viernes, 11 de septiembre de 2009

TAN SOLO SEIS LETRAS

Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en el cielo les perdone a ustedes sus pecados (S. Marcos 11:25).

En cierta ocasión mi esposo presentó un interesante tema sobre el perdón de Dios: «El regreso a casa del hijo pródigo». Como parte de la dinámica pasó a los padres al frente y solicitó que los hijos reconocieran a sus padres y les dijeran palabras de agradecimiento o de afecto. Todos los padres estaban muy contentos de haber escuchado a sus hijos con esas palabras que nos llenan de alegría; todos, excepto uno.
Ese padre tenía un semblante triste, serio y lleno de dolor. Su hijo no pasaba y el final de la dinámica se acercaba, nuevamente hizo el llamado mi esposo para que ningún padre quedara solo. Finalmente su hijo pasó. Vimos cómo el Espíritu Santo se manifestó en ese momento: ese padre y su hijo tenían meses de no dirigirse la palabra. Por razones que desconozco discutieron en casa al punto que se separaron. Fue conmovedor verlos cómo se abrazaban, lloraban y besaban, la iglesia completa se emocionó, todos fuimos testigos del perdón que se pidieron. Cuando volvieron a sus asientos sus semblantes lucían distintos, felices, abrazados y sonrientes.
Perdón. Una corta palabra de apenas seis letras, pero qué difícil de pronunciar y más aún de hacerla valer. Cuando no se utiliza correctamente, esta palabra lleva a enfermar a las personas. Desconozco si científicamente está comprobado, pero leí un libro hace tiempo donde la autora asegura que un porcentaje alto de personas que mueren de cáncer es porque acumularon rencor en su vida, no lograron perdonar los errores de los demás. Ella lo presenta como testimonio, pues le pronosticaron cáncer y le daban poco tiempo de vida.
Aferrada a la vida hizo un análisis de sí misma y descubrió que el rencor era un síntoma que le provocó ese cáncer. Realizó cambios en su vida: perdonó, pidió perdón y algunos cambios más. ¡Qué necesidad tenemos de traer cargas que nos afectan, no solo física sino psicológica, emocional y espiritual-mente!
Perdonemos los errores de los demás, pidamos perdón por lo que noso¬tras hemos cometido y propongámonos tener una vida nueva.
Elizabeth Suárez de Aragón
Tomado de Manifestaciones de su amor

UNOS CIMIENTOS FUERTES

Felices los que practican la justicia y hacen siempre lo que es justo. Salmo 106: 3

Mis alumnos acababan de dejar el gimnasio después de la clase de Educación Física. Cuando pasamos junto a la biblioteca, me di cuenta de que Tom, mi esposo, y sus alumnos de 9° y 10° se habían reunido alrededor del televisor. —Ha habido un accidente. Un avión acaba de estrellarse contra una de las Torres Gemelas de Nueva York —dijo alguien. Mis alumnos y yo nos sentamos en el suelo justo a tiempo de ver un segundo avión que golpeaba la otra torre. Luego vimos, incrédulos, que las torres se desintegraban ante nuestros ojos. Siete años de construcción se echaron a perder en una hora y media. La reputación puede venirse abajo aún en menos tiempo. Tu reputación es el juicio general que hace la gente sobre el tipo de persona que eres y cómo se puede esperar que actúes en condiciones determinadas. Construir una reputación positiva cuesta mucho esfuerzo y es muy duro. Pero basta un acto equivocado para que quede arruinada para siempre. Un empleado de banca ya podría trabajar durante veinte años manejando dinero con total honradez, que bastaría con que lo descubriesen robando un paquete de monedas de veinticinco centavos para que su reputación quedara destruida para siempre. Las casi cuarenta mil horas de servicio fiel que habría prestado quedarían olvidadas. La gente solo lo recordaría como un ladrón. Mi madre siempre estaba muy preocupada por lo que pensasen nuestros vecinos, Cuando era adolescente, no pensaba que su opinión contase tanto. Pero ahora me doy cuenta de que mis actos influyen en la opinión que la gente se ha formado de mí, e incluso de mi familia, mi iglesia y hasta mi Dios. Una de las mejores maneras de construir una buena reputación es hacerlo todo de manera que honre a Dios. De ese modo nunca tendremos que vivir con reproches. Ade­más, nuestro carácter será indestructible.

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

EN LA SOLEDAD FRACASARÁS

Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a lodos los que aman su venida. 2 Timoteo 4:8.

Luchar por la fe y fijar la vista en el futuro ayudaron al apóstol Pablo a terminar bien la carrera de la vida cristiana. Pablo añade, además, un elemento adicional: «y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida». Él reconocía la importancia de la fraternidad cristiana, la importancia de ser un verdadero amigo de todos los que esperan la venida del Señor. «La corona», dice Pablo, «no solo un será dada a mí, sino también a todos los que esperan su regreso». Inmediatamente después de sus palabras registradas en el versículo 8, comienza a pensar en todos sus compañeros: Le dice a Timoteo: «Procura venir pronto a verme, porque Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica. Crescente fue a Galacia, y Tito a Dalmacia. Solo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráele contigo, porque un es útil para el ministerio» (2 Tim. 4: 9-11). El verbo traducido "venir", que Pablo usa en ese pasaje, presenta el matiz de una venida rápida. Es un cuadro de un hombre viejo que se siente solitario en la cárcel, ansioso del compañerismo de sus amigos. Cuando consideramos la vida del apóstol, notamos que siempre hubo un séquito de amigos y colaboradores alrededor de él, con los que mantuvo una profunda amistad y una mutua responsabilidad. Dios nos ha creado de tal manera que le sirvamos de forma concertada y coordinada unos con otros. Nos necesitamos mutuamente. Somos demasiado débiles para ir solos. Curiosamente, hay muchos que se sienten bien como cristianos solitarios. Desean servir al Señor solos, sin nadie más a su alrededor. No desean a nadie en su vida, porque han sido lastimados, o heridos. La iglesia está llena de miembros, incluso dirigentes, con imperfecciones. No puede ser de otra manera mientras caminemos hacia la Canaán celestial. Por eso, algunas veces las personas manifiestan, debilidad e inmadurez. ¿Por qué habríamos de alarmarnos excesivamente por esa realidad inevitable? Tristemente, a veces algunos viven un estilo de vida que traiciona su profesión de fe. No obstante, a pesar de las ofensas, maltratos, irritaciones y otros daños recibidos, no abandones la comunión fraternal. No termines tu carrera en la soledad, porque saldrás perdiendo. Necesitamos ser abiertos y honestos unos con otros. Necesitamos compañeros en la fe para alcanzar la victoria al final de la batalla.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.