lunes, 8 de agosto de 2011

LA HOGUERA DEL HOGAR

¡Mirada cuán bueno y cuan delicioso es que habiten los hermanos juntos en armonía! (Salmo 133:1).

La parábola del hijo pródigo no solo muestra la disposición que tiene Dios de perdonar a los descarriados, .sino que también nos habla de las relaciones familiares. Si bien se presentan el amor, la misericordia, el perdón y el respeto de un padre amante, también se presenta la rivalidad entre dos hijos, nacidos y criados bajo un mismo techo, aunque de caracteres completamente distintos.
El hijo menor era egoísta. Quería la parte de su herencia materna, aunque la herencia solo se repartía tras la muerte del padre. Me sorprende saber que en los tiempos bíblicos también había padres que sufrían por causa de un hijo rebelde, como sucede en la actualidad. La tristeza que sentía por el hijo menor embargaba el corazón de aquel padre mucho antes de que el hijo decidiera marcharse de casa. ¿Te sientes identificada con este padre? Hay hijos que escogen un camino equivocado y no sabes por qué lo hacen.
El padre también sufría por el hijo mayor, aparentemente bueno, noble y obediente. La Biblia no nos cuenta los detalles de la convivencia familiar, pero podemos deducir que había rivalidad entre ambos hermanos por la forma en que el mayor asimiló la llegada del pequeño sabiendo que estaba en la ruina.
Se dice que un antropólogo decidió llevar a cabo un experimento con una tribu africana. Tomó a varios niños y los llevó a un hospital, donde recibieron cuidados para que no se vieran afectados por las enfermedades más comunes de aquel lugar. Al cabo de un tiempo notó que los niños que habían sido criados bajo la tutela de unos padres amorosos eran más resistentes a las enfermedades que aquellos que no habían tenido un hogar así. Llegó a la conclusión de que el amor y el calor del hogar eran la mejor medicina para ayudar a aquella gente a sobrevivir, aunque no tuvieran medios y recursos apropiados.
¿Te das cuenta? Tu familia te necesita. Tu amor es el antídoto más eficaz contra cualquier enfermedad. Disfruta de los tuyos y fortalécelos con tu amor. El hogar es una hoguera donde todas las llamas juegan ¡untas.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

EL DIEZMO EN LA BIBLIA

Y le dio Abram los diezmos de todo. Génesis 14:20.

Un principio que se mantiene a lo largo de toda la Biblia es la devolución del diezmo. Quienes amaban a Dios sabían que eran mayordomos o administradores de los bienes que poseían, y como muestra de lealtad y reconocimiento al Dios del cielo, entregaban una décima parte de sus bienes.
Abraham, uno de los primeros personajes que citan las Escrituras, ya tenía la costumbre de diezmar sus ganancias para dárselas a Dios. Al ganar la guerra contra Quedorlaomer, el sacerdote Melquisedec bendijo a Abraham y recibió de su mano los diezmos del botín de guerra. Jacob, nieto de Abraham, le prometió a Dios entregarle los diezmos de todo si recibía de su mano protección en el viaje iniciado hacia Padan Aram. Luego Moisés, al entregar las leyes nacionales a los israelitas, legisló claramente lo tocante al diezmo para la agricultura y la ganadería. También Ezequías, entre todas las reformas religiosas que inició en Jerusalén, ordenó al pueblo que trajera los diezmos de "grano, vino, aceite, miel, y de todos los frutos de la tierra" (2 Crón. 31:4, 5).
Después del exilio, cuando los israelitas ocuparon nuevamente las tierras de Judea, Nehemías exhortó al pueblo para que entregara los diezmos. Años más tarde, el profeta Malaquías acusó a los israelitas de haber robado a Dios al quedarse con los diezmos y las ofrendas.
En tiempos del Nuevo Testamento, todo religioso israelita tenía la costumbre de dar los diezmos de sus ganancias. Jesús acusó a los fariseos de diezmar "la menta y el eneldo y el comino", pero de olvidarse de la justicia y la misericordia (Mat. 23:23).
Toda la Biblia presenta con claridad que el diezmo es de Dios y que no le pertenece al hombre. Nuestro Creador desea que sus hijos sean moral y materialmente fieles, y esa fidelidad debe mostrarse al entregar el diez por ciento de las ganancias. Quizás aun no has diezmado, pero las decisiones hechas en la juventud son las que afirman el carácter y se mantienen por toda la vida.
Imita a los héroes de la fe, muéstrale tu fidelidad al Señor devolviendo los diezmos.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

ESCRITO ESTÁ

Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. Mateo 4:10.

El enemigo de Dios es también tu enemigo. En realidad, tú nada le hiciste; su odio es gratuito. No puede con Dios, y se las toma contigo porque sabe que tú eres precioso a los ojos divinos, y la mejor manera de tocar el corazón de Dios es hacerte sufrir.
Pero, en fin, ese no es el problema. El pensamiento del versículo de hoy es que la mejor manera de derrotar al enemigo es con la Palabra de Dios. Lo interesante de la historia es que, a veces, la mejor arma que el enemigo usa para derrotarte también es la Palabra de Dios. A Jesucristo, el enemigo se le presentó citando los escritos de los profetas, pero fuera del contexto, arreglados a su manera, haciéndoles decir lo que él deseaba y no lo que el texto decía. Pero, Jesús conocía bien el texto y lo confrontó con la verdad.
El tema central de hoy es la adoración. Desde el cielo, Lucifer deseó la adoración para sí. Cuando no logra que los seres creados caigan en sus trampas, intenta llevar la adoración humana hacia cualquier cosa, menos hacia Dios: adorar cualquier idea, filosofía de vida u objeto ya es adorarlo a él.
Pero, ¿por qué esto es tan importante para el diablo? Por la sencilla razón de que, si retiras tus ojos, tu atención y tu adoración de Dios, ya perteneces al reino de las tinieblas, y consecuentemente, al reino de la derrota, de la mentira, de la mediocridad y de la muerte.
Tú única seguridad, en esta vida, es saber lo que la Escritura dice. No se trata solo de memorizar versículos y repetirlos, como si fuesen un amuleto contra el mal. Se trata de encarnar la Palabra de Dios en tu experiencia; hacerla realidad, vivirla en las varias circunstancias del día. La Palabra de Dios es vida: te lleva a la vida eterna, te muestra el camino, te alumbra, te enseña. Es el mapa para que no te extravíes, en este mundo de dificultades y de tristezas.
Haz de este día un día de comunión con Jesús. Abre la Palabra de Dios, graba sus consejos en tu corazón y, cuando tengas que enfrentar al enemigo, que puede presentarse disfrazado de adversidad, enfermedad o pruebas, haz como Jesús, y dile: "Escrito está".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón