viernes, 13 de noviembre de 2009

¿QUIN ES MI PRÓJIMO?

Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y: Ama a tu prójimo como a ti mismo (Lucas 10:27).
a fe del cristiano a menudo es puesta a prueba en circunstancia poco usuales. Y eso fue lo que nos sucedió recién casados a mi esposo y a i cuando vivíamos en la ciudad de Múzquiz, Coahuila, México. Como la mayoría de las parejas, después de una linda boda queda uno con un presupuesto reducido. Así que al principio luchamos para lograr una estabilidad económica. Comencé a trabajar de manera eventual y eso me permitió obtener algo de dinero. Regularmente cruzaba la frontera entre México y Estado Unidos par air a Eagle Pass, Texas y comprar algo de despensa.
En una de esas ocasiones andaba en los pasillos de Wal-Mart, sin olvidar cuanto dinero Denia en mi bolsa que era un aproximado de cien dólares. Entonces mi esposo se acercó y me dijo que iría a los sanitarios. Cuando regresó me dijo: «Cariño, me encontré esto en el baño». Era una billetera. Me tomé la libertad de revisar a quien pertenecía y resultó que era de alguien que vivía en México y seguramente había ido de compras a Eagle Pass. En la cartera estaban todos sus documentos, incluía su dirección y teléfono. La ciudad donde él residía no era distante de donde nosotros vivíamos, así que decidimos hablarle en ese momento y darle la buena noticia de que habíamos encontrado su billetera. El dueño de la cartera n andaba seguramente con el pendiente de no sobrepasarse con los gastos porque su billetera guardaba mil dólares en efectivo, además de varias tarjetas de crédito. Nunca lo habíamos vista, sin embargo, no dejaba de ser nuestro prójimo.
¡Que gratificante fue verlo a él y a su esposa en nuestra sala y relatarles o sucedido y nuestra decisión! Ese día experimentamos el gozo de mostrar bondad a los demás. El Señor nos exhorta a mar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Raquel Coello Rivera
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.

DECIR LA VERDAD

El que dice la verdad permanece para siempre, pero el mentiroso, solo un instante. Proverbios 12:19.

Corría el mes de julio de 2002. Kenny y un grupo de amigos pasaban el día junto al lago Michigan, disfrutando del calor del sol y el agua fresca.
A Kenny se le ocurrió una gran idea. «Me pregunto que harían todos si fingiese que me estoy ahogando».
Dio unas brazadas hacia el interior del lago y luego empezó a agitar los brazos.
-¡Socorro, socorro! ¡Me ahogo! ¡Que alguien me ayude!
Un hombre, al escuchar la petición de auxilio, saltó de la toalla, y se zambulló y nadó hacia Kenny. Antes de que el hombre llegara junto a él, Kenny empezó a reír.
-Estoy bien. Solo era una broma.
El potencial rescatador no pensó lo mismo.
-Mira, jovencito, no juegues a ese juego.
-Solo estaba bromeando –dijo Kenny en su defesa.
Después del almuerzo, Kenny volvió a nadar hacia el interior del lago y empezó a “ahogarse” de nuevo. Esta vez, dos adolescentes saltaron para salvarlo. También ellos opinaron que la broma no era nada divertida.
Una tercera vez, Kenny pidió auxilio. Nadie le hizo caso. Estaban hartos de sus bromas. Pero esta vez Kenny no fingía. Se ahogaba de verdad. Pero la gente de la orilla no se dio cuenta de ello hasta que fue demasiado tarde.
Las mentiras no siempre son mortales, pero siempre son destructivas. Arruina la confianza entre amigos y familiares. Si quieres que se te conozca como una persona íntegra, de siempre la verdad. Podría tratarse de un asunto de vida o muerte.

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

¿QUÉ HACEMOS DE MÁS?

Y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Mateo 5:41

Las personas que rodeaban a Jesús y escucharon estas palabras por primera vez se quedaron perplejas con su enseñanza. Su primera reacción fue pensar que el Maestro recurría al sarcasmo para presentar después alguna aplicación profunda de aquel sorprendente concepto. Otros creyeron que, sencillamente, bromeaba cuando pedía a sus seguidores que no solamente llevasen la carga a lo largo de una milla, sino que hicieron de buena gana otra milla adicional.


En los días de Jesús, los romanos tenían una costumbre que ya practicaban los persas medio milenio antes. La práctica en cuestión consistía en que los militares vencedores tenían ciertas prerrogativas sobre los ciudadanos de las naciones cuyos ejércitos habían sucumbido ante el poderío del vencedor. Así, cualquier soldado romano podía exigir de un judío varón, viejo o joven, que le llevara su carga por una milla. Esta causaba incomodidad y resentimiento hacia los romanos, y las personas así obligadas jamás daban un solo paso más de lo que la ley de conquista exigía. Por esa razón precisamente, las palabras de Jesús no fueron bien recibidas por los que las escuchaban.
Al pedir que andemos la segunda milla, Jesús trata de enseñar un principio vital de su reino. Jesús está diciendo que cualquier gentil o persona no salvada puede ir una milla. «Porque si amáis a los que os aman ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen lo mismo los publicanos?» (Mat. 5:46).
La primera “milla” es amar a aquellos que nos aman. La segunda “milla” es amar a aquellos que no nos aman. Debemos recordar siempre que la vida es vivida en tres niveles: el nivel infernal es retornar mal por bien, el nivel humano es retorna bien por bien y mal por mal; el nivel celestial es retorna bien por mal.
Considera hoy el importante mensaje de Jesús sobre la segunda milla. Él te pide que hagas más de lo que se requiere. Practica hoy la ley de la segunda milla. No esperes que vengan a pedirte perdón por la ofensa que te hicieron acude tu a quien te agravio. No termines tu jornada de trabajo de ocho horas cuando el reloj marque la hora de salida; quédate un momento más para ayudar a quien este en apuros con su tarea. Sonríe al que te pone mala cara. Alaba a quien te maldice; habla bien del que te critica.
Hoy es buen día para andar la segunda milla.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.