lunes, 26 de octubre de 2009

CLAVE PARA TENER PAZ

Voy a escuchar lo que Dios el Señor dice: él promete paz a su pueblo y a sus fíeles, siempre y cuando no se vuelvan a la necedad (Salmo 85:8).

Hace varios años atrás laboraba como maestra en uno de nuestros colegios. En todas partes los estudiantes son inquietos y con muchos deseos de descubrir lo que no conocen. Uno de mis grupos no era la excepción. Era un hermoso grupo que había logrado identificarse conmigo. En cierta ocasión fui a darles la clase del día y observé mucho silencio, pocos me veían a la cara y tenían actitudes extrañas. Eso me agradó porque pude trabajar como todo maestro desea. Al día siguiente sucedió lo mismo y sentí que algo andaba mal. Eso no era normal. Así pasaron dos días más hasta que varias jovencitas pidieron hablar conmigo. En la conversación confesaron que una tarde todo el grupo participó de un juego que le llaman «los colores», el cual consiste en colocar los colores en cierta forma; luego los participantes le hacen preguntas a los colores y éstos se mueven; de acuerdo con su movimiento es la respuesta. Entre todos ellos hicieron el pacto de no decirle a nadie lo que habían hecho, pero ya no soportaban la presión mental. Tuvieron que confesarlo. Me dijeron: «Lleve a la junta esto porque nos sentimos muy mal». Procedimos a lo que era necesario y se les aplicaron sus sanciones. Después el grupo sentía paz, volvieron a ser los mismos alumnos: se veían alegres y podían ver a los ojos a los demás. En muchas ocasiones actuamos incorrectamente a los ojos de Dios, y estamos conscientes de ello. Lamentablemente cada día vamos acumulando más y más y nuestra vida se torna como una carga. No somos felices, andamos molestas por todo, culpamos a los demás de nuestras desgracias. Esto es debido a la carga que traemos y que seguimos acumulando. No hay paz en nuestra vida. Tan solo confesemos nuestros pecados, amemos la Ley y vivámosla.
Saldremos adelante en todo.

Elizabeth Suárez de Aragón
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.

ACEPTA EL DESAFÍO

Me quejaba y desmayaba mi espíritu. saimo 77: 3, RV95

Desde 1972, el educador Hal Urban ha animado a la gente para que acepte el desafío del Memorial Bruce Diaso. Antes de decir nada más sobre el desafío, deja que te hable de Bruce. Bruce había sido compañero de aula de Hal cuando estaban en la universidad. Bruce era paralítico a causa de una poliomielitis sufrida cuando estaba en el último curso del instituto. La única parte del cuerpo que podía mover eran las manos (pero no los brazos) y la cabeza. Aunque tenía buenas razones para estar amargado a causa de su condición, nadie escuchó nunca una queja de sus labios. Cuando se le preguntaba cómo podía mantener una actitud positiva, Bruce respondía que no quería pasarse el resto de la vida sintiendo lástima de sí mismo. Así que, en lugar de eso, decidió estar agradecido. Bruce se graduó con matrícula de honor, fue admitido en la facultad de derecho y se convirtió en fiscal. Pero su vida acabó demasiado pronto, a los 31 años de edad. En 1972 Hal empezó a presentar el desafío Memorial Bruce Diaso a los alumnos de su instituto y de la universidad. Es este: Intenta pasarte 24 horas sin quejarte. Es triste, pero en treinta años, de las más de ochenta mil personas que escucharon el desafío, solo cinco fueron capaces de mantener una actitud positiva durante todo un día. Hal siguió diciendo que había miles más a los que se les presentó el desafío pero ni siquiera lo intentaron porque, según su opinión, pasar un día sin quejarse es imposible. Hoy, ahora, quiero desafiarte a aceptar el desafío Memorial Bruce Diaso. Durante las próximas 24 horas, no te quejes. En vez de ello, sé agradecido. Quizá descubras que esta experiencia cambia la vida.

Tomado de la Matutina El vieja Increíble.