viernes, 11 de febrero de 2011

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ABRIÓ DEL NIÑO CESTA

«Es hora de tomar mi baño en el río —ordenó la princesa a sus doncellas—. Acompáñenme». Se dirigió con ellas a su lugar favorito para bañarse. Llegaron, y cuando la princesa estaba por desvestirse, le pareció ver que por ahí flotaba una cesta en el río. ¿Qué contendría? —¡Rápido! —ordenó ella—. Traigan esa cesta que está entre esos juncos. Las doncellas obedecieron, tomaron la cesta y la abrieron. ¡Oh, sorpresa! Adentro había un niño precioso. —Este bebé es de los hebreos —dijo la princesa tomándolo en sus brazos— Pero ahora será mío. Lo adoptaré como mi hijo y llegará a ser un príncipe en el palacio. Aunque conocía bien la orden que había dado su padre, el faraón, de matar a los bebés varones de los hebreos, no le hizo caso. Dios respondió a las oraciones de los padres del bebé Moisés, y tocó el corazón de la hija del faraón para que sintiera compasión por ese niño y lo salvara. Tomado de meditaciones matinales para menores Conéctate con Jesús Por Noemí Gil Gálvez

DESCANSA EN LA SEGURIDAD DE SU AMOR

Porque Jehová será tu confianza: él evitara que tu pie quede atrapado, (Proverbios 3:26).

Cuan a menudo se nos acercan personas pidiéndonos que oremos por ellas o por algún familiar o conocido que está pasando por momentos difíciles. Parece que se tiene un concepto de la oración como si fuera una varita mágica que podemos utilizar a nuestro antojo, y no para implorar la voluntad divina. Es cierto que Jesús nos enseñó a orar en todo momento, pero siempre sujetos al principio de que debemos pedir con fe y con humildad, reconociendo que la sabiduría y el amor de Dios son superiores a nuestra manera de pensar y divisar el futuro, y por tanto abiertos al hecho de que su voluntad pueda no coincidir con la nuestra.

Varias veces me he visto en situaciones desesperantes. Cuando mi hijo mayor era pequeño, se vio muchas veces afectado por crisis de amigdalitis. Las fiebres eran muy altas y en ocasiones yo me encontraba sola con él en casa, lejos de los recursos médicos, a los que siempre acudimos primero. En cierta ocasión en la que ya no sabía qué más hacer, dejé su cuerpecito empapado en sudor febril y me dirigí a la cocina para tomar un poco de agua. Cuando regresé, vi a mi pequeño sentado en la cuna, con un semblante alegre. Inmediatamente le toqué la frente y la fiebre había desaparecido. Dios había contestado mis oraciones, había estado atento a mis súplicas y había enviado a su ángel para hacer lo que, en mi limitación humana, yo no podía hacer. No siempre Dios nos contesta con la misma rapidez, en algunas ocasiones debemos tener paciencia y esperar en él, pero sin duda él actuará.

Si te sientes con pocas fuerzas para seguir esperando, porque parece que tus plegarias «tardan» en ser contestadas de la manera que anhelas, no albergues dudas. El amor de Dios le hace estar atento a tus súplicas. Sus ojos siempre estarán despiertos. Los tuyos son los que debes cerrar para rogar no por el deseo de tu corazón, sino por descansar en la seguridad de su amor.
El amor no conoce premuras ni tampoco tardanzas.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

GUARDAR EL SECRETO

En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente. Proverbios 10:19.

La manera más efectiva de guardar un secreto es no contárselo a nadie. El problema es que a veces confiamos en nuestros amigos hasta el punto de compartir con ellos los secretos de un tercero.
Cuando alguien nos confía un secreto, debemos guardarlo siempre, haya o no haya amistad, porque contar un secreto es hacerle un daño moral al prójimo. El caso de Mildred fue uno de los más tristes de mi carrera de orientador. Estaba viviendo un terrible problema en su hogar, y ella era la más perjudicada. Con dolor y algo de vergüenza llegó hasta mi oficina junto a su amiga para narrar su situación y manifestarme que un familiar estaba abusando de ella, y no sabía como poner fin al problema. Temía que no la entendieran, o incluso que sus padres se enojaran con ella. Les pedí que no le contaran a nadie este terrible incidente y la remití a la oficina psicopedagógica para que tomaran cartas en el asunto.
El tiempo pasó y esta amiga se peleó con ella, y a modo de venganza contó delante de sus compañeros la triste historia que Mildred estaba viviendo en su hogar. Quienes intentábamos ayudarla nos vimos desbordados por la inquietud que se generó entre los compañeros, y en consecuencia, la tarea resultó mucho más difícil.
Actualmente vivimos en una sociedad que se alimenta del chisme y la burla. La gente parece derivar placer de la desgracia ajena, y cuánto más si es vergonzosa. Se hacen comentarios a las espaldas del protagonista, se producen dichos y burlas, y muchas veces se ignora voluntariamente el daño que pueden causar esos comentarios. La hipocresía se ha apoderado de muchos corazones y se aparenta un estado de piedad, mientras que por otro lado hay un deleite en contar la calamidad del otro.
El sabio Salomón nos amonesta a todos: "En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente". Tanto para conservar una amistad como para no incurrir en pecado es necesario saber guardar un secreto. Dios, que conocía el daño que produce esta perversión del habla, declaró: "No andarás chismeando entre tu pueblo" (Lev. 19:16), y esa amonestación es para todos los que quieren conservar amigos y estar en paz con el Señor.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela

LA DIMENSIÓN DEL AMOR

El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Romanos 12:9.

Leo observó, maravillado, la danza de las extrañas figuras ataviadas con ropas orientales: tres mujeres, moviéndose seductoramente en el palco. Se acercó y vio, con asombro, que eran jóvenes y hermosas. Tenían los ojos verdes, relucientes como las esmeraldas. La imagen de sus cuerpos en movimiento cautivó su mirada durante varios minutos. Al terminar el espectáculo, se acercó a una de ellas. Era morena, de rostro triste. Su tristeza no era coherente con la danza que acababa de presentar.
Fue algo inexplicable. Solo una hora de conversación, y ambos llegaron a la "conclusión" de que estaban profundamente enamorados. Así comenzó una historia de dolor, de angustia y de muerte.
Meses después, Leo no pudo soportar el dolor de verse engañado. Su mundo quedó en tinieblas, y sus emociones, perturbadas, le hicieron cometer un crimen que lo llevaría a la prisión por varios años. Todo sucedió la noche en que ella le confesó que nunca lo había amado; se había casado con él solo por causa de su dinero.
-¿Cómo puedes decir eso, si pasamos tantos momentos maravillosos? -preguntó el joven engañado, al límite de la desesperación.
-Fingí. Simplemente, fingí -fue la respuesta, dura y fría.
Lo que sucedió después lo relataron los periodistas con lujo de detalles.
"El amor sea sin fingimiento", advierte Pablo, escribiendo a los romanos. Él no se refiere solo al amor de una pareja; el consejo sirve para todas las circunstancias que el amor involucra. El amor es el sistema circulatorio de las relaciones humanas. Cuando la sangre llega, sana, a cada miembro del cuerpo, comunica salud y lo capacita para ejercer sus funciones.
Pablo menciona que el amor sano es sincero, auténtico y sin fingimiento. Se muestra como es; no se coloca máscaras. No se esconde; no camina en las sombras; no combina con la penumbra.
Ese tipo de amor no es pasivo, es movido a la acción. Extiende la mano en dirección del necesitado. Renuncia, a veces, en favor del otro. Paradójicamente, el mayor beneficiado no es el amado, sino el que ama.
Por eso, hoy, proponte amar, sin máscaras. Recuerda el consejo sabio: "El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón