lunes, 31 de diciembre de 2012

CAMINO AL HOGAR


«A cada lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce cosechas al año, una por mes; y las hojas del árbol son para la salud de las naciones [...]. ¡Miren que vengo pronto!» (Apocalipsis 22:2-7, NVI).

Hoy estoy un poco triste porque es nuestro último día en esta aventura a través de la Biblia. En cada libro de la Palabra de Dios hemos visto a Dios a través de su creación. Comenzamos con Génesis y estamos terminando en el último capítulo de Apocalipsis.
¿Recuerdas el río de la vida que el ángel nos mostró ayer? Si miras a cada lado de él verás un árbol con dos troncos. Cada tronco nace en uno de los lados del río. Las ramas y las hojas de este árbol se extienden por sobre el río. ¡El árbol de la vida también tiene doce tipos de frutas!
El versículo de hoy también nos dice que las hojas del árbol son «para la salud de las naciones». Creo que eso significa que Dios quiere que «curemos» el odio que nos rodea. Dios es amor; y él quiere que vivamos juntos y que nos amemos los unos a los otros.
¡Jesús viene pronto! Y él quiere llevarse al cielo a todos aquellos que creen en él. Dales «salud» a todos los que tratas diariamente mostrándoles el amor de Dios.  Y no olvides esto: ¡Esta aventura a través de la Biblia jamás debe terminar para ti!

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

UNA NUEVA PÁGINA


Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría. (Salmo 90:12)

El último día del año, al igual que varios de los días previos al mismo, tiene un significado muy especial para muchos. Algunos experimentan un cierto alivio de todas las fatigas de los meses pasados; otros se lamentan por las decepciones y los fracasos. Pero, ¿cuántos nos gozamos sinceramente y agradecemos a Dios por lo que hemos recibido de parte de él durante el año que ha terminado? ¿Cómo hemos vivido los trescientos sesenta y cinco días de este año que hoy termina?
Quizá hayamos alcanzado muchos de nuestros sueños, anhelos y esperanzas. Es posible que hayamos obtenido las metas propuestas. Respecto a los logros espirituales, quizá hayamos crecido un poco más en el conocimiento y en la comunión con Dios, al permitirle que dirija nuestras vidas, al depender más de él.
Pero, ¿y si no hemos conseguido mejorar en lo material o en el ámbito intelectual? ¿Qué tal si no hemos progresado en nuestra relación con Dios? ¿Y si no hemos conseguido la victoria sobre nuestros defectos de carácter? Bien, hoy probablemente no es el mejor momento para lamentarnos, pero sí para hacer una breve reflexión.
Pablo llevó a cabo un inventario casi al final de su vida. El apóstol admitió que no había alcanzado la perfección. Probablemente tampoco la hemos alcanzado nosotras este año que dejamos atrás. Sin embargo, Pablo nos muestra una alternativa y nos dice que proseguía al blanco, porque hay algo importante al final del camino. Apunta hacia la perfección y se concentra en ella. Notemos que lo que Pablo menciona tiene dos vertientes:
Primero, olvidar los fracasos, las frustraciones, los temores y las necedades del pasado. En segundo lugar, proseguir hacia el blanco que está ante nosotras. Perseveremos continuamente y conseguiremos metas con la ayuda del Señor. Regocijémonos porque no estamos obligadas a permanecer estáticas en el crecimiento cristiano.
A la conclusión de estos doce meses nada más oportuno que dejar a los pies del Señor la «vida vieja». El libro del año viejo está cerrado. Abre el del año nuevo.
¡Feliz año nuevo!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Janet Ribera de Diestre

LA CLAVE


No digo que yo mismo ya lo haya alcanzado; lo que sí hago es olvidarme de lo que queda atrás y esforzarme por alcanzar lo que está delante. Filipenses 3:13.

¿Qué podría pasar con una persona que intenta caminar hacia adelante mientras mira hada atrás?. Pues, seguramente no avanzará mucho y, muy probablemente, también tropezará. Resulta curioso que esto es lo que muchos hacen en la vida: quieren avanzar, pero con la mirada puesta en el pasado.
Nuestro texto de hoy nos invita a dejar atrás lo que ya pasó y a fijar nuestra atención en lo que está adelante. Sin embargo, ¿cómo podemos lograr esto? Tomados de la mano de Dios, tal como lo señala Minnie Louise Hoskins en el libro God Knows (Dios lo sabe): «Y dije al hombre que estaba a la puerta del año: "Dame una luz, para internarme en lo desconocido". Y él respondió: "Pon tu mano en la mano de Dios. Eso será para ti mejor luz que un camino conocido"».
«Pon tu mano en la mano de Dios». Aquí está la clave. Aférrate a la diestra del Todopoderoso, y recorre los 365 días del nuevo año confiando en que su dirección será para ti «mejor luz que un camino conocido».
Deja atrás los fracasos del año que terminó, tus desalientos y tus pesares. Si un amigo te dio la espalda, hay otros que estarán a tu lado para apoyarte en los momentos difíciles. Si experimentaste un fracaso sentimental, Dios proveerá una pareja idónea para ti. Si tuviste problemas académicos, en el nuevo año las cosas irán mejor. Si no has tenido buena salud, con la bendición de Dios vas a mejorar. Si un proyecto que iniciaste no prosperó, ya habrá oportunidad de reiniciarlo o de emprender otro, para la gloria de Dios.
Coloca, no solo tu mano, sino también tu vida en las manos de Dios. Él sabe cuidar lo que confías a su fiel cuidado. Hasta aquí te ha ayudado y siempre te sustentará con su diestra poderosa.
Por mi parte, oro a Dios para que estas lecturas devocionales hayan sido de utilidad en tu vida. Lo han sido para mí. La ocasión también es propicia para desearte un año nuevo rico en bendiciones; y para pedir...
«Que el Señor te bendiga y te proteja; que el Señor te mire con agrado y te muestre su bondad; que el Señor te mire con amor y que conceda la paz» (Núm. 6:24-26)

Señor, toma mi mano y guíame cada día a lo largo del nuevo año que pronto comenzará

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

ÉL TIENE LAS LLAVES


«Yo soy el primero y el último,  el que vive. Estuve muerto, pero vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y de Hades» (Apocalipsis 1:17,18).

Medía dos metros. Su cabello era oscuro y sus ojos azules. Nació en 1915, tenía cinco hermanos y fue educado en el adventismo. Se casó a los 24 y, al cabo de un año, vine yo. Mi padre era ministro del evangelio y su primer destino fue como director de los Ministerios de Iglesia de la Asociación de Kentucky-Tennessee, con sede en Nashville, la capital de Tennessee.
Recuerdo que solía sentarme en su rodilla y me hacía saltar como si fuera montado en un caballo. Yo me agarraba con fuerza mientras él imitaba el galope de un vaquero a lomos de su caballo.
Papá solía contarme las historias que se inventaba de un conejo que siempre se las apañaba para escaparse del zorro que lo perseguía. Mi padre me inspiró para que lo siguiera en el ministerio.
Pasaron los años. El cabello de papá empezó a volverse gris cuando todavía estaba en mitad de la treintena, cosa que le daba un aspecto distinguido. Ganar almas era su pasión. Así como algunos hombres tienen aficiones, la de papá, y también su trabajo, era ganar almas para Jesús.
Y pasaron más años. Ya tenía bisnietos. Y luego vino la enfermedad de Parkinson. Doy gracias porque mi hermana menor se hizo cargo de él hasta su último día. Lo echo de menos. También echo de menos a mi madre. Por eso, el versículo para memorizar de hoy significa tanto para mí: «Yo soy el primero y el último, el que vive. Estuve muerto, pero vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades» (Apoc. 1:17,18).
Job dijo: «El hombre que muere, ¿volverá a vivir? Todos los días de mi vida esperaré, hasta que llegue mi liberación» (Job 14:14). Sí, volveremos a vivir. Mi padre y mi madre volverán a vivir. Sus seres queridos volverán a vivir. Estamos a punto de comenzar un nuevo año. No sabemos qué nos deparará. Pero, sea lo que sea, sabemos que un día tendremos ante nosotros, no un año nuevo, sino un cielo nuevo y una tierra nueva porque Jesús tiene las llaves. ¡Maranata!  Basado en Apocalipsis 1:17,18.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill