jueves, 16 de febrero de 2012

¡HAY DEMASIADA GENTE!

«Si alguien consagra al Señor una parte de su terreno, el valor del terreno se calculará según lo que pueda producir» (Levítico 2 7:16).

Ten cuidado y no pises las plantas con tus botas de explorador ¿Sabías que para que un sembradío de cebada o de cualquier otra planta crezca, tienes que sembrar la cantidad de semillas adecuada?
Si echas pocas semillas en la tierra, van a crecer muy pocas plantas. Pero si se te ocurre echar muchas semillas en la tierra, al poco tiempo el campo estará cubierto de muchas plantitas tan apretadas que parecerá una alfombra. Durante un tiempo va a verse bonito, pero a medida que crezcan se irán apretando cada vez más al punto de asfixiarse entre ellas y entonces morirán.
Si tratas de acumular muchas cosas en tu vida, puedes terminar expulsando a Jesús por falta de espacio. Él quiere que seamos felices y que hagamos muchas cosas interesantes, pero se pondría muy triste si por estar tan ocupados ya no tuviéramos tiempo para él.
No dejes a Jesús fuera de tu vida. Aparta un tiempo para compartir con él diariamente y así crecer y madurar como cristiano.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

TESTIFICANDO EN TODO LUGAR.

Pero recibirás poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra. (Hechos 1:8).

Hacía poco que me había unido al equipo docente de una escuela secundaria católica. Cómo el director era protestante se nos permitía a los maestros que profesáramos diferentes religiones dirigir los devocionales, Yo deseaba compartir aún más mi fe, por lo que decidí invitar a mis compañeros a un momento especial durante la hora del almuerzo. En aquellos encuentros leíamos la matutina y discutíamos la lección de la Escuela Sabática. Muchos de mis colegas se familiarizaron con las creencias adventistas por ese medio.
Una de mis compañeras acababa de regresar de su licencia de maternidad. Había tenido mellizos, pero las criaturas no habían sobrevivido y ella se encontraba muy triste. Se me ocurrió regalarle un libro que la ayudara a enfrentar su dolor, así que al día siguiente le entregué uno que había encontrado en la oficina de mi esposo, recomendándole que lo leyera mientras buscaba en su Biblia los textos mencionados. La semana siguiente me dijo que el libro estaba muy interesante y que había aprendido bastante respecto al sábado. Entonces la animé a que asistiera a una serie de reuniones evangelizadoras que se estaban celebrando brando en un barrio cercano a su hogar.
Transcurrieron dos semanas. Una mañana, mientras caminaba por uno de los pasillos, mi amiga me llamó diciéndome: «Hermana Wellington». Me resultó extraño que me llamara «hermana», pues no acostumbraba hacerlo. Luego me dijo: «Me bauticé anoche en una iglesia que está cerca de mi casa», por lo que nos abrazamos y nos besamos.
A la semana siguiente me encontré con su pastor, quien me dijo que le había sorprendido lo sucedido la noche del bautismo. Al concluir la ceremonia él preguntó si alguno de los presentes deseaba ser bautizado. Mi amiga pasó al frente diciendo que ella estaba lista para el bautismo. El pastor le explicó que sería conveniente que recibiera algunos estudios bíblicos adicionales, pero mi amiga le contestó que ya había recibido suficiente instrucción durante el momento especial que yo dirigía en la escuela durante la hora de almuerzo.
Aprovechemos cada oportunidad para testificar en cualquier lugar donde nos encontremos, ya que como dice el texto de hoy podría representar nuestra «Jerusalén». Quizá no tengamos que llegar «hasta lo último de la tierra».

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Shirnet Wellington

LA TENTACIÓN Y LAS CUCARACHAS: ¿EN QUÉ SE PARECEN?

Huye de las pasiones de la juventud. 2 Timoteo 2:22.

¿En qué se parecen las tentaciones a las cucarachas? Por lo menos en tres aspectos. Están en todas partes, existen en todos los tamaños y aparecen cuando uno menos las espera. Ya se trate de la tentación de copiar en el examen, o de la tentación sexual, o de la tentación a perder los estribos cuando tu equipo está abajo en el marcador, las tentaciones suelen acometernos en el momento más inesperado.
¿Qué debes hacer para enfrentarlas (me refiero a las tentaciones, no a las cucarachas)? Una conocida historia ilustra muy bien este punto.
Un hombre quería contratar los servicios del mejor chofer para que transportara a su familia. Hizo público su deseo, y entonces aparecieron tres candidatos que aseguraban ser expertos de la conducción. Los reunió a los tres, y a cada uno le hizo la misma pregunta: «¿Por qué piensa usted que es la persona indicada para ser el chofer de mi familia?». El primero, queriendo impresionar, respondió que podía conducir el auto muy cerca de un precipicio, sin caer por él. El segundo, para no quedarse atrás, dijo que podía acercarse a apenas centímetros del precipicio, sin que le pasara nada al vehículo. El tercero se limitó a decir: «Caballero, para seguridad de su familia, yo mantendría el vehículo tan lejos del precipicio como me sea posible».
¿Quién obtuvo el trabajo? Por supuesto, el tercero, el conductor que prefirió no jugar con el peligro. Elena G. de White lo expresó de esta manera: «No procures saber cuan cerca del precipicio puedes andar sin caer en él. Evita la primera aproximación al peligro. No se puede jugar con los intereses del alma. [...]. No debe haber una sola desviación de la reserva, pues un solo acto de familiaridad, una sola indiscreción, puede exponer el alma a la perdición, al abrir la puerta a la tentación y debilitar el poder de resistencia» (El hogar cristiano, p. 367).
¿Conclusión? Por lo menos dos cosas están claras. Una es que, al igual que las cucarachas, la tentación estará en todas partes. La otra es que, si no quieres caer en tentación, tendrás que mantenerte lo más alejado posible del precipicio.
Padre mío, dame la sabiduría y el valor necesarios para mantenerme tan lejos como pueda de la tentación.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

NO ESCONDAMOS LA LUZ

«Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de una vasija, sino sobre el candelera para que alumbre a todos los que están en casa» (Mateo 5: 14, 15).

Seguro que más de una vez se ha quedado sin luz en casa. Y no solo en casa sino que todo el barrio se ha quedado a oscuras. En las grandes ciudades una fuerte tormenta puede dejar sin luz a miles de familias.
Hace varios años, una noche nos quedamos sin luz en casa. Cuando esto sucede, solemos mirar por la ventana para asegurarnos de que no somos los únicos que están en oscuras. Esa vez, además de las luces de las casas, también se habían «pagado las de la calle. Como advertí que los vecinos estaban afuera, conversando, salí y me uní a ellos. Al cabo de un rato, volví a entrar y, ayudado con una linterna, busqué algunas velas.
Jesús dijo que nadie enciende una vela para luego cubrirla. Las velas se encienden para no tener que estar a oscuras. Si alguien enciende una vela y luego la cubre, pronto se apagará y dejará de dar luz. Estamos llamados a hacer que la luz del amor de Jesús brille a través de nosotros, si la escondemos, también dejará de brillar.
Cuando se fue la electricidad de nuestra casa aprendí dos cosas. La primera es que tenemos que asegurarnos de que nuestra casa está bien iluminada antes de pretender compartir la luz con los demás. La segunda es que, si no dejamos que la luz del amor de Dios brille en nuestro corazón y nuestra vida, nuestro amor por él se apagará. Quizá no sea de inmediato, pero acabará por suceder.
A veces nos da vergüenza que la gente sepa que seguimos a Jesús. Hay quienes dicen que los asuntos de fe son privados, aunque me pregunto cómo es posible que a nadie le importe compartir la buena noticia de que en el centro comercial están dando ofertas. Cierto que la fe es personal, pero en absoluto es privada, Jesús dijo: «Vosotros sois la luz del mundo»; y la luz no se esconde, se difunde.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill