miércoles, 27 de enero de 2016

¿LO CAMBIARÍAS?

«Esaú se lo juró, y así le cedió a Jacob sus derechos de hijo mayor». Génesis 25: 33

¿Cuál es tu comida favorita? ¿Qué estarías dispuesto a dar a cambio de un poco de tu postre preferido? Por ejemplo, si yo te ofreciera un rico pastel de manzana a cambio de que me regales a tu papito, o a tu her- manito menor, ¿lo cambiarías? Estoy segura que no.
Jacob estaba cocinando un rico guiso de lentejas cuando llegó su hermano Esaú, cansado y con mucha hambre. Esaú le pidió un poco de su comida, y Jacob le dijo que se lo daría a cambio de su derecho de hermano mayor. ¿Derecho de hermano mayor? ¿Qué es eso? Eso era lo que se llamaba primogenitura. Qué palabra tan rara, ¿verdad? La primogenitura era algo muy valioso, pues el hermano mayor recibía la herencia familiar y muchas bendiciones especiales de Dios. Esaú cambió su primogenitura por un plato de comida. ¡Qué pena! Él no se dio cuenta del valor que tenía la herencia familiar.
Es importante valorar lo que tienes: los abrazos de mami, la compañía de tus amiguitos y de tus hermanos, eso tiene más valor que un juguete o una comida sabrosa. ¿Lo cambiarías por algo tan tonto como un guiso? Espero que no.
Oremos: Jesús, ayúdame a valorar las cosas que tengo y a disfrutarlas.

Pasito a pasito, Crezco y aprendo
¡Vive y crece sanamente!
Por: Kathy Hernández de Polanco
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TORNADOS EN UNA BOTELLA

Tu Oración: Querido Dios, cuando tenga temor en una tormenta, ayúdame a recordar la hermosa historia de cuando cuidaste a tus discípulos y calmaste la tormenta.

Versículo para hoy: “Él se levantó y reprendió al viento y a las olas; la tormenta se apaciguó y todo quedo tranquilo”. Lucas 8:24.

A veces, la lluvia da miedo, sobre todo si viene acompañada de truenos, rayos y relámpagos.
En cierta ocasión, Jesús calmó una tormenta. Él solamente le habló y ¡listo! Los discípulos estaban muy asustados pero, cuando vieron cómo se calmaban que el cielo relampagueante y la lluvia tan fuerte, se dieron cuenta del gran poder de su Maestro.
Si sientes miedo en una tormenta, recuerda que Cristo nos cuida en los momentos más difíciles.

Un poquito de ciencia
Hoy haremos un tornado en una botella, para que recuerdes que Dios siempre controla las tormentas y nos cuida, haremos. Necesitas una botella transparente, agua, sal, detergente líquido para lavar platos y una cuchara.
Llena con agua un poco menos de la mitad de la botella. Añade media cucharada de sal, unas gotas de jabón líquido y cierra bien la botella. Agítala en círculos y de frente a frente. ¡Mira cómo el remolino de agua forma un tornado en el centro de la botella! Dibuja en tu libreta de observaciones lo que pasa cuando te detienes.

Devoción matutina para niños pequeños 2016
Pequeños científicos de Dios
Por: Cesia Alvarado Zemleduch
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LA PRUEBA FINAL

Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Santiago 2:17.

Cuando Isaac tenía veinte años, Abraham oyó la voz de Dios otra vez. Esta era la octava vez en su vida que había recibido un mensaje directo del Cielo, pero esta era In orden más alarmante y espantosa que había oído alguna vez.
“Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré” (Génesis 22:2).
¿Había oído correctamente? ¿De verdad quería Dios que tomara a su hijo de la promesa y lo matara en sacrificio? Parecía imposible. “Satanás estaba listo para sugerirle que se engañaba, pues la ley divina mandaba: ‘No matarás’, y Dios no habría de exigir lo que una vez había prohibido. Abraham salió de su tienda y miró hacia el sereno resplandor del firmamento despajado, y recordó la promesa que se le había hecho casi cincuenta años antes, a saber, que su simiente sería innumerable como las estrellas. Si se había de cumplir esta promesa por medio de Isaac. ¿cómo podía ser muerto?” [Patriarcas y profetas, p. 145).
Abraham se puso de rodillas y oró como nunca había orado. La noche parecía más oscura que de costumbre. No había otra palabra de parte de Dios. Pero, continuaba minando en sus oído la orden: “Toma ahora a tu hijo, tu único hijo, Isaac…”
Dios le había dado a Abraham una serie de pruebas de fe durante su vida. Obedeciendo por fe, Abraham había dejado Ur y había confiado todo a Dios durante los largos años de deambular por una tierra extranjera. Por fe había esperado un largo, Inrgo tiempo por el hijo prometido y por orden de Dios había, incluso, despedido a Ismael.
Pero, durante esos años, también había fallado varias veces. Una vez había mentido al Faraón egipcio, y también al rey de Gerar, acerca de su relación con Sara, declarando que era su hermana más que su esposa. Había mostrado desconfianza en Dios al casarme con Agar. Ahora, Dios le estaba presentando su prueba final, para ver si realmente podía ser considerado el “padre de la fe”. Pasarla sería un testimonio positivo de que Abraham realmente confiaba en su mejor Amigo.
El sol estaba casi arriba y debía comenzar el viaje. Sabía que Dios le explicaría todo en su debido momento.

Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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LA APESTOSA VERDAD

Báñate y perfúmate y ponte tu mejor ropa (Rut 3:3, NVI).

Y sí, todo el mundo transpira; Dios realmente nos diseñó de esa manera para que nuestros cuerpos no se sobrecalienten. Piensa en ello como una clase de… acondicionador de aire personal.
Pero, a medida que vas envejeciendo y tu cuerpo cambia, tus glándulas sudoríparas comienzan a trabajar horas extra. Y mientras que la transpiración, en sí misma, no tiene olor, las bacterias en tu piel sí lo tienen, y eso hace la diferencia en la forma en que hueles. Así que es importante que prestes más atención a tu higiene, para mantener tu cuerpo limpio.
Nada es más embarazoso que un amigo o, peor aún, alguien que no es tu amigo, te diga que te hace falta ducharte. Mantente preparado siguiendo estas consejos.
Báñate frecuentemente, y usa un desodorante que huela bien. Hay esencias hechas especialmente para muchachos o para jovencitas.
Usa tu ropa una sola vez antes de lavarla. Sugerencia: si está en el suelo, está sucio.
Manten tu habitación limpia. Si tu dormitorio huele como un vestuario de fútbol, ¡también lo hará tu ropa!
Cepilla tus dientes y usa hilo dental para que tu aliento esté fresco ¡y no asuste!
Manten tus uñas limpias y recortadas. Probablemente, no vayan a afectar el olor, pero sí tu aspecto.
Digamos la verdad: la pubertad es rara. Pero ¡también puede ser divertida! Recuerda que es parte del viaje que Dios tiene preparado para ti.
Nunca desestimes el poder de una ducha.

SPLASH:
El cuerpo humano tiene, aproximadamente, dos millones y medio de glándulas sudoríparas.

¿Y AHORA?
Si uno de tus amigos tiene un problema de higiene, ¿crees que sería mejor decírselo, o fingir que no te das cuenta?

Tomado de: Matinal para Adolescentes 2016
“Intensamente, Ejercita tu Cerebro”
Compilado por Penny Estes Wheeler
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MÁS ALLÁ DE TI MISMA

La meditación persistente sugiere argumentos contra las decisiones. Auguste Rodin

Hubo una vez un monje que quería dedicarse a la vida contemplativa, alejado de las distracciones mundanales. Para eso contó con el apoyo de una mujer que le facilitó una choza y se encargó de que no le faltara nada. Transcurridos veinte años, la mujer, ya anciana, se preguntaba qué avances habría realizado su huésped, y decidió ponerlo a prueba. Contrató a una joven para tentarlo. Una noche, la muchacha entró en la choza y encontró al monje meditando. Se acercó a él y comenzó a acariciarlo. Cuando logró captar su atención, le preguntó: “¿Qué hacemos ahora?” El monje se encolerizó, tomó una escoba y echó a la muchacha.*
¿Podría haber hallado este monje otras maneras de no ceder a la tentación sin ahuyentar a la joven? Sí, pero no fue capaz de ver más allá de sí mismo para llevar una palabra de salvación. Tantos años no le habían servido para nada, porque tenía un concepto utilitario de la religión. Como nos pasa a veces a todas nosotras, él se valía de la religión para exaltar su ego o colocarse en un pedestal. Pero esta no es la razón de ser del mensaje de Cristo. Jesús oró, meditó y ayunó pero no para alcanzar una soberbia espiritual, sino para renovar su compasión y su vocación de salvar almas. El vivió una vida dedicada al servicio y ese cristianismo enfocado en el amor al prójimo es el que nos ha transmitido.
Nuestra fortaleza viene de Dios, no de nuestros esfuerzos por obtenerla. Si el tiempo que dedicamos a la meditación no nos saca de nosotras mismas para llevamos a reparar en las necesidades ajenas, para convertimos en instrumentos en las manos del Señor para llegar a otros, seguiremos siendo tan débiles como éramos antes de meditar. Toda religiosidad que nos lleve a la contemplación pasiva y egocéntrica, al autoengaño de creemos más santos que los demás, se aleja de la religión de Cristo.
En una ocasión, Jesús había estado orando y meditando en el Monte de los Olivos y de ahí fue al Templo, donde tuvo que vérselas con una mujer adúltera. El único sin pecado podía haber echado a aquella pecadora a escobazos, o haberse alejado de ella para no verse comprometido ni tentado; sin embargo, simplemente le dio una palabra de vida eterna (ver Juan 8:1-11).
* G. Francis Xavier, 101 historias inspiradoras (México D.F.: Panorama, 2012), pp. 21, 22.
“Quiera él agradarse de mi meditación; yo, por mi parte, me alegro en el Señor” (Sal. 104:34, NVI).

Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
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¡EXCELSIOR!

“Concentren su atención en las cosas de arriba” (Colosensea3:2, NVI).

Henry W. Longfellow, poeta, escritor y traductor, considerado el más ilustre de los literatos estadounidenses de su época, hizo muchas cosas significativas. Una de ellas fue realizar la primera traducción al inglés de la Divina comedia de Dante. De todos los poemas de Longfellow, ‘ y uno que me parece muy interesante. El poema lleva un título muy sugerente: ¡Excelsior!, un vocablo latino que significa “Más arriba”.
En ¡Excelsior!, Longfellow cuenta la experiencia de un joven, quizás como tú, que se había propuesto una meta muy elevada. Con el objetivo de no dejarse intimidar por nada, el muchacho llevaba siempre consigo un letrero que decía: ¡Excelsior!, porque sabía que a lo largo del camino se toparía con obstáculos que tratarían de impedir su ascenso. Una noche, mientras ascendía por las heladas cumbres alpinas, pudo ver a una familia que disfrutaba del calor de la chimenea; sintió deseos de quedarse, pero se dijo a sí mismo: ¡Excelsior! Más adelante se encontró con un anciano que le rogó: “Detente”; pero “él, con nuevo aliento, exclamó: ‘¡Excelsior!”’ Una doncella hermosa le pidió que abandonara el viaje; y con lágrimas en los ojos, el muchacho le dijo: “¡Excelsior!”
¡Excelsior!, ir más arriba, constituye una buena meta para todo joven. Dios te ha llamado a crecer, a ascender a lo más alto, a llegar hasta la cumbre, él quiere que te propongas nobles ideales. Puedes creer en lo dicho por Moisés: “El Señor te pondrá en el primer lugar, y no en el último” (Deuteronomio 28:13). Subraya la frase: “El Señor te pondrá”. Tu papel es seguir adelante, no desanimarte, hacer caso omiso a los que te quieren persuadir a no seguir “más arriba”. Dios no te fallará. Ahora bien, Dios tiene una condición para ponerte “en el primer lugar”. ¿Sabes cuál es? Que “atiendas a los mandamientos del Señor” (Deuteronomio 28:13). Por tanto, tus aspiraciones deben estar en armonía con la esencia de los mandamientos divinos: amar a Dios y amar a tu prójimo.
¿Adonde quieres llegar? ¿Cuál es esa montaña a la que te gustaría ascender? Si lo que quieres está en sintonía con los mandamientos de Dios, no te canses de mirar “más arriba”, no dejes de luchar por tus sueños. ¡Excelsior!, amigo, ¡excelsior!

Por: J. Vladimir Polanco Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2016
“VISITA MI MURO, 366 MENSAJES QUE INSPIRAN”
Por: J. Vladimir Polanco
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“AMOR QUE NO ME DEJARÁS”

“Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni principados ni potestades, ni lo presente ni lo por venir, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús, Señor nuestro”. Romanos 8:38, 39

Entonces, ¿qué respuesta daremos a la pregunta que formulábamos hace una semana de qué mató a Jesús? Situados entre el Getsemaní y el Gólgota, nuestro corazón se enfrenta a dos realidades innegables y supremas: Cuán sumamente terrible es nuestro pecado; ¡y cuán sumamente maravilloso es su amor! Estuvo dispuesto a verse separado de 1 )ios para siempre para que pudiéramos ser salvados para siempre. Abandonado para que nosotros pudiéramos ser hallados, rechazado para que nosotros pudiéramos ser redimidos, experimentó la muerte segunda para que pudiéramos tener una segunda oportunidad. En todo nuestro débil lenguaje humano, no hay más palabra para tal sacrificio que la palabra “amor”.
George Matheson estaba enamorado. Él y la joven de sus sueños iban a casarse en poco tiempo. De repente, sobrevino la tragedia. George se quedó misteriosamente ciego. Pero aunque sus ojos ya no podían ver, su corazón podía seguir amando a la mujer que iba a convertirse en su esposa.
Hasta que sobrevino una segunda tragedia. Una mañana Matheson oyó sus pasos acercándose. Pero cuando su prometida habló, anunció que no era capaz de casarse con un ciego. Y cuando el eco de sus pasos salió de su vida para siempre, unos ojos que no podían ver derramaron lágrimas que solo podían ser sentidas. Ella lo había amado, pero eligió no quedarse con él.
En su propia agonía personal, un día Matheson buscó a tientas una pluma y escribió sobre otro amor. En la magnífica traducción española de Vicente Mendoza, su primera estrofa dice así:
“Amor que no me dejarás, descansa mi alma siempre en ti; es tuya y tú la guardarás, y en tu regazo acogedor la paz encontrará”.
¿Qué mató a Jesús? Un huerto y una cruz declaran que mayor que nuestro pecado contra él fue su amor hacia nosotros. Y eso le arrebató la vida en el Calvario: el abrazo clavado, abierto de par en par, de un amor que nunca te dejará.
Por los siglos de los siglos.
Amén.

Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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