domingo, 29 de enero de 2012

HAY QUE VIVIRLO

«Después tomo la grasa que el carnero tiene en la cola y sobre los intestinos y en el hígado, y toma también sus dos riñones y la grasa que los cubre, y su muslo derecho, porque es un carnero para la consagración de sacerdotes» (Éxodo 29: 22).

Hoy exploraremos parte del ritual del sacrificio israelita. Todas las partes del carnero que se mencionan en el versículo de hoy debían ser quemadas en el altar como una ofrenda a Dios. Pero, ¿Por qué debían usarse todas esas partes de un animal, como la cola, los riñones y el hígado? ¿Sabes para que sirve el hígado?
El hígado es un órgano especial dentro de tu cuerpo que ayuda a limpiar los venenos. Si nuestro hígado dejara de funcionar, los venenos que entran en tu sangre no se filtrarían y podrían matarte. Uno de los venenos que la gente ingiere es el alcohol. Beber alcohol durante años puede terminar dañando definitivamente el hígado. La mejor solución para es jamás introducir alcohol en tu cuerpo.
Así como no introducirías veneno en tu cuerpo a través de tu boca, Dios tampoco quiere que envenenes tu mente. Nuestra mente es aún más sensible que nuestro hígado. Deja que entren solo las cosas buenas de Dios en tu mente y sabrás lo que es vivir de verdad.


Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

MÁS ALLÁ DEL DOLOR

Confortará mi alma. Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre (Salmo 23: 3).

Marta se acercó a la cama y se dejó caer sobre ella. Las lágrimas brotaban de sus ojos. Parecía que todo lo que le había enseñado a su hijo había caído en saco roto. Aquel joven se había iniciado en el mundo de las drogas a la edad de doce años. Ella se preguntaba: «¿Por qué lo hizo? ¿Cómo no nos dimos cuenta?». Como madre sentía un gran dolor, desilusión y frustración.
Cuando nuestros hijos son pequeños, pensamos que nada podrá dañarlos. Creemos que educarlos en una institución cristiana los librará de cualquier peligro y confiamos en que eso será suficiente. Nos parece que no necesitan nuestra compañía, porque recibirán instrucción y ejemplo de sus maestros cristianos: «Lo que yo no les dé, ellos se los proporcionarán», pensamos.
Nos afecta la dejadez y así pasan los días sin que nos demos cuenta de que el enemigo está al acecho de sus vidas. Elena G. de White dice: «Satanás hace esfuerzos especiales para inducirlos a encontrar su felicidad en los placeres mundanos. Presenta la senda de la santidad como si fuera difícil» (Mensajes para los jóvenes, p. 261).
Mientras vivamos en este mundo, el dolor será una realidad Dios no nos puede librar de las dificultades ni del dolor que nos producen los problemas de nuestros hijos, como en el caso de Marta. Pero sí puede ayudarnos a lidiar con el sufrimiento. Dios promete escuchar nuestra voz cuando nos sintamos presionadas por las crisis de aquellos que amamos, y promete fortalecernos. Jesús estará a tu lado, querida madre. No permitas que el maligno destruya tu fe ni tu corazón. Recuerda que el sol sale para buenos y malos, como dice la Palabra de Dios. Él está con nosotros cuando al atravesamos el valle de las sombras.
El Señor nos guía, nos conforta, nos da la paz y la seguridad que necesitamos. Únicamente debemos acercarnos a él cada día. Sin Jesús, el camino se hará más largo. Lo que necesitas es pedirle al Señor que te conceda fortaleza, y Dios «confortará tu alma y te guiará por sendas de justicia por amor a su nombre».

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Mirna Jares, es peruana. Máster en Relaciones familiares

TRABAJO POR ADELANTADO

Júrame por el Señor [...], que no dejarás que mi hijo Isaac se case con una mujer de esta tierra de Canaán, donde yo vivo. Génesis 24:3.

Dicen que quien sabe hacia dónde va, ya ha recorrido la mitad del camino. Ya se trate de decisiones importantes, como la elección de la carrera universitaria o de asuntos triviales como llevar una lista de compras al supermercado, siempre conviene saber de antemano lo que se quiere. Es decir, hacer un «trabajo por adelantado».
Hoy te propongo realizar un trabajo por adelantado con respecto a una de las decisiones más importantes que tomarás durante tu existencia: la persona que que será tu compañero o compañera para toda la vida.
¿Cómo hacerlo? Una manera sencilla es elaborando una lista de las cualidades que convertirían a esa persona en un candidato o candidata en potencia; y, por supuesto, de los defectos que de plano la descalificarían. Algo como esto: «Lo que la califica». «Lo que la descalifica».
Cuando tenía tu edad, aún no era miembro de la Iglesia Adventista, pero ya tenía trabajo adelantado en ese sentido. Por ejemplo, tenía bien claro que no me casaría con una mujer que tuviera vicios. «La mujer con la que me case —pensaba yo — tiene que ser un buen ejemplo para mis hijos. Además, no quiero pasarme la vida besando a una mujer con la boca hedionda por el cigarrillo o el alcohol».
También tenía claro que no me casaría con una muchacha «manoseada». O con una joven que pasara más tiempo en la calle que en su casa. Había otras cosas en mi «lista». Pero lo importante aquí es: ¿Ya tienes tu propia lista?. ¿Qué características automáticamente descalificarían a una persona que te pretenda? ¿Te casaría por ejemplo, con alguien que no comparta tus mismas creencias religiosas? ¿Con una persona que tenga vicios? ¿Que sea dominante? ¿Que no te respete? Por el contrario, ¿qué cualidades debería tener esa persona? ¿Qué virtudes esperas encontrar en él o ella?
Trabajo por adelantado. De esto se trata. De esta manera, no perderás tu tiempo con quienes no encajan en tu lista, reducirás al mínimo las posibilidades de equivocarte y, a la hora de escoger, lo harás más con la cabeza que con el corazón.
Por supuesto, orar a Dios pidiendo su dirección también es parte de ese trabajo por adelantado.

Padre celestial, al pensar en las cualidades de mi futuro cónyuge, de que esa persona te ame por sobre todas las cosas.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

¿CAMBIO DE DIETA O DE CORAZÓN?

«Bienaventurados los de limpio corazón, porque verán a Dios» (Mateo 5:8)

En cierta ocasión, junto a mí estaba una madre joven, llorando. «He orado», dijo entre sollozos, «para que el Señor me ayudara a vencer el abuso del azúcar, pero le estoy fallando estrepitosamente».
Me interesa mucho todo lo que tenga que ver con un estilo de vida saludable. Jamás he tomado una taza de café, ni siquiera descafeinado. Por regla general, como entre horas. Mi esposa y yo procuramos andar un buen trecho cada mañana. Comemos dos veces al día, tomamos bebida de soja y no comemos carne.
Cada vez hay más cristianos que están convencidos de que la mejor manera de mantenerse sano es no comer ningún producto animal. Además de no comer carne, no beben leche, no comen huevos ni usan grasas saturadas. Este estilo de estilo de vida se llama «Vegano».
No hay nada malo en tratar de vivir de la manera más saludable posible. Es una actitud cristiana. Sin embargo, el cristiano no debe mirar al que tiene al lado y criticarlo por no seguir su mismo estilo vida. En tiempos de Jesús, los fariseos eran muy escrupulosos en el cumplimiento de la ley. Eran tan escrupulosos que se inventaron leyes para guardar la ley. Jesús no veía con malos ojos que cumplieran la ley. Decía que era su deber, pero no debía descuidar lo otro. ¿A qué «otro» se refería Jesús?
Se trata de «lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe» (Mat. 23:23). Los fariseos eran duros con las personas que no creían lo mismo que ellos. No les preocupaba cómo era su corazón. Lo único que les importaba era cómo podrían utilizar estilo de vida para impresionar a los demás.
El asunto estriba en que si ser cristiano es cuestión de vestir de cierta manera o eliminar ciertas cosas de la dieta, resulta claro que podemos hacerlo nosotros mismos y no necesitamos a Jesús. Cualquiera puede cambiar su apariencia externa, pero solo Dios puede cambiar el corazón. Jesús dice: «Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vosotros el corazón de piedra y os daré un corazón de carne» (Eze. 36:26). (Basado en Mateo 5:8).

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill