lunes, 1 de febrero de 2016

JESÚS ES TU AMIGO

«Tú eres mi refugio, mi castillo, ¡mi Dios, en quien confío!» Salmo 91:2

José fue vendido y alejado de su familia cuando todavía era muy joven. Él se sentía solo, con frío y muy triste. Lloraba muy a menudo, igual que tú cuando te duele alguna parte de tu cuerpo o te caes y te lastimas. Cuando te sucede algo así, papi y mami vienen rapidito a consolarte. José no tenía quién lo consolara, estaba lejos de su casa, de sus padres y aparentemente solo.
Pero, ¿sabes algo? Él no estaba solo. Su amigo especial estaba con él y lo acompañaba a todas partes. Descubrió una manera de hablar con su amigo Jesús y contarle sus problemas. De esa forma Jesús lo cuidó hasta que se reunió de nuevo con su familia.
Tú también puedes hablar con Jesús, como José, por medio de la oración. Puedes tener un lugar favorito para orar: tu habitación o un lugar especial, en la naturaleza. Pruébalo y verás qué felicidad se siente cuando hablas con tu amigo Jesús.

Oremos: Querido Jesús, gracias por estar siempre conmigo y cuidar de mí. Gracias por ser mi amigo especial.

Pasito a pasito, Crezco y aprendo
¡Vive y crece sanamente!
Por: Kathy Hernández de Polanco
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EL GRAN DÍA VERDE

Tu Oración:  Dios, gracias porque el tercer día creaste tanta comida rica para poder alimentarme y alegrar mi jardín. Te amo.

Versículo para hoy: “Y dijo Dios: ‘¡Que haya vegetación sobre la tierra; que esta produzca hierbas que den semilla, y árboles que den su fruto con semilla, todos según su especie!”’ Génesis 1:11.

Dios había terminado de crear el cielo, el agua, la tierra seca y el aire necesario para que podamos respirar. Entonces, el tercer día, Dios dio la orden con su poderosa voz, y el jardín se llenó de árboles, plantas y arbustos.
Comenzaron a brotar hermosas flores rojas, amarillas, celestes y de todos los colores. También crecieron manzanas, naranjas, cerezas y muchas otras fruta sabrosas en árboles y arbustos. Dios creó la lechuga, la espinaca, las zanahorias y todas las deliciosas verduras que comemos hoy, así como la avena, el trigo, el maíz, las nueces y las almendras. Todo estaba listo para servir de alimento a los animales y al hombre, que pronto iban a vivir allí.
Todo se veía hermoso, la vegetación recién creada alegraba la tierra.

Un poquito de ciencia
En tu libreta de observaciones, dibuja seis frutas, cuatro verduras y dos cereales. Recuerda que, en el tercer día, Dios creó todo esto para que comamos saludablemente.

Devoción matutina para niños pequeños 2016
Pequeños científicos de Dios
Por: Cesia Alvarado Zemleduch
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DIEZ CAMELLOS Y UNA NOVIA

Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas. Proverbios 31:10.

Eliezer estaba contento de estar en su camino en tan corto tiempo. Caminando adelante para guiar la pequeña caravana, probablemente se sonreía, pensando en cómo Dios lo había guiado en encontrar una esposa para Isaac.
Cuando se sentaron alrededor de la fogata a la noche, estoy seguro de que Rebeca le hizo a Eliezer un montón de preguntas. Quería saber sobre Abraham y las condiciones de vida en la tierra extraña; pero sobre todo, estaba ansiosa por aprender lo más posible sobre su futuro esposo. Cualquier cosa que Eliezer tenía para decir acerca de Isaac era de gran interés para ella.
Y ¿qué sucedía con el futuro novio? El estaba esperando impacientemente la llegada de la caravana desde la Mesopotamia. ¿Había tenido éxito Eliezer en encontrarle una esposa? Si así era, ¿qué tipo de mujer era? Isaac usualmente salía a los campos al atardecer para meditar y pensar en Dios. Ahora sus pensamientos giraban alrededor de la esposa que el Señor le proveería. Estaba, como es natural, muy curioso acerca de esta mujer.
Cuando el tiempo esperado para el regreso de la caravana se aproximaba, la emoción, tanto en casa como en el camino, iba en aumento. La Biblia nos da solo un pequeño vistazo de aquella emoción: “Y había salido Isaac a meditar al campo, a la hora de la tarde; y alzando sus ojos miró, y he aquí los camellos que venían” (Génesis 24:63).
Desde su posición elevada encima del camello, Rebeca divisó a Isaac, que venía hacia ellos. Ella llamó a Eliezer:
“¿Quién es este varón que viene por el campo hacia nosotros?”
“Este es mi señor” (vers. 65).
Dando el alto a la procesión, Rebeca se bajó del camello de manera que pudiera estar a la altura de los ojos de Isaac. Luego, siguiendo la costumbre de la época, veló su rostro. Isaac no vería el rostro de su novia hasta después de la boda.
No se nos cuenta cómo fue el primer saludo, ni cómo Eliezer volvió a contar la historia a los siervos entusiasmados, todos reunidos por la gran ocasión, ni de la felicidad de Abraham. Pero se nos dice que Isaac llevó a Rebeca a la tienda de su madre, que había estado vacía por tres años. Y luego la Biblia dice simplemente: “y la amó” (vers. 67).
La hermosa Rebeca, con su disposición agradable, alegre y considerada, fue suya.

Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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PADRE ADÁN

Y llamó Adán el nombre de su mujer Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes (Génesis 3: 20)

-¿Con quiénes se casaron los hijos de Adán? -preguntó Ana a su maestra de Biblia después de la clase.
Tomada por sorpresa, la profesora Luda pidió a Ana que repitiera su pregunta.
-Lo que quiero saber es, considerando que no había otras familias con hijas con las que pudieran casarse Caín y Set, ¿quiénes se casaron con ellos?
La profesora Lucía sonrió.
-Tienes razón -le explicó-. No había otras familias en la Tierra; Dios había creado solamente a Adán y a Eva. Pero la primera pareja tuvo muchos hijos, y con el correr del tiempo los hermanos y las hermanas se casaron entre ellos.
Ana, con el ceño fruncido, dijo:
-Pero… ¿cómo sabes eso? Pensé que Adán y Eva solo habían tenido a Caín, Abel y Set. Yo no pensaba que hubiesen tenido alguna hija…
La profesora tomó su Biblia.
-Veamos lo que dice el Génesis -dijo.
Dirigiéndose al capítulo cinco, encontró el versículo que estaba buscando.
-Después del nacimiento de Set -leyó-, Adán vivió ochocientos años y tuvo otros hijos e hijas (Gén. 5:4).
Entonces la maestras Lucía pasó su Biblia a Ana, para que ella pudiera leerlo.
Con una sonrisa, Ana le devolvió la Biblia a su maestra.
-Nunca me había dado cuenta de esto -le dijo-. Pienso que esa es la razón por la que esta clase me gusta tanto: siempre encontramos las respuestas en la Biblia.

SPLASH:
Adán tenía 687 años cuando, en la octava generación humana, nadó Matusalén. Durante 243 años Matusalen pudo pasar tiempo con Adán. Noé nació 126 años después de que Adán falleciera, Matusalén fue su abuelo y le contó las historias de los orígenes.

¿Y AHORA?
¿Qué otro tipo de preguntas podría hacerte la gente que tú podrías responder con la Biblia? ¿Cómo puedes saber dónde encontrar las respuestas?

Tomado de: Matinal para Adolescentes 2016
“Intensamente, Ejercita tu Cerebro”
Compilado por Penny Estes Wheeler
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LA SABIDURÍA ES SU PROPIA

Los sabios son los que buscan la sabiduría; los necios piensan haberla encontrado ya. Napoleón Bonaparte

Se cuenta que Tales de Mileto (630-545 a.C.), el más famoso de los siete sabios de Grecia, sufría las burlas de sus conciudadanos. Mucha gente creía que si fuera realmente sabio, se habría hecho rico. Cuando este comentario llegó a sus oídos, Tales tomó sus ahorros y compró todas las máquinas de prensar aceitunas que había en su ciudad. El filósofo había estudiado el clima y las estaciones y sabía que, aquel año, los olivos darían una cosecha extraordinaria.
Cuando llegó el tiempo de la cosecha, los agricultores descubrieron que una persona era la propietaria de todas las prensas de la región; si querían obtener aceite para vender, o simplemente evitar que toneladas de aceitunas se echaran a perder, debían alquilar las prensas de Tales de Mileto. Como tenía un monopolio, este se permitió el lujo de cobrar cantidades exorbitantes de dinero. Al final de la cosecha, Tales era un hombre rico. De manera inesperada, vendió las prensas y donó todas las ganancias; así, el sabio demostró que podía haber elegido las riquezas, pero había preferido el camino de la sabiduría. Nadie volvió a burlarse de él.*
¿Qué camino hemos elegido nosotras? ¿Cuáles son nuestras prioridades? ¿Tal vez pedimos a Dios sabiduría para usarla como un instrumento que nos lleve al éxito y la prosperidad material? Así entendían la sabiduría los contemporáneos de Tales, y así la sigue entendiendo hoy la mayoría de la gente: “Esta persona es sabia porque ha hecho fortuna, porque ha terminado una carrera difícil, porque habla de maravilla en público…” Pero ¿es este el concepto de sabiduría que presenta la Biblia?
Dios nos ha explicado qué significa ser sabio: “Si haces tuyas mis palabras y atesoras mis mandamientos; si tu oído inclinas hacia la sabiduría y de corazón te entregas a la inteligencia; si llamas a la inteligencia y pides discernimiento; si la buscas como a la plata, como a un tesoro escondido, entonces comprenderás el temor del Señor y hallarás el conocimiento de Dios” (Prov. 2:1-5, NVI).
Si integras en tu día a día las palabras de Dios; si consideras sus mandamientos como tu mayor tesoro; si haces del conocimiento de Dios el gran objetivo de tu vida, entenderás que la sabiduría es su propia recompensa. Por eso, busca la sabiduría; no es “misión imposible”.
“¡Quién diera que Dios hablara, que abriera para ti sus labios y te declarara los secretos de la sabiduría, que son de doble valor que las riquezas!” (Job 11:5, 6, RV95).

* Pat Williams y Jim Denney, The Leadership Wisdom of Solomon [El sabio liderazgo de Salomón] (Ohio: Standard Publishing, 2010), pp. 254, 255.

Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
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EL PRECIO DE LA HONRADEZ – PARTE I

“El que no vende su honradez a cambio de dinero, tendrá una larga vida” (Proverbios 15:27, TLA).

Jean-Baptiste Colbert, ¿te suena ese nombre? La Enciclopedia Británica, entre otras cosas, dice que fue ministro de Finanzas, secretario de la Casa del Rey y de Marina durante el reinado de Luis XIV de Francia, en el siglo XVII. Fue el “responsable de llevar a cabo el programa de reconstrucción económica que convirtió a Francia en la potencia dominante en Europa”. ¿Cómo pudo este hombre, que no formaba parte de la aristocracia europea, llegar tan lejos?
En el libro Su palabra de honor y otros relatos se cuenta un episodio que desempeñó un papel vital en el devenir personal y profesional de Colbert. Durante su juventud, Colbert comenzó a trabajar en una tienda de telas. En cierta ocasión su patrón le ordenó llevar tres piezas de tela a la habitación de un próspero banquero, que se hospedaba en un lujoso hotel. “Mire -le dijo el patrón-, esta pieza marcada con el número uno se debe cobrar a razón de seis libras la yarda; la número dos, a ocho; y la número tres, a quince libras la yarda. No se equivoque” (p. 26).
Como era su costumbre, el joven Colbert acató la orden del jefe, se fue al hotel y le entregó las telas al importante personaje. Luego de revisar las telas, el banquero escogió la número dos y compró treinta yardas. Cuando Colbert llegó a la tienda, el dueño se dio cuenta de que el joven había vendido a quince libras la yarda la tela que costaba ocho. Es decir, ¡a casi el doble del precio real! El patrón lo felicitó y, además, le ofreció un porcentaje de las ganancias “adicionales”.
¿Qué habrías hecho tú? ¿Habrías aceptado el soborno de tu patrón y te hubieras quedado callado? La honradez de Colbert fue puesta a prueba, pero con mucha entereza de carácter le dijo a su jefe: “¿Sabe qué? Esto no puede quedarse así. No deseo tener dinero ajeno, prefiero ser honrado” (p. 27).
Como dijo Séneca, el filósofo moralista romano: “Lo que las leyes no prohíben, puede prohibirlo la honestidad”. Colbert sabía que “de muy poco aprovecha el dinero mal ganado. Lo que vale es la honradez, pues te salva de la muerte” (Proverbios 10:2, TLA).

Por: J. Vladimir Polanco Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2016
“VISITA MI MURO, 366 MENSAJES QUE INSPIRAN”
Por: J. Vladimir Polanco
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RECUERDOS DE LA HORA DEL RECREO

“Porque para el Señor tu Dios tú eres un pueblo santo; él te eligió para que jueras su posesión exclusiva entre todos los pueblos de la tierra”. Deuteronomio 7:6, NVI

Cuando piensas en el hecho de haber sido elegido, ¿se retrotrae tu mente a los lejanos días en la hora de recreo en aquel patio de escuela cuando el maestro pedía a los dos chicos más grandes de la clase que formasen equipos para algún deporte? ¿Te acuerdas de cómo el resto se ponían en fila, aguardando educadamente a que se pronunciara el nombre de cada cual? ¿Y te acuerdas de cómo estabas allí de pie, aguantando nerviosamente la respiración, cambiando tu peso de un pie al otro, esperando en vano que esa vez fueras elegido? Sin embargo, cuando los capitanes iban eligiendo quisquillosamente en aquella fila que se hacía más corta cada vez con cada nombre pronunciado, una fila en la que aún seguías tú, ¿te vino a la cabeza el pensamiento terrible: “Puede que no me elijan en absoluto. Supongo que tendré que quedarme otra vez en las bancas y ver a los niños que fueron elegidos’ jugar su partido”?
Algunos sabemos, por triste experiencia, que no ser elegido no es nada gracioso. Ya se trate de la elección de presidente o de una invitación a una fiesta, a nadie le gusta que lo hagan de menos.
Entonces, ¿qué hacemos con estas palabras de Dios, debidamente transmitidas a los hijos de Israel por medio de su anciano dirigente Moisés? Los cuarenta años de peregrinaje por el desierto casi han terminado. Salvo Josué y Caleb, toda una generación de más de sesenta años está ahora muerta. Estas palabras forman parte de la despedida más larga de la literatura sagrada, cuando por última vez Moisés repasa con los hijos adultos la dirección divina de las últimas cuatro décadas. Sus madres, sus padres y sus abuelos son todos polvorientos montículos mortuorios en el desierto que hay a su espalda. La incredulidad ha privado de la tierra prometida a toda una generación. Y hasta su amado dirigente, entrado en años, ascenderá en unos días una montaña solitaria para morir en soledad a este lado de Canaán, precio elevadísimo por la responsabilidad moral de los dirigentes espirituales.
“El Señor tu Dios […] te eligió para que fueras su posesión exclusiva”. En realidad, no hay ninguna manera diplomática de expresar esto. Moisés simplemente pronuncia la verdad. Sobre todos los pueblos de la raza humana, ustedes -esta pandilla liberada de esclavos procedente de Egipto- han sido elegidos por Dios para ser “su posesión exclusiva”. Punto. Pero en nuestra época de imparcialidad igualitaria esto difícilmente parece cortés ni adecuado, ¿verdad? A no ser, por supuesto, que ser elegido tenga más que ver con Dios que con nosotros.

Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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