jueves, 14 de febrero de 2013

AFERRADO AL ORO


Lugar: Italia
Palabra de Dios: 1 Pedro 1:18,19.

Un terremoto sacudió la ciudad, provocando que la mayor parte de su población huyera. Solamente unos pocos miles de habitantes se quedaron atrás. Luego, el 24 de agosto del año 79 d.C, hizo erupción el monte Vesubio, un poderoso volcán, que arrojó cenizas calientes varios kilómetros a su alrededor. Esta enterró la ciudad de Pompeya bajo seis metros de deshechos volcánicos. Desapareció totalmente lo que había sido una pujante ciudad.
La gente se olvidó de Pompeya hasta unos 1.500 años más tarde. Un ingeniero descubrió la ciudad enterrada y comenzó a excavarla. Otros se unieron al proyecto; y hoy podemos viajar a Pompeya y estudiar cómo era la ciudad unos 2.000 años atrás. Podemos saber cómo eran las casas. Se encuentran hogazas de pan que estaban cocinándose en un horno cuando el panadero huyó, dejándolas que se quemaran. Y es posible ver los "moldes" de personas que desafortunadamente fueron atrapadas y cubiertas por la mortal ceniza. 
Durante las excavaciones, los excavadores encontraron un hombre tirado sobre las calles empedradas de Pompeya. En su mano, tenía asido un puñado de monedas de oro. Nadie sabe quién era esta persona o por qué tenía el dinero, pero ha estado allí desde ese día, en el año 79 d.C., aferrado fielmente a su oro.
¿De qué le sirvió el oro, cuando su vida estaba por acabarse? Si el hombre hubiera sabido lo que estaba por suceder, ¿crees que habría dejado las monedas y huido? Todo el dinero del mundo no podía salvar su vida, así como todo el dinero del mundo no puede salvar tu vida o la mía.
La Biblia dice: "El precio de su rescate no se pagó con cosas perecederas, como el oro o la plata, sino con la preciosa sangre de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin defecto". Solamente la muerte de Jesús en la cruz puede salvarnos. Así que, no pongas tu confianza en el dinero; ponla en Dios.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

UN VESTIDO A TU MEDIDA


Que sean siempre blancos tus vestidos, y que no falte nunca el perfume en tus cabellos. Eclesiastés 9:8.

En las Escrituras encuentro un texto que me llena de ánimo: «Ustedes no han sufrido ninguna tentación que no sea común al género humano. Pero Dios es fiel, y no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que puedan aguantar. Más bien, cuando llegue la tentación, él les dará también una salida a fin de que puedan resistir» (1 Cor. 10:13).
La atención que Dios nos brinda es individual. Conoce las inclinaciones, debilidades y fortalezas de cada persona. Tiene para cada uno de sus hijos un manto de justicia que lo cubrirá en momentos de prueba y dolor. Un vestido a tu medida que te cubrirá y te ayudará a enfrentar las batallas de la vida sin salir lastimada, ¿no es maravilloso?
Las mujeres, en las diferentes etapas de nuestro ciclo de vida, enfrentamos numerosos retos, pruebas y tentaciones. Para todas estas vivencias Dios tiene preparado un vestido de protección según tu talla. El Señor ha diseñado tu vestido tomando cuidado de que siempre realce la belleza natural de una hija de Dios.
El vestido que lucirán las mujeres solteras ha sido confeccionado por Dios para que siempre puedan preservar la pureza. Ellas pueden pedir este vestido en la boutique de Dios con el nombre de «sensatez» (Tito 2:5). Las madres jóvenes, que tienen el reto de criar hijos pequeños, tarea agotadora y que pone a prueba toda la fortaleza física y emocional de la mujer, pueden vestir el diseño llamado «perseverancia» (Heb. 12:1). Puede ser que una madre con hijos jóvenes desee usar un vestido que la haga fuerte para hacer frente a la voluntad obstinada propia de los adolescentes. Es en esta etapa de la vida cuando las madres necesitamos más fuerza emocional que física. Las peleas ahora son con los seres que más amamos, nuestros hijos. Anhelamos no lastimarlos ni romper la relación de amor con ellos. Es por eso que Dios creó el vestido propio para estas mujeres: la «tolerancia» (Efe. 4:2).
El vestido más regio lo ha diseñado el Señor para las mujeres mayores, pues su belleza ha sido probada en el tiempo. Aquellas que han dejado la niñez, la juventud y han alcanzado la madurez, son llamadas a transmitir a las que vienen detrás las lecciones de vida que les han dado éxito a ellas. Su vestido lleva por nombre «maestra del bien», y tiene como accesorio una corona que el mismo Dios pondrá sobre sus sienes.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

COMO UN SELLO SOBRE TU CORAZÓN


Grábame como un sello sobre tu corazón; llévame como una marca sobre tu brazo. Fuerte es el amor, como la muerte, y tenaz la pasión, como el sepulcro. Como llama divina es el fuego ardiente del amor (Cantares 8:6).

La experiencia de Clive Wearing, de quien te he hablado los últimos días, es una plataforma de aproximadamente siete segundos de extensión. En un extremo de la plataforma está el abismo de la amnesia profunda del pasado; en el otro, el abismo del futuro hacia el cual tampoco puede dirigir su mente. Es como un náufrago rodeado constantemente de rostros y lugares totalmente extraños.
En medio de ese mar angustioso de vacío de memoria, Clive solo puede recordar a su esposa, Débora, a quien sigue amando profundamente después de más dos décadas de enfermedad, y a sus hijos. Cuando Clive oye la voz de Débora corre hacia la puerta y la abraza con un fervor apasionado, casi con desesperación. No tiene idea de cuánto hace que no la ha visto. Todo lo que queda fuera de su campo de percepción lo olvida en pocos segundos. De hecho, aunque ella lo visita con frecuencia, cada vez que la ve, a él le parece que ella también había estado perdida en el abismo del tiempo y que su «regreso» es milagroso.
Existen muchos tipos de memoria, pero la emocional es la más profunda. Cuando lo hemos olvidado todo, recordamos a las personas que amamos. Por eso Dios no se contenta con que lo obedezcamos. No se contenta con que aceptemos obedecerlo, aunque servirlo es lo mejor que podemos hacer. Él desea que lo amemos, que lo pongamos como un sello sobre nuestro corazón.
Como sabes, en muchos lugares se celebra hoy el Día de los Enamorados. Es posible que hoy veas todo tipo de manifestaciones amorosas, como flores, regalos y bombones, entre los enamorados. Pero aunque no lo creas, también es día de decepciones, tristezas y lágrimas; ya que no todas las historias terminan con un final feliz. Además, no todos cuentan con su «media naranja», lo cual también se vuelve un tanto complicado de sobrellevar.
Pero no hay necesidad de sufrir tanto. Lo importante es recordar algo muy significativo: no hay nadie que te haya amado tanto como Jesús, quien estuvo dispuesto a dar su vida por ti. Además, te acepta como eres y hoy se presenta con una sonrisa a la puerta de tu corazón con una rosa en la mano. Puedes olvidar muchas situaciones de tu vida, pero si esta verdad se mantiene viva en tu corazón, te aseguro que serás muy feliz.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

SUMANDO Y MULTIPLICANDO


Gracia y faz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. 2 Pedro 1:2.

No hemos de confiar en nuestra fe, sino en las promesas de Dios. Cuando nos arrepentimos de nuestras pasadas transgresiones de su ley, y decidimos rendirle obediencia en el futuro, debemos creer que Dios nos acepta y perdona nuestros pecados por causa de Cristo.
A veces llegan al alma las tinieblas y el desánimo y amenazan con abrumarnos, pero no debiéramos descartar nuestra confianza. Debemos mantener la mirada fija en Jesús, sintamos o no sintamos. Debemos tratar de cumplir fielmente cada deber conocido, y entonces descansar calmadamente en las promesas de Dios...
Quizá no sintamos hoy la paz y el gozo que sentíamos ayer, pero por fe debemos aferramos de la mano de Cristo, y confiar en él tan plenamente en la oscuridad como en la luz.
Satanás puede susurrar: "Tú eres un pecador demasiado grande para que Cristo te salve". Si bien debemos reconocer que somos en verdad pecaminosos e indignos, debemos afrontar al tentador exclamando: "En virtud de la expiación, me aferró de Cristo como mi Salvador"...
Si tan solo permitiésemos que nuestras mentes se concentraran más sobre Cristo y el mundo celestial, obtendríamos un poderoso estímulo y apoyo en nuestra lucha por ganar las batallas del Señor... Cuando se le ha permitido a la mente ocuparse únicamente de cosas terrenales, la tarea de cambiar los hábitos de pensamiento resulta muy difícil. Las cosas que los ojos ven y los oídos oyen, demasiado a menudo atraen la atención y absorben el interés. Pero si hemos de entrar en la ciudad de Dios y contemplar a Jesús en su gloria, debemos acostumbrarnos aquí a mirarlo con los ojos de la fe...
La santificación es una obra progresiva. Las palabras de Pedro nos presentan los pasos sucesivos: "Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor" (2 Ped. 1:5-7)... Este es un proceder mediante el cual podemos estar seguros de no caer jamás. Quienes están así obrando de acuerdo con el plan de adición en la obtención de las gracias cristianas, tienen la seguridad de que Dios obrará según el plan de multiplicación al otorgarles "los dones de su Espíritu".— Review and Herald, 15 de noviembre de 1887.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White