miércoles, 13 de julio de 2011

MUJERES SABIAS

Entonces Jesús dijo: «Dejad a los niños venir a mí y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de los cielos» (Mateo 19:14)

Aunque no sabemos quiénes llevaron a los niños ante Jesús, siempre he pensado que había madres que presentes, que deseaban que el Maestro bendijera a sus hijos. Para los padres siempre es importante que sus hijos reciban la bendición divina.
Recuerdo que la presentación de mis hijos ante la iglesia fue una ocasión muy especial. Compuse cantos de alabanza y gratitud por la forma en que Dios había traído una nueva vida al mundo. Sobre todo deseábamos que el Señor los tomara en sus manos y los ayudara a conducirse en medio de un mundo hostil. Esa, como madre, ha sido mi mayor preocupación. En este mundo puedo pasar por muchas dificultades económicas, físicas y emocionales, pero si mis hijos entran en la Canaán celestial, todo habrá valido la pena.
Los hijos son una bendición celestial, pero al mismo tiempo una responsabilidad más que humana. No se trata de vestirlos y calzarlos como si fueran un maniquí, ni siquiera de alimentarlos. Educarlos solo es posible con la ayuda divina obtenida mediante mucha oración. Cada persona es un mundo y hay que respetar el libre albedrío que Dios le ha dado, pero al mismo tiempo hemos de luchar contra la violenta corriente del libertinaje y de la complacencia del yo.
Orientar a nuestros hijos en el camino correcto no significa que nos convirtamos en policías con garrote, más bien nos constituye en maestros que aman y enseñan sin recibir nada a cambio. Estas madres y padres que llevaron sus hijos al Salvador colocaron en él todas sus expectativas. Deseaban que el divino Maestro les mostrara que no estaban solos ante tan difícil misión.
Cuando traes hijos al mundo, también necesitas la seguridad de que no estarás sola. El ser humano puede fallar, quizás el padre de tu hijo pueda abandonarte, o tu familia darte la espalda, o la sociedad cerrarte las puertas por ser madre soltera, pero recuerda que Dios recibe a tus hijos. Él es la fuente de sabiduría que necesitas para que sus vidas den frutos en el futuro.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

EXCESO FATAL 2ª PARTE

Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Hebreos 12:2.

Era mi primer año de capellán en ese colegio, y ese grupo de alumnos se encariñó especialmente conmigo y yo con ellos. Me preocupaba por la vida espiritual de los jóvenes, por sus relaciones familiares y también por su estudio; y esa preocupación sincera tenía recompensas afectivas.
Hubo un caso especial que me intrigó y para el cual no pude encontrar solución. Una de las alumnas que hasta el año anterior había sido un ejemplo de buenas notas y disciplina, repentinamente comenzó a bajar sus calificaciones. En algunas charlas a solas, intenté animarla y procuré saber qué problema estaba padeciendo, pero ella solo se limitó a contestarme lo necesario como para deshacerse de mí. Con los meses, todos notamos que su comportamiento había cambiado muchísimo, y también su apariencia. Toda su ropa, que antes le quedaba a la medida, era "grande", y cuando ella hablaba de su figura repetía las palabras "estoy regorda".
La realidad era bien distinta: la cultura de la imagen (de la que hablamos en mayo) había logrado fijar en su mente la idea de que para verse bien había que ser un "esqueleto" con piel; y esta adolescente se enfermó de anorexia nerviosa. Poner su vista en algunas modelos bulímicas y anoréxicas, que trasmitían una apariencia enfermiza pero "a la moda", probablemente contribuyó a su enfermedad. Ese año debió ser internada en un centro de rehabilitación para anoréxicos y bulímicos.
Es verdad que no debemos permitir que el apetito nos domine y nos convierta en esclavos de la comida, pero tampoco debemos ir al otro extremo de repudiar los alimentos que fueron provistos para preservar la vida y mantenernos sanos.
Ojalá pongamos "los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe". Si cada día le permitimos a la Biblia que nos muestre al Hijo de Dios, seremos transformados a su imagen, y le daremos a todo lo creado el verdadero uso, y los alimentos los consumiremos con sabiduría y moderación. Y si tú o alguien que conoces muestra síntomas de anorexia, no tarden en buscar ayuda profesional.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

SUJECIÓN

Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en todo, que no sean respondones. Tito 2:9.
Escuché una vez la historia de un hombre que, en la empresa donde trabajaba, era el primero en llegar y el último en salir. Trabajaba como si la empresa fuese suya. Era, por lejos, el empleado que más producía y que menos reclamaba.
Al llegar el mes de diciembre, el patrón lo llamó aparte y le dijo:
-¡Estoy muy agradecido por tu trabajo! Cuidas de tus deberes como si la empresa fuese tuya.
-No, señor -le respondió el empleado-: cuido de todo como si la empresa fuese de Dios.
Evidentemente, este hombre había entendido que el cristianismo no se limita a la iglesia. Es bueno cantar, orar y estudiar la Biblia; es maravilloso cuando el pueblo de Dios se reúne para alabar su nombre. Pero, es un argumento contundente en favor del cristianismo cuando los cristianos hacen de su lugar de trabajo un pulpito, desde donde se predica el evangelio sin palabras; donde la retórica está constituida por las acciones y el cumplimiento fiel del deber.
Lo interesante es que la fidelidad a Dios en los mínimos detalles beneficia al propio cristiano: no busca el beneficio, pero las bendiciones aparecen.
En el caso del hombre de nuestra ilustración, el patrón le dio una buena cantidad de dinero extra, como gratificación por sus servicios, y lo ascendió de puesto dentro de la empresa.
Este puede ser un día de trabajo diligente, de esmero en la práctica del deber, de iniciativa para ir más allá de lo que el deber impone. La mejor manera de hacer del trabajo una tarea agradable es convertirlo en un acto de adoración, cultivar la idea de que no trabajas para seres humanos sino para Dios.
Con estos pensamientos en mente, enfrenta los desafíos de un nuevo día en el poder y la sabiduría que provienen de Dios. Que tu presencia en la calle, en la escuela, en la familia o en el lugar de trabajo sea una fragancia suave, de olor agradable. Que las personas sean atraídas a Jesús por el poder de tu vida, y no solamente por la fuerza de tus palabras.
Y recuerda el consejo de Pablo: "Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en todo, que no sean respondones".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón