miércoles, 29 de febrero de 2012

LÁVATE CADA DÍA

«Luego lavará su ropa y se lavará a sí mismo con agua, y después podrá entrar en el campamento, aunque quedará ritualmente impuro hasta la tarde» (Números 19:7).

¿Te gusta lavarte? Apuesto a que no. ¿Sabes?, cuando yo era niño no obedecía a la primera si mi mamá o mi papá me decían que fuera a lavarme las manos porque íbamos a comer o simplemente porque las tenía muy sucias. No es que nos guste estar sucios, pero por alguna razón, a veces nos da pereza lavarnos, aunque sepamos que limpios nos vemos mucho mejor
La Biblia nos habla muchas veces sobre la importancia de estar limpios. Y no solamente de estar limpios por fuera, sino especialmente por dentro. Por fuera siempre debemos mostrar nuestra mejor imagen, presentarnos ante la gente como personas «sin mancha», pero estar «sin mancha» por dentro es mucho más importante.
¿Qué quiere decir estar «sin mancha» por dentro? Pues quiere decir que cuando hemos hecho algo malo, cuando hemos lastimado a alguien, cuando hemos sido desobedientes o nos hemos portado mal, de alguna manera nos sentimos sucios. Pero no tenemos que quedarnos con esa suciedad, porque si oramos a Dios para que nos perdone, quedamos «limpios» de nuevo. Entonces, lo único que nos falta es pedir perdón a las personas a las que hemos hecho daño.
Si le cuentas a Jesús todas las cosas que te hacen verte sucio, él podrá limpiarte de nuevo para que luzcas de lo mejor

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

REGALOS QUE NO CUESTAN NADA

¡Gracias a Dios por su don inefable. (2 Corintios 9:15)

¡Que hermoso recordar el valor de la amistad y del amor! Aunque las grandes empresas aprovechen la ocasión para asediarnos con publicidad respecto a lo que podemos obsequiar a nuestros amados, es maravilloso celebrar el amor en este mes que precisamente concluye hoy. Diferentes culturas en diversas partes del mundo han homenajeado a aquellas personas que hacen del mundo un lugar mejor con su cariño y amistad.
Hace algún tiempo por la televisión mexicana podía verse un anuncio que decía: «Regale afecto, no lo compre». Es impresionante la suma de dinero que gastamos a veces en adquirir regalos y, sin embargo, en ocasiones olvidamos que en realidad los regalos más valiosos y anhelados no cuestan ni un centavo.
Pensemos en algunos de esos regalos que todos necesitamos recibir y que son completamente gratuitos:
• Escuchar a quien apreciamos sin interrumpir, bostezar ni criticar. Es un arte casi olvidado.
• Dar cariño. Podemos ser generosos con nuestros besos, abrazos, palmadas en la espalda y apretones de manos. Esas pequeñas acciones representan una muestra del cariño que sentimos por nuestros familiares y amigos.
• Sonreír. Haz que tu rostro siempre muestre una sonrisa. Sonreír es una actitud contagiosa que dice: «Ven y ríe conmigo».
• Escribir. Hay quienes poseen el talento de enviar tarjetas, cartas o simples notas. Son como una gota de refrescante rocío.
• Dar cumplidos sinceros. Decir: «Has hecho un buen trabajo», «Te quedó riquísima la comida», «Esa blusa te sienta muy bien» deja un aroma que perdura como el buen perfume.
• Hacer favores. El talento de servir desinteresadamente se puede cultivar con un pequeño esfuerzo. Todos necesitamos un favor en algún momento de nuestras vidas.
No compremos el afecto de los demás con obsequios materialistas, sino regalemos nuestro amor sin esperar nada a cambio, celebrando la grandeza del amor y de la amistad cada día de nuestra vida. Tener a Dios en el corazón nos permitirá compartir el amor y la felicidad que únicamente él puede dar.
Oh Dios, ayúdame a compartir lo mejor de mí en este día, haz que refleje tu bendito amor, y que mis actos iluminen y brinden felicidad a quienes me rodean.

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Anónimo

CORAZON VALIENTE

Con una mano trabajaban y con la otra sujetaban el arma. Nehemías 4:17.

