domingo, 16 de junio de 2013

MEDIO LITRO DE SANGRE

Lugar: Dakota del Norte, EE.UU.
Palabra de Dios: Apocalipsis 1:5

El señor Morales miró por el espejo retrovisor, y vio luces azules que brillaban detrás de él. Con un gemido, salió del camino y se tuvo. Miró cómo el policía estacionaba detrás de él, salía de su auto y se acercaba a la ventana de su lado.
— Licencia de conducir y registro del auto, por favor —ordenó el policía—. Usted no se detuvo en la señal de Pare, unos ochocientos metros más atrás.
El señor Morales no tenía nada que decir en defensa propia; sabía que había pasado por alto la señal. Sin decir una palabra, le entregó los documentos al policía y esperó, mientras el oficial fue hasta su auto y completó el formulario de la multa.
Un par de minutos más tarde, el policía estaba de vuelta.
— Esto le costará 25 pesos o medio litro de sangre. ¿Qué prefiere? Un poco sorprendido, el señor Morales preguntó: —¿Medio litro de sangre? ¿Usted quiere sangre, por haberme pasado una señal de pare?
Sí, era una opción poco común. Pero, eso fue lo que el juez de la corte municipal decidió hacer en el año 1974, para atender la falta de sangre en ese pueblo. Los que eran culpables de violaciones de tránsito menores podían optar por dar sangre al banco local de sangre.
Dar sangre para pagar por un error no era un concepto nuevo ni siquiera en ese entonces; de hecho, ha existido durante miles de años. En el Antiguo Testamento, cuando el pueblo de Dios pecaba debía sacrificar animales, como una ofrenda por el pecado. La sangre de los animales representaba la sangre que Jesús derramaría sobre la cruz muchos años más tarde. Él pagó la condena por nuestra maldad. En lugar de nuestra sangre, fue su sangre.
El libro de Apocalipsis dice que demos toda la alabanza “al que nos ama [Jesucristo] y que por su sangre nos ha librado de nuestros pecados”.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

DA UN BUEN EJEMPLO, !Y DESPREOCÚPATE!

Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes. Juan 13:13-15.

A las mujeres maduras se nos exige, de un modo u otro, actuar como memorias de las más jóvenes que vienen detrás de nosotras en el camino de la vida. Las que aceptemos ese desafío debemos estar dispuestas a dar orientación y asumir el papel de guías para las que están recién comenzando su carrera cristiana y carecen de experiencia.
Las damas jóvenes se benefician enormemente del ejemplo de otras mujeres que, con responsabilidad, estén dispuestas a compartir sus conocimientos y prudencia, adquiridos a lo largo de los años. Si asumen el papel de amigas y consejeras, y se acercan con calidez a quienes necesitan afecto y dirección, enriquecerán sus vidas y alcanzaran un satisfactorio desarrollo personal.
Hacemos bien cuando, para realizar dicha tarea, intentamos prepararnos. El conocimiento que se obtiene a través de los libros es necesario, y nos resultara útil si deseamos dar instrucción precisa sobre algo o alguien. Sin embargo, el ejemplo posee un mayor poder educativo, que no es sustituible con nada. Un buen ejemplo puede más que mil palabras. Es observando como la mayoría de las jóvenes aprenden. Cuando las virtudes son modeladas frente a sus ojos, ejercen un poder educador y transformador difícil de igualar. Toda mujer que se propone ser mentora de las más jóvenes debe adquirir conocimientos no solo para instruir de palabra, sino también para dar un buen ejemplo; de ese modo, cambiará vidas. Ambas cosas son determinantes para dar un buen testimonio de lo que somos por la gracia de Dios, y para desarrollar nuestra voluntad de modo que podamos ser cada día mejores.
¡Mujer, detente un momento! Reflexiona y analiza tus acciones, y pregúntate: “¿Qué ejemplo estoy dando? ¿Mi conducta publica honra a Dios y edifica a las demás? ¿Pueden otras mujeres inspirarse gracias a lo que ven en mí? Y si mi vida privada quedara al descubierto, ¿Estaría libre de vergüenza y de culpa?” Recuerda que la única manera de alcanzar credibilidad y generar confianza, es mostrar a todos que existe armonía entre lo que dices y lo que haces. Aprende a vivir honorablemente para que los demás desarrollen confianza en ti y fe en Dios.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

EL ENGAÑO DE CAPGRAS

Mi pueblo es necio, no me conoce; son hijos insensatos que no tienen entendimiento. Son hábiles para hacer el mal; no saben hacer el bien (Jeremías 4:22).

El doctor V. S. Ramachandran cuenta que nunca olvidara la frustración y desesperación que percibió en la voz de un padre que lo llamo para pedirle ayuda. El hombre había sido diplomático del gobierno de Venezuela y le dijo que su hijo sufría de un cruel engaño o ilusión.
¿Qué tipo de engaño?-inquirió Ramachandran.
Mi hijo de treinta años de edad piensa que yo no soy su padre, sino que soy un impostor. Dice lo mismo acerca de su madre. El afirma que no somos sus padres verdaderos -dijo al hombre haciendo esfuerzos para que no se le quebrara la voz.
Arturo, el hijo de aquel pobre hombre, había sufrido un accidente casi fatal y estuvo en toma durante tres semanas. Cuando salió del coma aprendió a hablar, a caminar y poco a poco recupero la memoria. Todo parecía volver a la normalidad, con la excepción de que estaba convencido de que su padre no era su padre, sino un impostor. Cuando le preguntaban quien era el hombre que lo cuidaba y se preocupaba por él, Arturo decía que ese hombre era una buena persona, de hecho tenía el mismo aspecto que su padre, pero en realidad no era su padre. “No desea hacerme daño”, añadía, “quizá es una persona a quien mi verdadero padre le paga para que me cuide”. Arturo sufría del “síndrome del engaño de Capgras”, uno de los más raros en la neurología.
Las víctimas, normalmente muy lucidas, llegan a considerar a sus conocidos más cercanos, usualmente padres, hijos, esposos, hermanos, como impostores. Es interesante notar, sin embargo, que este tipo de casos no son extraños en la relación entre Dios y sus hijos. Cuando Adán peco en el jardín del Edén, Satanás logro convencerlo de que Dios no era realmente su Padre, sino un impostor. Dios no era el Creador, sino una persona que había ocultado el secreto que capacitaba al hombre para llegar a ser como Dios. Muchas de estas personas, aparentemente, no rechazan a Dios. Reconocen que el Señor cuida de ellos, les provee lo necesario para vivir y no desea hacerles mal. La diferencia consiste en que no lo reconocen como su Padre y, por lo tanto, no obedecen sus indicaciones.
Sus acciones, más que sus palabras, indican el tipo de relación que tienen con él. ¿Quién es Dios para ti? ¿Qué tipo de relación tienes con él? Piensa en esto durante el día.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

AL CONTEMPLAR A CRISTO

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 2 Corintios 5:17.

Mediante el poder de Cristo podemos ser "más que vencedores" (Rom. 8:37). Pero nosotros no podemos crear este poder. Podemos recibirlo solamente mediante el Espíritu de Dios. Necesitamos discernir profundamente la naturaleza de Cristo y los misterios de su amor "que excede a todo conocimiento". Debemos vivir en los cálidos y cordiales rayos del Sol de Justicia. Solo la amante compasión de Cristo, su divina gracia, su poder omnipotente pueden capacitarnos para desbaratar al implacable enemigo y someter nuestros propios corazones rebeldes. ¿Cuál es nuestra fuerza? El gozo del Señor. Que el amor de Cristo llene nuestros corazones y estaremos preparados para recibir el poder que él tiene para nosotros.
Agradezcamos a Dios cada día por las bendiciones que nos da. Si el agente humano se humillara delante de Dios... reconociendo su extremada incompetencia en hacer el trabajo que es necesario hacer para que su alma sea purificada; si echara lejos su propia justicia, Cristo moraría en su corazón. Pondría su mano en la obra de crearlo de nuevo, y seguiría la obra hasta que el hombre sea completo en él.
Cristo nunca descuidará la tarea que se le ha encomendado. Infundirá en el esforzado discípulo un sentido de la perversidad, de la pecaminosidad, de la depravación del corazón sobre el cual está obrando. El verdadero penitente se da cuenta de la nulidad de la importancia propia. Mirando a Jesús, comparando su propio carácter defectuoso con el carácter perfecto del Salvador, dice: "No poseo nada de valor; solamente me aferró a tu cruz".
Con Isaías declaran: "Jehová, tú nos darás paz, porque también hiciste en nosotros todas nuestras obras. Jehová Dios nuestro, otros señores fuera de ti se han enseñoreado de nosotros; pero en ti solamente nos acordaremos de tu nombre" (Isa. 26:12, 13).— Review and Hemld, 31 de marzo de 1904; parcialmente en En lugares celestiales, p, 64.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White