miércoles, 3 de agosto de 2011

LA CARRERA MÁS IMPORTANTE – 1ª PARTE

¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva apremio? Corred de tal manera que lo obtengáis. (1 Corintios 9:24)

La atleta neerlandesa Fanny Blankers-Koen nació el 26 de abril de 1918 en Baarn, Países Bajos. Fue una de las primeras grandes deportistas de la historia, a quien le pusieron de sobrenombre «la holandesa voladora». Su momento de mayor gloria llegó en los Juegos Olímpicos de Londres de 1948, donde ganó cuatro medallas de oro: 80 metros vallas, 100 metros lisos, 200 metros lisos y relevos 4x100 metros. También tuvo muy buenas actuaciones en varios Campeonatos de Europa: en el de 1938 logró la medalla de bronce en 100 y 200 metros; en el de 1946 se proclamó campeona de 80 metros vallas y de relevos 4x100 metros; y en el de 1950 fue plata en relevos 4x100 metros. La vida de esta mujer adornada de medallas y trofeos, trasciende las páginas de la historia dejando una muestra de lo que se puede obtener mediante un esfuerzo decidido.
Florence Griffith-Joyner fue otra gran atleta. Nació el 21 de diciembre de 1959 en Los Angeles, California. Tras haber obtenido la medalla de plata en 200 metros durante los Juegos Olímpicos de Los Angeles de 1984, ganó tres de oro y una de plata en los de Seúl de 1988. También logró dos medallas en los Mundiales de Roma de 1987.
El apóstol Pablo, que conocía bien el espectáculo del atletismo, presenta la imagen de la «pista» por la cual corremos en la vida para exhortarnos a correr la carrera de tal forma que obtengamos el premio. ¿Qué premio? Las dos atletas antes mencionadas alcanzaron la gloria en esta tierra, pero murieron, la primera el 25 de enero de 2004 y la segunda el 21 de septiembre de 1998. Aunque la historia las haya inmortalizado, sus vidas ya no existen. Obtuvieron sus trofeos, pero no siguen disfrutando de ellos. A diferencia de ellas, tú y yo tenemos la oportunidad de correr y ganar la corona de la vida. ¿Estás haciendo los preparativos necesarios para obtener esa victoria?
La carrera de la vida ofrece dos trofeos: uno temporal y otro eterno. Elige.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

DIOS SOBRE TODO

Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Mateo 22:37.

Como la Biblia condena la avaricia, muchos han llegado a creer que Dios desea para sus hijos una vida de pobreza y escasez permanentes, y que el aumento de bienes materiales es sinónimo de un alejamiento del Ser divino. Pero, cuando la Biblia condena la avaricia, no condena las riquezas sino la condición del corazón humano.
Recuerda el caso de Abraham. Señalado como un héroe bíblico, es llamado en las Escrituras amigo de Dios (Isa. 41:8) y hoy recordado como el "padre de la fe". Pero lejos de tener una vida de austeridad, la Biblia nos dice: "Y Abram era riquísimo en ganado, en plata y en oro" (Gen. 13:2). Poseía tantas riquezas que debió separarse de su sobrino Lot, porque la "tierra no era suficiente para que habitasen juntos, pues sus posesiones eran muchas, y no podían morar en un mismo lugar" (vers. 6).
Job fue otro de esos grandes hombres de Dios que vivió una vida de riquezas y bienestar material. Si bien en algún momento de su vida, afligido por las pruebas de Satanás, perdió todos los bienes que poseía, una vez que superó estas pruebas, la Palabra de Dios señala: "Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero" (Job 42:12); y luego enumera todas sus riquezas.
Asimismo, David y luego su hijo Salomón fueron hombres muy ricos y poderosos. Después de recibir el gobierno de mano de su padre, Salomón vivió en paz con todas las naciones que rodeaban a Israel. A causa de esto, su gobierno se dedicó al comercio y recibió la bendición divina desde sus comienzos. Después de años de holgura y bienestar material, la Biblia relata que "todos los vasos de beber del rey Salomón eran de oro, y asimismo toda la vajilla de la casa del bosque del Líbano era de oro fino; nada de plata, porque en tiempo de Salomón no era apreciada" (1 Rey. 10:21).
Todos estos hombres y muchos otros volverán a la vida al oír la voz de Jesús en su regreso, y vivirán con él por la eternidad. Tuvieron una vida de opulencia y bienestar material, pero lejos de cultivar avaricia y amor por las riquezas, pusieron en práctica el mandamiento que Jesús nos dejó al decir: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente". Dios fue el objeto de su amor. Dios fue el primero en sus pensamientos, en sus emociones y en sus afectos. Dios fue la razón de sus vidas, y esa vida dedicada al servicio y a la causa divina será recordada por la eternidad.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

EN TODO

Aprende pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro. Deuteronomio 4:39.

En las instalaciones internas del ala nacional del aeropuerto Benito Juárez, de México, se encuentra el "Taba bar", un restaurante en el cual las personas comen algo mientras esperan su vuelo.
Faltan dos horas para el mío; voy a Minatitlán, en el Estado de Veracruz. Mientras llega la hora, abro la computadora y escribo este devocional. "Aprende y reflexiona", aconseja el versículo. El aprendizaje es el resultado de la reflexión: no existe aprendizaje sin reflexión. Pero, vivimos en un mundo apresurado y no hay tiempo para detenerse y pensar por qué las cosas son como son, o qué lecciones podemos aprender de lo ocurrido.
El consejo de hoy es que debemos reflexionar y aprender que el fundamento de una vida realizada y feliz es saber "que Jehová es Dios, arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro".
Simple. Y, al mismo tiempo, complicado. Simple, para el alma sencilla que abre el corazón a Dios; complicado, para la mente extraviada en los laberintos del racionalismo.
Con frecuencia, Dios permite que el ser humano siga su propio rumbo. No discute con él; lo deja avanzar por los caminos arriesgados que su naturaleza escoge. Quisiera intervenir, detenerlo, decirle: "Hijo, ese camino te va a llevar a la destrucción". Pero, no puede: te dio libertad, incluso para abandonarlo, consciente de la temeraria actitud que escogiste.
Sería tan fácil buscar a Dios y tomar en serio sus enseñanzas; pero, el hombre moderno prefiere escoger sus propios dioses: pequeños, manipulables; dioses de plástico, incapaces de determinar lo que es bueno o malo. Que se limitan a dar el visto bueno al extravío humano.
"Reflexiona y aprende", es el consejo de hoy. Detente. Deja de correr como si tuvieses miedo de tu propia sombra. Piensa en la manera en que estás viviendo. Reflexiona. Vuelve a pensar una y otra vez.
Si lo haces, tus noches tendrán el brillo de las estrellas, y tus días, el resplandor del sol. Verás que vale la pena vivir, aunque el dolor toque a la puerta de tu corazón; aunque las dificultades aparezcan como nubes cargadas de lluvia. Aprenderás a sonreír mientras los otros lloran, y a tener esperanza cuando los demás desesperan.
Por eso, hoy, no empieces el día sin recordar la amonestación divina: "Aprende pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón