viernes, 31 de mayo de 2013

HUMPHREY, LA BALLENA

Lugar: Océano Pacífico 
Palabra de Dios: Deuteronomio 31:8

Humphrey, una ballena jorobada de 40 toneladas, estaba yendo en sentido equivocado. Las demás ballenas habían doblado hacia la recha, rumbo a Hawái, como se suponía que harían, mientras que Humphrey había seguido derecho hacia California.

—Hemos avistado una ballena —informó la Guardia Costera en octubre de 1985—. Se dirige hacia San Francisco.
La Guardia Costera, junto con otros dueños de barco curiosos, siguió a la ballena mientras pasaba debajo del puente Golden Gate y entraba en la Bahía de San Francisco.

Durante los siguientes 25 días, Humphrey peregrinó por los angostos canales. El agua era tan poco profunda en algunos lugares que se podía ver el lomo de la ballena sobresaliendo del agua. Los expertos en ballenas sabían que Humphrey no podía sobrevivir por mucho tiempo en agua poco profunda; pero la ballena parecía perdida e in-capaz de encontrar su camino de regreso al océano.

Como las ballenas jorobadas del Pacífico se contaban entre las especies en peligro de, extinción en ese momento, los expertos decidieron que debían ayudar a Humphrey. Pero ¿cómo podrían mover un animal de 40 toneladas? En lugar de tratar de forzarlo a moverse, los expertos decidieron persuadirlo a volver a su hogar. Le pasaron grabaciones, debajo del agua, del canto de las ballenas, y eventualmente lograron sacarlo de los canales angostos, y lo llevaron más allá de los puentes, hacia aguas abiertas.

Eso me recuerda lo que Dios hace cuando nos ve perdidos en el pecado y dando vueltas sin rumbo: no nos deja allí. En lugar de ello, trata de persuadirnos para que volvamos a la seguridad. Si elegimos seguir su dirección, él nos guiará por el camino correcto. “El Señor mismo marchará al frente de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes”. En algún lugar del mundo

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

¡HASTA EL LÍMITE!

Al de carácter firme lo guardarás en perfecta paz, porque en ti confía. Confíen en el Señor para siempre, porque el Señor es una Roca eterna. Isaías 26:3-4.

Los problemas nunca se detendrán, pero su magnitud la defines tú. Un mismo problema puede ser considerado como de “tamaño gigante” por algunos y “de tamaño miniatura” por otros.

¿Por qué algunas personas llevan las cargas de la vida sin llegar al agotamiento psicológico y espiritual, y otras en cambio caen fácilmente presa del desánimo y la angustia? ¿En qué radica la diferencia?

Con frecuencia oigo decir: “Estoy al límite”. Cuando esto es así, se pierde el control de los pensamientos y de los actos; quedamos a merced de los impulsos, hacemos y decimos cosas que nunca deseamos.

Muchos aseguran que la capacidad de resistencia es una cuestión de temperamento y que, frente a esto, no hay nada que hacer. Sin embargo, la fuerza interior no solo tiene que ver con eso, sino también con los recursos generados para enfrentar las crisis de la vida. Cuando, aunada a nuestras capacidades internas, sumamos la fe en Dios y en sus promesas, podemos estar seguras de que los problemas se verán en la dimensión correcta.

La promesa de Dios se cumplirá en ti de acuerdo a la medida de tu fe. En las Sagradas Escrituras leemos: “Encomienda al Señor tu camino; confía en él, y él actuará” (Sal. 37:5).

Dejar actuar a Dios en nuestros problemas significa reconocer que él tiene mil soluciones donde nosotras no encontramos ni una sola. Quiere decir también que ni tan siquiera uno de nuestros problemas le resulta ajeno; recuerda que cuando estuvo en esta tierra fue “tentado en todo de la misma manera que nosotros” (Heb. 4:15). Por último, dejar actuar a Dios es tener la seguridad de que el resultado siempre nos conducirá al cumplimiento del plan de Dios para nuestra vida.

Si hoy te sientes al límite a causa de los problemas que enfrentas, no busques soluciones, busca a Dios y él te dará la que más te convenga. Que tu petición esta mañana sea: “Envía tu luz y tu verdad; que ellas me guíen a tu monte santo, que me lleven al lugar donde tú habitas” (Sal. 43:3).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

EL TÚNEL DE EZEQUÍAS

Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo (Mateo 5:16).

Cuando el monarca asirio Senaquerib invadió el reino de Judá, en el siglo VIII a.C., el rey Ezequías y el pueblo decidieron tapar la fuente de Gihón para evitar que los asirios encontraran agua mientras sitiaban la ciudad. Después de esto Ezequías mandó hacer un túnel para llevar el agua por debajo de una colina desde la fuente hasta el estanque de Siloé, que se encontraba dentro de las murallas (2 Rey. 20:20; 2 Crón. 32:30). Fue una verdadera hazaña tecnológica para Ezequías y la nación de Judá.

Los túneles siguen siendo muy importantes en la actualidad. El túnel más largo es el acueducto de Delaware. Tiene 137 kilómetros de largo y provee la mitad del agua que utiliza Nueva York (casi cinco millones de metros cúbicos al día). Lo más increíble del túnel de Ezequías, sin embargo, es que fue cavado en la roca, tiene 538 metros de longitud y no fue cavado en línea recta. De hecho tiene forma de “S”. (Si lo hubieran hecho en línea recta el túnel tendría solo 323 metros de largo). ¿Cómo lo lograron sin tener las ventajas de la tecnología contemporánea? No lo sabemos con certeza. Lo cierto es que el arquitecto del túnel dejó para la posteridad una placa, que todavía se puede leer en el Museo de Estambul, para celebrar la hazaña y explicar cómo los dos equipos se encontraron.

Hace poco tuve la oportunidad de caminar por este túnel. Fue una experiencia muy especial. Entré en el túnel junto con mi esposa y un grupo de amigos con quienes viajaba.

Yo no llevaba una lámpara así que tenía que confiar en la luz y dirección que me brindaban mis amigos. El agua me llegaba por encima de las rodillas y, con excepción de las lámparas de mis compañeros, estaba en total oscuridad. No pude evitar pensar que la vida puede ser así. Muchas personas quedarían en completa oscuridad si no fuera por la luz que sus amigos que viajan con ellas les brindan. Yo creo que aquellos que tenemos luz, asumimos una responsabilidad muy importante hacia los que no la tienen. No hace falta que sea una luz potente. No importa cuán profunda sea la oscuridad, la luz, por débil que sea, penetra las tinieblas. Tu ejemplo, tus palabras y tus actitudes pueden ser una fuente de luz que marque la diferencia para tus amigos. ¿Ahora brillas?.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

HAY TRABAJO PARA TODOS

Cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. Romanos 14:12.

Dios le ha dado a cada uno su obra. No ha dejado los intereses espirituales de la iglesia enteramente en las manos del ministro. No es para el bien del ministro, ni para el bien de los miembros individuales de la iglesia, que el ministro se encargue exclusivamente de la herencia del Señor. Cada miembro de la iglesia tiene una parte que ejercer para que el cuerpo sea preservado en una condición saludable. Todos somos miembros del mismo cuerpo, y cada miembro debe desempeñar su parte para el beneficio de todos los demás. No todos los miembros tienen el mismo deber. Al igual que los miembros de nuestro cuerpo natural son dirigidos por la cabeza, como miembros del cuerpo espiritual hemos de someternos a la dirección de Cristo, la cabeza viviente de la iglesia...
El ministro y los miembros de iglesia han de unirse como una persona en su labor por la edificación y la prosperidad de la iglesia. Todo aquel que es un soldado verdadero en el ejército del Señor será un obrero ferviente, sincero y eficiente, esforzándose para avanzar los intereses del reino de Cristo...
Muchos miembros de la iglesia han sido privados de la experiencia que debieron haber tenido, porque predominaba la idea de que el ministro debe hacer todo el trabajo y llevar toda la carga. O se apilaron cargas sobre el ministro, o este asumió deberes que debieron haber sido cumplidos por los miembros de la iglesia. Los ministros deben relacionarse en confianza con los funcionarios y miembros de la iglesia, y enseñarles cómo trabajar para el Maestro. Así el ministro no tendrá que hacer todo el trabajo, y a la vez la iglesia recibirá mayor beneficio que si él se esforzara por hacerlo todo y librara a los miembros de la iglesia de cumplir la parte que el Señor designó que cumplieran...
La carga del trabajo de la iglesia debiera distribuirse entre sus miembros individuales, de manera que cada uno pueda convertirse en un obrero inteligente para Dios. Generalmente, hay demasiada fuerza inactiva en nuestras iglesias... Muchos tienen manos y corazones dispuestos, pero se los desanima respecto de colocar sus energías en el trabajo... La sabiduría para adaptarnos a situaciones peculiares, la fuerza para actuar en tiempo de emergencia, se adquieren al emplear los talentos que el Señor nos ha dado, y al obtener experiencia por medio de la obra personal.— Review and Herald, 9 de julio de 1895.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White