domingo, 13 de mayo de 2012

LA PIEDRA DE TOQUE


«¡Para qué mencionar el coral y el jaspe! ¡La sabiduría vale más que los rubíes!» (Job 28:18,NVI).

Aquí estamos de nuevo explorando Job 28: 18. Es porque este versículo está lleno de cosas hermosas que Dios creó. Hoy nuevamente recogeremos piedras, y trataremos de encontrar el jaspe. Hay un tipo de jaspe muy especial que se llama jaspe negro. Esta piedra puede hacernos saber si hemos encontrado oro. Te diré cómo.
Si has encontrado una roca que crees que puede contener oro, seguramente quieres confirmar tu hallazgo, ¿no es así? ¿Cómo puedes hacerlo? Ahí es donde el jaspe negro entra en acción. Lo único que tienes que hacer es frotar tu roca contra un trozo de jaspe negro. Si observas que después de frotarla quedan líneas amarillas en el jaspe, es porque hay oro en la roca. ¡Así de sencillo!
Cuando se usa el jaspe negro de esta manera, se lo conoce como «piedra de toque». La piedra de toque confirma si en realidad has conseguido oro. La Biblia también es una piedra de toque. Puedes saber si alguien está hablando la verdad o no poniéndolo a prueba con la Biblia.
¡Qué maravilloso es Dios por habernos dado la Biblia! Le estoy muy agradecido por ello. Pasa hoy tu vida y tus palabras por la «piedra de toque», y comprueba que Dios te esté convirtiendo en oro puro.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

UNIDOS PARA SIEMPRE


Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; porque fuerte como la muerte es el amor. (Cantares 8:6).

Hace algún tiempo los noticieros informaban de que en Alemania intentaban implementar nuevas normas respecto al matrimonio y al divorcio. En dicho país se proponía una ley para que los matrimonios únicamente duraran siete años, al término de los cuales la pareja podría separarse, o decidir renovar su acuerdo matrimonial. Se aceptaría el divorcio como una práctica normal, aunque la Palabra de Dios lo presenta de otra forma diferente.
Esta noticia me hizo pensar que el diablo está imponiendo sutilmente su influencia degradante en la mente de los no creyentes, así como entre los creyentes cristianos.  La puesta en práctica de enfoques como este, implica que descartaremos todo aquello que no contribuye a nuestra felicidad temporal o a nuestra satisfacción personal. ¿Qué les deparará el futuro a nuestros hijos e hijas ante ese tipo de influencias? La Palabra de Dios nos enseña que el matrimonio y el sábado fueron instituidos por el Señor en el mismo Edén, y que el matrimonio es una especie de sello colocado en cada pareja que decide unir sus vidas hasta la muerte.
Sin embargo, la iglesia del Dios vivo actúa en forma diferente. Hace algunas semanas se organizó en nuestra congregación una ceremonia de renovación de votos matrimoniales en la que participaron tanto parejas jóvenes como de edad. El resultado fue que todos nos sentimos muy emocionados al recordar «aquella primera vez» en el Edén, y decidimos renovar nuestros compromisos ante el Señor.
El versículo de hoy presenta el amor como un sello que ninguna prueba puede borrar. Ese es un importante legado que debemos dejar a nuestros hijos. Ahora bien, únicamente lo lograremos si como pareja renovamos a diario nuestro compromiso con Jesús.
Querida amiga, si Cristo es parte de tu vida podrás proteger tu matrimonio de las asechanzas del maligno. Recuerda que Dios representa el escudo y el sello que todas necesitamos con el fin de permanecer juntos hasta que la muerte nos separe.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Mirna Jares de Pezoa

HIJOS AGRADECIDOS


Respeten todos ustedes a su madre y a su padre [...] Yo soy el Señor su Dios. Levítico 19:3, NVI.

Ese día la clase estaba por finalizar. La maestra había hablado sobre las madres de la Biblia y entonces oró: «Dios, espero que alguna persona, en algún momento, funde un día especial para honrar a las madres por el servicio que prestan a la humanidad. Realmente lo merecen».
Quien así oró fue la Sra. Jarvis. Lo que ella nunca imaginó fue que Ana, su hija de doce años, quien estaba en el salón de clases, quedaría impresionada por esa oración. Cuando su madre falleció el 9 de mayo de 1905, Ana hizo cuanto pudo para crear un día en el que se honrara a las madres. Escribió cartas a ministros religiosos, hombres de negocios y políticos, en busca de apoyo para su proyecto.
Finalmente logró su anhelado objetivo. El proyecto llegó a las manos del presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, quien en 1914 designó el segundo domingo del mes de mayo para honrar a las madres. (The Founder of Mother's Day. http://www.wvgenweb.org/taylor/mothersday/jarvis.htm).
Muchos otros países siguieron el ejemplo y hoy, aunque la fecha no es la misma en todas partes, se rinde un justo homenaje al ser que nos llevó en su vientre y veló por nuestro bienestar desde el primer momento en que llegamos a este mundo. Es verdad que al igual que en otros casos, la fecha ha sido transformada por el excesivo mercantilismo, pero hay que admitir que nos brinda la ocasión de demostrar a nuestras madres lo mucho que apreciamos lo que han hecho por nosotros y por la humanidad en general.
¿Deberíamos esperar que llegue ese día especial para demostrarles lo mucho que las amamos? Por cierto que no. En ese día el mundo las honra de manera especial, pero es nuestro privilegio demostrarles cada día nuestro aprecio y lo mucho que las amamos.
Padre amado, danos un corazón agradecido para reconocer cada día lo mucho que nuestros padres hacen por nosotros.
Algunos hijos esperan hasta muy tarde en la vida para mostrarse agradecidos. Otros lo hacen ante del féretro de la madre muerta, cuando sus expresiones de gratitud no tienen ningún sentido. Para los hijos agradecidos, sin embargo, cada día es bueno para demostrar a sus madres (y también a los padres, por supuesto), lo mucho que los aman.
Este día nos brinda una buena oportunidad para hacerlo. Realmente lo merecen.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

LA IGLESIA ES EL CAMPO


«No juzguéis, para que no seáis juzgados» (Mateo 7:1).

Jesús relato una parábola que hablaba de un sembrador que sembraba cizaña a media noche. Tiene todo el aspecto de ser una historia apasionante y, de hecho, no decepciona. Un hombre sembró trigo en su campo, pero, durante la noche, un enemigo vino y también sembró cizaña. Al cabo de unas semanas, cuando se descubrió la treta, los siervos del hombre se ofrecieron para ir y arrancar la cizaña. Pero el hombre dijo que la dejaran porque, si la arrancaban, corrían el riesgo de arrancar el trigo con ella. Un relato corto, pero una lección importante.
El campo representa el mundo —o, en sentido más estricto, la iglesia—. En ella crecen y maduran las buenas semillas. Cristo es el sembrador de la buena semilla, los hijos de su reino. No cuesta adivinar quién es el enemigo que sembró la cizaña.  Además de ser inútil, la cizaña es dañina para las buenas semillas. Comparte la lluvia y el buen suelo con el trigo, pero no es buena para nada. Satanás, el enemigo de Dios y de los hombres, siempre siembra cizaña.
Quizá algunas iglesias de nuestro tiempo respondan a esta imagen. Suspiramos y lloramos porque deseamos que en la iglesia solo crezcan buenas plantas. Incluso podríamos llegar a desear la separación de aquellos que consideramos que son miembros inútiles y sin valor. Pero Jesús dice: «No, dejen que crezcan hasta el tiempo de la siega». Su amor y su compasión todavía trabajan para atraerlos a él. Si los arrancamos, no podrán crecer y madurar.
En cierta ocasión, un hombre se dirigía a Europa a bordo de un transatlántico. Cuando subió a bordo, descubrió que compartiría cabina con otro pasajero. Después de instalarse en el camarote, se acercó a la oficina del sobrecargo y preguntó si podía depositar su reloj de oro y otros objetos de valor en la caja fuerte del barco. Explicó que no tenía costumbre de hacerlo, pero que acababa de conocer al hombre con el que compartía cabina y, a juzgar por su apariencia, no le parecía muy de fiar. El sobrecargo aceptó la responsabilidad de guardar los objetos de valor y dijo: «De acuerdo, señor; estaré encantado de custodiarlos. El otro pasajero vino antes y me confió sus objetos de valor por la misma razón». Basado en Mateo 13:24-30.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill