jueves, 2 de julio de 2009

DIOS NOS PROTEGE

El ángel del Señor acampa en torno a los que le temen; a su lado está para librarlos (Salmo 34: 7).

Era una mañana de primavera y me levanté temprano para llegar a tiempo al colegio. Me tocaba iniciar la semana de oración estudiantil. ¡Qué preciosas alabanzas entonaban nuestros alumnos y el Espíritu de Dios se sentía entre nosotros! Al terminar el programa pasamos a nuestros salones para iniciar las labores docentes, me asomé por la ventana para respirar aire fresco y contemplar el campo verde, flores, olivos y al cerro Cuchuma. Al poco rato un alumno gritó: «¡Hay un poco de fuego!» Fuimos hacia la ventana y observamos con preocupación que un incendio avanzaba tenebrosamente hacia el colegio. Inmediatamente sacamos a nuestros alumnos al campo de enfrente; los más pequeños empezaron a gritar y llorar. El fuego avanzaba a gran velocidad. Estaba a solo tres metros de los salones traseros cuando de pronto sucedió un milagro: el viento cambió de dirección, el fuego ya no avanzó y dio tiempo para que llegaran los bomberos, quienes lograron sofocar el siniestro unos minutos después. Los alumnos dijeron que no vendrían a clases al día siguiente, pero esa tarde platicamos con los padres y los enviaron de nuevo a clases. Ni el susto ni el fuego pudieron detener el programa espiritual que teníamos. Todo el equipo de maestros nos reunimos esa tarde en agradecimiento y oración por la protección fiel y maravilloso de nuestro buen Dios. ¡Cuántas promesas de protección se han cumplido delante de nuestros ojos! Estoy segura que allí estuvieron los ángeles cuidando de nuestro colegio y alumnos. Fiel es Dios y cumple sus promesas.
Reyna Ibarra de Guevara
Tomado de la Matutinas Manifestaciones de su amor

EL SECRETO DEL ÉXITO

Hermanos, no digo que yo mismo ya lo haya alcanzado; lo que si hago es olvidarme de lo que queda atrás y esforzarme por alcanzar lo que está delante, para llegar a la meta y ganar el premio celestial que Dios nos llama a recibir por medio de Cristo Jesús. Filipenses 3: 13, 14

Enciende la televisión cualquier domingo por la mañana y, si la miras suficiente tiempo, te encontrarás con un espacio informativo comercial en el que alguien te dirá, por la cómoda cantidad de 39.95 dólares al mes durante tres meses, más gastos de envío, cómo tener éxito más allá de lo que te puedas-imaginar. Para la mayoría de la gente tener éxito significa ganar mucho dinero. Los que salen en la televisión afirman que lo puedes hacer comprando y vendiendo casas, jugando en la bolsa o invirtiendo en cualquier estructura para hacerse rico en poco tiempo. Pero el éxito de verdad no tiene nada que ver con el dinero. Tiene mucho que ver, de hecho es, hacer la obra que Dios nos ha encargado. Creo que podríamos resumir nuestra tarea en siete palabras: amar a Dios, amar a los demás. Eso lo es todo en la vida. Cada mañana cuando empieces el día, piensa en cuan diferente serían las cosas si, en lugar de planificar el día según tus deseos y lo que te haría feliz, te preguntaras dos cosas: «¿Qué puedo hacer hoy para demostrar a Dios lo mucho que lo amo?» y «¿Qué puedo hacer hoy para demostrarle a alguien que lo amo?» Los dos mayores mandamientos, «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente» y «Ama a tu prójimo como a ti mismo» son la clave del éxito. Si pudiéramos dejar de pensar en nosotros mismos, empezaríamos a hacernos una idea de cómo será el cielo. En el cielo no nos preocuparemos por si recibimos muchas cosas, sino por lo que podamos dar. ¿Qué puedes hacer hoy para mostrarle tu amor a Dios? ¿Qué puedes hacer hoy para mostrarle amor a alguien?

Tomado de la Matutina El viaje Increíble.

CUANDO DIOS SE DEMORA, CONFÍA EN SU AMOR

Enviaron, pues, las hermanas, para decir a Jesús: «Señor, he aquí el que amas está enfermo». Juan 11:3

Cómo debemos reaccionar cuando Dios no responde a nuestra súplica inmediatamente? ¿Cuál debiera ser nuestra actitud cuando esperamos que Dios 'actué y nada parece ocurrir? Cuando llamamos y no hay respuesta, cuando tocamos a la puerta y no se abre, cuando la ayuda implorada no llega, ¿qué hacer?
En vez de pensar que Dios no escucha, que nuestras oraciones no van más allá del techo, que nos ha abandonado, o que el milagro no se produce porque somos malos, mostremos plena confianza en su amor.
Jesús recibió el mensaje de que su amado amigo estaba enfermo. La Biblia parece enfatizarlo: «Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro» (Juan 11:35). Además, se menciona que, frente a la tumba de Lázaro, «Jesús lloró» (Juan 11:35). Y los Judíos dijeron: «Mirad cómo le amaba» (Juan 11: 36).
No importa las circunstancias que tengas que enfrentar. No importa cuan oscura sea la noche de la prueba. De una cosa puedes estar plenamente seguro: ni siquiera por un instante eres ajeno al amor de tu Padre celestial.
El mensaje que las hermanas de Lázaro le enviaron a Jesús no incluía la petición de que acudiera a Betania. Tampoco se decía que lo esperaran urgentemente. Eso era innecesario. Sus amigos sabían muy bien que la prueba, la enfermedad, el sufrimiento y el dolor de su amigo Lázaro harían que Jesús viniera rápidamente. Tenían confianza en su amor. Sabían que con solo comunicarle que había una necesidad, él respondería.
Podemos atravesar por muchas experiencias trágicas en la vida y experimentar muchas situaciones indeseables, pero, a pesar de todo lo que ocurra, del vacío, del abandono, del desprecio que tengamos que experimentar, nunca debemos olvidar una cosa: Jesús nos ama. Sufre por nosotros, y llora con nosotros. Todas las relaciones de Dios con nosotros están presididas por el amor. Jesús no respondió a María y a Marta como ellas esperaban que lo hiciera. Fue una severa prueba para su fe en Jesús. Aunque tardara cuatro días o un año en resolver el problema, ellas debían confiar en su amor. La tardanza de Jesús se debía a que tenía un propósito de misericordia hacia ellas y hacia Lázaro.
Cualquiera sea la manera en que Dios haya decidido resolver tu problema hoy, confía plenamente en que él te ama, que está contigo y nunca te dejara solo o sola, en las horas de angustia de tu vida.

Tomado de la matutina Siempre Gozosos