lunes, 17 de agosto de 2009

SOLAMENTE PÍDELO

Pero yo, Señor, te imploro en el tiempo de tu buena voluntad. Por tu gran amor, oh Dios, respóndeme (Salmo 69: 13).

Me encontraba desesperada. No sabía cómo resolvería el problema que enfrentaba. A unos días de terminar el semestre recibí la noticia que el lugar en el que yo trabajaba para ayudarme financieramente no estaría más en servicio, así que no tenía trabajo, ¿cómo haría para la colegiatura? Era tanta mi preocupación y desesperación que empecé a contactar a personas que sabía podrían ayudarme a conseguir el trabajo que necesitaba. Busqué distintas posibilidades y ninguna tenía respuesta a mi favor. Era claro no había posibilidad de volver a la universidad, todo estaba perdido. Pasaron los últimos días y una mañana me acordé de orar. Me arrodillé y dije: «Cristo Jesús, ya no puedo más con esta situación, perdóname por buscar la solución solo en los hombres, perdóname por no haber venido a ti con mis preocupaciones. Por favor, sé que para ti nada es imposible, ¡ayúdame! Sabes que necesito un trabajo para continuar estudiando, provee conforme a tu voluntad, en el nombre de Jesús, amén». Y fue así que en cuestión de segundos mi alma volvió a la calma, la desesperación y angustia se fueron de mí y una seguridad de que Dios estaba ahora al control dio paz a mi corazón. El Señor satisfizo mi necesidad, en cuestión de días obtuve la respuesta a mi pedido. Aprendí que Dios está dispuesto siempre a ayudarnos. Es verdad que no siempre la respuesta podrá ser positiva o como nosotros quisiéramos, en algunas ocasiones dirá «no», no es lo mejor para ti. Esta mañana te invito a no desesperarte por la situación en la que te encuentres, no hagas las cosas al revés, busca primero a Dios y lo demás vendrá por añadidura. Recuerda el versículo de esta mañana: «Antes que clamen, responderé; mientras aún hablan yo habré oído».

Esmeralda L. Montes Casillas
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.

PAGAR BIEN POR MAL

No paguen a nadie mal por mal. Romanos 12:17

André era aprendiz en una joyería de París. Hace años, la gente aprendía un oficio trabajando con un artesano hasta que era capaz de independizarse y empezar su propio negocio. Por alguna razón, André estaba resentido con el perro guardián del propietario, un enorme pastor de Terranova que se llamaba Malakoff. Un día, después del trabajo, a Andrés y sus amigos se les ocurrió la manera de deshacerse del perro. Sacaron a Malakoff de la tienda y se lo llevaron a la orilla del río. Alguien encontró una piedra muy grande. La ataron al cuello del perro y lo arrojaron al agua. Malakoff se debatió con todas sus fuerzas para no hundirse. Arrastrando la piedra tras él nadó hasta la orilla. Ya casi había llegado cuando escuchó el ruido de alguien que se zambullía. Era André, que había perdido el equilibrio y había caído en el mismo río en que había arrojado a Malakoff. André no sabía nadar y se hundía con rapidez. Malakoff, que todavía arrastraba la pesada piedra, dio la vuelta y nadó hacia su agresor. André estiró una mano y se agarró del perro. Malakoff se debatía para mantenerse a flote con André hasta que los amigos de André pudieron sacarlos del agua. Una vez estuvieron seguros en la orilla, André abrazó al perro y se puso a llorar, pidiéndole perdón por lo que había hecho. La historia del valiente perro se esparció por todo París. Años después, cuando el fierro murió, casi todos los aprendices de la ciudad acudieron al cortejo fúnebre. Cuando alguien hace algo que nos duele, nuestra primera reacción es devolver el daño que nos causó. Pero nada duele tanto a un enemigo como devolver una agresión con una muestra de amabilidad inesperada. La amabilidad no es muestra de debilidad. Es la prueba de que hemos aprendido a hacer lo que es correcto pase lo que pase.

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

EN PELIGRO DE PERDERSE

Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea, y Samaría; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo. hechos 9: 31

En este versículo se hace una descripción extraordinaria de la iglesia del Señor. Dios fue glorificado, exaltado y honrado por su pueblo. Su testimonio trastornaba las ciudades. Su presencia se sentía y causaba conmoción en todos los lugares. Generaban gran preocupación entre los líderes religiosos. Hacían perder el sueño a los tribunales, al jefe de la guardia del templo y a los saduceos y los fariseos. Sus rostros eran conocidos en los tribunales, adonde eran llevados frecuentemente para testificar de su fe en el Cristo resucitado. Lucas dice que todas las iglesias tenían paz, que eran edificados en la palabra y que permanecían unánimes, andando en el temor del Señor, creciendo fortalecidas por el poder del Espíritu Santo. ¿Qué tenían aquellos creyentes del siglo primero que parece haberse perdido en la iglesia del siglo XXI? Es obvio que en muchas cosas los aventajamos. Académicamente, somos mejores. Tenemos a nuestra disposición más tecnología que aquella con la que ellos contaron: televisión, radio, viajes aéreos, correos electrónicos, computadoras, Internet y nuestra página web personal. Sin embargo, hemos perdido muchas virtudes que ellos poseían. Una de las más importantes es el concepto del temor de Jehová. La iglesia apostólica caminaba en el temor de Dios. En aquellos días no tenía suficiente influencia para sacar de la cárcel Pedro, pero tenía suficiente poder para orar que Dios lo sacara de allí. Aunque es importante, tener influencia social no debe ser motivo de satisfacción que induzca a olvidar el temor del Señor. Es mejor poseer poder espiritual que influencia social. Los primeros cristianos andaban en el temor de Dios. La cultura no los invadía; ellos penetraban la cultura. Se apoderaron de su cultura y la transformaron. Hoy la influencia humana amenaza a la iglesia. Muchas veces el control está centrado en el hombre y no en Dios. El temor de Jehová, mencionado en más de trescientos pasajes bíblicos, parece olvidado. Hoy hablamos mucho del amor de Dios, como debe ser, pero con frecuencia olvidamos su juicio. ¿Cómo está el temor de Jehová en tu vida? Decide hoy caminar en el temor de Jehová. Todo lo que tengas que hacer hoy, hazlo en el temor del Señor. Como dijo el profeta: «A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y el sea vuestro miedo» (Isa. 8:13).

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos