domingo, 24 de junio de 2012

UN AMIGO CANELA


«Mirra, áloe y canela» (Proverbios 7: 17).

Mmmm, ¡qué bien huele! ¿Dónde estamos hoy? Hemos llegado a la panadería, y el panadero está preparando unos apetitosos rollos de canela. ¡Qué aroma! Y el sabor es aún mejor. Si los desenrollas verás la dulce y oscura canela por dentro.
La canela siempre ha sido un condimento utilizado en muchas partes del mundo desde la antigüedad. De hecho, hubo una época en que era más valiosa que el oro. Imagínate cuánto la apreciaba la gente. Los pueblos antiguos la usaban para hornear, pero también la usaban para otras cosas. En Egipto se usaba para conservar el cuerpo de los muertos. En otros lugares se usaba para hacer perfumes y también con fines medicinales.
¿Sabes de dónde se obtiene la canela? De la corteza de un árbol. Se pone a secar la parte interna de la corteza y después se muele para hacer la canela.
¿Sabías que tú puedes ser un amigo «tipo canela»? Un amigo canela es aquel que es más valioso que el oro. Si eres bondadoso y sincero con los que te rodean, la gente querrá tener a alguien tan dulce como tú a su lado. ¡Así que sal y esparce hoy un poco de tu canela!

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

UN GRAN PRIVILEGIO


Entonces dijo Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza» (Génesis 1:26).

¡Qué hermoso don otorgado por el mismo Creador y únicamente al hombre y a la mujer! Fuimos creados en forma especial y con un propósito también muy único. ¡Qué hermoso privilegio que tú y yo podamos cumplir en nuestras vidas sus santos designios! Jesús vivió abrumado por desafíos, dificultades y desalientos, pero siempre abrigó un propósito bien definido. Esa es la diferencia entre quienes vivimos felices atesorando un ideal eterno en nuestras mentes y corazones y quienes viven resentidos, criticando y amargados. Esas personas fracasan porque deliberadamente no escogen la vida.
Al igual que en los días de Jesús, los valores morales, los principios eternos y la vida misma han llegado a considerarse como algo sin valor. «¿Para qué vivir?», dicen algunas personas escogiendo la muerte y desacatando los mandatos divinos. «Haz esto y vivirás» dice el Señor. Es nuestro privilegio disfrutar de sus bendiciones al obedecer los mandatos divinos mientras que nos apropiamos del don gratuito de la vida eterna.
Escoger la vida conlleva ser conscientes de nuestro origen; asimismo implica aceptar que tenemos una función, un propósito y una misión que desempeñar. Jesús cumplió con cada una de las expectativas divinas hasta completar su obra muriendo en la cruz. Él es el «Cordero que quita el pecado del mundo». Jesús borró todos nuestros pecados que nos condenaban a muerte. Gracias a Dios por ese sacrificio mediante el cual tú y yo tenemos la opción y el maravilloso privilegio de disfrutar de la vida eterna.
Ni las plantas ni los animales tienen la capacidad de elegir su destino; sin embargo, el ser humano puede hacerlo, Disfrutamos del libre albedrío, de la opción de elegir ese es el gran privilegio del ser humano. Mis amadas hermanas, ¡vivamos con gozo y gratitud cumpliendo con el propósito y la misión de nuestra vida!
Gracias, querido Padre, por darme una misión que cumplir y porque como mujer puedo desempeñar una parte en tus propósitos eternos. Ayúdame a crecer en ti y a cumplir en todo tu santa voluntad.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Coraduma Escobar de Villareal.

EL SIGUE SIENDO FIEL… PLENAMENTE FIEL


Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. Apocalipsis 2:10, NVI

Juli cursaba el séptimo semestre de la carrera de Psicología en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, Colombia. En poco tiempo tendría que iniciar sus prácticas profesionales. Pero antes debía cumplir con el requisito de presentar un examen de conocimiento general. El examen fue programado para un sábado. En ocasiones similares, le habían permitido presentar el examen en otro día. ¿Ocurriría el milagro de nuevo?
—Soy adventista del séptimo día —explicó Juli a la profesora de Psicología— y para mí es un principio inamovible guardar el sábado. ¿Podría, por favor, presentar el examen otro día?
—Juli —respondió la profesora—, como futura psicóloga necesitas tener apertura mental. ¿Por qué no pides permiso al pastor de tu iglesia para que te permita asistir al examen?
—No es asunto de pedir permiso a mi pastor. La observancia del sábado como día de reposo es un principio personal.
—Bueno, piénsalo. Eres una joven inteligente y sé que cambiarás de opinión. Ese día Juli salió muy triste de la clase. ¿Se vería afectada su carrera universitaria por ese incidente? Al llegar a su casa, con lágrimas en sus ojos, les contó a sus padres lo que había sucedido. Juntos oraron pidiendo a Dios su intervención.
La respuesta de Dios no se hizo esperar. Unos días después, la profesora de Psicología le comentó a una colega el caso de Juli. Sucedió que esta otra profesora conocía a Juli. Al escuchar lo que estaba pasando, intervino de manera contundente. —¿Cómo se te ocurre hacer eso? —le dijo—. ¿No sabes que un adventista prefiere dejar la universidad antes que faltar a sus principios? Además, Juli es una buena estudiante y una joven ejemplar. Merece que le des el permiso para presentar el examen otro día. Si es necesario, yo puedo supervisarla.
El siguiente lunes la profesora de Psicología llamó a Juli para pedirle disculpas. El examen se realizó el viernes, durante el día. Cuando entregaron los resultados de la prueba, la sorpresa de Juli fue mayúscula: ¡había obtenido la mayor calificación en la materia!
Cada vez que Juli Barrero León reflexiona sobre lo ocurrido, no puede sino llegar a la misma conclusión: el Dios de la Biblia sigue haciendo milagros. Sigue cumpliendo sus promesas. Sigue siendo fiel... plenamente fiel.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

EL SEÑOR DEVOLVERÁ


«A Jehová presta el que da al pobre; el bien que ha hecho se lo devolverá» (Proverbios 19:17).

Se suponía que María tenía que ayudar a su hermana Marta en el servicio de la fiesta en casa de Simón. Pero entre viaje y viaje a la cocina se entretenía, cada vez durante más rato, en el salón para estar más tiempo con Jesús. Ella tenía un secreto que, a la vez, la alegraba y la entristecía. Había comprado un poco de ungüento muy caro para ungir a Jesús cuando muriera. Por supuesto, nadie de los presentes conocía el secreto.
Pero últimamente había oído que la gente hablaba de coronar rey a Jesús. No hablaban de su muerte. Incluso allí, en la fiesta, escuchó rumores sobre forzar la coronación de Jesús. Pensó en el ungüento que había comprado, aquel tan caro que guardaba en el frasco de alabastro. «Bueno», pensó, «si no voy a usarlo con su cuerpo muerto, puedo usarlo para honrarlo mientras viva». Recordó la costumbre judía de honrar a los sacerdotes y los reyes vertiendo aceite sobre su cabeza. «¿Por qué no hacerlo ahora?», se preguntó. «¿Por qué no ser la primera en honrar a Jesús?».
María corrió a su cuarto y tomó el vaso de alabastro. Tímida, volvió a entrar en el comedor y se acercó dónde estaba Jesús, sentado a la cabeza de la mesa. Nadie prestó atención cuando se acercó a él, porque su función era la de atender a las necesidades de los invitados. Se oyó un suave tintineo de cristales rotos. Luego, un invitado levantó la cabeza y empezó a olisquear el ambiente; luego otro y otro y otro... ¿Qué es ese perfume? ¿De dónde venía? Pronto todas las miradas se volvieron hacia la mesa presidencial.
María había roto el frasco de alabastro y había vaciado el aceite sobre la cabeza del Salvador. «Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras. (Salmo 133:2). El caro ungüento corría por la cabeza de Jesús, siguiendo por la barba, hasta el borde de sus vestiduras y hasta los pies. Había más ungüento del que había calculado y fluía más rápidamente de lo que pensaba. Instintivamente, María se arrodilló a los pies de Jesús y, como no tenía nada a mano con que enjugar el exceso, secó sus pies con su larga y ondulada melena, mezclando sus lágrimas con el caro perfume.
¿Le gustaría dar algo de valor al Salvador? Memorice el texto de hoy; mejor aún, póngalo en práctica. Basado en Mateo 26:6-13

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill