jueves, 6 de junio de 2013

CRUZANDO PUENTES

Lugar: Suecia 
Palabra de Dios: 1 Timoteo 2:5, 6

Si alguna vez has estado en Estocolmo, la capital de Suecia, probablemente hayas cruzado un puente o dos; quizás hasta tres o cuatro. Eso es porque la ciudad tiene un montón de puentes; tantos, en verdad, que a veces se la llama la Ciudad de los Puentes.
¿Por qué tantos puentes en una ciudad? Una vista aérea puede explicarlo. La ciudad de Estocolmo se extiende sobre más de una docena de islas, a lo largo de la costa este de Suecia. Si estuvieras en una de las islas y necesitaras ir a otra del otro lado de la ciudad, tendrías que tener alguna manera de cruzar el agua. Barcos y botes podrían cumplir esa función, pero los puentes son una mejor manera de conectar las islas.
Génesis 28 nos cuenta la historia de un sueño que tuvo Jacob. Él acababa de sacarle la primogenitura (herencia especial) a su hermano mayor, Esaú, engañando a su padre. Eso, naturalmente, hizo enojar a Esaú, de modo que Jacob decidió huir a Harán y quedarse allí, con algunos parientes. En camino hacia allá, se detuvo una noche, para dormir. Debió haberse sentido muy solitario, sin familia ni amigos. Jacob pudo haberse preguntado si Dios seguía estando con él.
Esa noche tuvo un sueño. En él, vio una escalera que conectaba la tierra con el Cielo. Ángeles de Dios subían y bajaban por esa escalera. ¡Qué maravillosa manera de asegurar a Jacob que Dios estaba con él!
Tú y yo también necesitarnos un camino entre la tierra y el Cielo; un puente que, de alguna manera, los conecte. Jesús es ese puente. Él es nuestra conexión entre el Cielo y la tierra. "Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, quien dio su uida como rescate por todos" Por medio de Jesús podemos tener vida eterna. Y, por medio de él, podemos llegar al cielo.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

MUCHO LLANTO, POCA RISA

Hazme saber, Señor, el límite de mis días, y el tiempo que me queda por vivir; hazme saber lo efímero que soy. Muy breve es la vida que me has dado; ante ti, mis años no son nada. Un soplo nada más es el mortal, un suspiro que se pierde entre las sombras. Salmo 39:4-6.

Hoy es un día para alegramos y alabar a Dios por el maravilloso acto de expiación que Jesucristo hizo en nuestro favor en la cruz del Calvario. Gracias a ese grandioso acontecimiento que tuvo lugar hace más de dos mil años, nosotras, así como todo creyente de todas las edades, podemos aspirar a la vida eterna. ¿Podría haber acaso mayor alegría que esta?

Muchas personas perciben la vida como un “mar de lágrimas”. Aducen que el dolor y el sufrimiento abundan en exceso, en contraste con el placer y la felicidad, que son más bien escasos. Los momentos buenos son breves y los pesares muchos. Las alegrías efímeras y las tristezas permanentes. Mucho llanto, poca risa… No nos extrañemos de que así sea. La breve estancia de Jesús en esta tierra estuvo marcada por el dolor, el sufrimiento, la ingratitud y finalmente la muerte.

Sin embargo, en el día glorioso de su resurrección, se abrió también una puerta de esperanza para cada una de nosotras. Gracias a ese milagro, podemos ver mas allá de los sufrimientos e ingratitudes de esta vida. La vida, la muerte y la resurrección de Cristo son los más ricos dones que recibimos del cielo. Jesús mismo declaro: “El Espíritu del Señor esta sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a pregonar el ano del favor del Señor” (Luc. 4:18-19).

Gózate en la vida de Cristo, reflexiona en su muerte y llénate de júbilo en su resurrección. Aprende a vivir como el vivió: amando y sirviendo. Piensa que en su muerte el pecado fue vencido y alégrate, pues en su resurrección se esconde la maravillosa promesa de la vida eterna para todos sus hijos e hijas.

Si en este momento de tu vida la congoja y las lágrimas te han hecho perder la alegría de vivir, prueba a sonreír pensando que todo esto es pasajero y propio de un mundo que está atrapado en el pecado. Recuerda que la alegría natural provee salud al cuerpo y al espíritu; es la razón por la cual nuestro Dios nos pide: “Estén siempre alegres” (1. 5:16).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

NO LEVANTARÁS FALSO TESTIMONIO

No des falso testimonio en contra de tu prójimo (Éxodo 20:16).

Si tienes tiempo, te animo a intentar lo siguiente. Párate a unos tres metros de distancia de una persona, cierra tu ojo derecho y mira a su cabeza con el ojo izquierdo. Ahora, poco a poco empieza a mover tu ojo izquierdo horizontalmente hacia la derecha, alelándote de la cabeza de la persona hasta que el punto ciego caiga directamente sobre su cabeza. Te darás cuenta de que a esa distancia, la cabeza desaparecerá. Cuando el rey Carlos II, conocido también como el rey científico, se enteró de este fenómeno, empezó a divertirse grandemente “decapitando” a damas de compañía y a criminales con su punto ciego; después los enviaba a la guillotina. Todavía hoy, algunas personas se divierten durante las reuniones aburridas “decapitando” al presidente de la junta.

El problema del punto ciego puede ser bastante serio. Cuando Larry McDonald tenía 27 años de edad sufrió un accidente de automóvil muy grave que fracturo sus huesos frontales, justo encima de los ojos, y lo dejo en estado de coma durante dos semanas. Larry finalmente se recuperó, pero quedo ciego completamente en la mitad inferior de su campo de visión. El problema era que en esa parte ciega experimentaba alucinaciones que podían ser muy reales. Curiosamente, las imágenes que veía en la parte ciega tenían colores más brillantes y vividos. A este fenómeno se le llama el Síndrome Charles Bonnet. En una ocasión, por ejemplo, Larry creyó ver un mono extraordinariamente real sentado en el regazo del médico que lo estaba atendiendo, un primate que había sido creado por su cerebro. Al principio Larry tenía dificultad para distinguir entre las imágenes que su cerebro creaba y las que existían en la realidad, pero con el tiempo aprendió a distinguir las alucinaciones de la realidad.

Yo quisiera sugerirte que estas alucinaciones son semejantes a los chismes. Cuando existe una región ciega muy grande en nuestro campo de visión tenemos la tentación de llenarla con todo tipo de datos porque nuestro cerebro, como la naturaleza, odia los espacios vacíos. Tristemente, así es como surgen los chismes y los falsos testimonios. Increíblemente, los chismes pueden parecer “muy reales” para el que los está contando o para el que los escucha. No cedas a la tentación porque puede ser que estés “decapitando” la reputación de otra persona. En cambio, te recomiendo que, si no puedes hablar bien de otros, mejor guardes silencio. Nunca te arrepentirás.

Dios considera muy graves la calumnia y el falso testimonio. Evítalos con determinación.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

LA TAREA DE HOY

Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado. Juan 17:24.

Cristo era infinito en sabiduría, y sin embargo resolvió aceptar a Judas, aunque conocía cuáles eran sus imperfecciones de carácter. Juan no era perfecto. Pedro negó a su Señor, y sin embargo con hombres así se organizó la iglesia cristiana primitiva. Jesús los aceptó para que pudieran aprender de él lo que constituye un carácter cristiano perfecto. La ocupación de cada cristiano es estudiar el carácter de Cristo. Las lecciones que Jesús les impartió a los discípulos no siempre armonizaban con su razonamiento... El Redentor del mundo siempre buscaba llevar la mente de lo terrenal a lo celestial. Cristo constantemente les enseñaba a sus discípulos, y sus lecciones sagradas tuvieron una influencia moldeadora sobre su carácter. Solo Judas no respondió a la instrucción divina. Según toda apariencia era justo, y a la vez cultivaba su tendencia a acusar y condenar a los demás...
Judas era egoísta, envidioso y ladrón, pero aun así se contaba entre los discípulos. Era defectuoso de carácter, y no practicaba las palabras de Cristo. Afirmó su alma para resistir a la influencia de la verdad; y al paso que criticaba y condenaba a otros, descuidaba su propia alma, y fomentaba y fortalecía sus malos rasgos naturales de carácter, hasta que se endurecieron de tal modo que vendió a su Señor por treinta piezas de plata.
¡Oh, animemos a nuestras almas a mirar a Jesús! Digámosle a todo el mundo cuan peligroso es descuidar la salud eterna del alma al contemplar las almas enfermas de otros, al hablar de la fealdad del carácter que se encuentra en los que profesan el nombre de Cristo. El alma no se torna más y más como Cristo al contemplar el mal, sino similar al mal que contempla...
Recordemos que nuestro gran Sumo Sacerdote está abogando ante el trono de misericordia a favor de su pueblo redimido. Él vive siempre para interceder por nosotros... La sangre de Jesús aboga con poder y eficacia por quienes han apostatado, por los que son rebeldes, por quienes pecan a pesar de haber recibido gran luz y amor... El no olvidará a su iglesia en el mundo de tentación.— Review and Herald, 15 de agosto de 1893; parcialmente en A fin de conocerle, p. 184.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White