miércoles, 3 de febrero de 2010

NUEVAS CADA MAÑANA

Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana (Lamentaciones 3:22, 23).

Estoy a punto de aterrizar en Amsterdam, para un congreso del Ministerio de la Mujer. Si miro por la ventana, puedo ver los primeros rayos del sol que aparecen a través de las nubes que rodean el aeropuerto. No pude dormir bien, pero agradezco a Dios por el privilegio de ver un nuevo día desde aquí arriba. Un nuevo día... ¡siempre es un desafío! Pero doy gracias por los nuevos días, las nuevas horas y los nuevos minutos; ¡incluso por los nuevos segundos! La pregunta es: ¿Está Dios en primer lugar en nuestras vidas cada día? Cuando ponemos a Dios en segundo lugar, nos hacemos un gran daño a nosotras mismas. Pero, cuando invitamos a Dios a estar en el centro de nuestras vidas, podemos reclamar tesoros espirituales que durarán para siempre. La promesa de Dios es darnos un nuevo comienzo cada mañana. Cuando pienso en esto, mi corazón rebosa de gozo. ¡Qué Dios tan maravilloso tenemos! No importa cómo haya sido el día de ayer, me puedo levantar por la mañana, y mirar hacia el cielo con la confianza de que las misericordias del Señor nunca fallarán; son nuevas cada mañana. Nunca se nos garantiza una vida fácil, un viaje seguro, una semana libre de problemas, hijos perfectos o un día perfecto. Sin embargo, sí se nos garantiza la ayuda de Dios y el éxito cuando entregamos cada detalle de la vida a él. Mi avión está aterrizando. Realmente no sé qué me tiene preparado Dios para este día. Pero he decidido confiar en él y agradecerle las bendiciones por anticipado. Quizás hoy tengas que enfrentar situaciones que te preocupan. Es justamente durante estos momentos difíciles que debes encontrar el valor para confiar en nuestro Padre amante. No importa el problema que estés enfrentando hoy, aférrate de la promesa: "Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana". Deshazte de los sentimientos de temor, y entrega tus preocupaciones al único que realmente puede ayudarte. Querido Señor, te agradezco hoy por tu misericordia y por un nuevo día. Ayúdame a confiar en ti incluso en los pequeños detalles de la vida diaria. En el nombre de Jesús. Amén.

Raquel Costa Arrais
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

LLAMADOS A TRIUNFAR

«Pero, Señor», objetó Gedeón, «¿cómo voy a salvar a Israel? Mí clan es el más débil de la tribu de Manases, y yo soy el más insignificante de mi familia». Jueces 6:15

Gedeón hizo la pregunta correcta: «¿Cómo voy a salvar a Israel?» Pero demuestra que no escuchó todo el mensaje de parte de Dios. El Señor le dijo: «Yo soy quien te envía» (Jueces 6: 14). ¡No escuchó la parte más importante de la instrucción! ¿Recuerdas la memorable batalla de Gedeón contra los madianitas? La descripción del ejército enemigo es verdaderamente aterradora: «Los madianitas, los amalecitas y todos los otros pueblos del oriente que se habían establecido en el valle eran numerosos como langostas. Sus camellos eran incontables, como la arena a la orilla del mar» (Jueces 7: 12). Dios le había dicho a Gedeón que no importaba el número de los adversarios: «Tú derrotarás a los madianitas como si fueran un solo hombre, porque yo estaré contigo» (Jueces 6: 16), fue la promesa divina. Tampoco importaba con cuántos hombres contaba Gedeón para la batalla. El ejército que se congregó al llamado a la guerra fue de solo 32,000 hombres. Pero 22,000 no estaban listos para el desafío. Habían acudido por obligación, presiones patrióticas o simple emoción de enrolarse para la guerra. Pero pronto se llenaron de miedo y en la primera oportunidad regresaron a su casa. Únicamente quedaron 10,000 soldados. Pero 9,700 no estaban plenamente concentrados en la tarea. Para la realización de la estrategia se requerían personas cuyo único objetivo fuera esta batalla. Así que Gedeón separó a 300 jóvenes valientes, disciplinados, leales a Dios y alejados de la idolatría (Patriarcas y profetas, p. 593).
Dios anhela encontrar jóvenes que estén dispuestos a dejarse conducir para cumplir sus propósitos. Si tú lo decides no vas a tener temor, porque sabes muy bien quién te ha enviado.
«Dios quiere que los jóvenes lleguen a ser hombres de mente seria,
a estar preparados para la acción en su noble obra y a ser aptos
para llevar responsabilidades». MJ 18

Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

JUSTICIA POR LA FE

Porque por grada ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte (Efesios 2: 8, 9).

Ayer meditaba en lo que significa el primer término de la expresión «justificación por la fe». Hoy reflexionará en el segundo: la fe. ¿Qué significa fe, o tener fe? Generalmente se define como confianza. De hecho, la palabra confianza, etimológicamente, significa «con fe». Tener fe es tener confianza.
Esta relación correcta con Dios solo es posible a través de esa fe o confianza. A la persona que tiene fe, el Señor la declara justa, y por lo tanto es una persona que está en buenos términos con Dios. O dicho de otra manera, para que una persona esté en la relación correcta con el Creador, es necesario que tenga fe, y en virtud de ella él la declara justa.
Son muchos los pasajes bíblicos que nos hablan de esto. Unos pocos serán suficientes: «De hecho, en el evangelio se revela la justicia que proviene de Dios, la cual es por fe de principio a fin, tal como está escrito: "El justo vivirá por la fe"» (Rom. 1: 17). «Dios es justo y, a la vez, el que justifica a los que tienen fe» (Rom. 3: 26). «Porque sostenemos que todos somos justificados por la fe» (Rom. 3: 28). «Pues no hay más que un solo Dios. Él justificará por la fe a los que están circuncidados y, mediante esa misma fe, a los que no lo están» (Rom. 3: 30).
Más adelante vamos a definir en forma más precisa lo que significa tener fe. Hoy nos vamos a concentrar un poco en la razón de la fe, es decir, en por qué Dios establece que la justificación debe obtenerse por fe. En el Nuevo Testamento, el concepto de fe, como requisito para ser justificados, frecuentemente se menciona en contraste con la justificación basada en la ley. Esta expresión, «justificación basada en la ley», se refiere a una justificación basada en el mérito. La fe se contrasta con el mérito propio. Esto quiere decir que Dios no nos puede justificar por mérito propio. Dios decidió que, en la justificación, el mérito procediera de otra parte.

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C