viernes, 25 de enero de 2013

MORDISCO DURO

Lugar: Italia
Palabra de Dios: Romanos 8:28.

El mozo trajo el plato caliente de pasta y lo colocó frente a Liliana. Oh, parecía muy rico. Había estado esperando esa noche con ansias durante toda la semana, porque había salido a comer a su restaurante preferido. Inspirando profundamente, se deleitó en el delicioso aroma.
Pero, lo que comenzó como una noche maravillosa rápidamente se convirtió en una pesadilla. Mientras Liliana comía la pasta, mordió algo duro y oyó un sonido terrible, como de un chirrido. Instantáneamente dejó de masticar, y su mano voló a su mandíbula, mientras hacía un gesto de dolor. Qué manera terrible de arruinar la noche.
Liliana sintió como si algo la hubiera golpeado. Y lo peor fue que la piedra se le incrustó entre los dientes. Usando su lengua, trató de quitar el objeto, pero no lo pudo aflojar. Se miró en el espejo del baño, y trató de acercarse a la piedra desde diferentes ángulos, pero sin éxito. ¡Esto era terrible! Ahora, tendría que ir al dentista para que se la sacaran. ¡Oh!, ¿por qué tuvo que pasarle esto a ella?
La visita al odontólogo no estuvo libre de dolor, tampoco. La piedra se había atascado bien. La desgracia de Liliana parecía no tener fin. Pero, esta historia tiene un giro sorprendente: cuando el dentista sacó la piedra, resultó ser un diamante sin cortar, que valía 3.500 dólares.
¿Alguna vez te pasó algo malo? ¿Te preguntaste por qué Dios permitió eso? La Biblia nos asegura: "Sabemos que Dios dispone todas las cosas para él bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito". Esa es una promesa maravillosa.
A veces, podemos sentir como si todo estuviera saliendo mal; pero, aun en tiempos difíciles podemos estar seguros de que Dios está en el control. Quizá no entendamos por qué permite que nos pasen cosas malas, pero al final todo saldrá bien.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

TODO TIENE CONSECUENCIAS

El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refugian. ¿Quién es Dios, si no el Señor? ¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? Es él quien me arma de valor y endereza mi camino; da a mis pies la ligereza del venado, y me mantiene firme en las alturas. Salmo 18:30-33.

Una de las leyes universales de la vida dice así: «Todo lo que hagas tiene consecuencias». Creo que en más de una ocasión hemos comprobado la veracidad de esta declaración. Si nuestras decisiones son buenas, lo más seguro es que las congruencias también lo sean. Por el contrario, las decisiones erróneas traerán como resultado consecuencias negativas, y estas nos alcanzarán tarde o temprano.
Nadie puede quedarse como espectador de la vida y sencillamente mirar cómo transcurre. Tenemos que involucrarnos, y es ahí donde las decisiones son tan vitales. Pueden determinar el éxito o el fracaso; la vida o la muerte. La otra gran verdad en la relación a las decisiones es que estas no solo afectan a quien las toma, sino también a los que están dentro de su esfera de influencia.
Las mujeres que generalmente estamos a cargo de una familia y del hogar, inmersas en un sinfín de actividades, somos empujadas a tomar decisiones constantemente. Algunas quizás intrascendentes, pero otras tan importantes que ponemos en juego nuestro bienestar y el de los que dependen de nosotras. Recuerdo el caso de una madre que, persuadida por su hijo, tomó la decisión de permitirle abandonar la escuela. Ahora que el hijo es adulto se lo recrimina y la culpa a ella de su propio fracaso profesional.
Si en medio de las emociones de la juventud una muchacha decide vivir únicamente para los placeres que el mundo ofrece, puede ser que la cosecha de la vida le entregue solamente «gavillas vacías». Por el contrario, si por decisión personal decide poner su voluntad y sus deseos bajo el dominio de Dios, su cosecha seguramente será abundante.
¡Cuidado! No todas las vías nos llevarán a un final feliz. En la Palabra de Dios leemos: «Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de muerte» (Prov. 14:12). En Cristo Jesús encontramos el mejor aliado para tomar decisiones acertadas, y si las decisiones equivocadas que has tomado en el pasado han bloqueado tu camino, suplica y dile: «Guíame, Señor, por tu camino; dirígeme por la senda de rectitud» (Sal. 27:11).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

UN TESORO SIN RECLAMAR

¿Cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? (Hebreos 2:3).

Es posible que no sea totalmente cierto. Es posible que la cantidad no sea tan alta. Pero sí es seguro que existe un tesoro que nadie ha reclamado en la tesorería de los Estados Unidos. Como existe, al parecer, en todas las tesorerías de todos los países, de todo el mundo. Se afirma que existen treinta y cinco mil millones de dólares cuyos dueños nunca los han reclamado.
Se les olvidó, no pudieron recuperarlo, o no supieron que tenían ese dinero y, por lo tanto, lo olvidaron. El gobierno no puede gastarlo, porque el dinero no es suyo. Son bienes confiados. Son depósitos en efectivo, acciones, propiedades, alhajas, pólizas de seguros y otros valores que los dueños, o sus herederos, ignoran que tienen. Pero las malas lenguas dicen que el gobierno sí cobra los intereses que esa suma astronómica de dinero produce.
Por supuesto que existen cazadores de dinero no reclamado. Incluso hay oficinas y promesas formales de que si alguien tiene dinero allí se lo pueden recuperar. Hay testimonios de gente que afirma haber recuperado cuantiosas sumas de dinero. Evidentemente, eso es natural. Si hay un tesoro, hay ávidos cazadores que andan tras él.
Que alguien tenga dinero y no lo sepa es una gran tragedia. Porque, teniendo todo lo que necesita, que esa persona sufra estrecheces por falta de dinero es uno de los mayores dramas. Pero aún es más grave lo que afirma nuestro texto de hoy: hay quienes tienen en poco la salvación. No reclaman ese tesoro. Una de las cosas que más hizo sufrir a nuestro Señor en la cruz fue saber, como lo expresa Elena G. de White: «Cuan terrible es el dominio del pecado sobre el corazón humano, y cuan pocos estarían dispuestos a desligarse de su poder. Sabía que sin la ayuda de Dios la humanidad tendría que perecer, y vio a las multitudes perecer teniendo a su alcance ayuda abundante» (El Deseado de todas las gentes, cap. 78, p. 713).
No cometas el grave error de despreciar la salvación. Reclama ese tesoro. Es tuyo. Acepta hoy a Cristo y su verdad, y únete a su pueblo. No dejes que una salvación tan grande, ganada a tan alto precio, sea en vano. No estés entre aquellos que tendrán por «inmunda la sangre del pacto» (Heb. 10:29, RV60).
No dejes que pongan sobre tu corona el letrero «Tesoro sin reclamar». Haz tuyo hoy el gran tesoro de la salvación.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

LA PALABRA DE DIOS ES NUESTRA LUZ

Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino. Salmo 119:105.

Tengo un mensaje decidido del Señor para el pueblo que profesa creer la verdad para este tiempo...
La Biblia es la voz de Dios para su pueblo. Al estudiar los oráculos vivos, hemos de recordar que Dios le está hablando a su pueblo desde su Palabra. Hemos de hacer de esta Palabra nuestro consejero... Si advirtiéramos la importancia de escudriñar las Escrituras, ¡con cuánta mayor diligencia las estudiaríamos!... Las Escrituras serían leídas y estudiadas como la evidencia segura de la voluntad de Dios respecto de nosotros.
La Biblia ha de estudiarse con un interés especial, porque contiene la información más valiosa que los seres finitos pueden tener, y señala la manera en que hemos de prepararnos para la venida del Hijo del hombre en las nubes del cielo, descartando el pecado y colocándonos los mantos blancos del carácter que nos dará entrada a las mansiones que Cristo les dijo a sus discípulos que iba preparar para ellos...
Si no recibimos la Palabra de Dios como alimento para el alma, hemos de perder el mayor tesoro que ha sido preparado para hombres y mujeres, porque la Palabra es un mensaje para cada alma... Si se la obedece, da vida espiritual y fortaleza. La corriente pura, espiritual que entra a la vida en una experiencia viva, es vida eterna para el receptor.
La Palabra de Dios es nuestra luz. Es el mensaje de Cristo a su heredad que ha sido comprada con el precio de su sangre. Fue escrita para nuestra conducción, y si hacemos de esta Palabra nuestro consejero, nunca andaremos en senderos extraños...
La vida espiritual se edifica por el alimento que se da a la mente, y si comemos el alimento provisto en la Palabra de Dios, el resultado será la salud espiritual y mental...
Cada uno de nosotros está decidiendo su destino eterno, y depende enteramente de nosotros si hemos de ganar la vida eterna. ¿Viviremos las lecciones dadas en la Palabra de Dios, el gran libro de lecciones de Cristo? Es el libro más grandioso y fácil de entender jamás provisto a los seres humanos. Es el único libro que preparará a los hombres y las mujeres para la vida que se mide con la vida de Dios.— Review and Herald, 22 de marzo de 1906; parcialmente en En lugares celestiales, p. 132.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White