sábado, 18 de febrero de 2012

¿TIENES UNA PIEL RESISTENTE?

«Luego recogerán los utensilios usados en el servicio del santuario y los pondrán en una tela morada, los envolverán en una cubierta de pieles [...] y los llevarán también sobre unos palos» (Números 4: 12).

¿Alguna vez has oído hablar de las vacas marinas? Si crees que es una criatura de cuatro patas que come hierba, da leche y vive en el mar estás equivocado. De hecho, se trata de un animal que parece una mezcla entre una foca y una ballena, y vive en aguas poco profundas. Su gruesa piel protege estas criaturas del ambiente en el que viven. Con la piel de estos animales Dios les pidió a los israelitas que cubrieran partes del santuario. Esa fue una gran idea, pues la piel de las vacas marinas es muy resistente.
A veces necesitamos tener una «piel resisten como la de las vacas marinas. No estoy refiriéndome a nuestra piel física. Lo que quiero decir es que cada vez que otros digan o hagan algo que nos haga daño, debemos pedirle a Dios que nos ayude a tener valor y orar por esa persona, en vez de pensar en lo que nos hizo.
Seamos «vacas marinas» y comencemos a orar para que el amor de Dios alcance a todos aquellos que no tratan muy bien.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

¡CUÁN BUENOS ES DIOS!

Gustad y ved que es bueno Jehová. ¡Bienaventurado hombre que confía en el! (Salmo 34:8).

En diciembre de 1997 murió mi padre Por varias razones mi mamá no quiso avisar a mucha gente. Ella decidió que únicamente la familia inmediata debía asistir al funeral. Mientras estábamos en la funeraria estuvimos cantando algunos himnos para que nos sirvieran de consuelo, en especial a mi madre. Aunque ella estaba tranquila se le notaba un dolor profundo por haber perdido a su compañero durante casi cincuenta años. Al contemplar aquel salón pensé que se veía algo desolado, ya que solo había algunas flores y unos arreglos dispersos aquí y allá. Pensé: «Si tan solo este salón estuviera lleno de flores». En contraste, una capilla contigua ¡estaba llena de personas y de flores!
En la madrugada mi esposo y yo decidimos ir a descansar un poco para luego bañarnos e ir al panteón donde colocaríamos el cuerpo de mi padre. Cuando regresamos a la funeraria me quedé sorprendida. El salón estaba repleto de flores: ¡muchas flores, coronas, arreglos, ramos, canastas!
Uno de los familiares de la persona a quien velaban en la sala contigua se había acercado a mi hermano y le había dicho que deseaba darnos todas las flores de ellos, porque no se las podían llevar, ya que a su pariente iban a incinerarlo.
¡Qué gran Dios tenemos! Un Dios que está atento aun a nuestros pensamientos y anhelos más fugaces. Alguien podría decir que todo fue una simple coincidencia, pero sabiendo cómo es el Dios en el que creo, sé perfectamente que él lo dirigió todo con el fin de mostrarnos que estaba muy cerca de nosotros en aquel momento.
Esta experiencia quizá pueda parecer algo insignificante, pero para mí no lo fue. Ya han pasado varios años desde aquel incidente y con frecuencia lo recuerdo agradeciéndole a Dios por darme aquella alegría en medio de mi dolor.
Ora al Señor para que tus ojos sean abiertos y puedas ver en todo lo que te sucede una bella expresión del amor de Dios. Aunque estés enfrentando algún dolor o desafío proclama: «Gustad y ved que es bueno Jehová. ¡Bienaventurado el hombre que confía en él!».

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Laura Ochoa es mexicana. Está casada con el pastor Julio A. Díaz y tienen dos hijos.

LA TENTACIÓN Y LOS GATOS CALLEJEROS: ¿EN QUÉ SE PARECEN?

Todos los que invocan el nombre del Señor han de apartarse de la maldad. 2 Timoteo 2:19.

¿En qué se parece la tentación a los gatos callejeros? Muy sencillo: dale comida a uno y al día siguiente aparecerá con todos sus amigos.
Durante el tiempo en que trabajé en el Instituto Universitario Adventista de Venezuela, pude comprobar cuan cierto es esto. Cierto día se nos ocurrió darle comida a un gato, y eso es exactamente lo que sucedió. El gatito «corrió la voz», como lo hace Don Gato en las tiras cómicas, y al poco tiempo toda su pandilla se mudó al patio trasero de la casa.
Sucede exactamente lo mismo con la tentación. Si alimentas el deseo, aunque solo sea una vez, te resultará más difícil resistir. Como bien lo expresó Martín Lutero, no podemos evitar que las aves vuelen sobre nuestra cabeza, pero sí que hagan allí su nido.
¿Cómo aplicar este sabio consejo en nuestra vida diaria?
No puedes evitar ver algunas imágenes sexualmente atractivas cuando caminas por la calle, porque están en todas partes (por ejemplo, en los kioscos de revistas), pero no tienes por qué detenerte a contemplarlas.
No puedes evitar el deseo de contacto físico con tu novia o con tu novio, pero sí puedes evitar estar a solas con esa persona en lugares que inviten la tentación.
No puedes vivir sin tener amigos, pero nadie te obliga a estar en compañía de quienes decidan involucrarse en conductas obscenas.
La lista es interminable, pero el punto está claro: evita el primer contacto con el mal. No alimentes a ese «gato callejero», porque regresará con refuerzos, y entonces será muy difícil quitártelos de encima.
Puede que preguntes: «¿Cómo hago si la tentación aparece sin que yo la busque?». Muy bien, ¿recuerdas el relato del rey David cuando vio desde la azotea del palacio a una bella mujer mientras se bañaba? Ya conoces la historia (ver 2 Sam. 11:1-4). ¿Subió David a la azotea para verla desnuda? No. ¿Por qué entonces terminó cometiendo adulterio con esa mujer, y asesinando a su esposo Urías? Porque, en lugar de apartarse de allí, coqueteó con el mal («alimentó al gato callejero»). Cuando finalmente despertó a la realidad, ya era demasiado tarde.

Señor, ayúdame a el primer contacto con el mal. Y cuando la tentación me sorprenda, dame valor para alejarme completamente de ella.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

GUARDAR LOS MANDAMIENTOS

«No penséis que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir» (Mateo 5:17).

Cierto día, un ministro de otra denominación me envió un correo electrónico el que me decía que su iglesia creía que el Antiguo Testamento tenía que ser desechado. Me dijo que no creía que un cristiano tenga que observar la ley.
En tiempos de Jesús, la Biblia solo se componía de lo que hoy llamamos el Antiguo Testamento: la Ley, los Escritos y los Profetas. La ley estaba dividida en tres partes. La primera era la ley ceremonial, que representaba el plan de salvación en tipos y símbolos. Esta ley indicaba a Israel cómo tenía que adorar a Dios. Seguía la ley judicial, lo que hoy llamaríamos las leyes civiles de Israel. Por último, se encontraba la ley moral, los Diez Mandamientos.
Nunca deja de sorprenderme que la gente diga que los Diez Mandamientos quedaron clavados en la cruz. Sin duda alguna, no sugieren que ahora podemos mentir, robar o cometer adulterio con total libertad.
Sencillamente, quienes insisten en que los Diez Mandamientos fueron clavados en la cruz están buscando una excusa para no tener que guardar el cuarto mandamiento: «Acuérdate del sábado para santificarlo» (Exo. 20:8). Algunos insisten en que este mandamiento era solo para los judíos. Pero los primeros en recibirlo fueron Adán y Eva, que no eran judíos.
Jesús no vino a vivir en la tierra para abolir los diez Mandamientos. Vino para confirmarlos y mostrarnos cómo cumplir de corazón los principios de la ley, además de obedecerla.
Aunque son una guía que nos dice qué hacer, los Diez Mandamientos no pueden darnos un corazón nuevo. Nuestras propias fuerzas no bastan para cumplir (obedecer) la ley. Jesús no cumplió (obedeció) la ley para que nosotros quedáramos exentos de cumplirla, sino para que, por medio de su vida, su muerte y su resurrección, podamos guardarla.
Jesús quiere que obedezcamos los Diez Mandamientos de corazón, no solo de forma externa, porque estamos convencidos de que son lo correcto. Ansia ayudarnos. ¿Por qué no le pedimos que lo haga? (Basado en Mateo 5: 17).

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill