miércoles, 17 de octubre de 2012

QUÉ AVE TAN INTELIGENTE


«Fíjense en los cuervos: no siembran ni cosechan, ni tienen almacén ni granero; sin embargo, Dios los alimenta. ¡Cuánto más valen ustedes que las aves!» (Lucas 12:24).

En mi país se suele decir que alguien es un «ave inteligente» cuando una persona lo es. Yo no sé quién inventó ese dicho, ni a qué ave se estaba refiriendo, pero tal vez estaba hablando del cuervo común. Estas aves pertenecen a la familia de los córvidos, y pueden llegar a medir más de 60 centímetros desde la cabeza hasta las patas.
Pero lo más asombroso es su inteligencia. En la playa, por ejemplo, ellos toman los mariscos que han atrapado, vuelan con ellos y los dejan caer sobre las rocas para que se abran y poder comerse lo que tienen adentro. ¡Increíble!
Pero por muy inteligentes que sean los cuervos, tu cerebro lo es mucho más, además de que eres mucho más valioso para Dios. Solo lee el versículo de hoy y lo comprobarás. Así que no tienes de qué preocuparte, pues Dios te cuida y te da toda la inteligencia (y la fuerza que necesitas para tomar decisiones correctas en tu vida. ¡Qué Dios tan maravilloso tenemos! 

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

ALABEMOS A NUESTRO DIOS


Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. (Mateo 6:33).

Mi familia y yo disfrutamos la bendición de vivir en un lugar muy tranquilo. En cierta época del año, temprano en la mañana y al atardecer, se reúne en las copas de los árboles un gran número de aves que con sus cantos alegran el lugar y también nuestros corazones. Cuando los observo me vienen a la mente las palabras del Señor Jesús: «Mirad las aves del cielo que no siembran ni siegan, ni juntan en graneros; y vuestro padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?» (Mat. 6:26).
Me siento agradecida al confirmar una y otra vez que nuestro amante Dios nunca nos deja solas ni nos abandona. En su Palabra podemos encontrar la guía exacta para vencer, incluso en las mayores pruebas que la vida nos presente: depender de Dios. La íntima relación que demostró Jesús con su Padre fue vital en su gran misión para salvarnos a ti y a mí.
«Pero, ¿cómo lograrlo?», nos preguntamos. Las Sagradas Escrituras nos muestran el ejemplo práctico que nos dejó nuestro Señor Jesucristo: «En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios» (Luc. 6:12). Ahí tenemos la clave del éxito, ese hermoso ejemplo debe formar parte de nuestro diario vivir.
«Todos estos instrumentos de Dios en la naturaleza reciben la intimación de ofrendar su tributo de alabanza al Altísimo. Y, ¿quién entre las criaturas de Dios guardará silencio cuando cada estrella en su órbita, cada brisa que acaricia la tierra, y cada nube que oscurece el firmamento, cada lluvia pasajera y cada rayo de sol tributan alabanzas al Dios que reina en los cielos?» (Cada día con Dios, p. 158).
Te invito a que alabes hoy al Señor antes de iniciar tus actividades, al igual que los pajarillos de nuestro relato. Inicia tu día cantando y experimentarás el gozo de alabar al único que lo merece. Asimismo dobla tus rodillas y consagra tu vida al Señor, porque al estar en sus manos se cumplirá su propósito en nosotras.
¡Que nuestra prioridad cada día sea hacer la voluntad de Dios! ¡Feliz día!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Alicia Cordero de Hernández

AMIGOS DEL ALMA


Un amigo es siempre afectuoso, y en tiempos de angustia es como un hermano. Proverbios 17:17

¿Cuál es la cualidad que más valoras en los amigos verdaderos? Si tuvieras que escoger solo una de sus muchas virtudes, ¿cuál mencionarías? No sé lo que piensas al respecto, pero creo que los grandes amigos siempre están cerca en los momentos de mayor necesidad. El ejemplo que sigue ilustra gráficamente esta realidad.
Era el 22 de abril de 1947, y los Phillies de Filadelfia visitaban a los Dodgers. No había transcurrido mucho del juego cuando los jugadores de los Phillies «destaparon» lo que parecía una cañería de insultos contra Jackie Robinson: «Oye, negro, ¿por qué no regresas a la jungla de dónde viniste?» «No te queremos aquí».
Robinson, que jugaba en la primera base, muy cerca de donde gritaban los insultos, escuchaba con paciencia. Mientras tanto, nadie movía un dedo para poner fin al abuso. El mismo Robinson cuenta que ese día quedó marcado en su memoria como uno de los más difíciles de toda su vida. «¿Qué hago aquí, poniendo la otra mejilla, como si no fuera un hombre?», se preguntaba, mientras soportaba la lluvia de insultos.
Lo que ocurrió entonces en el campo ni siquiera el mismo Robinson pudo haberlo imaginado. Pee Wee Reese, jugador estrella y capitán de los Dodgers, pidió tiempo a los árbitros y se dirigió hacia la primera base, donde un afligido Robinson estaba a punto de «tirar la toalla». Ante la mirada atónita de los jugadores y de miles de fanáticos, rodeó a Robinson con su brazo y le dijo algunas palabras de ánimo. Un reportero fotografió el histórico abrazo. Al día siguiente, la foto recorrió todo el país (Arn Shein, Signs of the Times [Señales de los tiempos], abril de 1996, p.19).
El hecho quedó registrado para la historia como testimonio irrefutable de que un amigo es como un hermano en tiempos difíciles. Al comentar sobre ese gesto de Reese, Robinson escribiría: «Significó tanto para mí. Fue algo realmente increíble» (H. Paul Jeffers, The 100 Greatest Héroes [Los cien héroes más grandes], p. 234).
¿Puedes pensar ahora mismo en un amigo o amiga que esté atravesando por momentos difíciles? Si es así, ¿qué se te ocurre que podrías hacer para darle una mano de ayuda? Recuerda que quien «tiene amigos ha de mostrarse amigo» (Prov. 18:24, RV60).

Señor Jesús, dame un corazón sensible, como el tuyo, para responder a las necesidades de mis amigos.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

¿QUÉ PUEDO HACER PARA AYUDAR?


«Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies» (Mateo 9:38).

¿Cree usted que si hoy dejara de orar eso afectaría a su vida? ¿Qué importancia tiene la oración en su existencia cotidiana? Quizá me responda que se trata de preguntas ridículas porque no podría vivir sin orar. Permítame otra pregunta: ¿Cuál es el motivo de sus oraciones?
La razón de mis preguntas es que la oración puede convertirse fácilmente en una rutina a la que se le presta escasa o nula atención, casi como la respuesta a una tarjeta postal que nos promete algún premio. Si tenemos suerte, cosa que sabemos que no sucederá, ganaremos; si no, no sucederá nada y seguiremos tal como estábamos.
Esto nos lleva a otra pregunta: ¿Es posible orar sin involucrarse personalmente en colaborar para que Dios responda a nuestras oraciones? ¿Es la oración un proceso en el que nos limitamos a enviar nuestras peticiones al cielo para luego dedicarnos a nuestros asuntos? ¿Acaso esperamos que Dios responda a nuestras oraciones usando una varita mágica mientras nosotros nos quedamos de brazos cruzados?
La vida es algo real; por lo tanto, nuestras oraciones tienen que ser también reales. En la vida real hacemos planes y luego los llevamos a cabo. De la misma manera, cuando le pedimos a Dios que haga algo, es razonable que, por nuestra parte, hagamos planes para participar en su respuesta a nuestras peticiones.
En una ocasión Jesús planteó a sus oyentes una pregunta sobre la construcción. «¿Quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?» (Luc. 14:28). El Señor era un artesano carpintero. Si un cliente le pedía que construyese algo, Jesús sabía qué material, qué herramientas y qué diseño se necesitaban para cumplir sus expectativas.
Nosotros, al orar, también deberíamos calcular los costos. Tendríamos que pensar en qué es necesario de nuestra parte para que el Señor responda a nuestras peticiones. A veces nuestras oraciones son vagas y carecen de sentido. Tendemos a orar hablando en términos generales y, con frecuencia, sin reflexionar sobre aquellas pequeñas cosas a las que Dios recurre para hacer su voluntad.
Me gusta el refrán que dice que fe es la oración arremangada. Si le pedimos a Dios que haga algo por nosotros, será bueno que estemos preparados para colaborar.   Basado en Lucas 18:1-8

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

PERDONAR E IGNORAR PARA LIBERTAD


Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. (Romanos 12:19).

Cuando sucede algo que te molesta no quieres saber nada de eso. Estas personas te hirieron demasiado. Sabían lo que hacían y sin embargo, lo hicieron... incluso tu cónyuge, la persona en la que más deberías haber podido confiar. Así que te resistes y resuelves irte. No quieres permanecer más allí. De pronto ves a Jesús, con la llave en su mano, saber lo que te está pidiendo que hagas, es demasiado. Cuando intentas escapar, descubres algo alarmante: No hay una salida, estás atrapado adentro con los demás presos. Tu falta de perdón, tu enojo y tu amargura te han transformado en prisionero a ti también. Al igual que el siervo de la historia de Jesús, al cual le perdonaron una deuda imposible, has elegido no perdonar y te han entregado a los carceleros y los verdugos.
Ahora, tu libertad depende de tu perdón. Perdonar supone toda clase de peligros y riesgos. Por ejemplo, lo que estas personas hicieron estuvo realmente mal, lo admitan o no. Quizá, ni siquiera estén arrepentidos. Tal vez sientan que sus acciones están perfectamente justificadas, y hasta lleguen a culparte a ti. Sin embargo, el perdón no absuelve a nadie de la culpa. No quedan a cuentas con Dios. Simplemente, te libera de tener que preocuparte de su castigo. Cuando perdonas a alguien, no lo liberas. Se lo entregas a Dios, con quien puedes contar para que te ayude en este proceso.
Por eso, a menudo escuchas que las personas que han perdonado de verdad dicen: "Parece que me hubieran quitado un peso de encima". Sí, es exactamente eso. Es como una bocanada de aire refrescante que entra a tu corazón. La fría oscuridad de la prisión se inunda de luz y frescura. Por primera vez en mucho tiempo, te sientes en paz. Te sientes libre. ¿Pero cómo lo logras? Le entregas al Señor tu enojo y la responsabilidad de juzgar a esta persona. "Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré', dice el Señor" (Romanos 12:19).
Reflexión: HOY DECIDO ENTREGARLE A DIOS TODO. PÍDELE AL SEÑOR QUE TE AYUDE A PERDONAR, ASÍ COMO ÉL NOS PERDONA.

Tomado del 50 días de Oración
Por Pr. Juan Caicedo Solís
Secretario Ministerial, Dir. Hogar y Familia
Unión Colombiana del Sur