viernes, 11 de marzo de 2011

UNA PROPOSICIÓN DECENTE

La mujer de su amo puso los ojos en José, y dijo: “Duerme conmigo”. (Génesis 39:7).

Con mucha frecuencia oímos hablar de la fidelidad de José, que no cedió a la tentación sexual. Pero muy poco he oído hablar acerca de la mujer causante de dicha tentación. Según la historia, esta mujer, obviamente insatisfecha sexualmente, se obsesionó con José. Algunas mujeres actuales pudieran justificarla alegando que quizás no estaba enamorada de su esposo, cosa muy común en aquellos días en que los matrimonios no eran por amor sino por intereses o compromisos sociales. Otras pudieran decir que quizás no recibía del esposo lo que necesitaba. Sea/cual fuere la realidad de aquella mujer, representaba la tentación, la malicia y el pecado. ¿Te puedes imaginar qué hubiera sucedido si José hubiese cedido a su proposición? Satanás sabía que Dios tenía un plan especial para José y se esmeró en hacerlo caer.
En nuestros chas, Dios ha llamado a hombres para que, como José, cumplan un propósito especial en la tierra. Estos hombres son blancos perfectos para el enemigo de las almas. Que un miembro de iglesia caiga ante la tentación sexual no causa el mismo efecto que si lo hace un dirigente, aunque, el pecado haya sido el mismo.
¿Por qué saco a colación a esta mujer, si su influencia fue tan negativa? Porque, a veces, corno mujeres sexualmente activas, corremos el riesgo de desempeñar su mismo papel. ¿Te asombras? ¿Te sientes señalada? Desgraciadamente se han derramado muchas lágrimas que dan testimonio de lo que. estoy diciendo. No es mi propósito deprimirte, ni asustarte, solo quiero que te mires en el espejo antes de salir a la calle, pero en el espejo de la moral.
Cuida tu conducta, tus palabras y tu vestimenta, para que no seas catalogada por Dios como una mujer ordinaria y desenfrenada, incapaz de producir buenas obras. Tienes muchos talentos para ser un canal de felicidad, así que no dejes que el enemigo te oscurezca de tal modo que solo broten de ti los malos rasgos de tu carácter. Ora cada día al Dios que te ha creado y pídele que te ayude a ser una mujer pura en pensamientos y acciones. Dile: «Señor, lávame y seré blanca como la nieve».

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

TERCER ERROR DE SANSÓN: ENAMORARSE DE UNA FILISTEA

Después de esto aconteció que se enamoró de una mujer en el valle de Sorec, la cual se llamaba Dalila. Jueces 16:4.

El último romance que mantuvo Sansón antes del final de su vida fue con una mujer filistea llamada Dalila. Es el único capítulo de la Biblia que menciona a esta mujer por nombre, sin embargo, Dalila siempre ha sido símbolo de la mujer astuta que planea el mal de su enamorado con tal de obtener algún provecho personal.
Sansón había estado jugando con fuego. Puede decirse que en cierto momento se olvidó de quién provenía la gran fuerza que poseía y creyó que le era inherente. Satanás no quería que este juez de Israel salvara al pueblo de Dios, y habiendo identificado el punto más débil de su carácter, cruzó en su vida a una mujer sin escrúpulos ni principios.
Con la inocencia de un niño no se percató de la trampa que le habían tendido a través de su amorío. Los príncipes filisteos habían sobornado a Dalila para que descubriera el secreto de su gran fuerza, y ella, en "nombre del amor", lo presionaba cada día para conocer el misterio que lo rodeaba. Al principio Sansón logró distraerla con tres mentiras, pero "aconteció que, presionándole ella cada día con sus palabras e importunándole, su alma fue reducida a mortal angustia" (Juec. 16:16). Pobre Sansón, el hombre temido por su gran fuerza, era víctima de una débil mujer que poseía astucia y maldad.
Por no aguantar más la presión, Sansón "le descubrió, pues, todo su corazón" (vers. 17) para luego ser traicionado. Una vez en poder de sus enemigos, le sacaron sus ojos y fue a dar vueltas en el molino de una cárcel.
Parece increíble, pero Sansón tuvo que quedar ciego para poder ver. El que había sido concebido para alcanzar grandes alturas en nombre de Dios, ahora estaba ciego y realizaba el vil trabajo de una muía. Pero en su ceguera vio con claridad al Dios que había traicionado y se arrepintió humildemente de su pecado.
Los jóvenes y las señoritas de este tiempo siguen teniendo la misma presión del enemigo que tuvo Sansón para que claudiquen su fe y se olviden del Dios de sus padres. Con astucia, el gran engañador procura que formen lazos de amor con no creyentes, para que se vuelva a repetir la triste historia de este hombre privilegiado. Así como Dalila se mostró atractiva y seductora, los jóvenes que no aman a Jesús y que jamás lo harán, se presentan como firmes candidatos para contraer compromisos con los hijos de Dios.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela

¿SABES PEDIR?

Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Romanos 8:26.

¿Cuántas veces oraste, y tuviste la sensación de que Dios no te respondió? ¿En cierta ocasión, el propio Señor Jesucristo enseñó que pedimos y no recibimos, porque pedimos mal.
Aunque pidamos con toda sinceridad, no sabemos hacerlo bien. Si supiésemos, con toda seguridad Dios respondería todas nuestras oraciones.
Tal vez, la razón de nuestras peticiones equivocadas sea nuestra propia humanidad, y el limitado concepto que tenemos del bien y del mal. El egoísmo, arraigado en nuestra naturaleza, nos lleva a pedir y pedir, teniendo como eje central nuestros deseos y orientados por intereses momentáneos y pasajeros.
Glaucia deseaba ser madre. Diez años después de casada, no concebía, y empezó a obsesionarse con la idea. Suplicaba a Dios, pedía a todos que orasen por ella, y se había endeudado, buscando dinero para pagar a los mejores especialistas e intentar los métodos más sofisticados.
Quedó embarazada. Pasó casi los nueve meses sin moverse, y el niño nació. ¡Aquel fue un día de fiesta! Ella pensaba que Dios la había oído y atendido sus súplicas. Ya pasaron veinte años, y hoy Glaucia cree que insistir ante Dios fue la peor decisión de su vida.
-Si pudiese volver veinte años atrás, aceptaría la voluntad del Señor para mi vida -escribió en una carta dramática, en la que narraba la vía dolorosa que pasaba por causa del hijo rebelde.
¿Se equivocó Glaucia, al insistir con el Señor para que le diese un hijo? No lo sé; yo también soy un ser humano. Pero, el versículo de hoy dice que, aunque nosotros no sepamos pedir, el Espíritu de Dios viene en nuestro auxilio, a fin de suplir nuestra debilidad.
La palabra "debilidad", en el original griego, es astenia, que literalmente significa "enfermedad". ¿Qué enfermedad? La enfermedad del pecado, que nos acompañará hasta el día de la venida de Cristo. Hasta ese día, a pesar de haber sido convertidos, continuaremos con la tendencia humana que nos lleva a insistir como un niño, con tal de conseguir lo que queremos.
Por eso, suplica hoy la dirección del Espíritu, con el fin de que te brinde discernimiento y sabiduría en lo que tengas que pedir a Dios. "Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón