miércoles, 9 de enero de 2013

OFICIALES DESARMADOS


Lugar: Brasil
Palabra de Dios: Marcos 13:32,33.

Un grupo de 46 policías de la zona del noreste del estado de Paraiba, Rep. del Brasil, decidió asistir a una competencia deportiva. Alquilaron un ómnibus por el día, y pronto estaban viajando por la carretera más importante del estado, hacia la ciudad de Salvador.
Antes de avanzar demasiado, el transporte disminuyó la marcha.
-Tenemos un problema -informó el conductor a los pasajeros.
Dos autos bloqueaban el camino, y lo único que podía hacer el conductor era detener el vehículo.
Inmediatamente subieron cuatro hombres, apuntando sus armas a los pasajeros. Debieron haberse sorprendido al encontrar un montón de policías, pero eso no los detuvo.
-Todos permanezcan en sus asientos -ordenaron los ladrones-. 
Saquen sus cámaras fotográficas, sus celulares, sus billeteras. Hagan lo que les decimos, y nadie saldrá lastimado.
Los policías no iban armados ese día, así que no podían hacer nada, fuera de entregar sus objetos valiosos. Los ladrones revisaron el ómnibus, y tomaron todo lo que pudieron encontrar, incluyendo la ropa deportiva y las zapatillas. Luego, cargaron sus dos autos y se fueron.
¿No es irónico que 46 policías no pudieran detener a cuatro hombres e impedir que les robaran? El problema fue que los ladrones los tomaron desprevenidos: los policías tenían la guardia baja ese día, y los ladrones aprovecharon la situación.
La Biblia dice lo siguiente acerca de la segunda venida de Jesús: "En cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre. ¡Estén alerta! ¡Vigilen! Porque ustedes no saben cuándo llegará ese momento" Es bueno estar preparados no solo de vez en cuando, sino todo el tiempo. No seas encontrado con la guardia baja. Conéctate con Jesús todos los días.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

¿QUÉ ES LO QUE SE VE DE TI?


Los ojos que hoy me ven, no me verán mañana; pondrás en mí tus ojos, pero ya no existiré. Job 7:8

Recuerdo que cuando era niña y la energía eléctrica se iba en la ciudad, mi madre encendía una vela, y para quitarnos el temor que infunde la oscuridad en los niños, nos entretenía a mi hermano y a mí proyectando en la pared figuras que hacía con las manos y los brazos. Qué hermoso era ver salir de en medio de las tinieblas un conejo, una mariposa, un perro o una paloma con sus alas abiertas volando suavemente. Aquellas imágenes me transportaban a un mundo mágico en donde cada figura se transformaba en una historia maravillosa.
Cuando recuerdo esto, pienso en la vida como un gran escenario en el que cada persona proyecta lo que es. Algunas están distorsionadas por la culpa, otras oscurecidas debido a pecados escondidos, y otras tantas sin vida por causa de traumas y frustraciones. Es posible que lo que tú ves en tu escenario no te guste. Puede ser que te des cuenta de que proyectas imágenes de ti que te muestran como una mujer incrédula, agobiada, indiferente y falta de empuje para enfrentar los retos. Si no estás satisfecha con la imagen que reflejas en el espejo ni con tu comportamiento, y deseas cambiarlos, únicamente necesitas acercarte a Dios. Él tomará tus manos y tu voluntad. Te ayudará a proyectar imágenes en las que te puedas ver como una mujer con salud mental y espiritual, contenta con la vida, valiente frente a las dificultades, abnegada y sensible. Recuerda en todo momento: «Mi Dios les proveerá de todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús» (Fil. 4:19).
Amiga, permite que Dios limpie tu escenario, y entonces toma su mano y comienza de nuevo. Ten la seguridad de que el Señor dirigirá su mayor obra maestra, que eres tú. Cuando veas transformada tu realidad, no podrás dejar de alabar al Señor, y además transmitirás ese mismo sentimiento a tantas mujeres y hombres que te observan.
Te hago una invitación para que hoy comiences a proyectar la imagen de lo que realmente eres. Sé amable y cordial pase lo que pase, llénate de júbilo por las bendiciones recibidas y por todas las que vendrán. Dios permita que la imagen que proyectes irradie paz, bondad y amor. Si crees que es imposible, pregúntale a él, y te asombrará su respuesta. ¡Hazlo ya!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

LA VELA QUE SE CONSUMIÓ


La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El mandato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo (Salmo 19:7).

Después de la muerte de los apóstoles, es probable que no haya existido un predicador más poderoso que George Whitefield, fundador del metodismo. Predicó 180,000 veces durante sus 34 años de ministerio (es decir, un promedio de diez sermones por semana) y sus oyentes podían alcanzar hasta las veinte o treinta mil personas. Esos sermones duraban entre cuatro y cinco horas; las multitudes soportaban horas de pie bajo la lluvia, mientras George utilizaba los truenos y relámpagos como ejemplos y metáforas. ¿De dónde procedía aquel portentoso poder para predicar de George Whitefield?
George nació en Gloucester, Inglaterra, en 1714, en la cantina de su padre. Su madre enviudó cuando él tenía quince años. Lo sacó de la escuela y lo puso a trabajar como cantinero. Allí aprendió a beber, robar, mentir y maldecir. Pero George no se sentía a gusto. Poseía una Biblia que leía a la luz de una vela después de cerrar la taberna. Tras luchar con su conciencia durante año y medio, abandonó el negocio familiar y entró a estudiar en una escuela parroquial. Fue la Palabra de Dios la que lo transformó y le dio poder. En un mes la hubo leído de tapa a tapa. Ahí encontró profundo placer buscando sus tesoros escondidos. Más tarde sintió la necesidad de estudiar libros de otros pensadores cristianos y le pidió a John Wesley que le recomendara los mejores. Así fue como leyó varias veces el famoso comentario bíblico de Matthew Henry.
George Whitefield entregó su vida a la obra de la predicación del evangelio sin reservas. Con el tiempo, predicó al aire libre, a los mineros de Bristol. Se hizo tan famoso que le pedían que predicara varias veces al día. Cierta noche, después de haber predicado a una gran multitud, la gente lo siguió a la casa del señor Parsons, donde le rogaron que les predicara una vez más. George aceptó a pesar de estar enfermo. De pie, en las escaleras que conducían hasta su habitación y con una vela en la mano, predicó a la multitud hasta que la cera se consumió por completo. Fue el último sermón de Whitefield. Exhausto, subió a la cama para descansar y nunca despertó. Murió esa misma noche.
Tú y yo podemos tener el mismo poder si nos alimentamos profundamente de la Palabra de Dios y nos entregamos a él sin reservas. Decídete a dedicar tiempo al estudio de la Biblia. Es la fuente del poder para convertirte en un mensajero de la verdad.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

ENRAIZADOS Y PLANTADOS EN JESÚS


El justo florecerá como la palmera. Salmo 92:12.

Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará. Salmo 1:3.
Estos textos describen la feliz condición del hombre o de la mujer cuya alma está enraizada y plantada en Cristo. Pero siempre hay peligro de quedar satisfechos con un trabajo superficial; siempre hay peligro de que las almas no se anclen a sí mismas en Dios, sino que se contenten con vacilar de aquí para allá, haciéndole juego a las tentaciones de Satanás.
¿Ha comenzado a ver los defectos en su carácter? No se sienta inútil y desanimado. Mire a Jesús, quien conoce todas sus necesidades y se apiada de todas sus debilidades... No es vergonzoso confesar nuestros pecados y abandonarlos.   La vergüenza está en aquellos que conocen sus pecados y continúan en ellos y apenan al querido Salvador por sus caminos torcidos. Un conocimiento de nuestros errores debiera ser más valorado que un revuelo feliz de los sentimientos, porque es evidencia de que el Espíritu de Dios está luchando con nosotros y que los ángeles nos rodean...
En una contrición genuina por el pecado, vayan al pie de la cruz y dejen allí sus cargas. Vayan con arrepentimiento a Dios porque han quebrantado su ley, y con fe en que nuestro Señor Jesucristo perdonará sus transgresiones y los reconciliará con el Padre. Crean lo que Dios dice; tomad a pecho sus promesas...
Vean al fatigado viajero que anda trabajosamente por la caliente arena del desierto, sin resguardo que lo proteja de los rayos del sol tropical. Su provisión de agua se ha agotado y no tiene nada con que calmar su ardiente sed. Su lentitud comienza a hincharse. Se tambalea como un ebrio. Visiones del hogar y los amigos pasan por su mente, pues cree estar próximo a perecer. Repentinamente ve a la distancia, elevándose por sobre la triste vastedad arenosa, una palmera, verde y floreciente...
Así como la palmera, que obtiene su alimento de las fuentes del agua de vida, permanece verde y florida en medio del desierto, también el cristiano puede extraer ricas provisiones de gracia de la fuente del amor de Dios, y puede conducir a las almas cansadas, llenas de inquietud, y listas a perecer en el desierto del pecado, a esas aguas donde puedan beber y vivir.— Signs of the Times, 26 de junio de 1884.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White