miércoles, 15 de julio de 2009

UN ÁNGEL SALVÓ MI VIDA

Mi ángel te guiará y te introducirá en la tierra de estos pueblos que voy a exterminar: tierra de amorreos, hititas, ferezeos, cañoneos, heveos y jebuseos (Éxodo 23:23).

Cierta noche en el hospital general de Reynosa, Tamaulipas, la doctora Soledad fue comisionada para trasladar un niño enfermo a Ciudad Victoria. Su amiga, Miriam, sabía que habían pasado 72 horas sin dormir, por ese motivo intentó desanimarla. Al no poder convencerla de no hacer este traslado, ella decidió acompañarla. Aquel viaje fue difícil: llovía copiosamente y en momentos el agua corría sobre la carretera. Finalmente pudieron entregar al paciente sin ningún riesgo. En Ciudad Victoria vivían familiares de Soledad así que invitó a Miriam para visitarlos. Después insistió en que debían regresar esa misma noche, y aunque Miriam trató de convencerla de quedarse, no pudo. Una hora después de haber iniciado el viaje de regreso a Reynosa sufrieron un terrible accidente. Soledad perdió la vida. Miriam estaba gravemente herida, imposibilitada para moverse y con dificultades para respirar, desesperada de tener a su lado a su mejor amiga, sin poder hacer nada por ella. La situación de Miriam empeoraba, pues perdía mucha sangre sin que nadie pudiese ayudarla. De pronto vio un ángel que le tomaba de la mano dándole paz. Dios envió a su ángel para darle seguridad de vida y para confortarla, pues tendría que estar ahí sin auxilio humano por más de dos horas. Cuando finalmente llegó la ayuda fue trasladada al hospital más cercano, en San Fernando, Tamaulipas. Sus amigos y familiares, al enterarse de la noticia, vinieron para brindarle su apoyo y oraron fervientemente. Finalmente se consiguió trasladarla a un hospital en Estados Unidos. Los médicos no podían explicar cómo seguía con vida, si había perdido tanta sangre, pero Miriam fue salva por su fe. Yo misma escribo mi historia y doy testimonio de que nuestro Dios es poderoso para salvarnos y cumplir sus propósitos para nuestra vida. No dudes nunca de su poder y de su gran amor por ti.

Miriam Machado Dandeneau
Tomado de la Matutina manifestaciones de su amor

ABANDONARNOS A NOSOTROS MISMOS

Dejen todas sus preocupaciones a Dios, porque él se interesa por usted. 1 Pedro 5:7
Hay un colibrí en el garaje —dijo Tom mientras entraba corriendo a la casa—. Dame el plumero del polvo. Mientras volaba, el pajarillo se metió en nuestro garaje y no sabía cómo encontrar el camino de regreso a la libertad. Una y otra vez volaba hacia el techo, se golpeaba la cabeza, caía y volvía a subir. Tom quería usar el plumero para guiar al pájaro para que pudiera salir del garaje, pero seguía volando hacia el techo. Sabíamos que al final acabaría agotado. Nuestra esperanza era que, entre tanto, no se hiciese daño. Entramos en casa durante unos minutos y cuando regresamos no se oía el aleteo. —Mira por ahí —dijo Tom apuntando hacia la luz del techo. El pajarillo estaba colgando cabeza abajo, con las patas enredadas en una telaraña. Con suavidad, Tom puso sus manos alrededor del exhausto cautivo y lo liberó de la telaraña. Entonces lo llevó al comedero para colibríes y metió su pico en el agua azucarada. No estábamos seguros de si el colibrí tendría suficientes fuerzas para beber. Perol empezó a mover ligeramente las plumas del cuello. Cuando, unos momentos más tarde; Tom abrió las manos, el colibrí levantó el vuelo de vuelta a los árboles. Exactamente como el pajarillo, los humanos insistimos en hacer las cosas a nuestra manera y meternos en verdaderos líos. No nos es preciso —o no queremos— que nadie nos ayude, ni siquiera Dios. Pero él es paciente. Y cuando finalmente nos rendimos, siempre está ahí para ayudarnos.

Tomado de la matutina El viaje Increíble.

CONSEJOS PARA LA ADORACIÓN

Todo lo que respira alabe a Jehová. Aleluya. Salmo 150:6

El que lleva el número 150 constituye una magnífica conclusión de todo el libro de los Salmos. Es un llamamiento a la adoración tan poético y vibrante que no tiene parangón en toda la literatura. Cada versículo es una invitación a la alabanza, instruyéndonos dónde, por qué, cómo y por quién debe expresarse la alabanza a Dios.
Primero: Si preguntamos en qué lugar se debe adorar, la respuesta es: en su santuario y en los cielos: «Alabad a Dios en su santuario; alabadle en la magnificencia de su firmamento». Según esta afirmación, el cielo y la tierra se unen; ángeles celestiales y seres humanos terrenales unen sus voces para cantar y alabar al Creador.
Segundo: A la pregunta «¿Por qué debemos adorar? ¿Por qué alabamos a Dios?», el salmista responde: «Por sus proezas». Los poderosos actos de Dios despiertan en el corazón del creyente una alabanza llena de gozo. Los poderosos actos son su bondad al crearnos y redimirnos. No es posible la pasividad, la indiferencia o el silencio en el cristiano frente a las obras maravillosas de nuestro gran Dios.
El mensaje es: No te quedes callado. Abre los labios; alaba al Señor. ¿Imaginas cómo es la suprema alabanza de los ángeles y los seres que nunca cayeron? ¿Te imaginas cómo serían nuestros cultos si todos cantáramos, como dice Pablo, «con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales» (Col. 3:16)?
Tercero: El salmista nos enseña que, cuando adoramos al Señor, deben tocarse todos los instrumentos concebibles. Los hijos de Dios deben traer a su casa todo instrumento y talento que posean. Deben consagrar todo talento a la alabanza al Creador, junto con los ángeles, por sus poderosas obras y sus continuos milagros en nuestro favor. ¿Sabes tocar algún instrumento? ¿Lo usas para embellecer la alabanza a Aquel que pagó el precio de tu salvación?
Cuarto: Si preguntamos quién debe adorar, la respuesta es: «Todo lo que respira alabe a Jehová». Esta declaración indica que todo ser viviente, según su capacidad, incluso solo con su existencia, es una alabanza para el Creador. El salmista tiene en mente fundamentalmente a la especie humana cuando habla así.
Piensa hoy en el privilegio que Dios nos concede de alabarlo. No solo es un privilegio, sino un deber. Únete a la alabanza en el culto público. Únete al coro, a los instrumentos. Transpórtate más allá. Únete a los ángeles y a toda la hueste celestial en alabanza al Creador.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos