jueves, 27 de septiembre de 2012

ALGO BUENO POR LO CUAL TRINAR


«No tengan miedo; ustedes valen más que muchos gorriones» (Mateo 10:31, NVI).

Una de las cosas que más he disfrutado en nuestras aventuras diarias es el trinar de los pájaros. Ellos están por todas partes, y de verdad alegran el ambiente. Hemos hablado de muchas clases de aves, pero los gorriones son los que más hemos visto. De hecho, Jesús habló más de una vez de ellos.  En Mateo 10:29, apenas dos versículos antes del versículo de hoy, Jesús dice que a él le importa si tan solo uno de ellos cae al suelo. A pesar de que a algunas personas no les interesan mucho los gorriones porque abundan, Jesús se interesa por cada uno de ellos de manera individual.
El versículo de hoy nos dice que nosotros valemos «más que muchos gorriones». Dios nos ama demasiado, pues nos hizo a su imagen. Él nos hizo para que lo adoráramos y lo amáramos. Realmente somos sus favoritos. Cuando estés en problemas, cuando pareciera que todo está en tu contra y te sientas triste, recuerda que vales más que muchos pájaros para el Creador del universo. ¡Eso es algo bueno por lo cual trinar!

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

EL AMOR DE CRISTO EN ACCIÓN


Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús. (Filipenses 2:5).

No podremos conducir a los incrédulos al Señor eficazmente si no tenemos el amor de Cristo en nuestras vidas. Ese amor es lo único que realmente nos moverá, nos hará perdonar y aceptar a los demás sin reservas. Nuestro Señor dijo que en los últimos días el amor se enfriaría por causa de la maldad. Algunos afirman que aman a Dios y que le sirven, pero no se interesan en el dolor ajeno. Recordemos que ayudar al necesitado, al afligido y al menesteroso es la manera de mostrar que el calor del amor de Dios bombea en nuestro corazón.
Tal vez nuestro amor se ha enfriado porque algunas personas mienten y se aprovechan de quienes tienen buen corazón. Pero la orden recibida es que ayudemos y sirvamos a los demás, el resto queda en manos del Señor.
«Todo descuido de los necesitados y afligidos es un descuido del deber hacia Cristo en la persona de sus santos. Cuando Dios repase el caso de cada uno, su pregunta será ¿Qué han hecho? ¿Han sido obradores de la palabra?  ¿Han vivido para sí mismos? ¿O bien realizaron obras de benevolencia, de bondad y amor, prefiriendo a los otros antes que a sí mismos, y negándose a sí mismos para ayudar a los demás?
»Nuestra fortaleza y bendición espirituales estarán en proporción con el trabajo hecho con amor y con las buenas obras realizadas. El apóstol ordena: "Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo" (Gal. 6:2). El cumplimiento de los mandamientos de Dios requiere de nosotros buenas obras, abnegación, sacrificio y dedicación al bienestar de los demás; pero esto no significa que solamente nuestras buenas obras nos salvarán, sino que ciertamente no podremos salvarnos sin buenas obras.
»La simpatía y el tierno interés por otros proporcionarán a nuestra alma bendiciones que no hemos experimentado, y nos pondrán en estrecha relación con nuestro Redentor» (A fin de conocerle, p. 332).
Haznos, Señor, un instrumento para ayudar al necesitado, al desvalido, al desamparado.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Fanny Narváez de Vargas

A PRUEBA DE TORMENTAS


Todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca.  Mateo 7:24, NVI

Tomemos nuestro versículo para hoy y coloquemos a su lado la siguiente cita: «¡Ojalá comprenda cada uno que es el árbitro de su propio destino! En ustedes yace la felicidad para esta vida y para la vida futura e inmortal» (Mensajes para los jóvenes, p. 23). ¿Qué obtenemos? Tres verdades que bien vale la pena conocer y aplicar en la obra más importante de nuestra vida: la edificación del carácter.
La primera verdad que salta a la vista es que tú eres el constructor de tu carácter. Otros te podrán asesorar al construir, pero al final tú serás el responsable de la edificación. Tú escogerás la calidad del material que se usará en la construcción: puedes elegir materiales de segunda (malas decisiones, cultivo de malos hábitos, rodearte de malos amigos, etc.), o de primera.
La segunda gran verdad es que la casa tendrá que enfrentar tormentas. No importa qué sitio escojas para construir, puedes estar seguro de que será severamente probada. Lo que esto significa es que tendrás que enfrentar pruebas, pero no tienes que asombrarte ni asustarte porque sin pruebas, sin desafíos, no podrás desarrollarte.
La tercera verdad es que tú decides el tipo de fundamento. Esta es la parte crucial de la edificación, porque de nada te servirá planificar con el mayor cuidado y construir con los mejores materiales si al final te equivocas en el tipo de fundamento que sostendrá el edificio.
¿Cuántas opciones hay en esto de decidir el tipo de fundamento? Solo dos: construir sobre la roca o sobre la arena. Sobre la roca edifican quienes ponen su confianza en el Señor Jesucristo, la Roca de los siglos. Estos son los prudentes. Sobre la arena edifican quienes ponen su confianza en los ídolos de este mundo: las riquezas, los placeres y la fama, entre otros. A estos, el Señor los llamó tontos, o insensatos. ¿Sobre qué bases se está levantando el edificio de tu carácter?
Padre amado, hoy quiero edificar sobre la Roca de los siglos, Cristo el Señor. 

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

VUESTRO PADRE SABE


«Dios, tú conoces mi insensatez, y mis pecados no te son ocultos» (Salmo 69:5).

Recuerdo cuando, de regreso del hospital, trajimos a casa a nuestro primer bebé. En aquella época, la madre y el bebé permanecían ingresados aproximadamente durante una semana. Para la madre era un descanso agradable, pero para el padre la espera era interminable. En la actualidad, es común que madre e hijo vayan a casa al día siguiente del parto.
Una vez que el bebé estuvo en casa, comenzó el juego de adivinanzas. ¿Qué hay que hacer? ¿Qué necesita? ¿Por qué llora? ¿Le duele algo? ¿Qué significa esta erupción? ¿El bebé comió lo suficiente? ¿Acaso comió demasiado? ¿Hay que acudir corriendo cada vez que el bebé llora? ¿Tiene que comer cada tres horas o según demanda? ¿No hay problema en que el bebé se chupe el dedo? ¿A qué edad tiene que empezar a comer cereales? ¡Demasiadas preguntas! 
Tratamos de hacerlo lo mejor que pudimos y darle al bebé todo lo que necesitaba aunque no queríamos consentirla. Al cabo de un tiempo, empezó a bastarnos el tono del llanto o su aspecto para reconocer qué necesitaba la niña. Cuando acertábamos, todo iba de maravilla (y sin llantos). Pero cuando nos equivocábamos, todo el edificio se enteraba.
Si Dios, que es nuestro Padre celestial, sabe lo que necesitamos, ¿por qué tenemos que pedírselo? ¿No es eso una señal de falta de fe por nuestra parte?  Al contrario. En realidad, no orar indica una enorme falta de interés; peor aún, es rayano a la presunción.
La oración es comunicación con Dios. Tanto si estamos agradecidos por algo como si estamos preocupados, no expresarle nuestros sentimientos y nuestras necesidades indica que no valoramos la amistad de Dios. Es imposible mantener una relación con alguien con quien no nos comunicamos.
Adoptar un punto de vista fatalista y pensar que sucederá lo que tenga que suceder nos expulsa de la ecuación, de manera que no tendremos posibilidad de influir en el resultado.
Santiago 1:5,6 dice: «Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pida con fe, no dudando nada, porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra». Pedir con fe significa que Creemos que Dios responderá nuestra oración en sus términos y en su momento.
A fin de cuentas, esa es la respuesta que querernos...  Basado en Lucas 18:1-8

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

EL AMOR PELEA LIMPIO


Defiende tu causa ante tu prójimo, y no descubras el secreto del otro (Proverbios 25:9).

Es probable que el daño más profundo y desgarrador que puedas hacerle (o que le hayas hecho) a tu matrimonio ocurra en pleno conflicto, porque es el momento en el cual tu orgullo es más fuerte. Estás más enojado que nunca. Eres más egoísta y sentencioso que nunca. Tus palabras contienen más veneno que nunca. Tomas las peores decisiones. Si el conflicto desenfrenado toma el control y ninguno de los dos pone el pie en el freno, un matrimonio puede estar bien el lunes y comenzar a venirse abajo el martes.
Sin embargo, el amor interviene y cambia las cosas. Te recuerda que tu matrimonio es demasiado valioso como para permitir que se autodestruya, y que el amor por tu cónyuge es más importante que cualquier asunto por el que estén peleando. El amor te ayuda a instalar bolsas de aire y montar barreras de protección en tu relación. Te recuerda que en verdad se puede revertir el conflicto para siempre. Las parejas casadas que aprenden a resolver sus diferencias suelen tener más unidad, más confianza, más intimidad y luego pueden disfrutar de una conexión mucho más profunda. Pero, ¿cómo? La manera más sabia es aprender a pelear limpio, estableciendo reglas de juego saludables. Si no tienen pautas para abordar cuestiones problemáticas, no respetarán los límites cuando se caldeen los ánimos.
En esencia, hay dos clases de límites para lidiar con el conflicto: los límites de pareja y los límites personales. Los límites de pareja son reglas que los dos acuerdan de antemano, reglas que se utilizan durante cualquier pelea o altercado. Si se violan estas reglas, cualquiera de los dos tiene derecho a hacerlas respetar, con delicadeza, pero de inmediato. Estas reglas podrían incluir:
1. Nunca mencionaremos el divorcio. 
2. No traeremos a colación temas del pasado y sin relación. 
3. Nunca pelearemos en público ni frente a nuestros hijos.

ORA A DIOS PARA TE AYUDE A CUMPLIR ESTE PROPÓSITO.

Tomado del 50 días de Oración
Por Pr. Juan Caicedo Solís
Secretario Ministerial, Dir. Hogar y Familia
Unión Colombiana del Sur.