martes, 21 de julio de 2009

ANGELES EN ACCIÓN

Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas; cuando camines por el fuego, no te quemarás ni te abrasarán las llamas (Isaías 43:2).

Mis recuerdos más gratos y mis experiencias más dramáticas son las que viví en el campo, en el rancho Little Rock, a orillas del Río Escondido, en la Costa Atlántica de Nicaragua. Allí tuve una niñez libre y silvestre, pero siempre sintiéndome una niña especial, aunque mi esti­lo de vida fuera muy sencillo y con muchas carencias. Una tarde cuando el sol desaparecía al otro lado del río, corrí hacia él, para traer mi última jicara de agua para la noche. Oscurecía y aunque crecí en el campo, albergaba temores a ciertos enemigos, como tigres, serpientes y fantasmas. Sentí que era una injusticia tener que ir al río tan tarde. Corrí desenfrenadamente por el camino angosto entre la vegetación, tratando de ver cualquiera de estos objetos de mis temores. Pronto fui sorprendida por una enorme serpiente enrollada en el centro del camino. Como iba tan rápido no pude frenar a tiempo para no acercarme. No tuve otra alternativa que saltar y caer al otro lado del reptil. Ahora sí estaba en problemas. Era un hecho que no podía volver por ese camino y no había otro accesible. Llegué al río, llené la jicara, miré «el monstruo del río» que ya había cobrado la vida de mi padre biológico, y pensé en la serpiente que me esperaba. Entonces empecé a gritar con todas mis fuerzas y nadie respondió. Estaba como a doscientos metros de distancia. Sentí temor de que la serpiente mordiera al que me fuera a buscar. Atormentada por la situación, de pronto apareció un joven que venía río arriba en una canoa; se sorprendió al verme gritando sobre las rocas. Ofreció trasladarme por el otro camino. Me llevó a casa sana y salva. Cuando le pregunté adonde iba, dijo que de pronto había decidido ir a visitar a una familia río abajo. Así trabaja Dios y sus ángeles. Desde que era muy pequeña Dios intervino muchas veces para salvar mi vida porque para él yo era una niña especial. Él tenía un propósito para mi vida. Amiga, reflexionemos en el trayecto de nuestra vida y recordemos las veces que el ángel del Señor nos ha defendido de muchos peligros. Alabado sea su nombre.

Conny Christían
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.

FUERA DE CONTROL

¡Ay de ustedes, que madrugan para emborracharse, y al calor del vino se quedan hasta la noche! Isaías 8: 11

A inicios del siglo XX, una vid procedente de Asia, llamada kudzu, fue importada a los Estados Unidos para reducir el problema de la erosión del suelo que sufrían algunos Estados del sur. Sus profundas raíces impedían que el agua se llevara la tierra. La gente se asoció para plantar kudzu en distintos lugares y el Servicio de Conservación del Suelo la entregaba gratis a los granjeros. Pero las plantas de kudzu tomaron la iniciativa. La planta crece hasta treinta centímetros al día. Pon algo en su camino, un edificio un árbol, y la parra trepará hasta cubrirlo. En un verano puede crecer más de dieciocho metros en todas direcciones. Cuando la gente empezó a darse cuenta de que la parra se estaba saliendo de control, quisieron matarla. La cortaron con hachas y sierras. La envenenaron con herbicidas, incluso quisieron quemarla, pero no moría. Las plantas de .kudzu se han extendido por doce Estados del sur, cubriendo una extensión de terreno de más de 2.8 millones de hectáreas. Por suerte, un producto de Dow Chemical ha sido capaz de matar las raíces Pero no es seguro que se haya podido eliminar del todo la plaga. El alcohol tiene un efecto parecido en la vida de las personas. Cuando la gente empieza a beber, ayuda a relajarse. Pero, a medida que el tiempo pasa, el alcohol, como la parra kudzu, puede escapar al control. El alcohol afecta a la capacidad de pensar con claridad. No es de extrañar que la bebida sea la causa de un rendimiento bajo en el trabajo, la ruptura de relaciones, malos tratos a los niños, dificultades económicas y graves problemas de salud. El alcohol no mejora la vida de nadie. Pero ha destruido millones de vidas. Si permaneces alejado del alcohol jamás tendrá la posibilidad de apoderarse de tu vida.

Tomado de la Matutina El vieja increíble.

LOS VERDADEROS ADORADORES OBEDECEN

Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: "A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra"».Mateo 4: 5, 6

Adoración sin obediencia, sin compromiso. Está de moda en la actualidad. Los templos están repletos de esa clase de adoradores que, al parecer, lo único que desean es que les digan que están bien, sin importar cómo vivan. Satanás conoce muy bien lo que significa la verdadera adoración. Las tres tentaciones que presentó a Jesús tenían como objetivo lograr que el Señor lo adorara. ¿De que manera alcanzaría su meta mediante la segunda tentación? Probablemente la tentación tuvo lugar en el pórtico de Herodes, en el lado sur, desde el cual se podía contemplar el valle del Cedrón. Desde allí no se podía ver la profundidad del abismo. De esa altura le pidió Satanás a Cristo que saltara, citando parcialmente los versículos 11 y 12 del Salmo 91, y dejando fuera de manera intencional la frase «en todos sus caminos», es decir, en todos los justos caminos de Dios. Jesús confronta de nuevo la tentación de exhibir su poder de hacer milagros aparte de la voluntad del Padre. Satanás le dice: «Ya que has decidido confiar en tu padre, muestra al mundo cuánto confías en él, lanzándote del pináculo del templo». Jesús sabía que no había recibido ninguna orden de parte de su Padre para lanzarse desde el pináculo del templo. Hacerlo sería una presunción y, por lo tanto, pecado. Pero Jesús afirmó su decisión de no hacer ninguna cosa por su propio poder. Decidió adorar a Dios a través de la obediencia. Jesús comprendía con toda claridad el segundo principio de la verdadera adoración: A Dios se le adora con la obediencia. La desobediencia es adoración a Satanás. Dios no acepta que lo pongamos a prueba en esos términos. Aunque a Jesús no le pasara nada físicamente, saltar del pináculo no tendría justificación si Dios no ordenaba. El hecho de que algo no salga mal, aunque se haga desobedeciendo a Dios, no significa que el Señor aprueba todo lo que hacemos. Dios aprueba la obediencia. La orden que Cristo nos da es que vivamos bajo la palabra de Dios. Cualquier conducta es humana y, por lo tanto, pecaminosa. Digamos, como el himno: Su santa ley obedezco por fe, y feliz para siempre con Jesús estaré. Himnario adventista, n° 238.


Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.