lunes, 13 de junio de 2011

SÉ UNA BUENA PERLA

También el reino de los cielos es semejante a un buenas perlas. (Mateo 13:45).

Como leemos en el libro Palabras de Vida del Gran Maestro el comerciante representa a Cristo, que busca a sus hijos (ver página 90). Aunque pecadoras, somos valiosas a los ojos de Dios. Jesús lo demostró cuando vino a este mundo por nosotras, haciendo un sacrificio mayor que el que realiza aquel que desciende a las profundidades del mar en busca de perlas.
Las perlas son resultado del dolor, pues se forman cuando un grano de arena o un parásito entran en el interior de una ostra. En la parte interna de la concha se encuentra una sustancia llamada nácar. Cuando un objeto extraño o indeseable penetra al interior de la ostra, el nácar comienza a trabajar, cubriendo el objeto con capas y más capas para proteger indefenso de la ostra. Como resultado de este mecanismo de defensa, se va formando una preciosa perla. Una ostra que no ha sido herida no produce perlas.
¿Has recibido alguna herida? Entonces, produce una perla. ¿Cómo? No permitiendo que el resentimiento se acumule alrededor de tu herida, sino dejando que el amor de Cristo te cubra y te transforme en una valiosa joya. ¡Cuántas hay que son como ostras vacías! No porque no hayan sido heridas, sino porque no han sabido perdonar, comprender, aceptar, dejar el pasado atrás y permitir que el dolor se transformara en amor. Empieza a producir perlas en tu vida o, mejor aún, deja que tu vida se convierta en una hermosa perla.
«Los que reciben a Cristo mediante la fe serán considerados por el cielo como perlas preciosas por las cuales el mercader ha pagado un precio infinito [...]. Dios no podría haber expresado un mayor amor que el que demostró al dar al mundo el Hijo de su corazón [... ]. La felicidad presente y eterna del hombre consiste en aceptar el amor de Dios» (Exaltad a Jesús, p. 226).
Permite que Dios te convierta en una perla comprada a gran precio, que muy pronto refulgirá esplendorosa al lado de las doce puertas de perlas de la Nueva Jerusalén.
La mujer es una hermosa perla en las manos de su Creador.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

ENTREGA A DIOS Y CONSTANCIA EN EL TRABAJO

Y dijo Faraón ajóse: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. Génesis 41:39.

La vida de José presenta una variada sucesión de eventos en su juventud que pueden ayudarnos a vislumbrar cómo se preparó para enfrentar las grandes responsabilidades que Dios le asignaría. Seguir el ejemplo de José y de tantos héroes bíblicos, puede serte útil a la hora de tomar decisiones sobre tu preparación académica y profesional.
José fue un grande de su época. Ser el segundo después del faraón, en una nación extranjera y pagana, no fue poco mérito. Para colmo, no llegó a Egipto como un noble, sino como un esclavo, y luego fue un presidiario. Las Escrituras no registran ningún pecado que él haya cometido, por lo tanto, podemos intuir que aun cuando estuvo en el apogeo de su mandato como gobernador de Egipto, fue virtuoso a la vista de Dios y de sus semejantes.
¿Qué fue lo que capacitó a José para ser brillante espiritual y profesional-mente? La respuesta es: las buenas decisiones que tomó en su juventud. Repasemos algunas: José se entregó a Dios de todo corazón, a pesar de las circunstancias. Después de haber sido durante años el hijo mimado, fue vendido como esclavo por sus propios hermanos porque le tenían celos. José pudo haberse rebelado contra Dios y protestar: "¿Por qué tengo que sufrir como esclavo, si no hice nada malo?" Pero más allá de las especulaciones, se aferró a Dios y decidió serle fiel.
En segundo lugar, José se esforzó por hacer lo mejor. Como esclavo de Potifar, llegó a ser el mayordomo general de todos los bienes de su amo. Cuando cayó en prisión, ante su buen desempeño, el carcelero le encargó la administración. Como gobernador, supo almacenar alimentos durante los años de abundancia, y repartirlos sabiamente, para que la nación y los pueblos vecinos fueran abastecidos y no murieran de hambre.
En su tiempo, nadie hubiera pensado que José llegaría a "volar" tan alto. ¿Qué esclavo soñaría con llegar a ser gobernador de un país? Quizá ni él mismo lo imaginó, pero su voluntad férrea en dar siempre lo mejor y su entrega a Dios lo capacitaron para llegar a ser lo que fue: un grande entre sus contemporáneos y un héroe de la fe.
El Señor también te ha llamado a ti para que seas grande. En medio de las pruebas, las luchas y las circunstancias adversas, da siempre lo mejor y entrégate por completo a Dios, y tendrás éxito.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

ESTARÉ CONTIGO

Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. Josué 1:5.

Moisés había muerto, y su cuerpo había sido enterrado. La despedida había sido, a la vez, dolorosa y dulce; reflexiva y estremecedora. Inevitable.
Cuando un líder muere, el pueblo se ve desorientado. Pierde su punto de referencia, vacila a veces; mira al futuro con temor. Fue en esas circunstancias que Dios se dirigió a Josué, el nuevo líder, y le manifestó las palabras mencionadas en el versículo de hoy.
La promesa involucraba relación. Dios estaría con el joven líder, no lo dejaría ni lo desampararía. Dios siempre está con quienes reconocen su fragilidad y lo buscan. La pregunta es: ¿Está el ser humano con Dios?
Dios nunca abandona a sus criaturas. Es la criatura, en sus locos arrebatos de independencia, que abandona al Dador de la vida. Al principio, todo le parece fascinante: vivir sin reglas y correr por los engañosos pastos del existencialismo le parece la aventura que siempre soñó.
El tiempo, sin embargo, se encarga de mostrarle la insensatez de su decisión. En lugar de encontrar las montañas deseadas de la victoria, desciende a los abismos oscuros y solitarios de la derrota. Se asusta, e intenta inútilmente encontrar la salida.
Dios sabía que Josué corría el riesgo de conducir al pueblo a la muerte. Por eso, se le presentó una noche y le recordó que la condición para conquistar los grandes desafíos de la vida era estar en él.
Tal vez, este consejo te llega mientras saboreas el gusto amargo de la derrota; lloras las lágrimas de los sueños frustrados. Los castillos que construiste se desmoronaron en un instante: vinieron las ondas de la crisis, y descubriste que habías edificado sobre la arena. Miras a todos lados, y tratas de descubrir qué es lo que salió mal.
Vuelve tus oídos al consejo de hoy. ¿Está Dios contigo? ¿Tienes la seguridad de que el brillo seductor del éxito no te llevó a abandonarlo? Luchaste solo; corriste solo. Y, cuando el enemigo apareció, no pudiste hacerle frente.
Por eso hoy, no salgas de casa sin recordar la promesa divina: "Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón