domingo, 29 de abril de 2012

UNA CÁLIDA SONRISA DERRITE LA NIEVE


«El agua baja turbia, revuelta con el hielo y la nieve» (Job 6:16).

Yo vivo en Colorado, Estados Unidos. Durante el invierno cae mucha nieve y se acumula en las Montañas Rocosas. Esta cordillera cubierta de nieve se ve hermosa con el brillo del sol, pues pareciera que la nieve estuviera cubierta de escarcha. Nada más hermoso para una caminata de invierno. Sin embargo, a pesar de lo hermosa que se ve la nieve, es muy peligrosa. Las avalanchas, las tormentas de nieve, y las bajas temperaturas son cosas con las que no podemos jugar
A pesar de que la mayoría de los granjeros que viven en Colorado no viven en las montañas, ellos siempre le piden a Dios que caiga mucha nieve. Saben que en la primavera, cuando la nieve se derrita, bajará hacia sus sembradíos en forma de agua.
Seguramente te has dado cuenta de que tanto los adultos como los niños a veces tenemos días malos. Pareciera que nuestra felicidad estuviera cubierta de nieve y nos impidiera sonreír Haz lo siguiente: busca a alguien que parezca estar teniendo un mal día y ofrécele la mejor sonrisa que tengas. Así como el sol de primavera derrite, la fría nieve de las montañas de  Colorado, tú también  puedes derretir la nieve del corazón de alguien con una cálida y hermosa sonrisa.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

¡NO TENGO TIEMPO!


Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas tosas os serán añadidas (Mateo 6:33).

«¡No tengo tiempo!», es el argumento que muchas de nosotras enarbolamos como estandarte ante la incapacidad de realizar las tareas cotidianas. Aunque todas disfrutamos de las mismas veinticuatro horas, a todas no nos rinde el tiempo por igual.
El tiempo es algo muy valioso y el sabio Salomón nos asegura: «Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora» (Ecl. 3:1). ¿Cuál es entonces la mejor manera de manejar el tiempo? En primer lugar es necesario que revisemos nuestra agenda y pongamos nuestras actividades en un orden de prioridades. Un principio que deberíamos considerar al hacer eso es: «Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas».
«Nuestro tiempo pertenece al Señor. Nuestros talentos son del Señor. Entonces, ¿cómo puede alguien sentirse independiente, no sujeto al Espíritu de Dios, independiente de la voluntad de Dios, independiente de las providencias y los planes de Dios? En vuestra supuesta independencia sois esclavos de un poder que está en rebelión contra Dios» (Afín de conocerle, p. 230).
La mujer cristiana reconocerá que la prioridad número uno en su vida es concederle a Dios el primer y el mejor tiempo del día; así no solo tendrá la oportunidad de realizar las demás actividades, sino que también llevará a cabo sus quehaceres con un espíritu reposado y sereno, encontrando al final satisfacción y alegría.
Marta y María son un buen ejemplo en lo que a prioridades se refiere. La primera, agobiada por una gran cantidad de quehaceres, se mantenía continuamente inquieta y preocupada, llegando a manifestar mal humor, estrés  innecesario y cansancio. Por su parte María, que escogió la mejor parte, encontró descanso a los pies de Jesús e indiscutiblemente al hacerlo también recuperó fuerzas y energías.
Querida amiga, es vital que nuestras jornadas estén impregnadas de la presencia de Cristo. Únicamente así las madres y las esposas podremos caminar en la vida con serenidad y seguridad, y no solo eso, sino que al final podremos dar una cuenta aceptable del maravilloso don que representa el tiempo.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por  Shirnet Wellington

¿TÚ QUÉ DIRIAS?


Jesús entró en el templo y echó de allí a todos los que estaban vendiendo y comprando. Mateo 21:12.

Un grupo de universitarios adventistas estaba de visita en una institución oficial. Cuando el encargado del protocolo les dio la bienvenida, los presentó así: «Estos jóvenes son adventistas del séptimo día. Ellos no beben, no fuman, no comen carne...».
El profesor que los acompañaba, Chris Blake, dice que por momentos sintió como si el presentador oficial estuviera describiendo a personajes de un circo; a un grupo de jóvenes «raros», comparables, por su forma de vivir, a seres de otro planeta. Al analizar más tarde lo ocurrido, ese mismo día, el profesor y los alumnos se preguntaron: «Si nos hubieran dado la oportunidad de presentamos a nosotros mismos, ¿qué habríamos dicho?» (Adventist Review, 17 de abril de 2008, pp. 26,27).
¿Qué habrías dicho tú? Si tuvieras que describir públicamente a un joven adventista del séptimo día, ¿qué dirías? Y si tuvieras que definirte a ti mismo, ¿qué dirías? ¿Dirías solamente las cosas malas que no haces (no fumar, no beber alcohol, no tener sexo fuera del matrimonio, etc.)?
Al relatar las lecciones que les enseñó ese incidente, el profesor dice que para un adventista no tiene que ser suficiente tan solo abstenerse de hacer cosas malas; hay que luchar contra ellas y, mejor aún, hay que sabotearlas.
¿Luchar en qué sentido? Lo primero, por supuesto, es no participando en ninguna actividad o vicio que dañe tu cuerpo. Pero también puedes organizar, o al menos colaborar activamente, en programas en contra de las drogas, el alcohol y el cigarrillo. Y siempre puedes ayudar a tus amigos, tus compañeros de estudio y vecinos que ahora mismo están atrapados en las redes de estos u otros vicios.
¿Por cuánto más tiempo permitiremos que el mundo siga definiendo a los jóvenes adventistas por lo que no hacen?. ¿Será que llegó el momento de ser más frontales en nuestro testimonio? El ejemplo de nuestro Señor apunta en esa dirección. Cuando fue necesario, tomó el látigo y echó a los mercaderes del templo (Mat. 21:12), llamó zorra al malvado Herodes (Luc. 13:32), y sepulcros blanqueados a los hipócritas fariseos (Mat. 23:27). Y, por supuesto, siempre llamó al pecado por su nombre. Por eso lo crucificaron.
Señor Jesús, quiero imitar tu ejemplo al abstenerme de lo malo, pero  también al luchar contra el mal.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

PLANIFIQUE EL DÍA


«Ahora, pues, Israel, ¿que pide de ti Jehová, tu Dios, sino que temas a Jehová, tu Dios, que andes en todos sus caminos, que ames y sirvas a Jehová, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma»  Deuteronomio 10:12

En cierta ocasión, un escultor de renombre recibió la visita de un escritor famoso. El visitante vio un gran bloque de mármol en una esquina y preguntó para qué era.
— Aún no lo sé. Todavía no tengo un plan decidido.
El escritor quedó sorprendido.
— ¿Quieres decir que planificas tu trabajo? ¿Por qué? Yo cambio de opinión varias veces al día.
— Eso está muy bien para un manuscrito que pesa poco más de un kilogramo 
— respondió el escultor — , pero no para un bloque de mármol de más de tres toneladas y media...
El sábado es como un bloque de mármol. Podemos echarlo a perder, podemos desperdiciarlo o podemos sacar lo mejor de él; bastará con que pensemos y planifiquemos un poco. Estoy convencido de que honrar las horas del sábado tiene mucho que ver con planificar por adelantado; no tanto criticando lo que no se debiera hacer sino planeando cosas que sí podemos hacer. En los próximos días te explicaré algunas de las cosas que nuestra familia hace para que el sábado tenga un significado. Tan pronto como empiece a pensar en ello, descubrirá que las posibilidades de honrar a Jesús en su día son infinitas.
Dios nos dio seis días para hacer nuestro trabajo y se reservó para sí el séptimo. Ese día tendría que ser una bendición para nosotros, un día en el que podamos poner a un lado todos los asuntos seculares y centrar el pensamiento en Dios y en el cielo.
Un día, un hombre desafió a otro para ver quién de los dos hacía más leña durante todo un día. El desafiador se esforzó mucho y solo hizo una corta pausa para almorzar. El otro tomó el almuerzo tranquilamente e hizo varias pausas a lo largo del día. Al final del día, el retador estaba sorprendido, y molesto, al comprobar que el otro había cortado mucha más madera que él.
—No lo entiendo —dijo—. Cada vez que yo comprobaba cómo iba el desafío, tú estabas descansando y, sin embargo, has cortado más madera que yo...
—Pero no te fijaste —dijo el ganador— en que yo me dedicaba a afilar el hacha cada vez que me sentaba a descansar.
El descanso del sábado es como afilar el hacha.  El resto de la semana pasa de manera más agradable. Basado en Mateo 12:8

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill