lunes, 11 de junio de 2012

DESCANSA EN PAZ


«Los más valientes fueron despojados; los más fuertes nada pudieron hacer; ¡durmieron su último sueño!» (Salmo 76:5).

A mide verdad me encanta dormir. Es tan placentero meterme en la cama en una noche de invierno, debajo de mi cálida cobija, y quedarme dormido.
Si no durmiéramos ocurrirían cosas muy malas. No podríamos pensar claramente. Nuestro cuerpo se enfermaría. No podríamos ver bien después de varias horas sin dormir y nuestros amigos no querrían estar alrededor de un cascarrabias como nosotros.
El sueño es definitivamente algo muy importante. Dios nos creó con la necesidad de descansar Al dormir; nuestro cuerpo crece. Al dormir el cuerpo se repara a sí mismo. Al dormir nuestra mente se refresca para un nuevo día en la escuela y para el estudio de la Palabra de Dios. Sí, el sueño es muy importante.
Existe otra clase de descanso que también es muy importante. Todos tenemos que descansar en el poder de Dios. En el versículo de hoy podemos leer que Dios es muy poderoso. Podemos confiar en él porque él nos ama. Así que no te preocupes por lo que le pueda pasar Cuando te acuestes esta noche piensa en que Dios te cuidará mientras descansas y que con su poderte protegerá de cualquier peligro.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

UN SUEÑO HECHO REALIDAD


Encomienda a Jehová tu camino, confía en él y él hará (Salmo 37:5).

Hacía pocos meses que le había entregado mi vida a Jesús. Para ese tiempo había solicitado ser admitida en la universidad local, con la esperanza de estudiar la carrera con la que tanto soñaba. Cuando llegó el momento de presentarme a los exámenes yo no tenía trabajo estable, ni tampoco contaba con el apoyo de mi familia. Únicamente me sustentaban la esperanza y la certeza de que Dios me ayudaría a llevar a cabo mis planes.
¡Qué alegría cuando finalmente fui admitida! Sin embargo, entonces comenzaba la lucha. ¿Cómo haría para obtener un título de ingeniería en horario nocturno, siendo como era guardadora del sábado? Tan solo me quedaba orar.  Estaba dispuesta a recorrer el camino sin importar el tamaño de los obstáculos que fueran apareciendo.
Habían transcurrido tres años difíciles. Un sábado después del culto, mientras caminaba hacia la universidad, me dirigí a Dios diciéndole: «Señor, no puedo seguir con un pie dentro de la iglesia y otro fuera de ella. Yo deseo seguirte con fidelidad, pero te confieso que no tengo fuerzas para dejar de lado mis estudios. Si realmente el sábado es tu día santo, ayúdame a guardarlo. Desde ahora no asistiré más a clases en tu día. Ayúdame a graduarme, y que todo sea para la honra de tu nombre». Creo que Dios recibió aquella oración como un reto.
Un día el secretario de la facultad de ingeniería nos dio una noticia que me dejaría llena de sorpresa y gratitud hacia Dios. Habían cambiado el reglamento estudiantil con el fin de que los alumnos elaboraran su propio horario académico. ¡Aleluya, era el fin de la angustia que experimentaba cada semestre a causa de las clases que se ofrecían los sábados!
En la actualidad llevo diez años ejerciendo la profesión que siempre anhelé. Lo más importante es que no tengo la más mínima duda de que el sábado es realmente delicia, santo y glorioso de Jehová.
Querida hermana, Dios está dispuesto a premiar la fidelidad de sus hijos. Te invito a que pongas tus planes en sus manos, haciendo lo que él te manda sin flaquear ni desmayar.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa

LA TRES GRANDES


Señor; los que te conocen, confían en ti, pues nunca abandonas a quienes te buscan. Salmo 9:10.

Tienen razón quienes comparan la vida con una escuela. Cada día trae consigo nuevas lecciones. Cualquier persona puede, sin proponérselo, ser un maestro. Y cualquier espacio, sin que uno lo planifique, puede convertirse en un salón de clases.
Una tarde, mientras celebrábamos el cumpleaños de un compañero de trabajo, se produjo una de esas situaciones. Estábamos en un restaurante y esperábamos que nos sirvieran la comida. En un momento de la conversación, el pastor Pablo Perla, presidente de APIA, dijo: «He aprendido que debo disfrutar plenamente de tres cosas en la vida: En primer lugar, de mi religión, del Dios a quien adoro; en segundo lugar, de mi matrimonio; por último, de mi trabajo, de la labor que realizo cada día». Después de una pausa, agregó: «Yo amo a mi Dios, amo profundamente a mi esposa, y disfruto intensamente de mi trabajo».
La conversación continuó, pero sus palabras me dejaron pensando. ¿Cómo estoy yo en esa triple relación: Dios, matrimonio, trabajo? En silencio, di gracias por el Dios a quien sirvo, la esposa que amo y el trabajo que realizo.
¿Qué lugar ocupa Dios en tu vida? Pocas realidades son más tristes que servir a un Dios a quien no amas. Por otra parte, ¿ya definiste quién será la persona que estará a tu lado como cónyuge por el resto de tu vida? ¿Te imaginas lo que significa vivir con alguien a quien no amas? ¿Alguien a quien no respetas, a quien no admiras? Por último, ¿ya decidiste cuál será tu ocupación? El trabajo que realizarás como profesional requerirá más tiempo de tu vida que cualquier otra actividad. ¡Qué lamentable sería si no lo disfrutaras!
Lo bueno de todo esto es que eres tú y no otra persona el que ha de decidir qué ocurrirá en cada una de estas tres áreas de tu existencia: ¿Qué lugar ocupará Dios en tu vida? ¿Con quién te casarás? ¿En qué trabajarás? Pero lo mejor de todo es que hay ayuda disponible. Solo tienes que pedirla. Tu Padre celestial te guiará en cada decisión, si tú se lo permites. Pon tu vida en sus manos. Él no te defraudará.
Amado Padre, delante de mí están las grandes decisiones de mi vida.  Guíame por sendas seguras, por amor a tu Hijo.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

NO SABEMOS CUÁNDO


«Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, lo halle haciendo así» (Mateo 24:46).

¿Cuántas veces hemos escuchado que Jesús viene pronto? La palabra «pronto» es difícil de definir. Si le digo que cenaremos pronto, probablemente no me refiera al mes o al año que viene... Al menos eso espera usted.
Aunque no estemos dispuestos a aceptarlo, nos cuesta entender que la segunda venida de Jesús será pronto si «pronto» significa el año próximo o dentro de cinco años. Cuando los discípulos preguntaron a Jesús por el momento de su regreso, él les respondió que solo su Padre conoce el día y la hora; luego añadió: «Por tanto, también vosotros estad preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora que no pensáis» (Mat. 24:44).
Hay quienes insisten en saber lo que solo sabe el Padre. Fijan una fecha para su venida, sus seguidores se excitan, el día llega y pasa sin que Jesús haya venido. Entonces, ¿qué hacen? En lugar de avergonzarse y desaparecer, fijan otra fecha y vuelta a empezar.
¿Recuerda la fábula del joven pastor que gritaba: «¡Que viene el lobo!»? El oficio de pastor puede llegar a ser muy solitario y aburrido porque se pasan todo el día en el campo, entre ovejas y sin nadie con quien hablar. El pastor quería un poco de diversión y por eso quiso fingir que un lobo estaba atacando a sus ovejas. Luego, cuando los hombres del pueblo acudieran en su ayuda, les diría que era una broma.
Y así lo hizo. Con todas sus fuerzas, gritó: «¡Que viene el lobo! ¡Que viene el lobo!». Tal como había supuesto, los hombres del pueblo acudieron corriendo a la colina armados con varas y azadas. Cuando descubrieron que solo se trataba de una broma, rieron y volvieron a bajar de la colina.
Pero un día, un lobo de verdad atacó a las ovejas. Los hombres escucharon que el joven pastor gritaba: «¡Que viene el lobo!». Pero esa tarde estaban demasiado ocupados para participar en una broma y por eso no fueron corriendo. Como resultado, el lobo se llevó parte del rebaño.
Jesús viene pronto. No sabemos cuánto tiempo falta. Pero no nos corresponde adivinar el día ni la hora. Al contrario, Jesús nos dice que tenemos que estar preparados. Basado en Mateo 24: 42-50

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill