miércoles, 1 de julio de 2009

UN ÁNGEL JUNTO A MÍ

Allí, junto a un manantial que está en el camino a la región de Sur, la encontró el ángel del Señor (Génesis 16: 7).

Cristo envía un ángel, ángel, ángel. Cristo envía un ángel, me cuida cuando duermo». Ese canto impresionaba mucho mi mente de niña, y al ir a dormir yo reclamaba esa promesa. Los ángeles estaban junto a mí para protegerme y cuidarme: «Yo no te puedo ver, pero tu ángel toma nota de todo lo que haces, ten cuidado», me decía mamá. Hace algunos años hicimos un viaje con mi familia. Nuestros hijos eran pequeños y dormían en la parte trasera del auto. Mi esposo y yo íbamos conversando, entonces él trató de rebasar a un vehículo, pero en ese momento nos dimos cuenta que pasamos sobre los topes que colocan en medio de la carretera para dividir los carriles. No escuchamos ningún ruido ni percibimos un movimiento extraño; solo que mi esposo sintió un poco duro el volante. Así que se estacionó a la orilla de la carretera. Cuando nos bajamos del auto no podíamos creer lo que nuestros ojos veían: el neumático delantero izquierdo estaba destruido. En ese momento había personas a la orilla de la carretera trabajando y, cuando escucharon la explosión del neumático, pensaron que nos íbamos a volcar por la velocidad. La persona que conducía el auto que acabábamos de rebasar resultó que era nuestro vecino y pensó lo mismo. Después nos contó lo que vio y lo que pudo haber pasado. Allí nos dimos cuenta del peligro que habíamos pasado, y en ese momento agradecimos a Dios porque sin duda alguna sus ángeles nos habían protegido. Yo estoy segura que así fue. Me alegra saber que en todo momento el ángel está junto a mí y que un día lo voy a conocer; por supuesto que me dirá de cuántos peligros me salvó y no me di cuenta. Y si por alguna razón el Señor me llama a descansar, tengo la seguridad de que mi ángel estará cuidando mi morada hasta que Jesús venga y será el primero en saludarme en la mañana de la resurrección. ¡Qué gozo conocer al ángel que el Señor designó para acompañarme siempre! Y tú, ¿quieres conocer a tu ángel?
Gladys Murrieta de King
Tomado de la Matutinas Manifestaciones de su amor

ES CASI LA HORA DE IRSE

Sí, vengo pronto, y traigo el premio que voy a dar a cada uno conforme a lo que haya hecho. apocalipsis 22: 12

Jovencitas, prepárense, Nos vamos en unos minutos. Esto siempre sucedía cuando íbamos de visita a la casa de otras personas. Los adultos hablaban con facilidad unos con otros, pero a mi hermana y a mí nos costaba familiarizarnos con sus hijos. Al final, acabábamos por bajar las escaleras y ponernos a jugar. Justo en el momento en que empezábamos a divertirnos, teníamos que volver a casa. Sabía que al menos, habría dos avisos antes de irnos de verdad. Por eso, cuando llegaba el primero, echaba un vistazo alrededor y miraba con qué no había jugado todavía. —¡Uau, un automóvil con control remoto! Siempre quise jugar con uno. ¡Oh, y ahí hay un par de zancos! —Karen, Renee, no lo repetiré. Nos vamos ya —este era el segundo aviso. A regañadientes, mi hermana y yo subíamos las escaleras, dando la espalda a todas, las cosas divertidas con las que no habíamos podido jugar. ¿Alguna vez te sientes así cuando piensas en ir al cielo? Seguro que quieres ir, porque ¡hay tantas cosas que querrías hacer antes de dejar la tierra! Sé que mis alumnos esperan ir a la universidad, tener un buen empleo y comprarse un automóvil. Me han dicho que tienen la esperanza de que Jesús espere unos cuantos años más para regresar. Satanás intenta confundirnos para que pensemos que toda la acción está en la tierra. No quiere que tengamos lo que él perdió. Por eso hace que nos embarquemos en grandes planes para el futuro aquí en la tierra en lugar de ansiar la eternidad en el cielo. Cuando lleguemos al cielo, «las cosas de la tierra se desvanecerán de manera extraña». No nos quejaremos de que Jesús viniese demasiado pronto. Desearemos que hubiese regresado mucho antes.

Tomado de la Matutina El viaje increible.

DILACIONES DE AMOR

Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. Juan 11:6

Este pasaje de las Escrituras parece inusual y extraño. Además, suscita ciertos interrogantes en la mente de los lectores. Realmente no encaja en el contexto de la hora de necesidad y urgencia que vive una familia muy cercana al corazón amante y bondadoso del Señor Jesús.

Jesús recibe la noticia de que uno de sus mejores amigos está enfermo. Sabe perfectamente bien que hay corazones desesperados por la crisis que están viviendo, pero no hace nada. Decide permanecer en el mismo lugar donde se encuentra. Todos pensaríamos que lo lógico habría sido que, tan pronto como Jesús hubiese recibido el mensaje sobre el estado de salud de Lázaro, hubiese salido corriendo para atender la petición urgente que se le acababa de presentar. Lo mismo pensaban María y Marta. Ellas sabían que todo se arreglaría tan pronto Jesús llegara a la aldea de Betania. Sin embargo, en lugar de salir corriendo, Jesús se quedó donde estaba dos días más. Estaba a dos días de viaje de Betania, así que, cuando finalmente llegó, habían trascurrido cuatro días desde que recibió el mensaje. Cuando llego, Lázaro ya estaba muerto.
Este pasaje presenta ante nosotros un asunto importante: ¿Qué hacer cuando Dios se demora? Digo que este asunto es muy importe porque es posible que hayas tenido la experiencia de pedir a Dios alguna cosa, como encontrar un empleo, romper con un mal hábito o detener la amenaza de una quiebra financiera sin que nada haya sucedido. O quizá has pedido la dirección de Dios para tomar decisiones importantes, pero no llega la respuesta a tu solicitud. Quizás has rogado en oración por la salud de un ser querido y esa persona cercana a tu corazón no solo no sanó, sino que, en lugar de recuperarse, murió. Quizá tuviste problemas en tu negocio y alguien te dijo que confiaras en el Señor, pero las cosas fueron a peor. Esperabas una palabra de parte Dios, pero lo único que hubo fue silencio. ¿Qué haces cuando todo esto sucede? ¿Qué hacer cuando suceden cosas que no se pueden explicar? El silencio y la demora de Dios en responder nos desesperan. Pensamos: «¿Por qué Dios no actúa? ¿Por qué se demora?»
Aunque la historia de la enfermedad de Lázaro presenta todo un dilema, de ella podemos aprender que las demoras de Dios tienen un propósito y que son dilaciones de amor para traer gloria a su nombre y lo mejor para sus hijos. Ante las demoras de Dios, las palabras del patriarca Job deben ser nuestra fortaleza: «He aquí, aunque él me matare, en él esperaré» (Job 13:15).

Tomado de la matutina Siempre Gozosos