martes, 11 de enero de 2011

ALEGRÍA DURADERA

«Muy breve ha sido la algarabía del malvado; la alegría del impío ha sido pasajera», Job 20:5.
¿Te has fijado que cuando entrevistan a los artistas, rebosan de alegría y felicidad? A lo mejor te parecen sinceros. Su felicidad hasta causa envidia. Pero esa alegría no es duradera ni cierta, solamente quieren transmitir esa idea.
Me imagino que habrás escuchado hablar del famoso Elvis Presley, «el rey del Rock and Rolh. Tenía todo lo que deseaba. En cierta ocasión, un reportero lo preguntó:
—Elvis, ahora estás en plena cima de la fama. Pero cuando empezaste a tocar música y a can¬tar, ¿pensaste que podrías llegar a ser muy rico y famoso, y alcanzar el éxito? ¿Esa alegría que demuestras tener en tu vida es real?
Después de unos minutos, el cantante respondió:
—Me siento completamente solo.
Poco se imaginaba el periodista que seis semanas más tarde, Elvis moriría a los 42 años de edad. No siempre aquello que ves o
deseas tener, te producirá la alegría de vivir. Claro, tampoco quiere decir que jamás sentirás tristeza o ganas de llorar. Pero cuando mantienes tu conexión con el cielo, tu tristeza se convierte en ale¬gría, porque sientes que quien guía tu vida es Jesús. Nunca te des¬conectes.
¡¡Escribe cómo puedes encontrar alegría y felicidad al andar con Jesús!!

Tomado de meditaciones matinales para menores
Conéctate con Jesús
Por Noemí Gil Gálvez

CREADA A SU IMAGEN

Sabed ante todo que en los últimos días vendrán burladores, andando según sus propias pasiones (2. Pedro 3:31).

Mientras escribía esta semana un artículo para un boletín trimestral, meditaba en qué mensaje transmitir a los jóvenes, pues me preguntaba si realmente serían capaces de mantenerse leales a Dios en una sociedad tan corrupta y desprovista de principios como la que les ha tocado vivir.

En todos los tiempos ha habido jóvenes que han tenido que enfrentar el mal con firmeza. Ponerse de parte del bien y ser fiel a Dios nunca ha sido fácil, por eso no es de extrañar que actualmente tampoco lo sea. La actual era postmoderna reclama el libertinaje, no la libertad. Buscando en el diccionario de sinónimos la palabra «libertinaje» encontré, entre otros, estos: impudicia, obscenidad, concupiscencia, deshonestidad, desvergüenza. Por más que se quiera presentar como bueno un estilo de vida basado en estos «valores», sus consecuencias no pueden ser sino nefastas.
La libertad no tiene nada que ver con el libertinaje. Es más, son dos cosas totalmente opuestas. La libertad se fundamenta en los principios plasmados en piedra por la misma mano de Dios. La verdadera libertad te lleva a actuar como una persona racional, creada a la imagen de Dios, y te evita las terribles consecuencias del vicio y la inmoralidad.
Así pues, reflexionando sobre estos temas, decidí formular varias preguntas a los jóvenes: «¿Por qué va a ser malo, si todos lo hacen? ¿Se habrán hecho esta pregunta los tres jóvenes hebreos que no adoraron la estatua de Nabucodonosor? ¿Cuántos jóvenes sucumbían a la tentación sexual en los días de José? ¿Cuántas personas viven una religión externa, legalista, ca¬rente del verdadero amor a Dios y al prójimo?». Tenía la esperanza de que, buscando sus respuestas, hallaran motivación para caminar en la verdadera libertad que únicamente se encuentra en la ley de un Dios de amor.
¿Cómo está tu fe? ¿Te guiarás por tus gustos, sujetos a una naturaleza pecaminosa, o harás brillar los principios divinos? Mi deseo es que atesores esta convicción: «He sido creada a la imagen de Dios, y quiero parecerme siempre a él».

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

HONRAR A LOS PADRES SIGNIFICA OBEDECER

Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor.
Colosenses 3:20.

¿Te resulta fácil obedecer los consejos que te dan tus padres? ¿Reconoces detrás de ellos el amor y la experiencia de vida que contienen? La naturaleza humana y pecadora que poseemos nos lleva a ser independientes y a vivir de un modo egoísta; y esto favorece la desobediencia a cuantos intentan darnos algún tipo de mandato o consejo, aunque sea para nuestro bien. Por lo general creemos saber qué es lo mejor para nosotros, y en algunos casos preferimos sufrir una experiencia negativa antes que obedecer, aunque luego nos lamentemos.
Cuando tenía entre 22 y 23 años de edad me ofrecí para trabajar como enfer¬mero voluntario. Sentía la necesidad de servir a Dios ayudando a otras personas, y los sábados de tarde me dieron la oportunidad de hacerlo en un gran hospital. Me destinaron a la sala de Traumatología, que es el lugar a donde llegan todos los accidentados, y como no sabía absolutamente nada de enfermería, mi trabajo consistía en conversar y darle ánimo a los pacientes allí internados.
Un sábado visité a Ramón, un joven de unos veinte años de edad que tenía un brazo quebrado. Hacía pocas horas que había tenido un accidente con su camioneta, y había recibido la triste noticia que su amigo había muerto. Se sentía sumamente culpable e ignoraba la gravedad de la salud de su padre, quién también lo había acompañando en su viaje. Cuando intenté seguir con otros pacientes, me rogó que no me fuera, que no lo dejara solo al enfrentarse a su madre. Lo consolé y le aseguré que su madre lo comprendería. Pero minutos más tarde ella entró a su habitación y con gritos desesperados lo increpó:
“¡Que hiciste, Ramón! ¡Qué hiciste! ¿Cuántas veces te dije que no condujeras como un loco?" Intenté calmarla, pero todo su enojo, impotencia y desdicha eran dirigidas al hijo accidentado. Cuando salí de su habitación, una enfermera me avisó que hacía algunos minutos el padre también había fallecido.
Con toda sabiduría, el apóstol Pablo exhortó a los hijos a obedecer a sus padres, y a través de las Escrituras también nos amonesta a nosotros, porque un padre que ama a sus hijos solo le dará consejos para su bien y su felicidad, Por eso, si tienes la seguridad que tus padres te aman y ellos viven bajo la luz de Cristo, no dudes en hacer lo que te enseñan. La obediencia es un gran regalo que nuestro Dios nos anima a aprovechar cada día. Procura hoy honrar a sus padres obedeciéndolos "en todo".

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela

¿QUIÉN TE HACE SUFRIR?

Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Jeremías 29:11.

La mañana en que escribo este mensaje, Macal Nova, autor del libro Nadie ve a Dios [No One See God], comenta, en el periódico USA Today, el hecho de que, en los últimos meses, muchos cristianos dejaron de creer en la existencia de Dios porque no entienden las razones que él tiene para "provocar" tanto sufrimiento.
El ser humano, a lo largo de los tiempos, ha luchado por descifrar el misterio del dolor. ¿De dónde viene el sufrimiento? El otro día, conversé con una persona que creía que el dolor era el castigo divino, debido a algún acto pecaminoso del ser humano. Entre líneas, ella creía que Dios es un ser con los ojos abiertos, que observa la conducta de las personas con la intención de castigarlas si no se portan bien.
Esta es una idea diabólica. Fue el diablo que se presentó un día delante de Dios, y lo desafió con relación a Job: "Quítale todo lo que tiene". Sin embargo, la Biblia afirma categóricamente que Dios no quita nada; él jamás envía el dolor. En el texto de hoy, el Señor afirma que sus pensamientos, con relación a los seres humanos, son "pensamientos de amor y no de odio, de paz y no de guerra".
El dolor es fruto del pecado; no necesariamente del tuyo, sino del pecado como rebeldía universal. Nació en el corazón del enemigo de Dios. El diablo te hace sufrir, y después te lleva a pensar que fue Dios quien te castigó. ¿Para qué? Para que te rebeles contra el Creador y trates de vivir la vida solo, siguiendo tus propios instintos y provocándote más dolor.
Si fuese verdad que Dios es el causante del sufrimiento humano -lo que, según Nova, llevó a muchas personas, en los últimos tiempos, a negar la existencia de Dios-, entonces la no existencia divina significaría la ausencia del dolor. Es un asunto de simple lógica, ¿no lo crees?
Tal vez, hoy es uno de esos días terribles en tu vida. Tu corazón está a punto de explotar; no sabes qué hacer ni para dónde ir. La vida te dio las espaldas. Cometieron una injusticia horrenda contra ti, y de repente te ves tentado a pensar que, de algún modo, Dios tiene algo que ver con la causa de tu dolor. No lo hagas. Detente, piensa y medita en las intenciones que Dios tiene para ti: "Pensamientos de amor y no de odio, de paz y no de guerra.

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón