domingo, 5 de junio de 2011

¿POCO O MUCHO?

Mejor es lo poco del justo que las riquezas de muchos pecadores (Salmos 37:16).

La búsqueda incesante del progreso ha llevado al ser humano a luchar desenfrenadamente por disfrutar de una vida más cómoda y placentera. La tragedia de este propósito aparentemente noble es que, muchas veces, el mismo afán le ha impedido disfrutar de esa comodidad por la que tanto ha luchado.
No es pecado esforzarse por vivir mejor. Los hijos de Dios no deben conformarse con vivir mediocremente. Nuestra calidad de vida debe ser digna representante del reino celestial del que somos embajadores. Pero esto no debe absorber todo nuestro tiempo. Hay personas que tienen todo lo que un ser humano necesita e incluso para derrochar, pero se sienten vacías, hasta el punto de anhelar una limosna de amor, felicidad y paz.
El versículo de hoy nos asegura que la felicidad no consiste en tener muchas riquezas. Lo que verdaderamente importa es el bando donde nos encontramos, pues «mejor es lo poco del justo» que lo mucho del pecador.
¿Eres pobre materialmente? ¿Careces de comodidades? Pon lo que tienes en las manos de Dios. Él puede hacer con eso poco, ganado justa y honradamente, mucho para tu bien. ¿Sientes que tus esfuerzos por salir adelante encuentran toda clase de obstáculos? Pídele a Dios fuerza y sabiduría. Él te hará más fuerte que Sansón y más sabio que Salomón. ¿La enfermedad asuela tu vida y disminuye tus posibilidades de lucha? Pon tu salud en las manos de Dios. Él puede levantarte y restaurarte.
¿Los años han ido reduciendo tu fuerza física y limitando tus recursos? Encomienda tus pasos a Dios y verás que tu camino se allana y tu carga se aligera. ¿Te sientes desamparada tras haber vivido un trauma emocional? Pon tus dudas y temores en las manos de Dios, y el que sabe el número de tus cabellos no te desamparará.
Detente a pensar por un momento: ¿Qué te falta? ¿Dinero, salud, amor, trabajo, amistades, una casa? Recuerda que tienes un Dios que lodo lo puede, incluso lo que para ti es imposible. Él espera que se lo pidas con fe y confiando en su infinita sabiduría.
Dios siempre espera por ti.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

LO BUENO Y LO MEJOR (PARTE 2)

En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor. Romanos 12:11.

Ayer reflexionamos sobre la diferencia entre ser bueno y ser mejor. Hoy lo haremos sobre una virtud que nos ayuda a ser mejores: la diligencia.
Mientras servía como capellán en un colegio adventista, tuve la alegría de conducir, año tras año, las semanas de celebración relacionadas con la Pascua. En estas semanas procurábamos que cada alumno del colegio recordara los sucesos finales de la vida de Jesús en la tierra: su pasión, muerte y resurrección.
Para evitar repetir las predicaciones y las charlas de cada año, durante los meses de vacaciones escribí pequeñas obras de teatro que mostraran con sus mensajes algún aspecto de la obra redentora de Jesús. No era una tarea fácil. Además de la creatividad y el ingenio, había que pasar tardes enteras frente a la computadora escribiendo los diálogos, procurando que llevaran coherencia y cordura a lo largo de toda la obra. Además había que tener en claro qué mensaje quería dejar. Con esfuerzo y dedicación, después de varias semanas, tenía tres obras de teatro listas para ser presentadas.
Como dediqué las obras a los alumnos, elegí como actores a varios profesores, y nos esforzamos en cada ensayo. El resultado fue satisfactorio. Dios coronó tantos meses de esfuerzo y dedicación con la aceptación plena de parte de los alumnos.
Al concluir las presentaciones, alguien se acercó a pedirme los libretos, ya que como le habían gustado las obras de teatro, deseaba que se representaran en el colegio al que asistían sus hijos. Luego de comentarle del gran esfuerzo invertido al escribir las obras, me negué a compartirlas con ella, aunque eso provocó cierto enojo de su parte por algún tiempo.
A causa de la mediocridad que afecta a muchos, es fácil copiar lo que hacen los demás. Es cómodo pedir el trabajo realizado por otro y querer luego representarlo, evitando así la fatiga de poner en marcha el talento, la imaginación y la perseverancia. Jamás caigas presa de esta actitud. Si deseas ser mejor, procura ser original, deja volar tu imaginación, sueña en grande y trabaja mucho para que esos sueños se hagan realidad. El apóstol Pablo le aconsejó a la iglesia de Roma: "En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor", porque sabía que solo los cristianos diligentes ayudan y benefician a la iglesia.
Que Dios te bendiga hoy, para que así como en tu desempeño estudiantil o profesional, seas también un cristiano diligente.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

TUS VESTIDURAS

Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas; porque son dignas. Apocalipsis 3:4.

Las personas en Sardis eran dignas. Dignidad, perfección, rectitud, justicia: cualidades deseadas que, al mismo tiempo, asustan. ¿Quién se atrevería a decir que es digno? Mucho menos, Charles.
No es que Charles sea malo o que sea un pecador contumaz. Es, simplemente, un hijo de Dios que lucha todos los días para vivir en conformidad a las enseñanzas de la Palabra de Dios. Charles es la imagen de muchas personas que van a la iglesia todas las semanas. Es un buen ciudadano, buen padre, buen amigo, buen empleado; pero, de ahí a decir que es digno, perfecto, recto y justo... hay mucha distancia. Por lo menos, eso piensa Charles.
Su problema es que no sabe qué patrones utilizar para medir su dignidad, su justicia, su perfección y su rectitud. Él se mide por aquello que le parece correcto; por lo que los otros dicen; por lo que hace, come o viste.
El legalismo hace, de la propia vida, el centro de la experiencia cristiana. Se concentra en la opinión de las personas, y no en Dios ni en su amor. El legalismo despoja a la ley de la gracia; la deja, fría, seca y sin vida.
La definición de "dignidad", tal como aparece en el texto de hoy, no es merecimiento; no es la recompensa por el buen comportamiento. No soy digno por lo que hago o dejo de hacer, sino por lo que creo y acepto.
Las personas de Sardis eran dignas porque poseían vestiduras blancas. Esas vestiduras son el símbolo maravilloso de la justicia de Cristo. Esas personas no esgrimen su propia justicia, sino que se esconden en la justicia de Cristo; se visten con las ropas del Cordero, y Dios las ve como si nunca hubiesen pecado.
Hoy es un nuevo día. Apodérate de la justicia de Cristo. No dirijas los ojos hacia tus propias consecuciones, ni confíes en lo que eres capaz de hacer. Si lo haces, quedarás frustrado. Confía en el Señor Jesús.
Por eso, no salgas para enfrentar las luchas de este día sin arrodillarte, y pedir que la gracia maravillosa de Cristo cubra tus pecados. Y recuerda las palabras de Jesús: "Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas; porque son dignas".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón