miércoles, 10 de junio de 2009

UNA ESPERANZA QUE NOS UNE

Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire. Y así estaremos con el Señor para siempre (1 Tesalonicenses 4: 17).
Siempre que nos despedíamos de papá y mamá, en silencio derramábamos lágrimas, con la esperanza de volvernos a encontrar el próximo año. Pero esa tarde fue diferente. Todos lloramos, incluso mi padre, a quien nunca habíamos visto llorar, también derramó lágrimas. Vio a su esposa e hijas que lloraban abrazadas, sin querer separarse. Recuerdo las últimas palabras de mamá: «Hija no te preocupes, vete tranquila, tu niña estará bien, con nosotros no le faltara nada». Mi hija se quedaría con ellos y nosotros regresaríamos a Tecate, México.
Nunca pensé que ésa sería la última vez que platicaría y escucharía la voz de mi madre; la siguiente vez que la vi fue en el Hospital de San Francisco en estado de coma después de una operación del cerebro, y también encontré a mi padre en cama con cáncer terminal, preguntando: «¿Cuándo volverá Blanca? ¡Ya quiero verla!» Esa semana lo llevamos al hospital donde estaba mamá y la vio por última vez.
En esa ocasión todos unidos alrededor de la cama de mamá entonamos sus cantos preferidos, la tomamos de la mano y le dijimos: «¡Te amamos mamá! ¡Aquí está tu esposo Beto!» Oramos y volvimos a casa con mi padre. La iglesia apoyó mucho a mis padres. El pastor ungió a ambos. Mi padre murió el sábado a las seis de la tarde, sin que mamá lo supiera; ella murió el lunes a la misma hora, sin que papá lo supiera.
Vivieron 55 años juntos, se amaron tanto que ni la muerte pudo separarlos. Ahora descansan en el Señor, listos para levantarse al llamado de Dios esa mañana de resurrección, cuando quizá, tomados de la mano buscarán a sus hijos, y una vez que nos encontremos, todos juntos como familia, ascenderemos felices y gloriosos por los aires para reunimos con nuestro amado Salvador Jesús, y no nos separarnos nunca más.
¿Estás lista amiga mía para esa preciosa reunión con tus amados? Te invito en este momento a renovar nuestros votos de amor como hija, esposa o madre; a realizar un servicio feliz y abnegado a nuestros seres queridos y a nuestro prójimo. Abramos nuestra mente y corazón a Dios nuestro Padre y Salvador eterno.


Reyna Ibarra de Guevara
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor

EL RESTO DE LA HISTORIA

Señor, tú me has examinado y me conoces. Aún no tengo la palabra en la lengua, y tú. Señor, ya la conoces. Salmo 139:1,4.
Habíamos llevado a los alumnos de noveno y décimo a un retiro de salud. Durante dos días estuve dudando en tomar una gran decisión. ¿Escribía otro libro o no? El último día del retiro, durante el culto matutino, decidí llamar a mi editora y contarle que había cambiado de opinión respecto de escribir el libro. Pero tan pronto como el culto matutino acabó y antes de que yo pudiera acercarme al teléfono, se me acercó una mujer.
—¿Es usted la señora Renee Coffee, la autora de la matutina? Le respondí que sí.
—Verá, encontramos el libro en la librería y nos ha encantado. Lo usamos cada día para el culto familiar.
Habían pasado diez años desde la primera edición del libro. No podía creer que alguien todavía lo leyera. ¿Acaso Dios intentaba decirme algo? ¿Era su manera de hacerme saber que quería que escribiera otro libro?
Después de que la mujer se fuera, quise pensar que la conversación había sido solo una coincidencia. Pero unos minutos más tarde alguien más se me acercó. Esta vez era una joven que todavía no había cumplido los veinte años.
—Mi mamá acaba de hablar con usted. Me dijo que es la autora de la matutina que usamos en casa. Quería decirle lo mucho que me gustan sus historias.
Eso fue la gota que colmó el vaso. No cabía duda de que Dios había usado a dos extrañas para hacerme llegar un mensaje. No llamé a mi editora y tú estás leyendo el libro que debía escribir.
Esa experiencia me demostró que Dios sabe que sucede en nuestra vida. Incluso conoce nuestros pensamientos. Cuando pienses que solo eres un número, una persona entre miles de millones, recuerda que Dios lo sabe todo de ti, tu pasado, tu presente y tu futuro.

Tomado de la Matutina El viaje increíble.

DONDE HAY FE HAY ABUNDANCIA

Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer. Juan 6:6

Era poco más de mediodía. Los rayos del sol caían a plomo sobre aquella región, cerca del mar de Galilea. Una enorme multitud se había congregado en la falda de la montaña. En la cima se encontraban Jesús y sus discípulos.Habían escuchado al Maestro y visto sus milagros y, sin embargo, querían escuchar más. Pero habían llegado desde muy temprano. No habían desayunado ni almorzado. Tenían calor, sed y hambre. Seguramente había entre la multitud madres que trataban en vano de calmar a sus pequeños, que reclamaban un bocado de pan.Jesús, preocupado por aquella situación, llamó a Felipe y le preguntó: «¿De dónde compraremos pan para que coman estos?» Felipe respondió que ni con el salario de un año, si lo tuvieran disponible, podrían comprar suficiente pan para que cada uno probara un bocado. Entonces Andrés, ante la sorpresa de Felipe, dijo que había visto a un muchacho que tenía cinco panes y dos peces. «Es suficiente», dijo Jesús. Los discípulos organizaron a la multitud y Jesús multiplicó, milagrosamente, la pequeña merienda del muchacho. El milagro fue tan grande que aquellos cinco panecillos y los dos pececillos alcanzaron para que todos comieran hasta saciarse, y sobró tanto que llenaron doce cestas con los restos.Hay momentos en nuestra vida cuando, como los discípulos en aquella ocasión, nos sentimos abrumados por la magnitud de los retos que debemos enfrentar. Muchas veces nos sentimos tentados a rendirnos ante los problemas que surgen en nuestro trabajo o en nuestra familia. En tales circunstancias debemos recordar que contamos siempre con Jesús, quien es capaz de reprender a los vientos y a los mares; y de multiplicar los panes y los peces.Él es el Señor de lo sobrenatural. Con su palabra echa fuera espíritus malignos. Él es el Señor de la providencia. El ordena las cosas en nuestra vida para que se cumpla su voluntad. De él surge la vida y él domina la muerte. Si tenemos fe en Jesús, ningún problema nos abrumará, y ningún obstáculo será insuperable.Como escribió Elena G. de White, «no hemos de renunciar a la lucha, desalentados, sino que en toda emergencia hemos de procurar la ayuda de aquel que tiene recursos infinitos a su disposición». Jesús sabe siempre lo que debe hacerse. En momentos de necesidad, confiemos en Dios, porque donde hay fe, hay abundancia.
Tomado de la Matutina Siempre Gozosos