lunes, 29 de julio de 2013

EL FOSO DE LOS LEONES

Lugar: Taiwán
Palabra de Dios: 1 Samuel 13:13,14

Cuando abrió el zoológico de Taipéi el miércoles 3 de noviembre de 2004, quienes trabajaban allí pensaban que sería otro día normal.
Estaban equivocados. La conmoción comenzó cuando, repentinamente, un hombre se trepó y cruzó la cerca del foso de los leones.
-Papá, ¿qué está haciendo ese señor? -preguntó un niño.
-¡Deténganlo! -gritó alguien.
Los que estaban cerca corrieron, pero era demasiado tarde. El hombre ya estaba del otro lado, enfrentándose valientemente a dos leones, que holgazaneaban debajo de un árbol a pocos metros de él.
Los leones, desacostumbrados a tener extraños en su refugio, saltaron sobre sus pies y comenzaron a rugir.
-¡Jesús te salvará! -gritaba el hombre-. ¡Jesús te salvará! El león macho sacudió su melena despeinada y se lanzó contra el intruso. Afortunadamente, alguien había notificado inmediatamente al personal del zoológico y estos lograron alejar al león con chorros de agua y un disparo de tranquilizantes, antes de que hiriera de gravedad al hombre.
Quizás ese hombre pensaba que estaba haciendo lo correcto, pero nosotros debemos seguir la dirección de Dios, no la nuestra. Ese fue el problema del rey Saúl. El profeta Samuel había dicho al rey que lo esperara, pero Saúl ofreció un sacrificio al Señor, sin esperar al profeta.
Saúl tenía buenas intenciones, pero estas no eran suficientes.
“-¡Eres un necio! -le replicó Samuel- No has cumplido el mandato que te dio el Señor tu Dios. E! Señor habría establecido tu reino sobre Israel para siempre, pero ahora te digo que tu reino no permanecerá. El Señor ya está buscando un hombre más de su agrado, pues tú no has cumplido su mandato”.
Seamos personas según el corazón de Dios, y vayamos adonde él nos guíe.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

DESPÓJATE DEL LUTO

Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría  en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha. Salmo 16:11.

En la mayor parte de las culturas, el color negro representa el luto. En años atrás todas las personas que perdían un ser querido debían vestir ropa de luto durante un determinado período de tiempo. En otros lugares del mundo, las viudas debían vivir en un duelo indefinido y vestir de negro por el resto de su vida. La ropa de luto pone de manifiesto que la persona que la viste enfrenta un duelo, una pérdida que causa dolor, sufrimiento y un abatimiento intenso.
Los expertos en salud mental mencionan un período de seis meses para que se inicie la restauración emocional de alguien que ha atravesado por una situación de duelo. Por otro lado, consideran que se requieren varios años antes de que se logre una restauración total. Aún así, hay personas que deciden vivir un luto perpetuo.
Se acostumbran a sufrir y a llorar, se alimentan de la lástima de los demás y no desean disfrutar de los placeres que conlleva vivir.
Las pérdidas de seres queridos son una especie de continuos “baches” en la vida de los hijos de Dios. La dicha eterna no existe en esta tierra, únicamente la podremos disfrutar en el reino venidero: “Él les enjugará toda lágrima de los ojos.
Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento, ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir” (Apoc. 21:4).
Mientras esa promesa se hace realidad, aprendamos a vivir nuestros duelos buscando el consuelo de Dios, y educando nuestra voluntad para salir de ellos.
El luto perpetuo ensombrece el corazón, disminuye las fuerzas físicas y nos aleja del consuelo de Dios.
Confía en el poder sanador de Dios, querida amiga. Permite que cada amanecer anuncie un nuevo día y un sinfín de nuevas esperanzas que puedes hacer tuyas. Despójate del luto. Recuerda que poner fin a un duelo no significa olvidar; muchas veces consiste en perdonar, buscar y encontrar un nuevo sentido a la vida.
Asimismo, consiste en llenar los espacios vacíos del corazón con nuevos amores, acompañar a los que sufren, consolar a los abatidos y creer a pies juntillas que Dios conduce tu vida.
Repite con el salmista: “Aun si voy por valles tenebrosos, no temo peligro alguno porque tú estás a mi lado; tu vara de pastor me reconforta” (Sal. 23:4).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

EL PROCESO DEL PERDÓN

Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones, a quien se le borran sus pecados (Salmo 32:1).

Perdonar a otros es un proceso semejante al de sanar. ¿Alguna vez te has lastimado gravemente? La curación fue un proceso que tomó bastante tiempo, ¿verdad? Yo tengo algo de experiencia en eso. Antes de los veinte años ya había sufrido cuatro fracturas.
Todas en diferentes ocasiones. Con mi segunda fractura aprendí lo importante que era seguir con atención el proceso de curación. Una o dos semanas después de haberme fracturado la clavícula izquierda, yo ya me sentía bastante bien pero el médico insistía en que debía guardar reposo. Desesperado, una tarde decidí jugar al baloncesto con mis amigos.
No había pasado mucho tiempo cuando resbalé y caí; la fractura volvió a abrirse. ¡Qué dolor sentí cuando volvieron a poner el hueso en su lugar!
Curarse de una herida emocional tiene un proceso análogo al de la curación física que debemos entender si queremos sanar bien. Según Lewis B. Smedes en Perdonar y olvidar, el proceso del perdón tiene cuatro etapas:
Sufrimos: El mundo en que vivimos no es justo y las personas que nos rodean no son perfectas. Por tanto, desde muy temprano empezamos a sufrir heridas. Algunas son superficiales y sanan solas. Otras son profundas, se infectan y envenenan nuestro ser robándonos la felicidad y el bienestar.
Odiamos: El odio es la respuesta natural contra aquellas heridas que son profundas e injustas. El odio se concentra en las personas. No odiamos acontecimientos, cosas o instituciones, ni siquiera al mal mismo. Odiamos a las personas que nos hicieron el mal y nos parece imposible desearles que les vaya bien, que sean felices.
Sanamos: Esto pasa cuando Dios nos da la capacidad de separar a las personas del mal que nos hicieron. De esta manera ya no los vemos a través de la lente del mal, sino que recibimos una nueva capacidad para pensar generosamente en ellos. Este milagro nos libera del dolor de la memoria y hace posible que crezcamos y prosperemos en la vida.
Nos reunimos: Esto sucede cuando el que ha sido herido renuncia a la venganza, y el que ha herido renuncia al mal.
Aunque no todas las relaciones fracturadas pueden restaurarse, toda persona que ha sido herida puede sanar por la gracia de Dios. Si te pones a pensar, perdonar a los demás es finalmente mucho más que beneficiarlos con nuestra benevolencia. Perdonar significa sanar para ser feliz y fructificar. ¿Por qué no pides a Dios que hoy inicie este milagro en tu vida?

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

LA PASCUA

Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas. Éxodo 12:7.

El Señor dio a Moisés instrucciones especiales para los hijos de Israel acerca de lo que debían hacer para preservarse ellos y sus familias de la temible plaga que estaba a punto de enviar sobre los egipcios. Moisés también habría de dar a su pueblo instrucciones sobre su salida de Egipto. Esa noche, tan terrible para los egipcios y tan gloriosa para el pueblo de Dios, se instituyó la solemne ordenanza de la Pascua. Por la orden divina, cada familia, ya sea sola o en conexión con otras, habría de matar un cordero “sin defecto”, y con un hisopo rociar su sangre sobre “los dos postes y en el dintel” de sus casas como una señal, de manera que el ángel destructor que pasaría a medianoche no entrase a aquella morada. Habían de comer la carne asada, con hierbas amargas y pan sin levadura, de noche, y como Moisés dijo: “Ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová” (Éxo. 12:11). Este nombre fue dado en memoria del paso del ángel por su morada [sin herirlos]; y el pueblo de Israel había de celebrar una fiesta anual a través de las generaciones futuras.
La levadura obra secretamente, y es un emblema adecuado de la hipocresía y el engaño. En esta ocasión, los hijos de Israel habían de abstenerse de pan con levadura; esto grababa en sus mentes el hecho de que Dios requiere verdad y sinceridad en su adoración. Las hierbas amargas representaban su larga y amarga esclavitud en Egipto, al igual que la esclavitud del pecado. No era suficiente matar el cordero y esparcir su sangre sobre los dinteles, había de ser comido, lo que representaba la íntima unión que debe existir entre Cristo y sus seguidores.
Se requería una obra de los hijos de Israel, para probarlos y mostrar su fe en la gran liberación que Dios estaba efectuando a su favor. Para escapar del terrible castigo que estaba a punto de caer sobre Egipto, debía verse una señal de sangre sobre sus casas. Y se requirió que se separaran ellos y sus hijos de los egipcios y que se reunieran en sus propias casas, porque si se encontraba a algún israelita en las moradas de los egipcios caería víctima del ángel destructor. También fueron dirigidos a establecer la fiesta de la Pascua como una ordenanza para que, cuando sus hijos preguntaran por el significado de tal servicio, se lo relacionara con la manera maravillosa en que fueron protegidos en Egipto -Signs of the Times, 25 de marzo de 1880.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White