martes, 2 de febrero de 2010

MI PEORES TEMORES... SE FUERON

Dios no es hombre para, que mienta... Habló, ¿y no lo ejecutará? (Números 23:19).

Mi esposo, nuestro hijo y yo yacíamos en la cama, disfrutando de la compañía mutua. Waynie en especial, disfrutaba jugando con su padre y conmigo. De pronto Waynie cayó pesadamente sobre mi panza de embarazada. Su cabeza golpeó directamente en el lugar donde se encontraba el feto de 6 meses. Considerando el fuerte impacto, estaba segura de que perdería al bebé. Me quedé quieta por un momento, sin saber qué hacer, y pidiendo a Dios que el bebé estuviera bien.
Después de algunos minutos, me levanté y abrí el libro de Meditaciones Matinales de damas del año 1998, para realizar mi devoción personal. El libro se abrió ante la lectura titulada: "Vivir la regla del 20/80". El texto para ese día se encontraba en 2 Reyes 4:26, y decía: "¿Te va bien a ti?... Y ella dijo: Bien". Cuando leí esas palabras, me sentí emocionada ante el hecho de que Dios es real, y que se preocupaba por el bebé y por mí. Medité en las palabras, totalmente sorprendida.
Pocos meses después, di a luz a una beba sana. Gracias a Dios todo me fue bien. Dios siempre cumple sus promesas.
Sin embargo, cuando el tiempo pasó, me sentí impulsada a leer más detenidamente el capítulo 4 de 2 Reyes. Para mi sorpresa, esta es la historia de una mucha que ha perdido a su hijo. Pero en vez de lamentarse, busca la ayuda de Eliseo inmediatamente. Este hombre de Dios, bajo la influencia de su poder, levanta al hijo de la muerte. ¡ Qué maravilloso! Nada es imposible para Dios.
¿Necesitas que Dios obre un milagro en tu vida? Tal vez ese milagro consiste en que restaure una relación sin vida, o resucitar tu vida espiritual. Recuerda, él siempre está allí; siempre está cerca. Sus pensamientos hacia nosotros son pensamientos de paz, y no de mal: quiere hacernos prosperar y darnos un buen futuro (Jer. 29:11). No debemos temer, sino invocarlo, y él i.us librará (Sal. 50:15).
Así como me habló a mí y me dio la seguridad que necesitaba en el momento oportuno, así como le dio a Eliseo las palabras apropiadas en el momento justo, así también te demostrará su amor y cuidado en el momento que lo necesites. Recuerda que Dios todavía está en su Trono, y todavía está al control del universo.

Thamer Cassandra Smikle
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

LA OPINIÓN DECISIVA

Si el Señor se agrada de nosotros, nos hará entrar en ella. ¡Nos va a dar una tierra donde abundan la leche y la miel! Números 14:8.

Si el señor no se agrada de nosotros? ¿Te das cuenta de la enorme trascendencia de cada decisión? Las palabras del texto de hoy fueron pronunciadas por Josué y Caleb, dos de los doce espías enviados por Moisés para reconocer la tierra de Canaán. Cuando regresaron de su misión, los doce espías habían compartido un informe, la tierra por conquistar realmente era muy rica. También advirtieron de las dificultades con respecto a la fortaleza de sus habitantes. Entonces, Caleb propuso que se emprendieran las tareas de conquista (Números 13: 30), pero sus compañeros se espaciaron en las dificultades y las vieron cada vez más grandes, al punto de considerarse como «langostas» en comparación con los cananeos (Números 13: 33). ¡El impacto de las apreciaciones tan negativas fue tan grande que entre el pueblo comenzó a circular la idea de regresar a Egipto! Esto nos proporciona una idea del impacto que pueden hacer nuestras evaluaciones negativas, las cuales se exageran a medida que son comentadas entre nuestros amigos. Luego aparecen las palabras del texto de hoy. Josué y Caleb tenían una perspectiva apropiada de la misión que Dios nos encomienda. Él no cavila si las tareas son fáciles o difíciles; más bien, tiene otra forma de medir lo que tú puedes considerar oportunidades: Hay que hacerlo, o no hay que hacerlo, eso es lo único que importa. Frecuentemente decides hacer algo porque lo ves fácil o porque tienes facultades para hacerlo. También decides no hacer algo porque piensas que no posees capacidad de llevarlo a cabo. Sitúate en el escenario de Josué y Caleb. Si hay que hacerlo, ¡hay que hacerlo aunque sea difícil! Por otro lado, si no debe ser hecho, ¡no lo hagas aunque sea fácil o tengas recursos para hacerlo! Lo importante en tus proyectos es la opinión de Dios. Lo que él aprueba es lo primordial.

«El cielo está esperando otorgar sus más ricas bendiciones a los que quieran consagrarse para hacer la obra de Dios en estos últimos días de la historia del mundo». MJ 23


Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

JUSTIFICADOS

Abram creyó al Señor, y el Señor lo reconoció a él como justo (Génesis 15: 6).

La esencia del evangelio es el mensaje de la justicia de Cristo o la justificación por la fe. La expresión tiene dos componentes esenciales. Esta mañana vamos a meditar un poco en lo que significa la palabra «justificación».
Un estudio cuidadoso en el Antiguo Testamento de los términos que se traducen como «justicia» y «justo», y los términos griegos equivalentes usados en el Nuevo Testamento, nos lleva al entendimiento de que la justificación es una idea que se refiere a una relación. «Justo» es aquel que está en la relación correcta, ya sea con un pacto, una comunidad o una persona. Es vivir a la altura de una norma dada o una expectativa deseada. Así que, en la Biblia, justificación es el acto por medio del cual Dios declara que una persona está en la relación correcta con él. Ser justificados es ser declarados en armonía con Dios. Cuando una persona es justificada, no es hecha justa, sino declarada justa esto es, puesta en la relación que Dios quiere que tenga con él. La persona justificada tiene, por lo tanto, una nueva posición delante de Dios: se la considera justa. Así, en el Antiguo Testamento, personajes tan diferentes como Abraham, Noé, Lot y David, fueron considerados justos, pero no lo fueron desde el criterio estrictamente moral y ético, sino desde el punto de vista de su relación con Dios.
Este es el concepto tradicional de la Reforma protestante. En la teología popular, justificación significa «hacer justo». Se intuye que para que una persona sea justa, primero tiene que ser hecha justa. Este hacer justo, por supuesto, viene del esfuerzo humano. El hombre tiene que ser justo para ir a Dios. Como veremos en reflexiones posteriores, Dios no nos pide que seamos justos para ir a él. Quiere que vayamos como somos, la justicia que necesitamos, él nos la dará. Se nos dice: «Es privilegio nuestro creer que su sangre puede limpiarnos de toda mancha de pecado [...]. Él quiere que acudamos a él tal como somos, pecadores y contaminados. Su sangre es eficaz» (Exaltad ajesús, p. 335).

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C