domingo, 11 de enero de 1976

EL BUEY ALMIZCLERO

El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen y los defiende (Sal. 34:7).

El nombre de "buey almizclero" no le asienta en absoluto. No es un buey; más bien sería pariente de los carneros o tal vez de los antílopes. Tampoco tiene glándulas almizcleras, como lo esperaban los exploradores del siglo XVIII. En aquella época, el almizcle era la base para fijar los perfumes y era muy buscado. El nombre que le dan los esquimales es más adecuado; lo llaman "barbudo".

El buey almizclero es un animal muy inteligente que casi ha desaparecido por ser tan dócil. Para proteger a las crías, la manada forma un círculo a su alrededor y ofrece un poderoso frente de cuernos por todas partes. Estos constituyen una formidable defensa contra los lobos, sus enemigos naturales. Pero para el hombre resultó fácil dar cuenta de ellos con toda clase de armas, desde las flechas hasta los rifles.

En la actualidad, mientras se alimenta con la escasa vegetación que crece en el Ártico, el buey almizclero puede ser útil para el hombre. Su lana se desprende en grandes trozos al comienzo del verano y es de muy buena calidad. No pierde su tersura cuando se hierve y es muy fácil de teñir. Se los comenzó a criar en granjas en el estado de Vermont, en Estados Unidos, y allí se descubrió que estos animales son mansos y se encariñan con los seres humanos. En cierta ocasión, los bueyes almizcleros rodearon al dueño de la granja formando un círculo a su alrededor para protegerlo, creyendo que los perros eran lobos.

Lo más fascinante para mí en cuanto al buey almizclero es el poderoso instinto de protección que los induce a rodear y proteger a aquellos que saben que no pueden hacerlo por sí mismos. Hay muchas oportunidades en las que necesitamos que alguien más fuerte que nosotros nos proteja, y entonces podemos depender de los ángeles que nos rodean de manera similar a como lo hacen los bueyes almizcleros con sus crías.


Devoción matutina

Por: Santiago A. Tucker.

«Maravillas de La Creación»

sábado, 10 de enero de 1976

LA LAPA Y SU CASA DE ROCA

Cualquiera, pues, que me oye estas palabras y las hace, le comparé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca (Mateo 7:24).

Aunque la mayoría de los moluscos tienen dos valvas u otro medio de protección, la lapa es vulnerable porque solo tiene una valva. Las gaviotas ladronas y los hambrientos cangrejos, así como otros enemigos, siempre están vigilantes para sorprender a una lapa cuando está descuidada. Por eso, la lapa se mantiene siempre cerca del único ambiente que le puede proporcionar cierto grado de seguridad, es decir, las rocas.

Si dispone de una sólida roca como fundamento y cuenta con un notable mecanismo que le permite adherirse a ella mediante su gran músculo ventral, esta pequeña criatura puede derrotar prácticamente a todos sus enemigos. Cuando una lapa se aferra a su fundamento de roca, se necesita algo más que tirar o empujar para sacarla de allí. La única manera de sacarla consiste en deslizar un cuchillo debajo de la valva, para desarmar la ventosa que la mantiene adherida a la roca. Pero como sus enemigos naturales no poseen cuchillos, todo lo que tiene que hacer para protegerse es aferrarse a ella. La lapa está dotada de un reflejo que funciona tan rápido como el relámpago, de manera que al menor toque o cambio de presión en su valva, literalmente se aferra a su roca para "salvar la vida".

La forma cónica de su valva también le ayuda. Cuando una poderosa ola golpea la roca en la que vive la lapa, el agua, en lugar de sacarla de allí, obra como una fuerza que le ayuda a mantenerse más firmemente adherida a ella.

Este fenómeno ocurre solo cuando la lapa se encuentra en la roca, sin embargo. Si sale a hacer una excursión por otros lugares, en la arena o en otra sustancia no consistente, la primera ola que llegue o el primer enemigo que aparezca significarán su perdición.

La lapa depende plenamente de un fundamento sólido, es decir, una casa construida sobre la roca, por así decirlo. Y debe estar constantemente en guardia, porque a menos que disponga de una base sólida, estará perdida.


Devoción matutina

Por: Santiago A. Tucker.

«Maravillas de La Creación»

viernes, 9 de enero de 1976

EL ANTE

Quien hace mis pies como de ciervas, y me hace estar firme sobre mis alturas.  2 Sam. 22: 34

El ante es una especie de ciervo, casi extinguida, que vive en las altas montañas de Europa y del Asia Central. Es famoso por su piel, que es sumamente suave, que hasta no hace mucho se la usaba para lavar autos debido a que no raya la pintura.

