viernes, 8 de enero de 2010

ANTEOJOS COLOR ROSA

Por tanto, nosotros todos, mirando a cara, descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor (2 Corintios 3:18).

Hace varios años, Jon Conlee escribió una canción titulada "Anteojos color rosa". Una de sus estrofas reza: "Estos anteojos color rosa, por los que miro, muestran solo la belleza, porque ocultan la verdad". ¿Sabías
que hay Alguien que está tan enamorado de ti que de veras se ha puesto los anteojos color rosa, y con ellos te mira? ¡Ese Alguien te conoce desde antes que respiraras! Te diseñó y te dio un ADN único, ¡y eres hermosa para él! Cuando le das tu corazón, ¡todo el cielo se regocija! Imagínate a tu ángel guardián corriendo hasta el Trono de Dios y diciéndole a Jesús: "¡Ella lo hizo! ¡Te entregó hoy su corazón!"
Cuando verdaderamente le entregamos nuestro corazón a Jesús, queremos contemplarlo; queremos ser como él es en todas las cosas; anhelamos tener una relación más íntima con él. Las cosas de este mundo pierden su interés, y ocurren cambios en nuestro corazón. Lo que avergüenza al Señor nos avergüenza a nosotras; lo que quebranta su corazón quebranta también el nuestro. Comenzamos a valorar a todas las personas. Todas son hijas de Dios, creadas a su imagen.
Las de temperamento fuerte se comienzan a tranquilizar. Aunque a veces nos parezca que avanzamos dos pasos -y que retrocedimos diez-, progresamos un poco. La Palabra de Dios se convierte en el mapa precioso para nuestras vidas. Comenzamos a tener sed de él, así como una cierva, durante el calor abrazador del verano, desea una fuente de agua para impartir vida a su cervatillo. Sus palabras son vida para nosotros, el Agua de Vida, que estudiamos para conocer la verdad.
Dios mira a través de esos anteojos color de rosa, manchados con la sangre de su propio Hijo, nuestro Jesús. El ve en nosotras lo que podemos llegar a ser. Él ve únicamente la belleza, porque esos anteojos ocultan la verdad de nuestro pasado. El nos mira y ve a Jesús en nosotras.
Nuestro Padre te dice hoy: "Ven a mí, mi preciosa hija; yo te formé; yo sabía todo acerca de ti antes de que nacieras. Nunca te olvidaré. 'Yo deshice como una nube tus rebeliones" (Isa. 44:22), y cuando te miro a través de mis anteojos color rosa, veo solo la belleza que hay en ti".

Karen Fettig

Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

EL ARCOÍRIS DEL PACTO

He colocado mi arcoíris en las nubes, el cual servirá como señal de mi pacto con la tierra. Génesis 9:13

El arcoíris más hermoso y espectacular que yo haya visto jamás, lo pude contemplar cuando laboraba en el entonces Colegio de linda Vista, hoy Universidad de Linda Vista, en Chiapas, estado sureño de México. Había llovido toda la mañana y al mediodía me encontraba en mi casa para almorzar. De repente, al mirar por la ventana, apareció la incomparable figura del arcoíris, como si tocara a la puerta para entrar a nuestra casa. Lo maravilloso era que se posaba sobre la pequeña plaza de la institución frente a la oficina de la dirección y la biblioteca. ¡El deslumbrante arco de colores iniciaba su trayectoria desde nuestro campus! De inmediato, corrí a buscar a mis pequeños y juntos nos apresuramos para ir a colocarnos en el interior de una de las coloridas columnas de aquel espectáculo visual único en nuestras vidas. Estábamos muy emocionados y nos preparamos para sumergirnos en sus colores. Pero cuando llegamos, ¡qué decepción!, ya no estaba allí. Se había posado sobre las montañas. Así que entramos de nuevo a la casa un poco tristes por haber tenido tan cerca el arcoíris y no habernos podido dar un baño con sus delicados colores. Frente a las crisis de nuestra vida, cada vez que nos sentimos libres de temor, es porque el arcoíris de la gracia divina brilla en nuestros corazones. Podemos mirar hacia el futuro con seguridad y esperanza. De esta manera somos «bañados» por los colores de la gracia y la justicia de Dios. En el mismo centro del universo, alrededor del trono de Dios, hay un arcoíris que representa la promesa eterna de que nunca nos abandonará.

«Cristo ha hecho toda provisión para que seamos fuertes. Nos ha dado su Espíritu Santo, cuyo oficio es recordarnos todas las promesas que Cristo ha hecho, para que tengamos paz y una dulce sensación de perdón». MJ 105


Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

GUIADOS POR DIOS

Entonces, advertidos en sueños de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino (Mateo 2: 12).

Los sabios del oriente deben de haber sido personas a quienes Dios guió al conocimiento de su Palabra mediante el encuentro con algún creyente. Dios tiene maneras asombrosas de proceder. Notemos: «Observadores de la naturaleza, los magos habían visto a Dios en sus obras. Por las Escrituras hebraicas tenían conocimiento de la estrella que debía proceder de Jacob, y con ardiente deseo esperaban la venida de aquel que sería no solo la "consolación de Israel", sino una "luz para iluminación de las naciones" y "salvación hasta los fines de la tierra"» (Conflicto de los siglos, p. 361). ¿De dónde venían estos personajes? Algunas tradiciones cristianas los vinculan con Persia o Partía. Es por ello que el arte cristiano los presenta a veces vestidos como los persas. Otros creen que venían de Babilonia, y los asocian con la profecía de Balaam en el libro de Números. Hasta hay quienes creían que Tomás los bautizó, y llegaron a ser obispos que esparcieron el evangelio por su tierra. Marco Polo, en su libro sobre sus viajes, dice haber visto las tumbas de los sabios en la ciudad de Sabá, Persia, y que sus cuerpos estaban todavía intactos. También se dice que la reina Helena, madre de Constantino el Grande, llevó los restos de ellos a la Catedral Hagia Sofía, en Constantinopla, la actual Estambul, en Turquía. Como muchas otras leyendas cristianas, las de los sabios del oriente están llenas de fantasía.
Aunque la tradición cristiana posterior les puso muchos nombres, en realidad no sabemos quiénes fueron ni de dónde vinieron exactamente; tampoco sabemos de qué modo arribaron a su comprensión del nacimiento del Mesías. Pero una cosa es cierta: Dios no deja a oscuras a ningún sincero buscador de la verdad. A estos sabios no solo los guió a través de la aparición de una estrella milagrosa, sino que les dio sueños reveladores para que regresaran con seguridad a su tierra. Ellos llegaron a ser un ejemplo de los miles de individuos que Jesús dijo que vendrían del oriente y occidente, y que se reunirían con Abraham en el reino de Dios (Mat. 8: 11).

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C.