viernes, 17 de julio de 2009

LIBRADOS DEL PELIGRO

Vámonos a Betel. Allí construiré un altar al Dios que me socorrió cuando estaba yo en peligro, y que me ha acompañado en mi camino (Génesis 35: 3).

En una ocasión tres de mis hermanos y un amigo de la iglesia decidieron realizar una caminata a campo traviesa. La idea era empezar a caminar por la reserva nacional de Bosencheve y subir las montañas hasta llegar al Santuario de la Mariposa Monarca en Las Papas, Michoacán. El segundo día de caminata continuaron por la misma vereda que habían tomado desde el principio y, para su sorpresa, encontraron a dos hombres ves­tidos de blanco, ambos con sombrero, uno portaba un machete y el otro un rifle. Los excursionistas les preguntaron si por ese camino saldrían a un pueblo llamado Angangueo. A lo que los hombres contestaron que sí, pero que no fueran por ese camino. Al ver que el camino que aquellos hombres proponían era otro y además les haría perder toda la distancia cuesta arriba que habían avanzado el día anterior, ellos les cuestionaron. Pero la respuesta de esos dos hombres fue contundente: «No sigan por el mismo camino, vengan con nosotros», y comenzaron a caminar a paso rápido abriéndose paso por el bosque. De repente a uno de mis hermanos se le rompió el tirante de la mochila, y se detuvieron por un minuto para hacer un amarre rápido. Cuando buscaron a los dos hombres en la vereda no los encontraron. Simplemente habían desaparecido. Caminaron el resto del día por el camino señalado hasta llegar a una ranchería llamada El Rosario, donde se acomodaron entre los árboles cerca de las casas para pasar la noche. Allí se les acercó un muchacho que cenó con ellos, y al amanecer le pidieron que los llevara con el comisario del lugar. Al platicar con el comisario, él los felicitó por haber cambiado de ruta ya que el día anterior habían matado a tres militares justo por donde ellos habían andado. Toda esa zona era de alto riesgo, los asaltantes de ganado mataban a quien veían por ahí. Además les recomendó que cambiaran de ruta, debido a los problemas que se estaban presentando. La caminata terminó sin novedad, ¿pero quiénes eran los dos hombres que los guiaron aquel día de forma tan especial? Por ahora, no sabemos la respuesta, pero sé que un día no muy lejano, cuando estemos en el cielo, la sabremos.

Yaqueline Tello de Velázquez
Tomado de la matutina Manifestaciones de su amor.

¿QUÉ TIENES EN EL PLATO?

Miren, a ustedes les doy todas las plantas de la tierra que producen semilla, y todos los árboles que dan fruto. Todo eso les servirá de alimento. Génesis 1:29

El dentista tenia malas noticias.
—Parece como si hubieses hecho chirriar los dientes mientras duermes, Brent, Tendrás que ponerte un protector dental si no quieres quedarte sin esmalte. El Dr. O'Callaghan hizo el protector dental. Pero cuando Brent se lo probó, casi se atraganta.
—Es como si me metiese un panecillo entero en la boca. ¿Cómo puede la gente ponerse estas cosas? —protestó Brent.
—Te acostumbrarás —le aseguró el dentista.

Y sí, eso es lo que sucedió. De hecho, Brent se acostumbró tanto al protector dental que sentía la boca extraña si se iba a dormir sin él. Lo mismo sucede cuando se trata de aprender hábitos saludables. Al principio puede que parezcan difíciles, pero con un poco de práctica acaban por formar parte de la vida. Una de las cosas más importantes que puedes hacer por tu salud es comer mucha fruta y verdura. Seguro que ya lo has escuchado un millón de veces, pero es cierto. Tu cuerpo no está diseñado para atiborrarse de patatas fritas, hamburguesas y cerveza de raíz. ¿Pero qué pasa si no te gustan la fruta y las hortalizas? No hay problema. Puedes entrenarte para que te gusten. Primero reduce los alientos ricos en grasas y azúcar. Cuantos menos postres y ape­ritivos tomes, más disfrutarás de los alimentos naturales. Prueba con distintas frutas y hortalizas. Si encuentras algo que no te gusta, no te rindas. Puedes conseguir que te guste casi todo si lo pruebas diez veces. Aprende a disfrutar de los alimentos que Dios incluyó en la dieta original. Tu cuerpo te lo agradecerá.

Tomado de la matutina El viaje Increíble.

SIEMPRE DISPONIBLE PARA SERVIR AL REY

Y el uno al otro daba voces, diciendo: «Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria». Isaías 6:3

Alrededor del trono de Dios, Isaías vio a los serafines, que tenían seis alas. Con dos volaban, con dos cubrían su rostro en señal de reverencia y con dos cubrían sus pies en señal de modestia. Reverencia, humildad y modestia son algunas de las lecciones que estos serafines enseñan a los adoradores de Dios. La palabra 'serafín' indica asombro, y significa "uno que arde".
Los serafines son seres con personalidad: tienen rostro, pies, manos, sienten, piensan y hablan. Se caracterizan por su constante disponibilidad para servir al Dios grande y creador de todas las cosas. Cuando Dios los envía a cumplir un encargo urgente, vuelan rápidamente. Siempre se mantienen delante del trono de Dios, para escuchar sus órdenes y ejecutarlas con toda fidelidad. Los serafines arden con el fuego del amor a Dios, con el celo por su gloria y con el odio hacia el pecado. Su está en tener abundancia no solo de luz del conocimiento de Dios, sino del ferviente amor a su santo nombre.
¿De qué nos habla todo esto? ¿Qué lecciones aprendemos de los serafines en la visión de Isaías? Nuestra principal respuesta a Dios no es nuestra habilidad, sino nuestra disponibilidad. ¿Permitiremos que Dios nos use como él quiera y desee? ¿Venimos a él y nos postramos ante su trono a su entera disposición? ¿Deseamos conocer la voluntad de Dios para cumplirla? Dios revela su voluntad para que la cumplamos.
Los serafines nos hablan de la disponibilidad. Están listos, están disponibles. Una de las pruebas de la fe genuina es estar listos para obedecer a nuestro Dios y servirlo en el momento en que él nos llame. Los serafines son humildes y reverentes delante de Dios. Cubren sus rostros y sus pies. Cada uno de nosotros debe presentarse delante de Dios con la misma humildad. No hay lugar para la arrogancia y el orgullo en su presencia.
Todo esto habla de actividad incesante al servicio de Aquel que está sentado en el trono. Este es el marco en que cada creyente debe vivir todos los días. El cristiano debe tener una disposición a gastarse, a consumirse, siempre y para siempre, por amor a su Rey y Señor. Debe tener un sentido de asombro y reverencia ante Aquel que nos salvó del pecado.
Junto con el apóstol Pablo, repitamos las siguientes palabras: «Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas» (2 Cor. 12:15).

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos