domingo, 22 de abril de 2012

MARAVILLOSAMENTE CREADOS


«Desnudo vine a este mundo, y desnudo saldré de él. El Señor me lo dio todo, y el Señor me lo quitó; ¡bendito sea el nombre del Señor!» (Job 1:21).

¿Sabías que tú estabas vivo antes de nacer? Así corno lo oyes. Vivías en un lugar tibio, oscuro y seguro hasta que estuviste listo para venir a este mundo. ¿Dónde queda ese lugar tibio, oscuro y seguro en el que vivías? Quizá alguna vez has escuchado a alguien decirte que estabas en la barriga de tu mamá. Bueno, en realidad estabas muy cerca de la barriga de tu mamá, pero no estabas en ella. Estabas en su vientre. Ese es el lugar especial que Dios creó para que los bebés crezcan antes de nacen
Un día, hace miles de años, la tierra estaba como el vientre de tu mamá, oscura, pero había alguien allí. Era Dios. Y tú viste la luz al nacer; porque Dios creó la luz y llenó la tierra de vida. Me alegra tanto que Dios sea nuestro Creador. El hizo nuestro mundo y todas las cosas maravillosas de la naturaleza. Tú también eres maravilloso. Puedes agradecerle el haberte creado sirviéndolo e iluminando otras vidas con su luz.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

EL ENEMIGO HA SIDO DERROTADO


Otro ángel lo siguió, diciendo: «Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad» (Apocalipsis 14:8).

El segundo ángel proclama muy buenas noticias para nosotras. Con la caída de Babilonia, el enemigo ha sido derrotado. Aunque todavía estamos sufriendo los estragos del pecado, tenemos la seguridad de que todo el mal pronto concluirá.
Sin embargo, mucha gente ha decidido permanecer en Babilonia, algunos por ignorancia y otros por renuencia.  Dios, que «no quiere la muerte del impío», manda un mensaje urgente para que salgamos de ella y no participemos «de sus pecados» ni recibamos «sus plagas» (Apoc. 18:4).
El quiere que pronto disfrutemos de la Tierra Nueva y podamos estar en compañía de los seres celestiales. Por eso desea que nos convirtamos en sus voceros de este mensaje de salud y de salvación.
La confusión de Babilonia comenzó en el mismo Edén, cuando Adán y Eva eligieron distanciarse de Dios. Esa confusión nos ha acompañado a través de los siglos. Lo peor es que cada vez es más difícil distinguir entre el bien y mal, porque Satanás se esconde detrás de doctrinas y corrientes del pensamiento que fomentan el orgullo, el egoísmo y alejamiento del Señor. Por eso es tan importante estar cerca de Dios para no caer en ese tipo de trampas.
La obra de Dios ha de ser llevada adelante con poder. Necesitamos el bautismo del Espíritu Santo. Necesitamos comprender que Dios añadirá a las filas de su pueblo hombres de habilidad e influencia que han de hacer su parteen amonestar al mundo. No todas las personas que hay en el mundo son licenciosas y perversas. Dios tiene muchos miles que no han doblado la rodilla ante Baal. Hay hombres y mujeres temerosos de Dios en las iglesias caídas. Si esto no fuera así, no se nos daría el mensaje siguiente: "Ha caído la gran Babilonia". "Salid de ella pueblo mio" (Evangelismo, p. 53).
Por ejemplo, está ganando terreno la idea de que si algo me hace sentir bien es bueno para mi persona, y eso es todo lo que cuenta. En lugar de actuar por principios, parecería que actuamos guiados por los sentimientos.
Querida hermana, debemos rendirnos y aceptar todo lo que Jesús está haciendo por nuestra salvación.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Janet Ribera de Diestre

EL QUE MUCHO HABLA…


En este mundo todo tiene su hora; hay un momento para todo cuanto ocurre: [...] Un momento para callar y un momento para hablar.  Eclesiastés 3:1,7.

Se dice que la palabra hablada es como la flecha: una vez que la disparas, no la puedes retomar. De ahí la importancia de pensar antes de hablar. Precisamente, por no pensar antes de hablar, he pasado varias vergüenzas.
Recuerdo la vez que me encontré con un amigo a quien no había saludado durante mucho tiempo. Estaba con su esposa, y él cargaba un bebé en sus brazos. Resulta que ese amigo ya bordeaba los sesenta años de edad. Entonces hablé sin pensar: - ¡Qué bebé tan bonito! ¿Es tu nieto? -No, es mi hijo —respondió.
—Ah, entiendo —dije, avergonzado.
Cuando notó mi turbación, me dijo:
—No eres el primero que me lo dice. Este el hijo de mi vejez.
Otro día estaba a la puerta de la iglesia saludando a los hermanos, después de predicar un sábado. Entonces un señor de edad madura, acompañado por una jovencita, se detuvo para saludarme.
—¿De qué parte de Venezuela es usted? —me preguntó—. Yo también soy venezolano.
—¡Qué bien! —le respondí—. Soy de Caracas.
Entonces, mirando a la joven que estaba a su lado, le pregunté:
—¿Es su hija?
—No, es mi esposa.
«¡Otra vez pasando vergüenza!», pensé. ¿Qué necesidad tenía yo de hacer esa pregunta? Después del incidente traté de justificarme pensando: «¿Qué culpa tengo yo de que ese señor se haya casado con una muchacha que podría ser su hija?». Pero esa excusa no me sirvió para nada; al final concluí que, una vez más, había hablado demasiado.
Tenía razón Salomón cuando escribió que «es de sabios hablar poco, y de inteligentes mantener la calma. Hasta el necio pasa por sabio e inteligente cuando se calla y guarda silencio» (Prov. 11:27,28).
O como lo dice el siguiente proverbio: No digas todo lo que sabes, no creas todo lo que oyes, no gastes todo lo que tienes, porque... Quien dice todo lo que sabe, cree todo lo que oye, gasta todo lo que tiene, muchas veces... Dice lo que no conviene, juzga lo que no ve, gasta lo que no debe.
¡Muy sabio! Difícilmente te equivocarás por algo que no hayas dicho. Pero muchas veces lo harás si hablas más de la cuenta.
Padre amado, dame de tu sabiduría para saber cuándo helar y cuándo callar.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

SEÑOR DEL SÁBADO


«Porque el Hijo del nombre es Señor del sábado» (Mateo 12:8).

La maestra intentaba explicar cómo de desalentador debía ser para Jesús verse perseguido y criticado constantemente por los escribas y los fariseos. Entonces dijo: «¿Cómo se sentirían ustedes, alumnos, si alguien anduviera siempre persiguiéndolos y esperando que cometieran un error?». Entonces, uno de los alumnos del fondo del aula murmuró: «¿Dónde conoció a mi madre?».
Por crítica que su madre fuera, nunca nadie ha sido juzgado con tanta dureza como Jesús. Los fariseos estaban constantemente al acecho, esperando encontrar alguna razón que les permitiera matar a Jesús.
Un sábado, los discípulos seguían a Jesús mientras cruzaba un campo de trigo. Probablemente se dirigían a la sinagoga, porque, en sábado, no tenían costumbre de dar paseos innecesarios. La Biblia dice que tenían hambre. Mientras caminaban por el campo, recogieron algunas de las espigas que los segadores habían dejado caídas en el suelo.
Los fariseos, que los observaban, fueron corriendo a Jesús y se quejaron: «¿Viste eso? Tus discípulos acaban de hacer algo que no se puede hacer en sábado». El problema no era que estuvieran tomando el trigo de otro, porque recoger las espigas caídas de las garbillas segadas no estaba prohibido. No, el problema era que lo hacían en sábado. En sentido estricto, según la tradición de los ancianos, en sábado estaba estricta y expresamente prohibido espigar y descascarillar trigo porque se consideraba una forma de siega.
Jesús justificó a sus discípulos recordando incidentes similares que los propios fariseos consideraban como buenos. Luego concluyó la argumentación diciendo: «Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí. Si supierais qué significa: "Misericordia quiero y no sacrificios", no condenaríais a los inocentes, porque el Hijo del hombre es Señor del sábado» (Mat. 12:6-8).
Los fariseos habían añadido una norma sobre otra —todas tradiciones humanas y no leyes divinas— hasta el punto de convertir el sábado en una carga casi imposible de santificar. Cristo quería que, en todos los tiempos, su iglesia supiera que el sábado, aunque ordenado por el cuarto mandamiento, no está sujeto a las restricciones de los ancianos de los judíos. Si Cristo es el Señor del sábado, es conveniente que le consagremos a él ese día. Basado en Mateo 12: 8

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill