALABANZA EN EL TEMPLO

Entrad por sus puertas con acción de gradas, por sus atrios con alabanzas; alabadle, bendecid su nombre. Salmo 100:4.

En el mundial de fútbol de 1970 realizado en México, todas las alabanzas fueron para un jugador del equipo campeón: Pelé. Su habilidad con la pelota, su destreza para resolver situaciones difíciles, los goles propios y los pases certeros para que otros los concretaran, fueron algunos de los comentarios elogiosos hacia él por parte de la prensa mundial. De igual forma, muchos jugadores en diversos deportes gozan de los elogios de sus admiradores.
También la belleza física es alabada y premiada. Hay hombres y mujeres que ganan miles de dólares por exhibirse en las pasarelas con determinado tipo de ropas. Parece increíble, pero la cifra que gana una modelo famosa en una semana es más que lo que puede ganar un obrero en casi toda su vida.
Actores reconocidos que han logrado hacer fortunas con sus películas, viven de manera opulenta y estrafalaria, haciendo gala de los gustos que se dan y que la gran mayoría nunca en su vida podrá realizar. Los diarios, las revistas, la televisión, las páginas web y la radio dedican tiempo y dinero en exaltar a estos personajes extravagantes de la farándula y contribuyen enormemente en expandir su fama.
Lo que el mundo y la prensa muchas veces olvidan es alabar a Dios, el Dador y Sustentador de la habilidad, la belleza, el talento y la inteligencia que cualquier mortal posea. El Creador del cielo y de la tierra es quien debe recibir toda la gloria, la exaltación y la alabanza, porque de su mano procede cada talento que engrandece a los hombres.
El templo es el lugar ideal para alabar a Dios. Allí podemos recordar sus proezas, contadas en la Biblia o experimentadas en la vida propia, también podemos cantar himnos de alabanza, y al orar también podemos engrandecerlo por su misericordia y su poder redentor. Si bien hoy en día el mundo se dedica a ignorar a aquel que merece ser alabado, llegará el día cuando toda la tierra "de mes en mes y de día de reposo en día de reposo" (Isa. 66:23) vendrá a su presencia para darle la exaltación que se merece. Este sábado no pierdas la oportunidad de alabar a aquel que te da la vida.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

POR LA PALABRA DE DIOS

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. Romanos 10:17.

¿Cuál es la función de la Biblia, en el desarrollo de la fe? Muchas personas relacionan la fe solamente con el sentimiento y las emociones. Sin duda, las emociones forman parte de la experiencia humana. Pero, la Biblia afirma que el fundamento de nuestra fe es Jesús. Si esto es verdad, conocer a Jesús se vuelve indispensable en la vida del cristiano; y la única manera de conocerlo es conviviendo con él.
Surge, entonces, otra pregunta: ¿Cómo se convive con Jesús? Aquí entran en juego tres elementos necesarios: la oración, la testificación y el estudio diario de la Biblia. El propio Señor Jesucristo dijo, en cierta oportunidad, refiriéndose a las Escrituras: "Ellas son las que dan testimonio de mí". No puede haber declaración más clara: es mediante el estudio de la Biblia que llegas a conocer a Jesús, a confiar en él y a saber que nunca te fallará.
Pero, este estudio de la Biblia no puede ser algo simplemente teórico e intelectual: no puedes ir a la Biblia solo en busca de argumentos o conocimiento teológico, sino en busca de compañerismo con Jesús. Lee la Biblia como si fuese una carta personal, que Jesús te escribió. Colócate en el centro de las historias que lees. Cuando lees acerca de Daniel, tú eres Daniel; imagínate siendo llevado a la cueva de los leones por obedecer a Dios. Cuando lees acerca de María Magdalena, tú eres esa mujer cansada de pecar, que un día se encontró con Jesús. Cuando encuentras, en la Biblia, la historia de José, colócate en su lugar; imagínate siendo vendido por tus hermanos y siendo llevado a un país extraño, en fin...
Lee la Biblia en primera persona del singular. Cada vez que dice "ellos" o "nosotros", colócate a ti, y aplica los consejos bíblicos a tu experiencia y a las luchas que estás enfrentando en ese momento. Así, conocerás a Jesús y él será el fundamento de tu fe; podrás confiar en él, porque llegaste a conocerlo por medio del estudio de la Biblia.
No te atrevas a vivir sin Jesús: sin él, la vida es una simple sobrevivencia. Él es el fundamento de una vida feliz, porque es el fundamento de tu fe; y la vida del cristiano es una vida de fe. Y recuerda lo que él declaró: "Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón