lunes, 9 de noviembre de 2009

UN TOQUE GENTIL

Porque donde hay envidias y rivalidades, también hay confusión y toda clase de acciones malvadas (Santiago 3:16).

No cabe duda que conforme pasa el tiempo, las cosas cambian. Sobre todo la tecnología está muy avanzada. Ahora queremos las cosas más rápido, no las terminamos de procesar mentalmente y ya hay algo nuevo para aprender, o para utilizar o para agregar a lo que tenemos. Esto hace que nos volvamos más exigentes. Aunado a eso queremos todo bien hecho, anhelamos lo correcto, lo justo, lo que debe ser y al estar preocupadas en exigir no nos damos cuenta de que junto con el paso del tiempo y el avance de la tecnología, también en nosotras se producen cambios.
¿Debemos cambiar? ¿Por qué debemos cambiar? ¿Hay cosas que no deben cambiar? ¿Son buenos los cambios? ¿Debemos exigir? ¿Te gusta exigir a los demás pero a ti no? Tenemos creencias religiosas que nos motivan a aprender, desear cambiar e implementar algunas modificaciones en nuestras vidas. Pero no nos damos cuenta que eso nos vuelve más exigentes, aunque no necesariamente con nosotras mismas, sino con los demás.
Siempre encontramos algo en quienes nos rodean; aunque pudiera ser verdad, en relación a lo que se le señala, no es necesario que se comente. Lo que realmente necesitan esas personas, como nosotras mismas, es un toque gentil. Una palmada, un saludo, un abrazo, una sonrisa, unas palabras de aceptación. Una aceptación que irradie gentileza, paciencia. Un toque de gentileza que no quiera cambiar a la persona, solo que en un lenguaje especial le diga: «Te acepto tal como eres y te tendré paciencia, ve tu y haz lo mismo con otras». Gracias Dios Padre, por haber enviado a Jesús, para darnos tu toque de gentileza en un lenguaje conocido para nosotras.

Lourdes Lozano Gazga
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.

EL TESORO ESCONDIDO

No me hagas rico ni pobre. Proverbios 30:8.

En 1880, un médico alemán que trabajaba en Perú recibió el recado de que lo necesitaban en una familia que vivía en la montañas. La esposa de uno de los indios peruanos estaba muy enferma y se temía por su vida.
El Dr. Kart Weiner fue llevado a la aldea de la mujer y allí usó todo su conocimiento medico para salvar su vida. Tan pronto como se estabilizó, el médico emprendió viaje de regreso al valle. El agradecido esposo le sirvió de guía a través de los pasos más difíciles.
Cuando llegaron a un estrecho saliente, el indio se aportó del camino. El Dr. Weiner lo siguió. Entraron en una abertura de la pared rocosa y cuando estuvieron de pie, el doctor miró a su alrededor lleno de asombro.
-¿Dónde estamos? –preguntó-. ¿En una mina de plata?
-Sí –respondió el indio-. En pago por haber salvado a mi esposa, llévese tanta plata como pueda.
El doctor tomó un pedazo de mena de plata y, presa de la curiosidad, preguntó:
-¿E la aldea saben de la existencia de esta mina?
-No –respondió el indio-. La riqueza solo trae problemas. Quiero que mi gente sea feliz. Usted no podrá encontrar otra vez esta mina, por eso sé que con usted mi secreto está seguro.
Hasta el momento, la mina nunca ha sido encontrada. Pero el pedazo de mena del doctor está expuesto en el Museo Natural de Viene, en Austria.
El indio era un hombre sabio. Es agradable tener dinero suficiente para pagar las facturas, pero la riqueza no trae la felicidad. La felicidad es una actitud, no una cuenta de ahorros.
No busques la manera de hacerte rico. Busca las oportunidades de disfrutar lo que ya tienes.

Tomado de la Matutina el Viaje Increíble.

LOS TRES ELEMENTOS DE LA ORACIÓN

Perseverad en la oración velando en ella con acción de gracias. Colosenses 4:2

La vida de oración de Jesús fue extraordinaria. Daniel oraba tres veces al día. El apóstol Pablo, según lo expresa él mismo, lo hacía sin cesar. A la luz de estos gigantes, ¿cómo evalúas el estado actual de tu vida de oración? ¿Oras regularmente? ¿Sientes que tus oraciones son escuchadas, atendidas y respondidas por Dios? Si tu respuesta te apena, no te desanimes si te sientes poco satisfecho con el tiempo que dedicas a buscar compañerismo e intimidad con tu Padre celestial.
Muchos cristianos están luchando por mejorar su vida de oración. Algunos se frustran por los pobres resultados obtenidos. La Biblia ofrece algunos consejos que enriquecerán tu vida de oración si los tienes en cuenta.
 Consagrarte a una vida de oración. «Perseverando en la oración, velando en ella con acción de gracias» (Col. 4:2). Según el consejo divino, debes orar sin cesar y con el interés de ver resultados. Aparata tiempo para escuchar al Padre celestial, así como para hablar con él, expresándole con toda confianza los deseos de tu corazón, e incluso aquellos cosas por las cuales no te siente bien, por mucho que tales cosas parezcan una queja. Si el descanso de la noche no fue bueno, dile: «Señor, me siento malhumorado, pues no tuve una buena noche».
 Vigilia la frecuencia y la calidad de tu oración. ¿Oras en todo tiempo? ¿Tienes comunión con tu Padre mientras realizas tus tareas diarias? ¿Verificas diariamente tu programa de oración? ¿Incluyes en tus oraciones a los que predican el evangelio? ¿Oras por los que todavía no conocen a Jesús?
Satanás desea distraerte de la oración, desea desviar tu mente y mantener tu corazón sumido en problemas. Si advertimos estas cosas, podemos contrarrestarlas concentrando nuestra atención en nuestro deber, que consiste en comunicarnos con Dios.
 Ora con espíritu de gratitud. El apóstol Pablo aconseja: «La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándonos y exhortándonos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y canticos espirituales».
Hoy tienes muchas cosas por las cuales dar las gracias al Señor. Dáselas por escucharte, por su fidelidad y por las respuestas que dará a tus oraciones.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.