sábado, 24 de octubre de 2009

AMÍSTATE CON ÉL Y TENDRÁS PAZ

Si hubieras prestado atención a mis mandamientos, tu paz habría sido como un río; tu justicia, como las olas del mar (Isaías 48: 18).

Con mucha frecuencia he escuchado comentarios como estos: «En este mundo difícilmente tendremos paz»; «¡cuánto anhelo tener paz!»; «si supieras qué esposo tengo, en mi hogar vivo el mismo infierno, no tengo paz»; «ya no soporto más, en este momento lo que más quiero es tener un poco de paz». Tal parece que algunas personas son afectadas por lo que otros hacen o dejan de hacer. En otras palabras, lo que hacen los demás perturba la paz y la tranquilidad de su ser. Es interesante notar que en el texto seleccionado para hoy la paz se presenta como resultado de atender y obedecer los mandamientos de Dios. El profeta Isaías lo declara de la siguiente manera: «Si hubieras prestado atención a mis mandamientos, tu paz habría sido como un río...». Dios dice en su Palabra que atender sus mandamientos conlleva una relación de amor: «Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos» (Juan 14: 15). Recuerda, donde hay amor hay paz. Mi querida amiga, no se cuál haya sido tu experiencia. Pero si al transitar por la vida has experimentado inseguridad, temor, dolor, soledad, depresión, angustia, enfermedad o cualquier dificultad que haya alterado la paz de tu alma, te animo para que hoy fortalezcas tu relación de amistad con Cristo Jesús. Nada en este mundo traerá paz a tu corazón como el vincularte con él y obedecer sus mandamientos. Cuando esto sea una realidad en tu vida esta- -ras experimentado la paz de Dios, serás «bienaventurada». Entonces podrás entonar un conocido canto cristiano que dice:

Dulce paz la que da mi Jesús,
esta paz solo él puede dar.
Dulce paz que nadie puede ofrecer.
Dulce paz, paz de Dios
la que siento en mi corazón.

¡Recuerda que las promesas de Dios siempre se cumplen! Esta mañana te invito a que cada día te acerques a Dios y decidas obedecer sus mandamientos, así gozarás de bienestar espiritual y la paz que solamente nuestro Salvador te puede dar. Haz a un lado todo aquello que estorbe tu relación con él y pre­párate a recibir su bendita paz.

Natalia Castro de Espinosa
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.

SOLUCIÓN PASAJERA

El testigo falso no quedará sin castigo; el mentiroso no saldrá bien librado. Proverbios 19: 5

El 23 de agosto de 1799, la armada inglesa capturó un barco mercante americano llamado Nancy. Inglaterra estaba en guerra contra Francia, España y Holanda, y estaba convencida de que la tripulación del Nancy había proveído armas a los holandeses en la isla de Curazao. Pero cuando fueron llevados ante los tribunales, los americanos afirmaron que no habían hecho nada malo. Después de revisar los hechos, los jueces decidieron que no había pruebas suficientes para declararlos culpables. Justo cuando el tribunal estaba a punto de levantar la sesión, un teniente inglés entró en la sala de audiencias. —Tengo la prueba de que hubo una entrega de armas para los holandeses —dijo—. Esta misma mañana hemos encontrado esto en el estómago de un tiburón. El teniente entregó al juez un legajo de papeles mojados. Cuando el juez inspeccionó la prueba, se dio cuenta de que era lo que necesitaban para confiscar el barco. Tenía en las manos el registro real de la venta de las armas. Días antes, cuando el capitán del barco americano se dio cuenta de que estaban a punto de ser arrestados, ató en un fajo todos los documentos concernientes a la venta de armas y los arrojó por la borda. Pero nunca llegaron al fondo del océano. Un tiburón que pasaba por allí se los tragó. El día del juicio, el tiburón fue capturado y cuando abrieron su estómago descubrieron los documentos. El capitán del Nancy pensó que la mentira colaría, pero al final la verdad salió a la luz. Las mentiras nunca son la solución a un problema. Son solo una solución temporal que solo consigue empeorar las cosas.

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

MIRA AL QUE TRAE EL AVIVAMIENTO

Animales del campo, no temáis; porque los pastos del desierto reverdecerán, porque los árboles llevarán su fruto, la higuera y la vid darán sus frutos. Joel 2:22.

La profecía de Joel presenta la promesa divina de un cambio a las condiciones en que se encuentra su pueblo. Aunque alrededor todo parece un desierto, Dios promete enviar su Santo Espíritu para traer nueva vida: los secos pastos reverdecerán, los árboles destrozados se cargarán nuevamente de fruto, y el llanto y el luto se tornarán ni canto y fiesta.
Como pueblo de Dios hemos oído hablar bastante acerca del avivamiento. Lo pedimos, lo buscamos, oramos porque estamos convencidos de que lo necesitamos. Entonces, ¿por qué el avivamiento se demora en venir? ¿Por qué no disfrutamos ya de esa experiencia tan necesaria en nuestra vida?
Para que llegue el avivamiento debemos saber hacia dónde mirar, tener una noción de dónde buscarlo. Muchas veces, equivocadamente, lo buscamos en los líderes de la iglesia, pues creemos que el avivamiento vendrá de los pastores. También cometemos el error de señalar el tiempo en que vendrá, como quien fija la hora en el reloj despertador y aguarda para que suene la alarma. El avivamiento llega cuando el corazón de cada creyente que contiene el tesoro de la vida eterna busca en aflicción una nueva experiencia, cuando mira hacia Cristo, quien es nuestra esperanza de gloria. Cuando dejamos atrás la rutina conformista y nos adentramos en la esfera de las cosas extraordinarias c imposibles, comenzamos a beber de la copa del avivamiento.
El avivamiento no es algo que esté confinado, y que se mida y crezca en un edificio con aire acondicionado, donde un grupo de personas se reúnan para planear cosas. El avivamiento nos espera en las calles, nos espera en los asilos de ancianos, en los orfanatos y en las prisiones. El avivamiento nos llama de las regiones de ultramar, de esos campos que invitan a ir en misión, porque no conocen el evangelio.
El avivamiento viene cuando una persona se aproxima al trono de la gracia con valor y espera un milagro, una persona que, al igual que Moisés, espera en las esquinas de las calles para ver manifestarse la gloria de Dios. El Señor desea manifestar su gloria a través de nuestras manos. Desea dirigirse a los pecadores a través de nuestros labios.
Permite hoy que Dios obre un avivamiento en tu vida. Lo verás en tu hogar, en la iglesia, en tu trabajo y en tus relaciones, porque el avivamiento no es un programa. Es una Persona. Es la manifestación de Dios en tu vida.

Tomando de la Matutina Siempre Gozosos.