La habilidad del ante para trasladarse en medio de los precipicios en que vive es increíble. Cuando lo hace, la manada parece que vuela. Dan saltos de diez a doce metros de largo y de tres a cuatro metros de alto. Es de imaginar lo maravilloso que debe ser observar a esos animales de pie seguro, mientras literalmente vuelan a saltos en medio de los riscos y del vértigo de los abismos en que instalan su morada.

Al llegar la noche, la manada, que puede estar compuesta hasta por unos cien individuos, busca refugio en las montañas, tan alto como le resulta posible.  Después, cuando el sol se asoma de nuevo en el oriente, la jefa de la manada, una hembra de experiencia, comienza a conducir a su rebaño de vuelta hacia el valle, hasta llegar al lugar en que empiezan a crecer los árboles.

Cuando surge algún peligro, se siente un agudo silbido e inmediatamente los miembros de la manada clavan en el suelo sus pezuñas delanteras. Entonces la jefa dirige la huida que resulta tan vertiginosa que parece que los antes se evaporan delante de los ojos. En realidad, sin embargo esa huida es perfectamente ordenada.

Los antes son un buen ejemplo de la paz y la fortaleza que a menudo ha caracterizado al pueblo de Dios cuando le ha parecido necesario o deseable residir en las montañas.  Los valdenses vivían en ellas para protegerse. A menudo se nos ha dicho que en los últimos días el pueblo de Dios "huirá a las montañas en procura de seguridad. Las promesas del Señor son suras, Y él ha prometido cuidarnos particularmente en los lugares altos.


Devoción matutina

Por: Santiago A. Tucker.

«Maravillas de La Creación»


jueves, 8 de enero de 1976

ARAÑAS EBRIAS

El vino es escarnecedor, la sidra alborotadora quiera que por ellos yerra no es sabio. Prov 20:1

No hace mucho una joven científica ganó el premio de su colegio mediante ciertos trabajos prácticos que hizo con arañas. Su proyecto consistía en comparar las telarañas hechas por arañas en estado normal, y las confeccionadas por las que se encontraban bajo la influencia del alcohol. En resumen, quería ver cómo hacían sus telas las arañas ebrias.

Para comenzar, la muchacha reunió una cantidad arañas domésticas para su experimento, pero tuvo dificultades. Al inyectarles alcohol, todas morían. Debido a ello decidió alimentarlas con moscas a las que previamente se les había inyectado alcohol. Esta vez las arañas no murieron, pero tampoco hicieron sus telas. Un poco desanimada, le llevó su problema a la profesora, y se enteró de que estas arañas no son muy aficionadas a hacer telas. Se limitan a tender hilos por aquí y por allá sin ningún plan especial. Se le aconsejó que buscara arañas de jardín, famosas por su habilidad para hacer hermosas telas.

Más animada, la muchacha prosiguió con su proyecto. Reunió una cantidad de arañas de jardín y las alimentó con moscas a las que previamente había inyectado alcohol. Esta vez sus esfuerzos fueron recompensados. Las arañas ebrias comenzaron a tejer desordenadamente toda clase de. telas extrañas, que en nada se parecían a los diseños intrincados y casi perfectos que eran capaces de desarrollar en condiciones normales.

Todos nosotros estamos construyendo la tela de nuestra vida y necesitamos que nuestras facultades mentales estén tan despiertas como sea posible. De esa manera evitaremos desastres. No puedo menos que maravillarme de los efectos del alcohol, no sólo sobre los instintos de las criaturas inferiores, sino sobre la inteligencia del hombre, criatura superior, que debería estar mejor informado. "Cualquiera que por ellos yerra no es sabio”


Devoción matutina

Por: Santiago A. Tucker.

«Maravillas de La Creación»


miércoles, 7 de enero de 1976

GRACIAS POR LAS ESPINAS

 

Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Gén. 3: 18. 

¿Quién no ha caminado alguna vez por el bosque sin pisar una espina? ¿O quién no ha tratado sacar el delicioso fruto de la zarzamora sin pincharse? ¿Quién no ha querido arrancar alguna vez una hermosa flor sólo para clavarse las manos?  ¿A cuántos no les ha ocurrido la mala suerte de estrellarse con una planta de cactus y tener que pasar después por la agonía de extraer las espinas? Tenemos también la ortiga que posee miles y miles de pelitos agudos como agujas, que cubren sus hojas y sus tallos, y que inyectan una sustancia irritante que, aunque uno sólo les pase la mano, le producen un intenso dolor.

Las espinas hieren y no nos gustan nada, pero Benjamín Franklin dijo una vez que "las cosas que hieren, nos instruyen". ¿Qué podemos aprender de esas pequeñas molestias que tan desgraciados nos hacen a veces? Por alguna razón, el fruto de la zarzamora nos resulta más agradable cuando tenemos que pasar por la dificultad de sacarlo nosotros mismos. Las rosas son más hermosas a causa de sus espinas, y las flores de cactus parecen más delicadas y encantadoras cuando se encuentran ubicadas en la cima de su mástil lleno de espinas. Dios sabía que si la vida del hombre fuera demasiado fácil, no la apreciaría tanto.

Otro hecho importante acerca de algunas plantas espinosas es que suelen ser solitarias. A veces esto es bueno para la planta. Si es del desierto, por ejemplo, podrá necesitar todas las pocas hojas que tiene para producir suficiente alimento a fin de sobrevivir. Si los animales del campo pudieran comer fácilmente sus hojas, como lo hacen con el pasto que crece en el suelo, pronto la planta perdería todas sus hojas y moriría.

Pablo lo dijo. de esta manera: "Y·no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza (Rom. 5:3, 4).


Devoción matutina

Por: Santiago A. Tucker.

«Maravillas de La Creación»


martes, 6 de enero de 1976

UN HOMBRE COMBATE CON UN LEON

No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos. Zac. 4: 6.

Eugenio Sandow era un luchador profesional que por el año 1800 se ganaba la vida realizando actos de valor en los que oponía su fuerza a las de la naturaleza. En cierta ocasión aceptó luchar en San Francisco contra un león adulto. En volvieron con vendajes las patas del león, y le pusieron un bozal. En esas condiciones, lo único que el león podía oponer a Sandow era su agilidad y su fuerza.

Pero el león pesaba unos 270 kilos, algo más, por cierto, que el luchador. Sandow entró a la jaula armado sólo con sus manos, para combatir con un león que una semana antes había dado muerte a su cuidador.

El león se abalanzó contra Sandow, pero éste se hizo a un lado, evitando el golpe, al mismo tiempo que tomaba al león por el cuello con un brazo y por el tronco con el otro. Levantó al animal a la altura de sus hombros, le dio un tremendo apretón, y lo lanzó con todas sus fuerzas contra las rejas de la jaula.

El asombrado león rugió a pesar de su bozal al atacar a Sandow de nuevo. Esta vez se abalanzó contra la cabeza del luchador. Este lo esquivó a tiempo mientras el domador, que se encontraba fuera de la jaula, le gritaba a Sandow que saliera de una vez. Pero nuevamente Sandow esquivó a la bestia, la volvió a alzar, y otra vez le dio un tremendo apretón. Pero, en esta ocasión, a pesar de los vendajes, el león lo arañó fieramente. No obstante, Sandow no abandonó el combate. De nuevo lanzó al león al suelo mientras los espectadores clamaban para que saliera. Estaba rasguñado y cubierto de sangre, pero había triunfado.

La Biblia nos dice que el diablo anda alrededor de nosotros como león rugiente. También nos dice: "Resistid al diablo, y huirá de vosotros" (Sant. 4:7). Sólo con el poder del Espíritu Santo podemos resistir al demonio y derrotarlo en nuestro diario combate contra él.

Devoción matutina

Por: Santiago A. Tucker.

«Maravillas de La Creación»


lunes, 5 de enero de 1976

EL COMETA KOHOUTEK

Sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su. advenimiento? 2 Ped. 3: 3,4.

"Esperen hasta enero -nos -decían- verán el espectáculo más grandioso del siglo". Todos esperamos, pero no pasó nada. Se nos aseguró que la mayor parte. de la noche el cielo iba a ser iluminado por la visita del cometa Kohoutek, llamado así a causa de su descubridor, el astrónomo checoslovaco Lubas Kohoutek. Pero como vino, se fue. Mucha gente ni siquiera lo vio. Otros vieron un puntito en el cielo, que parecía una estrella más. Otros, en cambio, con la ayuda de poderosos telescopios, vieron un hermoso cometa, de dimensiones modestas y de delicadas proporciones.

Los cometas son misteriosos. Viajeros del espacio, giran en torno del sol y son lanzados hacia el infinito como una piedra tirada por una honda. No pueden liberarse, sin embargo, de la atracción solar, y con el tiempo regresan a una órbita que les permite pasar cerca de la tierra a intervalos determinados.

El más famoso de todos es el cometa Halley. Este cometa, que iluminó los cielos nocturnos, apareció por última vez en 1910 y debe regresar en1986. Cuando apareció en 1066, estaba por librarse la. batalla de Hastings. Ambos bandos lo interpretaron como una señal del cielo que predecía la victoria de los normandos y la conquista de Inglaterra por ellos.

Se creyó que el cometa Halley constituía una señal. del cielo. Se sabía que Kohoutek era un cometa, pero se lo anunció como el acontecimiento más importante de esta generación. El cometa Halley produjo temor y preocupación. Kohoutek produjo desilusión.

Todos los temores que se vinculan con los cometas acompañarán al mayor acontecimiento celestial de la historia, que pronto ha de ocurrir. Se nos dice que llenará todo el cielo, Y que sin embargo vendrá como un ladrón. Muchos se burlan de que algo tan milagroso como la segunda venida de Cristo pueda ocurrir. Nosotros sabemos que estas burlas son en sí mismas señales de que este acontecimiento pronto a de ocurrir.


Devoción matutina 

Por: Santiago A. Tucker. 

«Maravillas de La Creación»

domingo, 4 de enero de 1976

EL PODER DE LAS OLAS

¡Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar. Isaias 48:18

En alguna parte en medio del insondable mar, una pequeña brisa encrespa la plácida superficie del océano. Al continuar soplando la brisa, el encrespamiento se convierte en una onda y pronto nace una ola. Miles de kilómetros más allá puedes ver a los deportistas que la esperan para cabalgar sobre su cresta y llegar así impulsado por su tremenda fuerza, a la playa donde morirá muy lejos del lugar de su nacimiento.

Una ola grande es el resultado de muchas olas pequeñas que, a su vez son el producto de otras más pequeñas aún, hasta que por fin llegamos a la fricción original del aire y el agua, que es tan insignificante que resulta invisible. 

Las olas no son agua que avanza como parece y como lo son ciertamente las corrientes. Son solo energía en movimiento que pasa del viento al agua. Por ejemplo, si tiramos un trozo de madera al mar, veremos que sube y baja al paso de la ola, mientras se queda casi en el mismo lugar después de que ésta pasó. Una corriente, por otra parte, arrastraría el trozo de madera aún en dirección contraria al movimiento de las olas.

Toda fuerza grande y poderosa que ha surgido en la historia humana puede ser comparada con una ola que comenzó en los resquicios insondables de la mente de algún hombre. Muchas de esas olas anduvieron en dirección opuesta a la corriente de la época. Ciertamente Jesús produjo grandes olas. Y algo parecido ocurrió con sus seguidores: Pedro, Juan, Pablo, Martín Lutero, Juan y Carlos Wesley, Guillermo Miller y miles de otros que proclamaron impávidos el Evangelio de salvación.

Si estas satisfecho con esta vida, no hagas olas, pero si tienes la visión de una vida mejor, tendrás que hacer olas, porque la energía del amor de Dios surgirá de ti. «El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va, así es todo aquel nacido del Espíritu»(Juan 3:8)


Devoción matutina 

Por: Santiago A. Tucker. 

«Maravillas de La Creación»

sábado, 3 de enero de 1976

EL PÁJARO CAMPANA

Si yo hablase lenguas humanas y angelicales, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 1 Corintios 13:1.

De todas las extrañas historias que nos llegan de las selvas sudamericanas, la del misterioso pájaro campana es una de las más pavorosas. Conocido por si canto que imita perfectamente el sonido de una campana, se dice que este casi invisible fantasma de la selva ha conducido a más de un viajero a la misma muerte.

Los pájaros campanas viven solamente en América Central y en Sudamérica. Hacen sus nidos en los huecos de los troncos, y se alimentan con la fruta que abunda en la selva. Casi invisibles, puesto que habitan en los rincones más profundos de la selva tropical, donde llueve mucho, los indígenas los temen porque piensan que poseen poderes malignos. Esta superstición, sin embargo, no carece totalmente de base, en vista del extraño y atrayente canto de este pájaro.

El poder del canto de esta misteriosa ave es inexplicable. Afecta a los que saben que se trata de un pájaro, pero las victimas es por el general una persona que se ha perdido y que trata ansiosamente salir de la selva. Una campana distante le habla de civilización, donde no existirá el peligro de los cazadores de cabezas o de las bestias salvajes. Siempre oye el tañido de esa campana a la distancia o detrás de él. Empieza a caminar trazando grandes círculos, sin darse cuenta  de ello.

Pronto la razón se desequilibra y el único pensamiento que llena su mente es tratar de llegar al lugar donde suena la campana. Cada fibra de su ser se orienta hacia esa meta engañosa. Finalmente el desesperado queda por completo a merced de la selva.

A veces pareciera que nosotros también nos sentimos irresistiblemente atraídos por campanas fantasmas. Ese “metal que resuena” y ese “címbalo que retiñe” nos inducen a penetrar más profundamente en las tinieblas de la selva de la vida. Seremos sabios si pesamos cuidadosamente cada uno de los encantos de la existencia para verificar adónde nos conducirán con el tiempo.


Devoción matutina 

Por: Santiago A. Tucker. 

«Maravillas de La Creación»

viernes, 2 de enero de 1976

EL PERRO JEFE

Entonces él se sentó y llamó a los doce, y le dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos. Mar. 9:35 

Entre los perros que arrastran los trineos de los esquimales existe una muy notable serie de reglas sociales. En realidad, estas reglas son muy parecidas a las de los lobos con quienes estos perros están íntimamente emparentados. Cada jauría es solidaria con su jefe y con los demás miembros de ella. Su territorio lo determina el domicilio del esquimal que los alimenta. Puede ser que no sea más grande que el patio del esquimal, pero la jauría lo defiende vigorosamente de todo intruso y de todo miembro de otras jaurías.

Algo interesante ocurre cuando el perro jefe y uno de sus subalternos son sorprendidos en el territorio de otra jauría.  Esto, naturalmente, puede ocurrir por accidente. Pero si un perro jefe y uno de sus subalternos son sorprendidos mientras cruzan el territorio de otra jauría, los miembros de ésta los persiguen fieramente para expulsarlos. En ese caso, los dos intrusos corren a toda velocidad en dirección de su territorio, mientras los dueños ·de casa van en su persecuci6n. Tan pronto como los perros que huyen cruzan el límite que separa los territorios de las jaurías, suceden dos· cosas: Primero, la jauría perseguidora se detiene y ladra furiosamente como si dijera:

"Que esto les sirva de lección. Que no los volvamos a ver por aquí, porque si los vemos, les va a ir muy mal". Segundo, el perro jefe de. los dos que escapaban, se vuelve hacia su compañero y lo castiga severamente como si él tuviera toda la culpa. Los pelos y la piel del pobre perro subalterno saltan por todos lados mientras el jefe descarga su fastidio sobre su compañero de menor jerarquía.

Es tan fácil que nosotros también actuemos como estos perros cuando se nos sorprende haciendo algo que no debiéramos hacer. En lugar de aceptar los hechos y limitarnos a pedir disculpas para olvidar el asunto en seguida, le echamos la culpa a la hermanita, el perro o el amigo. La próxima vez que nos sintamos molestos por algo que estamos haciendo, recordemos los perros esquimales y tratemos de no imitarlos.


Devoción matutina 

Por: Santiago A. Tucker. 

«Maravillas de La Creación»

jueves, 1 de enero de 1976

EL SAPO DE LA SANTA CRUZ

Los sapos se encuentran en todas partes del mundo y, debido a que consumen enormes cantidades de insectos dañinos, son amigos del hombre.

Tal vez el sapo más útil que se conozca es el que vive en las regiones semiáridas del centro de Australia. Se lo conoce con el nombre de Sapo de la Santa Cruz, debido a las manchas de su lomo, que asumen esa forma.

Este sapo es una cantimplora viviente. En las pocas ocasiones en que llueve, bebe el precioso fluido vital hasta hincharse. Durante las sequías que siguen a las lluvias, el batracio se esconde por meses en el barro, y sobrevive gracias al agua que ha bebido.

Cuando los aborígenes de Australia se encuentran perdidos en medio del desierto durante la época de sequía, todo lo que necesitan hacer es buscar al sapo de la santa cruz para sobrevivir. Al extraer el agua de estas insólitas cantimploras, han logrado evitar las consecuencias fatales de la sequía, que hubieran sido catastróficas para todos los que desconocieran los hábitos de este sapo.

Tal como los aborígenes de Australia emplean el sapo de la santa cruz cuando necesitan del agua que da vida, las personas perdidas en el desierto de este mundo pueden ser liberadas milagrosamente de la muerte al beber del agua de la vida que brota del manantial de la cruz.


Devoción matutina 

Por: Santiago A. Tucker. 

«Maravillas de La Creación»