El título de nuestro tema no se refiere a Mel Gibson, el actor principal de la película Corazón valiente. Se refiere a Nehemías, un líder a la altura de las circunstancias.
Varios siglos antes de Cristo, Nehemías estuvo al frente de un grupo de judíos a quienes el rey Artajerjes había autorizado para reconstruir las murallas de Jerusalén. Sin embargo, lo que a simple vista parecía una tarea sencilla, se convirtió en un desafío de proporciones gigantescas, porque apenas se supo del plan de reconstrucción, aparecieron los enemigos gratuitos, encabezados por Sanbalat y Tobías. ¿Qué hicieron estos aguafiestas para evitar la realización de la obra? Acusaron a Nehemías de rebelión (Neh. 6:5-9), intentaron atemorizarlo (4:7-13), lo ridiculizaron (2:19) y se confabularon para hacerle daño (6:2-4).
¿Cómo respondió Nehemías a estos perversos? Oró a su Dios. Cada vez que Nehemías se encontraba en dificultades, oraba (ver, por ejemplo, 1:4-11; 4:4-5, 9;6:9, etc.). ¡Por eso no podían contra él!
No obstante, Nehemías no solo oraba, sino que también actuaba. Cuando él y sus aliados supieron que se planeaba un inminente ataque a Jerusalén, oraron a Dios, ¡pero también pusieron guardias «día y noche» para defenderse! Más aún, dice el relato que los obreros «con una mano trabajaban, y con la otra sujetaban el arma» (4:17). Algo así como dice el refrán: «A Dios rogando y con el mazo dando». ¡Con razón pudieron completar la tarea en apenas 52 días! ¿Cómo se puede trabajar con un arma en una mano y una pala en la otra? No lo sé. Lo que sí sé es que Nehemías no se sentaba a esperar resultados.
¿Estás enfrentando ahora mismo un desafío grande en tu vida? ¿Quieres realizar un proyecto personal pero estás encontrando mucha oposición? Hoy has aprendido que tienes que arar. Allí se encuentra la fuente de poder. Pero además de orar, tienes que actuar; es decir, hacer todo lo que puedas, de la mejor manera que puedas. En otras palabras, tienes que tomarte de Dios con una mano, y con la otra hacer el trabajo que él te ha asignado.
Mientras sigas estos consejos, nada ni nadie podrán detenerte: «A todo puedo hacerle frente, pues Cristo es quien me sostiene» (Fil. 4:13).

Padre aman, al enfrentar mis desafíos hoy, me apoyo en ti, y resuelvo hacer mi parte con fe y valor.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

DISTINGUIR LAS SEÑALES


«¡Hipócritas, que sabéis distinguir el aspecto del cielo, pero las señales de los tiempos
no podéis distinguir!» (Mateo 16: 3).
Hay un pequeño poema que dice algo parecido a esto:
Treinta días tiene noviembre
con abril, junio y septiembre;
veintiocho solo uno
y los demás treinta y uno.
Si el año bisiesto fuere, ponle a febrero veintinueve.

¿Por qué, cuando el año es bisiesto, ese día de más cae en febrero? Ese día se añade para que el número de días del año refleje con más precisión la traslación de la Tierra alrededor del Sol. El tiempo exacto que tarda nuestro planeta en dar una vuelta alrededor del Sol es de 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos. Esto significa que el año del calendario es ligeramente más corto que el año solar. Por tanto, siguiendo una fórmula precisa de cálculo, cada cuatro años se añade un día al mes de febrero. A ese año lo llamamos bisiesto.
Quizá le interese saber que detrás del origen de los años bisiestos, en el año 45 a.C., se encuentra Julio César. Sin embargo, existen registros de ajustes calendarios llevados a cabo por los faraones egipcios.
Cierto día, los fariseos le pidieron a Jesús que les diera una señal del cielo que indicara que él era el Mesías. Jesús respondió: «¡Hipócritas, que sabéis distinguir el aspecto del cielo, pero las señales de los tiempos no podéis distinguir!» (Mat. 16:3).
Si esa misma pregunta se formulara hoy, 29 de febrero de 2012, Jesús respondería: «¡Hipócritas, que se preocupan por la precisión del calendario pero no se dan cuenta de que viven los últimos días de la historia de este mundo! Dejen de pensar tanto en su calendario y ocúpense más de prepararse para mi segunda venida».
Sí, quizá sea recomendable que el calendario y el año solar estén sincronizados; pero que, con la ayuda del Espíritu Santo, mantengamos sincronizada nuestra vida con la Palabra de Dios es de importancia eterna. La pregunta que tenemos que formulamos a diario no es: «¿Qué día es hoy?», sino: «¿Mi vida refleja hoy y cada día la voluntad de Dios?».
Padre mío que estás en los cielos, haz que las palabras que salgan de mi boca y la meditación de mi corazón te sean aceptables. (Basado en Mateo 16:1-4)

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill