sábado, 26 de mayo de 2012

EL SEÑOR CEREBRITO


«Examíname, oh Señor, y pruébame; escudriña mi mente y mi corazón» (Salmo 26:2, BLA)

Hoy vamos a ir de aventura a otro lugar del cuerpo, ¿Sabes qué parte del cuerpo es la que te permite caminar? Si has respondido que los pies o las piernas, has acertado a medias. Esas son obviamente partes del cuerpo que te ayudan a caminar, pero la parte del cuerpo a la que me refiero hoy es a tu cerebro. ¿Sabías que tu cerebro te ayuda a caminar? De hecho, el cerebro te ayuda en todo lo que haces.
Si estás caminando y encuentras una subida, el cerebro se lo dice tus pies y los ayuda a dar el siguiente paso correctamente para que no te caigas. Si necesitas saltar una corriente de agua mientras estás caminando, tu cerebro ayuda a tus pies a saber cuán fuerte y lejos deben saltar 
Tu cerebro es asombroso, pero también puede hacer que hagas cosas malas. La Biblia dice que nuestras mentes no quieren seguir a Dios. Tenemos que permanecer cerca de él para que su Espíritu Santo pueda controlar nuestros pensamientos y ayudarnos a hacer lo correcto. Pídele a Dios que examine tu mente como lo hizo David en el versículo de hoy. Él te ayudará a pensar en cosas que te ayudarán a vivir para Jesús.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

SÉ VALIENTE


Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas. (Josué 1:9).

Cursaba el quinto semestre de la Licenciatura en Contabilidad y Finanzas. Consideraba que cursar aquella carrera universitaria había sido una bendición de Dios a pesar de los obstáculos que enfrentaba, como tantos cristianos que estudian en escuelas públicas.
Durante los dos primeros años de la carrera todo iba muy bien y creía que el Señor siempre estaba a mi lado; pero esta vez parecía que todo se me hacía más difícil. La prueba final de una asignatura fue programada para un sábado. En otras ocasiones había pedido una segunda convocatoria para los exámenes parciales que se celebraban en sábado, pero nunca me había sucedido con una prueba final. La profesora era una excelente persona, por lo que decidí hablar con ella. Entré a una de sus clases pero cuál no fue mi sorpresa al oírla conversar con los alumnos acerca de las experiencias difíciles de su vida, a la vez que exponía las razones por las que era radicalmente atea.
Sentí temor. ¿Podría una persona atea entender que no me presentaría al examen final por principios religiosos? Únicamente me quedaba confiar en la promesa de Dios de que no hay asunto pequeño o grande para él, y seguí adelante.
Me acerqué y le dije a la profesora que, después de escucharla, no sabía cómo hablarle; pero el Señor puso palabras en mi boca. Me prestó atención atentamente sin que existiera tirantez alguna en nuestra conversación. Finalmente me concedió la oportunidad de presentar el examen en otra convocatoria. En aquel examen obtuve el máximo de puntos para gloria de Dios.
Durante mi carrera tuve que enfrentar muchas pruebas, pero él siempre estuvo conmigo. El Señor permite situaciones que quisiéramos no tener que enfrentar.  A veces esas pruebas más fuertes que el temor de perder una carrera universitaria. En esos momentos nos parece escuchar la voz de Dios que nos dice: «Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente». «Te mando, no te sugiero»; pero los imperativos de nuestro Dios de amor siempre traen consigo una promesa.
Nuestro mundo necesita desesperadamente mujeres que posean la valentía y la entereza para obedecer a Dios en cualquier circunstancia. Josué es un ejemplo perfecto de alguien que puso en práctica esa convicción aun cuando enfrentaba obstáculos enormes.
Amante Padre, ayúdanos a ser valientes, a obedecerte y a encarar sin temor los retos que nos envías o permites que enfrentemos.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Migdalys Guzmán de Perugorría

INSTRUMENTOS DEL AMOR DE DIOS


[Dios] nos consuela en todos nuestros sufrimientos, pana que nosotros podamos consolar también a los que sufren. 2 Corintios 1:4

Joni era una jovencita de apenas 17 años cuando todos los sueños de su vida se desmoronaron como un castillo de arena. Apenas habían transcurrido unos meses después de su graduación cuando, al intentar zambullirse, se golpeó la cabeza con tanta fuerza que quedó cuadripléjica de por vida.
¡Condenada a una silla de ruedas de por vida! Durante los meses que siguieron, la muchacha alegre y llena de vitalidad perdió la sonrisa. Incapaz siquiera de mover sus manos, Joni llegó al punto de desear la muerte. Entonces apareció Esteban, un joven de 16 años, sin ninguna experiencia en esto de dar consejos, pero con inmensos deseos de ayudar. Al poco tiempo nació entre ellos una linda amistad. Joni preguntaba y Esteban, con la Biblia en mano, respondía lo mejor que podía a las inquietudes de su amiga.
Cierto día, mientras estudiaban la Biblia, Esteban leyó 1 Tesalonicenses 5:18: «Den gracias a Dios por todo». Entonces lanzó la bomba:
—Bien, Joni, ¿no crees que ya es hora de darle gracias a Dios por tu silla de ruedas?
—¿Dar gracias a Dios? Yo no siento que debo dar gracias —replicó Joni.
—El texto no dice que tenemos que sentirlo. Dice que tenemos que hacerlo.
—¡Pero cómo dar gracias si no entiendo por qué me está pasando esto!
—Tampoco tienes que entenderlo. Solo debes creer que Dios está guiando tu vida.
Entonces Joni oró dando gracias a Dios. Con el tiempo Joni cultivó el hábito de agradecer a Dios por todo. Cuando abandonó el hospital, ya estaba convencida de que Dios tenía un plan para su vida. Tomó la decisión de brindar a otros la misma ayuda que ella había recibido en los momentos más difíciles de su vida (Joni Eareckson Tada, Signs of the Times [Señales de los tiempos], diciembre de 1989, p. 25).
Joni es la fundadora de Joni y sus amigos, una organización que durante más de cuarenta años ha brindado ayuda a los discapacitados. Ha escrito más de treinta libros, y dirige un programa de radio con una audiencia que supera el millón de oyentes por semana.
¿Quién dijo que para llegar a ser útiles en esta vida necesitamos ser superdotados? Demos gracias a Dios por nuestros talentos, pongámonos en sus manos, y pidámosle que nos use hoy como instrumentos de bendición dondequiera que nos encontremos.
Señor, quiero ser hoy un instrumento de tu amor. Ayúdame a lograrlo.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

LAS COSAS VIEJAS Y NUEVAS


«Fueron halladas tus palabras, y yo las comí. Tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, Jehová, Dios de los ejércitos» (Jeremías 15:16).

Cuando vivíamos en el extranjero, llevábamos con nosotros algunos alimentos que sabíamos que no íbamos a encontrar en el lugar al que íbamos. Apreciábamos mucho esos sabores tan familiares y los guardábamos para ocasiones muy especiales. Sabíamos que, cuando se acabaran, no podríamos sustituirlos. Sin embargo, los que reciben el evangelio no lo acumulan para sí, sino que lo sacan y lo comparten con los demás. Y cuanto más lo comparten, más aumenta su tesoro.
El gran almacén de la verdad es la Palabra de Dios: la palabra escrita, el libro de la naturaleza y el libro de experiencias humanas. Pero allí donde el conocimiento de Dios se revela con más claridad es en la Palabra escrita. En las páginas de la Biblia podemos encontrar cosas preciosas, nuevas y viejas.
Cristo se presenta a sí mismo nuevo y viejo a la vez. Él es la riqueza del Antiguo Testamento: Aquel que habló a los patriarcas, que estaba simbolizado en el rito del sacrificio, que se dio a conocer en la ley y que fue revelado por los profetas. Él es el tesoro del Nuevo Testamento, con su vida, su muerte y su resurrección.
Algunos afirman que creen en el Antiguo Testamento, pero no en el Nuevo; mientras que otros creen en el Nuevo y no en el Antiguo. Y sin embargo, uno no está completo sin el otro. Cristo mismo instituyó los ritos del sistema judío. Y cuando Cristo develó a sus discípulos la verdad de su resurrección, comenzó «desde Moisés y siguiendo por todos los profetas» les declaró «en todas las Escrituras lo que de él decían» (Luc. 24:27). No se puede predicar la ley de Dios sin el evangelio, o el evangelio sin la ley. La ley es la raíz y el evangelio es la flor.
El tesoro no es nada aburrido, como tampoco lo es la Biblia. Cuanto más la estudiamos, más descubrimos. «La verdad en Cristo y por medio de Cristo es inconmensurable. El que estudia las Escrituras, mira, por así decirlo, dentro de una fuente que se profundiza y se amplía a medida que más se contemplan sus profundidades» (Palabras de vida del gran Maestro, p. 99).
En la Biblia aún hay verdades por descubrir. En el siglo XXI todavía tenemos un tesoro que no ha sido desenterrado. «En cada época hay un nuevo desarrollo de la verdad, un mensaje de Dios al pueblo de esa generación» (Ibíd., p. 98).
¡Que disfrute buscando! Basado en Mateo 13: 52

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill