sábado, 31 de agosto de 2013

HÁBITAT DE OSOS

Lugar: California, EE.UU.
Palabra de Dios: Mateo 18:19, RVR

¡Crunch! ¡Pap! Josué y Jenny se sentaron de un salto en sus bolsas de dormir. Era plena noche, y estaban acampando en el Parque Nacional Sequoia. De pronto oyeron el ruido de vidrios rotos.
¿Qué fue ese ruido? susurró Jenny.
El papá se levantó a investigar. Abrió la puerta de la carpa, y alumbró con su linterna.
¡Oh, no! dijo. iOsos! ¡Tres osos! Una mamá osa y dos crías. Todos se quedaron muy quietos, con miedo de moverse.
Entonces, la mamá dijo: Hagamos un poco de ruido. ¡Quizás eso los aleje!
Ella comenzó a gritar, y Josué y Jenny se le unieron, hasta que se quedaron sin voz. Pero, los osos seguían allí. De hecho, uno de los oseznos se había subido al asiento trasero del auto y habla comenzado a comerse los duraznos que había allí.
¿Que podían hacer? ¿Qué pasaría si los osos decidían explorar la carpa? Entonces, Jenny sugirió que oraran. «Querido Dios, por favor, aleja a los osos», rogó al Señor.
¡Increíble! exclamó el papá un momento más tarde. La mamá osa salió corriendo hacia el bosque. Jenny, vuelve a orar.
Jenny rápidamente oró nuevamente. «Querido Dios, gracias por alejar a la mamá osa. Ahora, por favor, aleja a los cachorros, también». Y, créanlo o no, los oseznos dejaron de lado los duraznos que habían estado devorando y corrieron detrás de su madre tan rápido como podían.
Jesús nos dice: «Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho par mi Padre que está en los cielos».

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

¿CUÁLES SON TUS MOTIVOS PARA VIVIR?

Olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece. Filipenses 3: 13-14

Una vida sin motivos es algo sin sentido. Quien no descubra cuál es la misión de su vida, caminará perdido por los laberintos de la existencia humana. Puede incluso sentir hastío de sí y no soportará los triunfos y éxitos de los demás.
Los propósitos son los que marcan la ruta, son los motores que se encienden cada mañana al despertar y nos impulsan a trabajar con ahínco; la fuerza de la existencia y el deseo de vivir se encuentran en ellos.
Cuando Dios colocó a Adán en el Edén, tenia propósitos bien definidos para él: «Dios el Señor tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara» (Gén. 2: 15). Dios creó un entorno especial para Adán y le encomendó una tarea; esto pasó a constituir una parte de la razón de su existencia. Lo mismo ha hecho Dios con nosotras. Nos creó, y nos encomendó una misión. Nuestra tarea consiste en descubrir la razón de nuestra existencia. Cuando lo conseguimos, somos como el buen árbol que da frutos deliciosos y que cobija en sus ramas a las avecillas del campo ya su sombra al caminante cansado.
Los propósitos más buscados deberían ser aquellos que en todo tiempo y circunstancia glorifiquen a Dios. La búsqueda de conocimiento, de prosperidad material y de éxito profesional, son motivos santificados cuando los ponemos en las manos de Dios. Sin embargo, el egoísmo puede hacer que perdamos de vista el hecho de que todo lo que Dios nos provee como un bien, debe ser usado también en beneficio de otras personas. Si lo ignoramos, caeremos en la frialdad, y finalmente una sensación de vacío existencial podría hacer presa de nosotras.
Amiga, hoy es un buen día para que revises los propósitos de tu vida. Si descubres que no están en orden, vuelve a definirlos. Compra el colirio del cielo para que puedas ver con claridad lo que tienes frente a ti. Toma fuerzas en la oración y en la lectura de la Palabra de Dios, y con paso firme y decidido avanza.
Di, como el apóstol: «Sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús» (Fil. 3: 14).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

BIENAVENTURADOS LOS QUE PERSEVERAN

El que se mantenga firme hasta el fin será salvo (Mateo 24:13).

Ya sé que no hay una bienaventuranza que lo diga así (bienaventurados los que perseveran), pero creo que es verdadera. Es lo que dice, en esencia, nuestro texto de hoy.
Ningún otro rasgo de carácter es tan crucial para el éxito como la perseverancia. El apóstol escribió: “Han oído hablar de la perseverancia de Job” (Sant. 5:11). Dios elogia a los perseverantes (lee Apoc. 2:3).
A un niño que era muy tímido en la escuela le pusieron el sobrenombre de “Sparky”. Así se llamaba un caballo que aparecía en las tiras cómicas. A él le iba tan bien en la escuela, que lo adelantaron de grado. Cuando estaba en primer grado, su mamá lo ayudó para que les llevara presentes del Día de la Amistad a todos en su clase, de manera que ninguno se sintiera mal por no haber recibido nada. Sin embargo, su timidez le impidió poner los regalos en la caja que estaba frente al salón de clases para ese propósito, así que se volvió a casa con ellos.
Con el paso del tiempo, se convirtió en un adolescente muy tímido, porque era el de menos edad de su clase en la secundaria. Un momento desagradable ocurrió cuando le rechazaron sus dibujos para el anuario.
Sparky fue víctima de muchos rechazos durante su vida. Incluso cuando le propuso matrimonio a la mujer de la que se enamoró, fue rechazado. Finalmente, se casó con otra.
Su única habilidad era el dibujo, y él se sentía orgulloso de sus obras de arte. Pero, nadie las apreciaba. Sin embargo, no se dio por vencido. Sparky comenzó a considerar la posibilidad hacer carrera como artista profesional. Un día se le ocurrió comenzar a escribir su autobiografía mediante caricaturas. En ellas describía su niñez, mostrando al niño introvertido que no lograba tener éxito. Utilizó aun personaje conocido hoy en la mayor parte del mundo.
Charles “Sparky” Monroe Schulz fue el creador de la famosa tira cómica Peanuts, de Charlie Brown, el niño cuya cometa no volaba, y su inseparable perro Snoopy.
Sparky triunfó al fin en la vida, mientras sus compañeros “más inteligentes” se perdieron en el olvido. Pero en la vida espiritual el asunto es aún más importante. Aquí la perseverancia es de la mayor trascendencia. De los perseverantes es el reino de los cielos. Si caes, si el enemigo se regocija derribándote, no te rindas, no te desanimes. Todavía hay esperanza para ti. Dios es especialista en levantar a quien ha caído.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

UNA OBRA BIEN TERMINADA

Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. Juan 17:4.

Cuando Cristo expiró en la cruz y clamó en gran voz “Consumado es”, su obra había terminado. El camino había sido abierto; el velo había sido rasgado. La humanidad podía acercarse a Dios sin una ofrenda de sacrificio; sin el servicio de sacerdotes terrenales. Cristo mismo era un sacerdote según el orden de Melquisedec. El cielo era su hogar. Vino a este mundo a revelar al Padre. Respecto de su humillación y conflicto, su obra en lo concerniente a ello ya estaba hecha. Ascendió al cielo y se sentó para siempre a la diestra de Dios.
La vida de Cristo en esta tierra había sido de fatiga; una vida ocupada e intensa. Resucitó de los muertos y durante cuarenta días permaneció con sus discípulos, instruyéndolos en preparación para su partida de entre ellos. Estaba listo para irse. Había demostrado el hecho de que era un Salvador vivo; sus discípulos no necesitaban asociarlo más con la tumba de José. Podían pensar en él en términos de su glorificación entre los ejércitos celestiales…
Todo el cielo esperaba con ansiosa vehemencia el fin de la demora del Hijo de Dios en un mundo quemado y marcado con la maldición. La exaltación de Cristo habría de ser en proporción a su humillación y sufrimiento. Llegó a ser el Salvador, el Redentor, únicamente porque primero llegó a ser el Sacrificio…
Cristo vino a la tierra como un Dios disfrazado de humanidad. Ascendió al cielo como el Rey de los santos. Su ascensión fue digna de su carácter exaltado.
Ascendió desde el Monte de los Olivos en una nube de ángeles, quienes lo escoltaron triunfalmente a la ciudad de Dios. Él no fue por su propio interés, sino como el Creador del pacto y el Redentor de sus hijos e hijas creyentes, que han llegado a creer por la fe en su nombre. Vino como uno poderoso en batalla, un conquistador, que llevó cautiva a la cautividad, entre aclamaciones de alabanza y cánticos celestiales…
¡Qué contraste entre la recepción de Cristo cuando regresó al cielo y su recepción en esta tierra! En el cielo solo había lealtad, no había penas ni sufrimiento con los cuales toparse constantemente…
Había llegado el momento para que el universo del cielo aceptara a su Rey —Signs of the Times, 16 de agosto de 1899.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White

viernes, 30 de agosto de 2013

BODA REAL

Lugar: Japón
Palabra de Dios: Mateo 4:10, RVR

La fiesta de casamiento se llevó a cabo en abril de 2003. Todo era perfecto, hasta el más mínimo detalle: la comida, las bebidas, la decoración, la música… Todos estaban de acuerdo en que la fiesta era digna de la realeza. Y no era de asombrarse; ya que el novio no era otro sino el príncipe Satohito, del clan Arisugawa; o así pretendía él, por lo menos.
Ciento cincuenta y tres invitados asistieron a la fiesta, y cada uno llevó un gran regalo en dinero. Querían felicitar al príncipe y desearle bien. Los regalos sumaron 6,9 millones de yenes (cerca de 67.000 Mares).
Pero, algo no estaba bien. «¿Alguna vez oíste hablar de este príncipe?» La gente hacía esta pregunta una y otra vez, hasta que alguien decidió investigar su linaje real. Para sorpresa de ellos, descubrieron que el clan Arisugawa había desaparecido en 1924. No tenía descendientes vivos, lo que significaba que el «Príncipe Satohito» era falso, un estafador que quería quedarse con dinero ajeno. Afortunadamente, lo atraparon a tiempo, antes de que él y sus cómplices huyeran.
¿Alguien pretendiendo ser un príncipe? Eso es lo que Satanás ha estado haciendo desde la caída de Adán y de Eva en el Jardín del Edén. El se llama a sí mismo príncipe de este mundo, gobernante sobre todos los que viven en la tierra. Hasta llevó a Jesús a una montana alta, mostrándole toda la riqueza y el esplendor del mundo; y le dijo que le daría todo si se arrodillaba y lo adoraba.
¿Cómo respondía Jesús? «Vete, Satanás, porque escrito esta: Al Señor tu Dios adoraras, y a él sólo servirás». Dios es el verdadero gobernante de este mundo. Satanás es un falsificador, un estafador que quiere atraparte. No cedas a sus engaños, sino «al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás».

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

¿LISTA PARA DAR EJEMPLO?

Deben enseñar lo bueno y aconsejar a las jóvenes a amar a sus esposos y a sus hijos, a ser sensatas y puras. Tito 2: 3-5

Cuando era niña, vivía con mis padres en una pequeña propiedad que contaba con una gran diversidad de árboles frutales. El consejo de mi padre siempre era el mismo: «No corten una fruta hasta que esté madura». Confieso que algunas veces ignoré esa indicación y torné alguna fruta antes de tiempo; en esos casos el sabor por lo general era agrio, quizá un tanto amargo. Por el contrario, ¡qué delicia era saborear una fruta que había llegado a su plena madurez!
Hay una etapa de la vida que llamamos «madurez» y de la que muchas mujeres intentamos escapar. Quizá es porque tenernos un concepto falso de lo que es la madurez. Las que estamos próximas a llegar a esa etapa, no debemos esperar su llegada envueltas en miedos, amarguras e improductividad. Quizá pensemos y creamos que lo mejor de la vida es la juventud, que ya se ha ido, y que es poco o nada lo que podemos hacer y ser… pero no es así. Antes al contrario, amiga mía, la madurez nos coloca en una posición muy especial con respecto a Las adolescentes y jovencitas que están comenzando a sufrir un proceso de maduración.
Una mujer madura debiera ser como una fruta cortada a tiempo: ¡Deliciosa! Jamás debemos esperar ni vivir la madurez revestidas de amargura. Alcanzar la madurez física, espiritual y emocional, nos capacha para presentarnos ante las demás como «maestras del bien», que tanta falta hacen en el mundo. Una sociedad que marcha sin dirección, sin conocer la diferencia entre el bien y el mal, sin distinguir la mano derecha de la izquierda, necesita gente madura que la guíe. Querida mujer madura, este es nuestro campo de acción. Aprovecha y comparte tus experiencias para aconsejar.
Aprovecha tus errores para prevenir, tus aciertos para crear optimismo, tus fracasos para infundir nuevos ánimos. Por último, emplea tus años para transmitir salud. Ser como frutas maduras implica cordura, humildad, inteligencia, conocimiento, así como ejercer una influencia positiva ante nuestras hermanas que vienen detrás de nosotras en la maravillosa senda de la vida.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

LA BUENA SUERTE DE FREDDIE

El mejor de ellos es más enmarañado que una zarza; el más recto, más torcido que un espino. Pero ya viene el día de su confusión; ¡ya se acerca el día de tu castigo anunciado por tus centinelas! (Miqueas 7:4).


Hay una historia muy reveladora de lo que Dios quiere hacer con nosotros. La cuenta Leo R. Van Dolson en Un llamado al reavivamiento. Un bebé llamado Freddie fue entregado a una agencia de adopción, pero como había nacido sin brazos se lo colocó en la lista de los difíciles de adoptar. Francés y Edwin Pearson llegaron a la agencia en busca de un niño. La señora Pearson le echó una mirada llena de orgullo a su marido, de porte atlético, y dijo que sería buen padre para un varoncito.

Los Pearson admitieron que no tenían mucho dinero, pero la esposa insistió, diciendo:
-Tenemos mucho amor… ¡Lo hemos ahorrado!
La trabajadora social entrevistó concienzudamente a la pareja y, finalmente, les dijo que había disponible un niño de trece meses. Los Pearson estaban entusiasmados. Entonces sacó la fotografía de Freddie, y les dijo:
-Es un chiquillo maravilloso, pero nació sin brazos.
Los Pearson estudiaron detenidamente la fotografía.
-Podría jugar fútbol -sugirió la señora Pearson.
-Los brazos no son tan importantes. Se las podrá ingeniar sin ellos. Si le faltara la cabeza sería otro asunto. Le podemos enseñar un montón de cosas -añadió el señor Pearson.
-¿Les parece que podrían acogerlo, entonces? -preguntó la representante de la agencia.
-¿Podríamos? ¡Podríamos! -respondieron los Pearson-, ¡Lo necesitamos!
Así fue como la feliz pareja acogió a Freddie en su hogar y sus corazones.
Dios nos necesita. Seis mil años de degradación nos han desfigurado, estropeado y deformado. ¡Pero Dios nos necesita todavía! Quiere recibirnos para sanarnos completamente.
Dios discute con nosotros como en los días de Miqueas: “Pueblo mío, ¿qué te he hecho?
¡Dime en qué te he ofendido!” (Miq. 6:3). La tragedia es que millones preferirán quedar deformes y torcidos como el espino y la zarza, negándose a ir a Cristo para que los adopte y los sane verdaderamente en el seno de su familia. Dios quiere ayudarnos y salvarnos más de lo que nosotros jamás podremos comprender. ¿Ya escuchaste y aceptaste su llamado? Si no, apresúrate, porque el tiempo apremia. No necesitas buena suerte, como Freddie, sino fe en Jesucristo.


Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes

¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

EL CALVARIO

Pero al fin vinieron dos testigos falsos, que dijeron: Este dijo:
Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo. Mateo 26:60, 61.

Esta era la única acusación que podía presentarse contra Cristo. Pero estas palabras habían sido declaradas y aplicadas mal. Cristo había dicho: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré… Mas él hablaba del templo de su cuerpo” (Juan 2:19-21).
Los sacerdotes y los gobernantes, con muchos otros, lo desafiaban con esta declaración falsa. Cuando pendía de la cruz, fue repetida en son de burla por los escribas y los fariseos y apoyada por la multitud. “Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo” (Mat. 27:40). Pero, aunque se las citaba mal, las palabras de Cristo se estaban cumpliendo. Se les daba publicidad, y se hacían más impresionantes por las proclamaciones de sus enemigos…
Los que con mofa dijeron: “Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios” (vers. 43), no pensaron que su testimonio repercutiría a través de los siglos. Pero aunque fueron dichas en son de burla, nunca hubo palabras tan ciertas. Llevaron a los hombres a buscar en las Escrituras por sí mismos. Hombres sabios oyeron, investigaron, reflexionaron y oraron. Hubo quienes no descansaron hasta que, por la comparación de un pasaje de la Escritura con otro, vieron el significado de la misión de Cristo.
Vieron que Aquel cuya tierna misericordia abarca todo el mundo proveía perdón gratuito…
Nunca antes hubo un conocimiento tan general de Jesús como cuando fue colgado de la cruz. Fue levantado de la tierra para atraer a todos hacia sí. En el corazón de muchos de los que presenciaron la crucifixión y oyeron las palabras de Cristo resplandeció la luz de la verdad. Con Juan, proclamarían: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29)…
Esta escena ocurrió a la vista del cielo y de la tierra. Los ángeles contemplaron la burla inmisericorde y el odio manifestado contra Jesús por quienes debían haberlo reconocido como el Mesías…
Nuevamente se escuchó el clamor, como de uno en agonía mortal: “Consumado es” (Juan 19:30). “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró” (Luc. 23:46). Cristo, la Majestad del cielo, el Rey de gloria, estaba muerto -Review and Herald, 28 de diciembre de 1897; ver un texto similar en El Deseado de todas las gentes, pp. 653, 696, 697.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White

jueves, 29 de agosto de 2013

SOLO UN BRAZO IZQUIERDO

Lugar: Austria
Palabra de Dios: Salmo 42:11

Al concluir la última obra, la multitud rompió en aplausos. «¡Bravo! ¡Bravo!», gritaban. Paul Wittgenstein, el joven pianista, se puso de pie e hizo una reverencia. Todos concordaban en que tenía por delante una brillante carrera musical. Pero, cuando comenzó la Primera Guerra Mundial, Paul fue llamado a unirse al ejército. «Ojala esta guerra termine pronto», pensaba a menudo. «Ojala pudiera irme a casa, a tocar el piano».
Y entonces, un día, algo trágico sucedió. Una bala enemiga le destroza el brazo derecho a Paul. La herida era tan seria que el médico no tuvo otra opción que amputarle el brazo. El amor que Paul sentía por la música evitó que se desanimara. ‘No se cómo voy a hacerlo, pero igual voy a ser un gran pianista».
Al volver a su casa, Paul comenzó inmediatamente a trabajar en pro de su meta. Era muy difícil tratar de tocar una obra complicada con solamente una mano, pero persevere, practicando entre seis y siete horas por día. Pronto, su música comenzó a sonar como si estuviera tocando con las dos manos. Eventualmente, sus esfuerzos dieron frutos, y pudo tocar otro concierto.
Una vez más, la multitud lo escuchó embelesada. Los dedos de Paul volaban por las teclas negras y blancas. A pesar de haber perdido un brazo en la guerra, Paul Wittgenstein cumplía su sueño de llegar a ser un gran pianista, tocando tan bien como cualquier pianista con dos manos. Tocó el piano durante más de cuarenta años, hasta que murió en 1961.
La Biblia dice: «¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza, y todavía lo alabare. !El es mi Salvador y mi Dios!» ¿Te sientes desanimado, a veces? No permitas que las circunstancias te arrastren. Pon tú esperanza en Dios y sigue tus sueños.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

SIN DOLOR NO HAY CRECIMIENTO

Él los mantendrá firmes hasta el fin, para que sean irreprochables en el día de nuestro Señor Jesucristo. 1 Corintios 1: 8

Aunque no hemos sido creadas para sufrir, reconocemos que el dolor puede llegar a nuestras existencias como consecuencia del pecado. No obstante, es en la escuela del dolor donde aprendemos las mayores lecciones de la vida. Ocasionalmente, cuando las aflicciones llaman a la puerta, experimentamos sentimientos y emociones devastadores que incluso podrían hacernos dudar de la bondad de Dios, y de los buenos planes que tiene para cada uno de sus hijos y de sus hijas.
El Señor no es el autor del dolor. Muchas veces somos afligidas y pasamos por pruebas de fuego que a la larga harán de nosotras mejores personas y mejores cristianas. «Ya saben que la prueba de su fe produce constancia. Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada» (Sant. 1: 3-4).
El gran consuelo consiste en saber que si Dios está con nosotras, cuando lleguen las pruebas, saldremos de ellas grandemente bendecidas y fortalecidas. La prueba de la fe en Dios es superada y nuestra vida enriquecida. ¿Acaso habrá mayor bendición que esa? Toda la gracia del cielo está a nuestra disposición y podemos exclamar como el apóstol: «Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren» (2 Cor. 1: 3-4).
La intención de Satanás es motivarnos a que neguemos la eficacia del poder de Dios y de sus promesas cuando la aflicción llega. En esos momentos, podemos llegar a sumergimos en un mar de dudas y correr el peligro de que esas dudas nos ahoguen. Somos víctimas de la conmiseración y buscamos inspirar lástima corno nuestro único y mejor consuelo.
Amiga, en caso de que te encuentres acorralada por un sinfín de problemas y aflicciones, y de que estés buscando una salida sin encontrarla, recuerda que Dios está a tu lado. Confía en él, suplica que te dé fortaleza con todo el poder de tus sentidos y de tu corazón y finalmente, espera en él. Él actuará a tu favor y serás una mujer no solamente delicada como el pétalo de una flor, sino también fuerte y de decisiones firmes en el nombre del Señor.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

NO PIERDAS LA FE

Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida (Hebreos 10:39).

Viktor Frankl cuenta la historia de un prisionero que perdió la fe y la esperanza: “El prisionero que perdía la fe en el futuro estaba condenado. Con la quiebra de la confianza en el futuro faltaban las fuerzas del asidero espiritual; el prisionero se abandonaba y decaía, se convertía en sujeto del aniquilamiento físico y mental. Normalmente esto se producía de repente, en forma de crisis, cuyos síntomas resultaban familiares para el prisionero experimentado.
“Una vez fui testigo de la pérdida de la fe en el futuro y el peligro de darse por vencido.
F., el jefe de mi barracón, compositor y libretista famoso, me confió un día:
“-Me gustaría contarle algo doctor. He tenido un extraño sueño. Una voz me invitaba a desear cualquier cosa, bastaba con preguntar lo que quería saber y mis preguntas serían respondidas de inmediato. ¿Sabe qué pregunté? Cuándo terminaría la guerra para mí. Ya sabe lo que quiero decir, doctor, ¡para mí! Conocer cuándo seríamos liberados de este campo y cuándo terminarían nuestros sufrimientos.
“-¿Y cuándo tuvo usted ese sueño? -le pregunté.
“-En febrero de 1945 -contestó.
Por entonces estábamos a principios de marzo.
“-¿Qué respondió la voz en su sueño?
“En voz baja, casi furtivamente, me susurró:
“-El treinta de marzo.
“Cuando F. me contó aquel sueño, todavía se encontraba rebosante de esperanza y convencido de la veracidad del oráculo de la voz. Sin embargo, a medida que se acercaba el día prometido, las noticias que recibíamos sobre la guerra menguaban las esperanzas de ser liberados en la fecha indicada. El 29 de marzo, de repente, F. cayó enfermo con una fiebre muy alta. El 30 de marzo, el día en que según su profecía terminaría la guerra y el sufrimiento para él, empezó a delirar y perdió la conciencia. El 31 de marzo falleció”.
Los cristianos han salido vencedores en situaciones que no ofrecían ninguna esperanza humana, porque la fe en Dios y sus promesas les daba valor para afrontar todos los dolores y sufrimientos. Cuán ciertas son las palabras del apóstol: “Nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida” (Heb. 10:39).
Si sufre por cualquier causa, cobra ánimo con estas palabras. El cristiano es más que vencedor porque su fe está firme en Dios. ¡No pierdas la confianza en Dios!

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

GETSEMANÍ

Vinieron, pues, a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro. Marcos 14:32.

Al dejar a los discípulos, y pedirles que oraran por ellos mismos y por él, seleccionó a tres, Pedro, Santiago y Juan, y se adentró más en la soledad del huerto. Estos tres discípulos habían estado con él en su transfiguración; habían visto a los visitantes celestiales, Moisés y Elías, que conversaban con Jesús, y este deseaba que estuvieran con él también en esta ocasión…
Cristo expresó su deseo de simpatía humana, y entonces se retiró de ellos a un tiro de piedra. Cayó sobre su rostro y oró: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa -pero entonces añade—; pero no sea como yo quiero, sino como tú” (Mat. 26:38).
Al concluir la hora, Jesús, sintiendo la necesidad de simpatía humana, se levantó del suelo y fue tambaleándose hasta el lugar donde había dejado a sus tres discípulos… Anhelaba escuchar de estos palabras que le trajeran algún alivio en su sufrimiento. Pero quedó chasqueado. No le brindaron la ayuda que ansiaba.
En vez de esto, “los halló durmiendo” (vers. 40).
Justo antes de dirigir sus pasos al huerto, Jesús había dicho a sus discípulos:
“Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche”; y estos le habían asegurado con certeza que nunca abandonarían a su Señor; que irían a la cárcel con él, y si era necesario sufrirían y morirían con él. Y el pobre Pedro, en su autosuficiencia, había añadido: “Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré” (vers. 31, 33). Pero los discípulos confiaban en sus propias fuerzas; no miraban al poderoso Ayudador, como Cristo les había aconsejado que hicieran… Incluso el ferviente Pedro, que pocas horas antes había declarado que moriría con su Señor, estaba durmiendo…
Nuevamente el Hijo de Dios quedó presa de una agonía sobrehumana, y exhausto y casi desmayándose, fiie tambaleándose de vuelta al lugar de su primera lucha… Apenas momentos antes, Cristo había derramado su alma en cantos de alabanza en acentos firmes, como uno consciente de su calidad de Hijo de Dios… Ahora su voz les llegó en el tranquilo aire nocturno, no en tonos de triunfo, sino llena de angustia humana. Poco antes había estado sereno en su majestad; había sido como un poderoso cedro. Ahora, era una caña rota…
Aunque el pecado era la terrible cosa que había abierto las compuertas del dolor sobre el mundo, él se convertiría en la propiciación por una raza que había decidido pecar -Signs of the Times, 2 de diciembre de 1897; ver un texto similar en El Deseado de todas las gentes, pp. 637-641.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White

miércoles, 28 de agosto de 2013

EL MINISTERIO DE AESHA

Lugar: India
Palabra de Dios: 1 Timoteo 1:12

Aesha es una pequeña niña que creció en un orfanato misionero. Allí aprendió acerca de Jesús y lo acepto como su salvador. Pasaron muchos años, y pronto se estaba preparando para dejar el orfanato y casarse. Desafortunadamente, pasó algo que cambió drástica mente sus planes. Empezaron a salirle unas llagas en la mano, y el médico le diagnosticó lepra.

Aesha tuvo que ir a vivir a un refugio especial para leprosos. Cuando llegó allí, vio a muchas mujeres tristes dando vueltas por allí, desesperanzadas y sintiéndose rechazadas. Todo parecía sucio, incluyendo sus habitantes. Se le llenaron los ojos de lágrimas al pensar que ella podía llegar a parecerse a esas mujeres.
Una persona del personal la saludó.
—Bienvenida— le dijo.
Luego, le preguntó si le gustaría ayudar a atender a esas mujeres. Aesha accedió enseguida. Ahora, se sentía mucho mejor de estar allí.
Queriendo hacer lo mejor que podía para compartir el amor de Dios con las otras mujeres, comenzó una pequeña escuela donde les enseñaba a leer y escribir. Aesha también les ensenó cantos acerca de Dios, y muchas mujeres aprendieron de Jesús a través de su ministerio.
Las cosas comenzaron a cambiar. Los rostros, tristes, perdieron sus miradas de desesperanza. Las mujeres comenzaron a ocuparse de sus cosas y a hacer que el lugar estuviera más limpio y alegre. Aunque Aesha lentamente comenzó a sentir los efectos físicos de su enfermedad, siempre tenía una sonrisa en el rostro. Fácilmente podría haberse entristecido y deprimido, pero su fe en Dios le dio una actitud positiva frente a la vida, y encontró gozo sirviendo a otros.
Al igual que el apóstol Pablo, Aesha podía decir: «Doy gracias al que me fortalece, Cristo Jesús nuestro Señor, pues me considera digno de confianza al ponerme a su servicio».

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

EL MUNDO CAMBIA DE CONTINUO, ¿Y TÚ?

El que afirma que permanece en él, debe vivir corno él vivió. 1 Juan 2:6

Es indudable que vivimos en una época de cambios vertiginosos. Los avances tecnológicos pueden quedar obsoletos de un día para otro. La manera de hacer las cosas, las corrientes de pensamiento, los valores, las conductas de los seres humanos, cambian tan rápida y radicalmente que apenas nos dará tiempo a salir de nuestro asombro. Sin embargo, no olvidemos que esto ya estaba predicho desde hace siglos: «Muchos andarán de un lado a otro en busca de cualquier conocimiento» (Dan. 12: 4). Saber que tiene que suceder así, nos da confianza en Dios.
En este mundo cambiante, las hijas de Dios debemos entender claramente la actitud que debemos asumir. En primer lugar, no olvidemos que «la hierba se seca y la flor se cae, pero la palabra del Señor permanece para siempre» (1 Ped. 1: 24-25). Apoyadas en dicha premisa, nuestro pie podrá avanzar seguro por la senda cambiante de la vida. Los principios de Dios son eternos e inmutables y nunca perderán su vigencia, sin importar el tiempo que nos toque vivir.
La presión social es a veces muy intensa, y nos exige cambios en nuestra forma de ser, de hablar, de vestir, de comer, y nos plantea nuevas formas de comportamiento que muchas veces nos ponen a dudar de los principios cristianos que rigen nuestra vida. Sin embargo, tampoco debemos permanecer inmutables frente a los cambios. Hemos de aprender a adaptarnos con sabiduría a las nuevas circunstancias de nuestra vida sin que eso implique abandonar lo que creemos.
Nuestros esposos, nuestros hijos y nosotras mismas nos movemos al compás de nuevas demandas y necesitaremos toda la fuerza del cielo con el fin de poder enfrentadas. A nosotras nos corresponde rescatar los valores perdidos y presentamos en nuestros hogares, frente a nuestros hijos y delante del mundo, con el poder del evangelio. Asimismo con el respaldo de una información actualizada. Entonces podremos conmover corazones.
Amiga, sé una mujer promotora de cambios. Perfecciona tu manera de amar, de pensar, de enseñar, de conducir, de guiar y orientar a otros. Sobre todo procura que los cambios que promuevas estén de acuerdo con la voluntad de Dios.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

¿PERFECTOS O SOLO PERDONADOS?

“El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Juan 10:10).

Una calcomanía en el parachoques del automóvil decía esto: “Los cristianos no son perfectos, solo son perdonados”. Cuando lo leí por primera vez, el pensamiento me dejó intrigado. ¿Es lo que realmente somos? ¿Perdonados, nada menos y nada más?
La “calcomanía teológica” hace dos aseveraciones y ambas son correctas. Sí, ningún ser humano, con la excepción de Jesús, es perfecto. También es cierto que Dios proporciona el perdón sin excepción a todos los que aceptan a Cristo como su Salvador personal; y esto no depende de que sean perfectos. Sin embargo, algo no parece correcto con respecto al mensaje de la calcomanía, especialmente si la leíste en el parachoques de un automóvil cuyo conductor se metió rudamente en tu carril y hace sonar la bocina desconsideradamente contra los otros conductores.
¿Es verdad que el perdón es lo único que identifica a una persona como cristiana o la única cosa que importa en la vida de un cristiano? Por desgracia, lo que esta calcomanía realmente comunica es que “ser perdonado es todo lo que importa en el cristianismo, lo que es genuinamente esencial”. Desde este punto de vista, lo único que importa es que antes de morir le digas a Jesús: “Perdóname, te entrego mi vida”, para escapar de la muerte eterna. Puedes leer un buen análisis al respecto en el libro The Divine Conspiracy [La conspiración divina], de Dallas Willard.
La Biblia dice, sin embargo, que Jesús no vino y murió únicamente para proporcionarnos perdón sino para darnos vida y dárnosla en abundancia (lee Juan 10:10). Cuando Jesús dijo esto se refería al presente, a la vida que vivimos en este mundo antes de que venga por segunda vez. Si esto es cierto, la diferencia entre un cristiano y uno que no lo es, va más allá del hecho de que uno es perdonado y el otro no. Debes percibir la diferencia en las “vidas” que ellos viven, ¿no es cierto?
Cuando Jesús nos perdona también nos da su Santo Espíritu para implantar los principios de su reino en nuestras vidas. Si permitimos que Dios haga esto en nosotros, seremos realmente dichosos. Cristo vino para hacernos fructíferos en los frutos del Espíritu Santo que se resumen en el principio del amor. Todo el que se entrega a Cristo es un árbol fructífero en el huerto de Dios. ¿Eres un árbol fructífero o estéril? La decisión está en tus manos.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

COLABORADORES CON CRISTO


De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre. Juan 14:12.

La obra de Cristo estaba mayormente limitada a Judea. Pero aunque su ministerio personal no se extendió a otras tierras, personas de todas las naciones escucharon su enseñanza y llevaron el mensaje a todas partes del mundo.
Muchos escucharon de Jesús por repeticiones de los milagros maravillosos que ejecutó. Y el conocimiento de su sufrimiento y muerte, que fueron presenciados por las grandes multitudes que habían acudido a la Pascua, sería esparcido desde Jerusalén a todas partes del mundo.
Utilizados como representantes de Cristo, los apóstoles dejarían una impresión marcada en todas las mentes. El hecho de que eran hombres humildes no disminuía su influencia, sino que la aumentaba. La mente de sus oidores sería conducida de ellos a la Majestad del cielo… Sus palabras de confianza aseguraban a todos que no obraban con su propio poder, sino que solo estaban continuando la misma obra impulsada por el Señor Jesús cuando estaba con ellos. Humillándose, declaraban que Aquel que los judíos habían crucificado era el Príncipe de vida, el Hijo del Dios viviente, y que en su nombre hacían las obras que él había hecho…
El universo entero está bajo el control del Príncipe de la vida… Él pagó el dinero del rescate por todo el mundo. Todos pueden ser salvos por él. Él nos llama a obedecer, creer, recibir y vivir. Si todos abandonaran el negro estandarte de la rebelión y se colocaran bajo su estandarte, reuniría una iglesia compuesta de toda la familia humana. A quienes creen en él, él los presentará ante Dios como sus súbditos leales. Él es nuestro Mediador, al igual que nuestro Redentor.
Defenderá a sus seguidores escogidos contra el poder de Satanás y someterá a todos los enemigos de ellos…
Cristo deseaba que sus discípulos entendieran que él no los dejaría huérfanos…
Estaba a punto de morir, pero deseaba que ellos advirtieran que él volvería a vivir. Y aunque estaría ausente después de su ascensión, por la fe podrían verlo y conocerlo, y él tendría el mismo interés y amor que les manifestó cuando estuvo con ellos.
Cristo aseguró a sus discípulos que después de su resurrección él se mostraría vivo a ellos… Entonces entenderían lo que no habían entendido en el pasado: que hay una unión completa entre Cristo y su Padre, una unión que siempre existirá -Review and Herald, 26 de octubre de 1897.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White

martes, 27 de agosto de 2013

ASPÍRALO

Lugar: Inglaterra
Palabra de Dios: Jeremías 33:8

Notando una delgada capa de polvo sobre la silla del restaurante, M. Cecil Booth sacó su pañuelo. Pero, en lugar de quitar el polvo con él, puso el pañuelo sobre el asiento. Luego, inclinó su cara muy cerca de él, y succionó con fuerza.
El señor Booth comenzó a toser, cuando el polvo voló por el aire y se le metió por la boca. Los otros clientes se dieron vuelta, para ver qué pasaba. ¿Qué estaba haciendo, aspirando el polvo? ¿Estaba loco?
Pero, el señor Booth estaba satisfecho con el resultado. Su pañuelo había recogido una parte del polvo; podía darse cuenta por el círculo de manchas negras. Salló del restaurante habiendo probado que la succión era una manera de quitar el polvo. Y así se desarrolló, en su mente, la idea de la aspiradora.
Su primera aspiradora, construida en 1902, era una maquina grande, montada sobre ruedas de carro. Quienes la manejaban, estacionaban en la calle y hacían pasar largas mangueras de hasta 240 metros por las ventanas. Qué manera interesante de deshacerse de la tierra de la casa. Los vecinos siempre sabían cuando alguien estaba limpiando.
Ahora, las aspiradoras son mucho más portátiles; quizá tengas una en tu casa, para aspirar el polvo. Pero cómo puedes quitar la suciedad de tu vida? 0 dejas que quede allí, y se junte?
Dios está dispuesto a «aspirar» los pecados de nuestras vidas. El dice: «Los purificare de todas las iniquidades que cometieron contra mi; les perdonare todos los pecados con que se rebelaron contra mí». No necesitas vivir con suciedad. Invita a Dios a que limpie tu vida.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

¿ESTÁS ACTUALIZADA?

La mujer que teme al Señor es digna de alabanza. ¡Sean reconocidos sus logros, y públicamente alabadas sus obras! Proverbios 31: 30-31

Cada día surgen más expectativas en torno a quienes nos ha tocado vivir en esta época, con todas sus implicaciones. Por dondequiera que vayamos, la gente espera que actuemos de acuerdo a las condiciones que imperan en el momento actual. Claro está, los parámetros van a diferir de acuerdo a la sociedad ya la cultura de referencia. No obstante, nosotras, las hijas de Dios, deberíamos preguntarnos qué parámetros son los que debemos observar con respecto a la realidad imperante, aunque sin fallarle al Señor.
Sin lugar a dudas, el papel de la mujer en la sociedad ha sufrido cambios fundamentales, y muchas nos hemos sumido en una especie de confusión que nos impide dar lo mejor de nosotras mismas. El mundo feminista proclama a voz en cuello la liberación de la mujer del yugo del varón, y entra en una pugna infructuosa, aunque es conveniente enfatizar que no podremos obtener la superación y el reconocimiento que deseamos mientras imitemos conductas varoniles impropias.
Por supuesto que las hijas de Dios deberíamos vivir en armonía con lo que la vida moderna nos exige. Debemos ser mujeres en constante desarrollo personal para encontrar sabiduría y conducirnos apropiadamente en este tiempo mientras que lo femenino pierde su valor. No debemos despreciar las características de nuestra naturaleza, porque son un don de Dios para nuestra felicidad y realización.
Tenemos el deber de transmitir a las más jóvenes la imagen de que somos cristianas felices y realizadas, sin tener que usurpar ni desear las funciones masculinas. Debemos esforzarnos con todo empeño en formar familias felices. Este esfuerzo debe ser con nosotras mismas. No intentemos parecemos a otra persona, ni siquiera para demostrar a los hombres que podemos hacer las cosas mejor que ellos. El apoyo masculino siempre será necesario y debemos buscarlo intencionalmente.
Únicamente recibiremos aprobación o desaprobación de parte de nuestro Dios. Sin embargo, recordemos que él nos dará todo lo que haga falta. Ese es el gran consuelo y aliciente que podemos recibir a diario, si lo demandamos a Dios con fe y sinceridad.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

¿UNA DEFINICIÓN DE AMOR?

¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!
El mundo no nos conoce, precisamente porque no lo conoció a él (1 Juan 3:1).

Juan no intenta describir el amor de Dios, sino destacar su altura, profundidad y anchura.
Por eso dice “Fíjense qué gran amor” nos ha manifestado Dios, y luego suspende su intento de describirlo. Viktor Frankl narra en El hombre en busca del sentido último lo que le sucedió en el campo de concentración cuando un incidente le recordó a su esposa separada cruelmente de su lado. La fila de prisioneros caminaba por una carretera, en medio del frío invierno, sin abrigos, casi desnudos, antes del amanecer, rumbo al trabajo. El dolor y el sufrimiento eran atroces. Pero la mente de Frankl se concentró en el recuerdo amoroso y al parecer se acercó a una comprensión de la profundidad del amor de Dios.
“Por primera vez comprendí la sólida verdad dispersa en las canciones de tantos poetas o proclamada en la brillante sabiduría de los pensadores y los filósofos: el amor es la meta última y más alta a la que puede aspirar el hombre. Entonces percibí en toda su profundidad el significado del mayor secreto que la poesía, el pensamiento y las creencias humanas intentan comunicarnos: la salvación del hombre solo es posible en el amor y a través del amor. Intuí cómo un hombre, despojado de todo, puede saborear la felicidad […] si contempla el rostro de su ser querido. Aun cuando el hombre se encuentre en una situación de desolación absoluta, sin la posibilidad de expresarse por medio de una acción positiva, con el único horizonte vital de soportar correctamente, con dignidad, el sufrimiento omnipresente, aun en esa situación, ese hombre puede realizarse en la amorosa contemplación de la imagen de su persona amada. Ahora sí entiendo el sentido y el significado de aquellas palabras: ‘Los ángeles se abandonan en la contemplación eterna de la gloria infinita'”.
Quizá esa comprensión del amor de Dios capacitó a los mártires para cantar en medio del martirio y morir alabando a Dios. Es el amor que todos debemos cultivar para amar a Dios con todo nuestro corazón, toda nuestra alma y toda nuestra mente. Creo que ese amor se pide y se recibe del Señor, pero también se cultiva y se ejercita en la práctica de la vida cristiana. Es el amor de los cristianos maduros, porque han conocido más de cerca a Dios.
Busquemos ese amor hoy.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

EL GOZO DE LA COMUNIÓN CON CRISTO EN EL CIELO

Me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida. 2 Timoteo 4:8.

Mientras estaban sentados alrededor de la mesa de la comunión, Cristo habló palabras de interés intenso para sus discípulos. Pronto habrían de atravesar escenas que serían la prueba más severa para ellos. No solo vio claramente su propia humillación y sufrimiento, sino también vio el efecto que esto tendría sobre los discípulos. No los dejaría en tinieblas acerca de su obra futura…
Sabía que en su dolor serían asaltados por el enemigo, porque la astucia de Satanás tiene mayor éxito cuando se la emplea contra los que están deprimidos por las dificultades…
Durante estas últimas horas de dolor, Cristo les dijo a sus discípulos que en la noche de su juicio todos serían escandalizados por causa de él, y que lo abandonarían.
Les dijo que por algunos momentos después de su muerte estarían tristes, pero que su pena se convertiría en gozo. Les dijo que llegaría el momento en que serían echados de las sinagogas, y que los que los mataran pensarían que estaban sirviendo a Dios. Declaró con sencillez por qué les había dicho estas cosas mientras todavía estaba con ellos, para que cuando se cumplieran sus palabras, recordaran que él les había hablado acerca de ello antes que pasara, y así fueran fortalecidos para creer en él como su Redentor…
Las declaraciones de Cristo entristecieron y sorprendieron a los discípulos.
Pero fueron seguidas por la aseveración consoladora: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:1-3)…
Estas palabras de consuelo no solo fueron dichas a los discípulos; también a nosotros. En las últimas escenas de la historia de esta tierra, arderá la guerra.
Habrá pestilencias, plagas y hambre. Las aguas de las profundidades rebasarán sus límites. El fuego y las inundaciones destruirán las propiedades y las vidas.
Debemos estar preparándonos para las mansiones que Cristo ha ido a preparar para los que lo aman. Hay reposo para el conflicto de la tierra. ¿Dónde se encuentra?
“Para que donde yo estoy, vosotros también estéis”. El cielo es donde se encuentra Cristo. El cielo no sería cielo para los que aman a Cristo si él no estuviera allí -Review and Herald, 19 de octubre de 1897.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White

lunes, 26 de agosto de 2013

LOS PACIENTES DEL HOSPITAL

Lugar: Missouri, EE.UU.
Palabra de Dios: Santiago 5:16

Santiago 5:16 dice: «Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para que sean sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz». ¿Crees en eso? ¿Funciona, en realidad, la oración? ¿Puede la oración curar a alguien que esté enfermo?
Cuando Sara fue internada en la Unidad Coronaria del Instituto Cardíaco del Centro de América, del Hospital San Lucas, alguien le dio su nombre a un grupo de oración. Los miembros de ese grupo no sabían quién era Sara, pero estuvieron de acuerdo en orar por ella todos los días, durante cuatro semanas. «Por favor, ayúdala a que se recupere rápidamente y sin complicaciones», oraban.
Sara fue una de los 990 pacientes por los que se oró. Cuando Bill fue internado, se oró por él; y también oraron por Greg. Ninguno de ellos sabía que alguien oraba por ellos.
Durante cuatro semanas se oró por ellos. Y durante cuatro semanas un grupo de investigadores monitoreó el progreso de cada paciente. Querían saber cuanto afecta la oración a los enfermos. Los resultados mostraron que los pacientes por los cuales se oró tuvieron menos problemas médicos mientras estaban internados. La oración pareció mejorar su estado de salud.
Los investigadores no sabían cómo funcionaba la oración, pero llegaron a la siguiente conclusión: «Si conoces a alguien que está internado en el hospital, ora por él». Es una buena idea orar por otros. Esta semana, piensa en alguien por quien puedes orar, y ora por él o ella.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

¿CÓMO MEDIMOS EL TIEMPO?

Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría. Salmo 90: 12

El tiempo es uno de los dones más maravillosos que Dios nos ha concedido. En la historia humana y en sus diferentes culturas, encontramos una gama increíble de instrumentos creados por el hombre para medir el tiempo. Sin embargo, la primera forma de medir el tiempo la encontramos en el libro de Génesis, en el relato de la creación, cuando el autor expresa: «Y vino la noche, y llegó la mañana» (Gén. 1: 5). Surgió entonces la semana creada por Dios.
De ahí en adelante, los seres humanos han inventado relojes en sus diferentes modalidades, así como calendarios con sus días, semanas, meses y años. De igual modo surgieron las unidades más pequeñas de medición del tiempo, como son los segundos, los minutos y las horas que forman un día.
Sin embargo, lo que deseo considerar contigo esta mañana únicamente difiere en los años de vida que Dios nos concede a cada una. El sabio escribió: «Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo» (Ecle. 3: 1). Algunas miden su tiempo en años, en amagas, en achaques, en canas… Otras miden su tiempo en productividad, en metas alcanzadas, en éxitos obtenidos en la vida profesional, en logros económicos… Estas son sumatorias que indudablemente nos retribuirán ganancias.
Cada segundo de nuestra vida deberíamos emplearlo con responsabilidad y sabiduría. Eso implica transitar por el tiempo tomadas de la mano de Dios. Al hacerlo tendremos calidad y cantidad de vida. El consejo bíblico aplicado al tiempo se encuentra en Efesios -5: 15-16, en palabras del apóstol Pablo: «Tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios sino como sabios, aprovechando al máximo cada momento oportuno, porque los días son malos».
Hay cosas que podemos hacer con el fin de aprovechar de manera prudente el tiempo: pasar momentos en compañía del Señor para desarrollar intimidad con él; prestar un servicio desinteresado al prójimo; charlar con un anciano; sonreír a un niño; trabajar con entusiasmo y abnegación, sin importar lo que nos toque hacer; acariciar a un cachorrito; disfrutar de los alimentos; abrazar a nuestros seres amados… ¡Haz la prueba, y verás cómo aprovecharás tu tiempo!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

RECIBAN PARA DAR

Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. 1 Corintios 3:6, 7.

La obra de edificar el Reino de Cristo procederá, aunque parezca moverse lentamente; los medios son tan limitados que las imposibilidades parecen testificar contra su avance... A los discípulos se les pidió que alimentaran a la multitud hambrienta antes de que ellos comieran. Después de que las necesidades de todos habían sido suplidas, se dio la orden: “Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada” (Juan 6:12). Se recogieron doce cestos llenos, y entonces Cristo y los discípulos comieron del alimento precioso proporcionado por el Cielo...
En vez de pasar su responsabilidad a otra persona que considera más capacitada que usted, obre según su habilidad, aunque tenga un solo talento. 
Cristo recibía del Padre; impartía a los discípulos, y ellos impartían a la multitud. Todos los que están unidos a Cristo recibirán de él el pan de vida... y lo impartirán a otros...
Nuestro Salvador colocó en las manos de sus discípulos el alimento para la gente, y al vaciarse sus manos, nuevamente eran llenadas de alimentos, que se multiplicaban en las manos de Jesús tan rápido como se los requería... Esto debe ser de gran estímulo para sus discípulos de hoy. Cristo es el gran centro, la fuente de toda fuerza... 
Un Pablo puede plantar y un Apolos regar; pero solo Dios da el crecimiento. Esto es para que nadie se enorgullezca. Los más inteligentes, los mejor dispuestos espiritualmente, pueden otorgar solamente lo que reciben.  De sí mismos, no pueden aportar nada a las necesidades del alma. Podemos impartir únicamente lo que recibimos de Cristo; y podemos recibir únicamente a medida que impartimos a otros. 
A medida que continuamos impartiendo, continuamos recibiendo; y cuanto más impartamos, tanto más recibiremos. Así podemos constantemente creer, confiar, recibir e impartir...
En las manos de Cristo, la pequeña provisión de alimento permaneció sin disminución hasta que la hambrienta multitud quedó satisfecha. Si vamos a la Fuente de todo poder, con las manos de nuestra fe extendidas para recibir, seremos sostenidos en nuestra obra, aun en las circunstancias más desfavorables, y podremos dar a otros el pan de vida –Signs of the Times de 19 de agosto de
1897; ver un texto similar en El Deseado de todas las gentes, pp. 335-339.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White