domingo, 10 de abril de 2011

TREINTA PIEZAS DE PLATA

Porque raíz de todos los males es el amor al dinero (1 Timoteo 6:10).

¡Oro! ¡Mucho oro! Me hace gracia la forma en que mi pequeño de dos años repite estas palabras mientras le hablo de Baltasar por medio de dibujos animados. Las riquezas que se le concedieron al ser humano desde la creación, la forma en que los almacenes celestiales fueron derramados a raudales sobre la tierra que se ofreció a Adán, eran para el bien de la especie humana, no para su codicia. ¡Con cuanto horror vemos hoy personas muriendo de hambre, mientras otros despilfarran esos tesoros en cosas sin valor!
Hace poco estaba viendo un programa de televisión en el que se presentaba el caso de una muchacha que se había muerto por ingerir comida exótica. Miles y miles de dólares se derrochan en cosas que no aportan nada positivo a nuestra salud física ni mental. Contemplaba yo aquellas escenas y agradecía a Dios por tener tanta luz.
La gran pregunta es: «Si yo tuviera mucho dinero, ¿qué haría con él?». A veces le pedimos a Dios que nos conceda dinero, e incluso le prometemos que con el vamos a ayudar a los pobres y a suplir las necesidades de los más afligidos. Sin embargo Dios, que conoce nuestro corazón mejor que nosotros mismos, a veces sonríe ante tal pedido, sabiendo que no nos puede dar más porque no seriamos capaces de manejarlo bien.
El mensaje musical para hoy nos muestra el amor desinteresado de Jesús al despojarse de sus riquezas para venir a morar entre la miseria de este mundo. También nos muestra la codicia del ser humano que cambia la salvación eterna por unas pocas monedas. ¿Cuándo vale tu salvación? ¿Qué precio das al amor divino?
«Su mansión de mármol dejo el Salvador / por salvar al hombre vil. / Esta vida es solo / un sueño terrenal, / cuando andas sin amor. / No hay satisfacción en riqueza mundanal / si se niega al Salvador. / Mas yo despreciaba su incomparable amor, / fui hundido en males mil. / Treinta piezas de plata dieron por Jesús. / Treinta piezas de plata, por él que es la luz. / Yo también tengo culpa de su muerte cruel. / Y te pido, oh Dios, me perdones por ser tan infiel».

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

¿HIPÓCRITA O AUTENTICO?

En esto, juntándose par millares la multitud, tanto que unos a otros se atropellaban, comenzó a decir a sus discípulos, primeramente: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. Lucas 12:1.

Si hubo alguien autentico que camino por este mundo, fue Jesús. Sin dobleces, sin falsedad, sin engaños, se mostró tal cual era desde un principio. Sus palabras, su ejemplo y sus enseñanzas tenían una transparencia tal que incluso sus enemigos, cuando fueron a apresarlo, dijeron: "¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!" (Juan 7:46).
Pero, aunque estamos en un mundo y una sociedad que en general dice ser cristiana, la hipocresía domina los ambientes más humildes como los más exaltados. Mientras que los niños no saben lo que es la falsedad, ya que se muestran tal como son y dicen lo que sienten, algunos adultos presentan una apariencia, una capa exterior expresada en sus palabras y miradas, cuando en realidad son otra cosa muy diferente.
Jesús debió hacer frente a hombres hipócritas y eso le provocaba repulsión, ya que para el —que podía leer los corazones— las apariencias no tenían sentido. Los fariseos mostraban un aspecto de piedad, eran la secta religiosa judía más estricta, diezmaban todas sus ganancias e incluso los condimentos para la comida como la menta y el comino, tenían seiscientos trece mandamientos que ensenaban al resto del pueblo, se paraban en las plazas a hacer largas oraciones y se ponían como ejemplo de sus conciudadanos.
Pero tras esa fachada religiosa se escondían hombres que amaban los placeres, que se aprovechaban de los débiles de la sociedad (las viudas y los huérfanos) para enriquecerse a expensas de ellos, que no querían ni pensaban guardar los mandamientos que ensenaban e incluso se convertían en asesinos de aquellos que se oponían a sus enseñanzas.
Todavía hoy la hipocresía reina en muchos corazones. Algunos ocultan terribles pecados tras un manto espiritual. Bajo una apariencia de amor se palpa la envidia, el desinterés y el odio, y lo más triste es que esta condición puede existir también entre personas que dicen amar a Dios.
Como joven, tu mente y tu vida espiritual están en proceso de formación, y tus decisiones en el presente se verán reflejadas en el futuro. Por eso ruégale a Dios que no permita que este triste pecado se aloje en tu vida, que puedas ser autentico con palabras y ejemplo, y que no anide en tu corazón ni una "pizca" de fariseísmo.


Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela

NADA

Porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. 1 Timoteo 6:7.

El reloj marcaba las 2:17 de la mañana en uno de los más grandes y famosos casinos de Las Vegas. La pequeña multitud allí reunida aguardaba, ansiosa, el resultado final.
Paul Estgate, un joven danés de 22 años, moreno, de cabellos ondulados, miro hacia todos los lados; respiro hondo; puso la última carta sobre la mesa... y profirió el grito de victoria. ¡Acababa de ganar 9,15 millones de dólares, en el campeonato mundial de póker! Sucedió en la madrugada, mientras en Santa fe, capital del estado de Nuevo Méjico, nevaba con sutileza.
Con la vista perdida a través de mi ventana contemplo el paisaje de una mañana típica de invierno, y pienso en Paul, el nuevo millonario.
"Nada hemos traído a este mundo", dice Pablo. ¡Cuánta filosofía en pocas palabras! Pero, aunque Paul nada trajo, en estos momentos es dueño de una pequeña fortuna; nueve millones son nueve millones... Supongo que el ganara mucho más a lo largo de la vida. A fin de cuentas, es joven y tiene todos los años por delante. Sin embargo, un día, como todos los mortales, dejara también de existir. Y ese día, afirma Pablo, nada podrá sacar.
Sin considerar la manera en que el joven danés gano ese dinero, me impresiona saber que Pablo dice esto a otro joven. Timoteo, en aquel tiempo, estaba comenzando la carrera de su vida. Tenía mucho que aprender, y el anciano apóstol lo induce a pensar en la oportunidad valiosa que significa el corto periodo de existencia que permaneceremos en esta tierra.
¿Cuál es la meta de tu vida? ¿Hacer dinero, lograr fama y conquistar poder? ¿Acumular riquezas y posesiones; construir imperios y mansiones? ¿Dónde quedan las personas que amas, mientras corres obsesionado detrás de lo que estableciste como el blanco de tu vida?
El mensaje central de hoy es que, tal vez, no sea tan valioso correr buscando simplemente cosas. Al concluir la vida, nada llevaras. Quien sabe, lo único que haya realmente valido sea los momentos que viviste al lado de las personas queridas que te rodearon.
Empieza este nuevo día corriendo detrás de tus ideales. El Señor Jesús está a tu lado; no temas a nada. Pero, no te olvides de que "nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón